estanque

La Iglesia, Evangelismo y Discipulado en días de Aislamiento Social

Autor: Sergio Bonacina.

¡Es tan maravilloso saber, que nuestro Dios, no ha estado en aislamiento social en estos meses, en ningún momento! Siempre me ha bendecido, el pasaje bíblico en el que Jesús, sanó a un paralitico en el estanque de Betesda, y es acusado por los religiosos por este motivo; pero él responde con una poderosa Palabra: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”, San Juan 5:17.  Esto nos muestra una vez más que Su Palabra nos insta a pesar del tiempo de aislamiento, a no detener nuestra labor, ya que si el Señor no detuvo su obrar, y  siguió trabajando y lo hizo a través de su Iglesia. ¡Nuestros paradigmas del obrar de Dios cayeron!  Hemos entendido lo que también entendió la Iglesia Primitiva, que no dependió de un edificio para hacer iglesia, y que tampoco dependió de un edificio para crecer y desarrollarse, que sólo dependió del Espíritu Santo, y de la Gracia que él derramó sobre sus hijos. Dios ha trabajado y lo sigue haciendo sobre su Iglesia y sobre su Liderazgo, a quien le dio la capacidad de reinventarse, y buscar Su sabiduría para seguir sosteniendo, conteniendo y discipulando a la gente, sino que además la iglesia, y que en estos tiempos sólo ha visto, los días más fructíferos, en cuanto a alcanzar almas para Jesucristo. Son cientos y cientos las personas nuevas, y apartadas que se han alcanzado a través de las diferentes plataformas digitales, redes sociales, etc. y los milagros que Dios ha manifestado a través de los dispositivos móviles son tremendos; ¡realmente hemos visto el obrar de Dios de una manera gloriosa!, y todo lo visto no se ha limitado a las cuatro paredes de un templo, ni tampoco a la estructura de nuestros servicios. Una vez más podemos decir con todo nuestro corazón agradecido, que Dios es Dios, y él es el Único Dueño de la Obra de la que sólo nosotros somos sus administradores. El Señor siguió trabajando y enseñándonos que: mientras Él se mueva, ¡no hay circunstancia, pandemia o aislamiento social, que puedan detener su propósito!  Creo, que estamos frente a una oportunidad histórica de ver, el crecimiento y la expansión más gloriosa, que la Iglesia en nuestra nación ha experimentado, sólo necesitamos ser sensibles a la voz de Dios, adaptarnos a los cambios que Dios mismo ha permitido y provocado. ¡Por favor, a no perder el enfoque hacia los que sufren y prepararemos a la iglesia para los tiempos que vienen! ¡Dios nos de sabiduría para no perder nada de la cosecha que Él nos quiere entregar!  ¡Les saludo con las más ricas bendiciones de nuestro Señor Jesucristo!

LA GLORIA FUTURA

Por Maximiliano Gianfelici

 

Sin embargo, lo que ahora sufrimos no es nada comparado con la gloria que él nos revelará más adelante. Pues toda la creación espera con anhelo el día futuro en que Dios revelará quiénes son verdaderamente sus hijos. Contra su propia voluntad, toda la creación quedó sujeta a la maldición de Dios. Sin embargo, con gran esperanza, la creación espera el día en que será liberada de la muerte y la descomposición, y se unirá a la gloria de los hijos de Dios. Pues sabemos que, hasta el día de hoy, toda la creación gime de angustia como si tuviera dolores de parto; y los creyentes también gemimos —aunque tenemos al Espíritu de Dios en nosotros como una muestra anticipada de la gloria futura— porque anhelamos que nuestro cuerpo sea liberado del pecado y el sufrimiento. Nosotros también deseamos con una esperanza ferviente que llegue el día en que Dios nos dé todos nuestros derechos como sus hijos adoptivos, incluido el nuevo cuerpo que nos prometió. Recibimos esa esperanza cuando fuimos salvos. (Si uno ya tiene algo, no necesita esperarlo; pero si deseamos algo que todavía no tenemos, debemos esperar con paciencia y confianza). Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que el Espíritu dice, porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes, en armonía con la voluntad de Dios. Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos. Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor de muchos hermanos. Después de haberlos elegido, Dios los llamó para que se acercaran a él; y una vez que los llamó, los puso en la relación correcta con él; y luego de ponerlos en la relación correcta con él, les dio su gloria. Romanos 8:18-30 NTV

 

En este pasaje encontramos una radiografía de nuestro mundo actual, asimismo es una porción llena de promesas y esperanza para nuestro futuro en Dios, pero también encontramos un llamado clave de parte de Dios para nosotros: Ser como su Hijo. La riqueza de estos versículos nos desafía como iglesia a vivir el propósito de Dios en el Espíritu y a alejarnos de la opresión de la religión, posicionándonos en nuestra identidad de hijos y tomando la herencia de nuestro Padre, con la gran responsabilidad de continuar su obra en la Tierra, de inundar de su gloria el planeta.

Es cierto que vivimos en un ambiente en decadencia, la creación entera ha sido sometida a corrupción a causa del pecado. Sin embargo, tiene una ansiedad y es la manifestación de los hijos de Dios. La más grande miseria que los hombres y la creación pueden padecer es ese vacío infinito que sólo puede ser llenado por el Infinito. Por eso la creación se corrompe, porque no encuentra placer en aquello que es placentero para Dios. Entonces busca su placer en el dinero, la ambición, llenos de ansiedad que los lleva a cometer pecado y destrucción; se atenta contra el cuerpo, contra la moral, se lastiman, destruyen familias, hogares y naciones. Dios mismo sometió la tierra bajo maldición, pero con una esperanza firme, a la espera de la revelación de los hijos de Dios. Sólo allí hallará libertad.

Como ministros y siervos de Dios en estos tiempos tenemos en nuestras manos la clave de esta libertad, pero Dios – que se mueve con certeza – nos puso en la relación correcta con Él. En Romanos 8:30, Pablo refiere estas palabras cuando nombra que somos hijos de Dios, por la tanto portamos su vida. Somos llamados a llevar su gloria en medio de una creación que está en descomposición desde que Adán cayó en pecado. Estamos viviendo los últimos tiempos, es momento de vivir la radicalidad del Espíritu, debemos ser luz en medio de la noche. Fuimos preparados para esta hora, la creación gime y está con dolores de parto, su anhelo es que manifestemos la gloria de Dios en nuestras vidas y nuestra identidad genuina, porque en el tiempo final los verdaderos hijos de Dios serán revelados. El mundo no necesita buenos profesionales, predicadores elocuentes o gente con ideas brillantes, necesita verdaderos hijos de Dios manifestándose en todas las áreas para llenar de gloria este mundo en corrupción.

Mateo 13 nos cuenta la parábola del trigo y la cizaña, este ejemplo claro de Jesús nos advierte sobre la realidad de los tiempos que vivimos, donde muchos se dicen llamar hijos de Dios pero verdaderamente no los son. La cizaña es en apariencia igual al trigo, pero la diferencia esencial es que cuando llega el tiempo de la cosecha los granos de trigo hacen que este se incline, pero la cizaña sigue en pie, derechita. Lo que nos caracteriza como verdaderos hijos de Dios es la vida de Cristo en nosotros, que nos lleva a vivir una vida que da fruto y una vida de humildad, al reconocer que nosotros y todo lo que poseemos o producimos es de Cristo. La humildad es el fruto característico del Espíritu viviendo en nosotros.

Si somos personas que necesitamos reconocimiento de los demás o que simplemente no reconocemos nuestras carencias o debilidades, estamos muy lejos de ser los hijos que Dios necesita para manifestarse. Es necesario, para llevar su gloria en este mundo en decadencia, reconocernos hijos de Dios con una identidad sana por medio del Espíritu Santo, sabiendo que es Él quien nos ayuda en nuestras debilidades. Ser débil en todos los sentidos: emocional, intelectual, físico y espiritual no es una excusa o un defecto en el cual escudarnos, sino que es una oportunidad para que el Espíritu Santo se manifieste en nosotros. Él conoce que necesitamos y como debemos orar, que debemos pedir. Él intercede por los creyentes que están en armonía con la voluntad de Dios.

Cuando vivimos a Dios en plenitud, Cristo se hace visible en nuestras vidas. ¡Somos hijos de Dios, sellados por el Espíritu! Nuestra principal misión es revelar lo que hay dentro de nosotros. Hermanos, en esto es esencial reconocernos débiles, porque esa debilidad es combustible para que el Espíritu Santo arda en nuestras vidas, lo necesitamos a Él, dependemos de Él. Nuestra vida de humildad y dependencia de Dios, inspirará a las personas que pastoreamos, ya que verán la obra del Espíritu a través nuestro y serán imitadores de la vida de Cristo en nosotros, transformándose en verdaderos hijos también.

Y es cierto que nuestra alma gime a causa del pecado, pero Dios nos ha sellado, no vamos a vender nuestros llamados. Llega el tiempo en que familias completas no abandonan su llamado, en que niños pequeños abrazan su llamado, esposos y esposas no negocian su llamado. No dependemos de si es fácil o difícil, ya sabemos que es difícil, sabemos que esta creación está sujeta a corrupción, pero tenemos a Cristo que nos puso en la relación correcta con el Padre, tenemos al Espíritu Santo que nos ayuda en nuestras debilidades, que gime ante el trono de Dios con gemidos indecibles. Somos imparables, la vida de Cristo fluye en nosotros y a Cristo no lo paró la muerte, no lo paró el pecado, no lo paró el infierno; y a la iglesia, que somos vos y yo, nada la va a poder parar, nada.

OBSERVAR, ESCRIBIR Y ESPERAR

Por Greg Mundis

Orador de la Convención UAD 2019

 

¿Cuál es el rol de los pastores en la actualidad? Creo que para esa pregunta están asociadas tres palabras:

1 – Observar:

Somos vigilantes, personas que son diligentes para observar. Debemos conocer nuestra ciudad, tendencias, demografía y estar atentos a lo que está sucediendo.

En el Antiguo Testamento, los vigilantes fueron utilizados para construir los muros en la época de Nehemías. Creo que, como líderes del rebaño, no solo necesitamos construir, sino que necesitamos construir la iglesia de Jesucristo con una espada en la mano. Porque estamos en un ambiente hostil. Es por eso que necesitamos elevar el estándar bíblico para el Reino de Dios. Sobre todo, debemos mantener nuestro corazón protegido y los corazones nuestras familias, hijos y de la iglesia. Necesitamos comprender que cada cosa que hagamos afectará a las generaciones siguientes. Dios dijo: «En los últimos días derramaré mi Espíritu». No conocemos ningún otro momento más importante en la historia del mundo en Dios haya derramado de su Espíritu. Necesitamos ser llenos del Espíritu Santo. Debemos estar rendidos y en contacto con el Espíritu Santo. Una de nuestras primeras responsabilidades es amar a Jesús con todo nuestro corazón y alma. También necesitamos tener una pasión renovada por el regreso del Señor. Es por eso que necesitamos observar los eventos globales a la luz de la profecía bíblica porque viene la cosecha y se la debe proteger de los depredadores.

2 – Escribir:

Habacuc nos invita a escribir las revelaciones (Habacuc 2:2-3). Dios esta detrás de la historia: historias de naciones e historias personales No es que Él haya escrito la historia previamente, sino que Él está permitiéndonos escribir nuestra propia historia. Y lo mejor que podemos hacer es escribir nuestra propia página con las revelaciones que Él nos trae.

3 – Esperar:

Debemos esperar en Dios. Necesitamos que Dios se nos adelante como hizo Moises con los hijos de Israel cuando llego para liberar el pueblo, sino estaremos realmente en problemas. Si realmente es Dios, debemos esperar y veremos como el alinea todas las cosas:  la historia, la vida y las circunstancias. El siempre está obrando – no importa el momento que estemos viviendo – sucederá que llegará el día donde arrebataremos la bendición. Y debemos estar sintonizados espiritualmente para hacerlo.

UN MINISTERIO AUTÉNTICO

Por Osvaldo Carnival

 

En Hechos 1:1 Lucas le habla a Teófilo y le cuenta acerca de las cosas que Jesús hacía y enseñaba. Esto es algo sencillo, pero nos marca un orden. Jesús no enseñaba nada que antes no practicara en su propia vida. Hoy en día la ciencia ha corroborado algo que La Palabra de Dios nos ilustra: no hay otro método más excelente en la pedagogía, la enseñanza, la didáctica, que el poder del ejemplo. Hace un tiempo un padre me dijo: “Pastor, ¿qué le puedo enseñar yo a mi hijo, si no tengo ni 7° grado y él ya está avanzando y va camino a ser universitario?”. Le respondí: “No se equivoque, nosotros no enseñamos de lo que sabemos, sino de lo que somos”.

Es indispensable que nuestro mensaje surja a partir de lo que somos.

En los tiempos que nos toca vivir, necesitamos entender que el mensajero es el mensaje. Vivimos en la era de la imagen, donde constantemente se produce un desdoblamiento que podemos observar claramente en las campañas políticas, por ejemplo. Los políticos tienen asesores de imagen que aconsejan: “Hágalo de esta manera”. Las masas necesitan ver una determinada imagen, y esta es la razón por la que los pastores necesitamos enfrentar el desafío de instruirnos en nuestra imagen, para así poder pararnos de manera efectiva ante los gobernantes y las multitudes, desde una radio, o un programa de televisión o cualquier otro evento. El grave riesgo es cuando comienza a producirse un desdoblamiento. No es tan importante lo que una persona dice cuando sube a la plataforma, sino su comportamiento cuando baja de ella, su manera de caminar, su vida cotidiana, la interacción con su familia, en su hogar. ¡Ese es el verdadero mensaje que la gente necesita! Hoy en día nuestro mayor valor es nuestra propia vida. Podemos ocuparnos en ser más elocuentes, más entendidos, en estar mejor capacitados, pero nunca debemos olvidar que nuestro mensaje por excelencia es nuestro carácter.

Nuestro ministerio es la consecuencia de nuestra relación con Dios y nuestra relación con nuestra familia. Si eso no existe, no hay ministerio. Podrá haber excusas, podremos pintarlo de una manera o de la otra, pero no hay ministerio. El mundo en el que vivimos necesita modelos. El Código Civil recientemente aprobado prevé el “divorcio express”, el cual permite que los matrimonios puedan divorciarse sin causa en el término de una semana, sin mediaciones de por medio, mientras el Código anterior requería tres. Respecto a este tema, una jueza que es creyente me comentó: “Osvaldo, muchas veces en las mediaciones rescaté a parejas diciéndoles: ‘¿Por qué no lo piensan un poco?’, pero hoy eso se acabó”. Si no nos gusta el aliento de nuestra pareja o esta cocina mal, podemos poner fin al matrimonio en el término de una semana, de manera unilateral y sin causa alguna. La familia está en crisis porque esto atenta contra la dignidad del hogar, contra el muro que ella representa. Por eso, más que nunca nuestro mensaje es indudablemente nuestra vida. El ministerio polariza la vida del cristiano, es decir que hace que nuestras virtudes y nuestros defectos se potencialicen. ¿Por qué? Porque nos expone, nos pone bajo presión.

Nuestro mayor poder de convencimiento es nuestra autenticidad. En este mundo tan interesado en la imagen, todo es engañoso; nada parece ser verdadero, por eso, si perdemos la autenticidad del ministerio, ¡perdemos el ministerio! Cada vez hay más títulos entre los pastores: predicador, pastor, apóstol, obispo, patriarca; ¡parece que existe una escalada jerárquica para obtener un título y luego otro! Sin embargo, cuando el apóstol Pablo se presenta en sus cartas, generalmente lo hace con expresiones como “siervo” o “esclavo de Jesucristo”. Estos términos remiten a algunas imágenes muy interesantes de aquel tiempo; una de ellas muy particular es la de los esclavos. Estos hombres estaban en las bodegas de las grandes embarcaciones, y su única función era remar hasta morir. Cuando esto ocurría, les sacaban los grilletes y los tiraban al agua. Pero estos hombres que trabajaban en total anonimato hacían que el barco avanzara. Al presentarse como esclavo, Pablo está diciendo: “Yo soy uno de esos que no espera títulos ni nombres, que no quiere estar en la popa ni en la proa, en la cartelera, en las placas recordatorias. Soy uno de los que están abajo, y mi único cometido es que la obra del Señor avance”.

De eso se trata. No es una actividad más; la idea es que nos subamos a un barco donde todos estamos en la bodega, dispuestos a servir al Señor sin importar quién tenga que estar en el frente. Difícilmente este país pueda tener un destino mejor si nuestra preocupación son los títulos, los nombres o las posiciones. Ahora, si estamos dispuestos a ser ese tipo de siervo que Pablo describe en la bodega, que rema y está dispuesto a entregar su vida, Argentina será transformada para la gloria de Dios. Por eso, te animamos a que seas parte e involucres a tu iglesia, a que seas uno de los remeros que hacemos avanzar la obra de Dios y llevamos la luz de Jesucristo allí donde hay oscuridad.

LA IGLESIA Y SU ROL FRENTE A LA VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES

Por Virginia A. de Contreras

            La violencia de género es una epidemia mundial que afecta a mujeres y niñas de todos los estratos socioeconómicos, edades, religiones, culturas y etnias. Algunas de ellas, sin embargo, son particularmente vulnerables a los abusos. La frase “mujeres en situación de riesgo” o “mujeres en riesgo”, se utiliza para describir a las que son más susceptibles a la explotación y a la violencia, como son las que viven en la pobreza y las menores de 18 años. Esta clase de violencia es un patrón de conductas coercitivas y agresivas, que incluyen ataques físicos, sexuales y psicológicos, así como la coerción económica que los hombres utilizan contra su pareja.

 

La violencia de pareja íntima, afecta a una de cada cuatro mujeres. Según Domestic  Violence Statistics, los datos de diez países muestran que entre el 55 %  y el 95 % de las mujeres que han sido abusadas físicamente por su pareja, no han contactado a nadie para pedir ayuda, ni han denunciado el abuso.

Al respecto, leímos en las noticias locales que “un femicidio fue cometido en Argentina cada 32 horas a lo largo del 2018, de acuerdo al último informe de La Casa del Encuentro, presentado este jueves en la Cámara de Diputados de la Nación. Es decir que, en el 2018, hubo 241 víctimas en Argentina. Lo que implica que 156 chicos se quedaron sin su mamá.”

Este tipo de violencia tiene un impacto profundo en los niños y niñas que son testigo de ella. Por ejemplo, nos encontramos con menores que pueden manifestar problemas de salud (trastornos alimenticios, trastornos de sueños, etc.), de comportamiento, dificultades de aprendizaje y aún tendencias suicidas. Una noticia publicada en estos días tiene por título: Hijos de la violencia de género, víctimas invisibles y sin contención. En la misma su autor manifiesta que “pese a que la mayoría sufre tanto o más que sus mamás, casi no existen políticas que los tengan en cuenta y son contados los espacios que se ocupan de ellos”.

¿Qué pueden hacer las personas y comunidades de fe al respecto?

Se estima que alrededor del 40 % de las mujeres maltratadas buscan ayuda de un ministro religioso. Esto coloca a los líderes religiosos en una posición delicada, ya que ellos necesitan estar entrenados en cómo reaccionar ante esta información, y cómo recomendar a estas mujeres que tomen contacto con diferentes servicios que el Estado y entidades especiales tienen para intervenir en casos así. Es que la problemática de violencia doméstica y de género es transversal y multidisciplinaria, no solo por cuestiones legales, sino también sociales y espirituales. Por esta razón, es necesaria la capacitación de los ministros religiosos en esta temática, y al mismo tiempo realizar un trabajo asociado, colaborativo y en red con otras instituciones que aportan recursos y tienen protocolos de actuación para beneficio y protección de la víctima.

 

¿Estamos listos para brindar ayuda en nuestras comunidades de fe? La necesidad de un autoexamen

Una encuesta reciente de LifeWay Research entre pastores protestantes en los EEUU, mostró que la mayoría de ellos conocen víctimas de violencia doméstica y de género en sus propias congregaciones, pero rara vez hablan de esto desde el púlpito. La misma encuesta puso en evidencia que menos de la mitad de los pastores han sido entrenados en cómo ayudar a estas víctimas. Este es un tema que la iglesia no puede ignorar. No podemos permanecer en silencio cuando muchos en nuestras comunidades viven bajo la amenaza de la violencia doméstica en sus hogares. La iglesia tiene que ser parte de la solución. Lamentablemente algunas de las víctimas de violencia de género que llegan a las iglesias en tiempos de necesidad reciben, algunas veces, como respuesta, culpa, incredulidad, preguntas sospechosas, malos consejos, o una teología superficial en lugar de cuidado, compasión y ayuda práctica. Es más, hay hombres que usan la Biblia como una herramienta para justificar el abuso. Muchas mujeres a menudo se abren para contar a sus líderes religiosos, en lugar de denunciar a la policía acerca de la violencia que están sufriendo por parte de sus parejas, y encuentran como respuesta, incorrectas interpretaciones bíblicas que contribuyen negativamente más que ayudar en esta problemática.

Chuck Colson, en Violencia doméstica dentro de la iglesia: la repugnante verdad escribe al respecto: “Una mujer a la que llamaré “Marleen” fue a pedir ayuda a su pastor. “Mi esposo me está abusando”, le dijo ella. “La semana pasada me derribó y me dio una patada. Me rompió una de mis costillas”. El pastor de Marleen mostró empatía. Oró con Marleen, y luego la envió a casa. “Intenta ser más sumisa”, aconsejó. “Después de todo, tu esposo es tu cabeza espiritual”. Dos semanas después, Marleen estaba muerta, asesinada por un marido abusivo. Su iglesia no podía creerlo. El marido de Marleen era un maestro de escuela dominical y un diácono. ¿Cómo pudo haber hecho tal cosa?”

Al respecto Lorettta Pyles, en su artículo “The Complexities of the Religious Response to Domestic Violence: Implications for Faith-Based Initiatives (“Las Complejidades de la Respuesta Religiosa a la Violencia Doméstica: Implicaciones para las Iniciativas Basadas en la Fe”), señala que esto es un problema porque «la religión es, paradójicamente, una fuente de asistencia y una barrera para las mujeres que sobreviven a la violencia doméstica”. Por lo tanto, lo que las víctimas necesitan de la iglesia es una defensa práctica, pero por sobretodo una respuesta bíblico-teológica acertada.

Específicamente y reflexionando en el caso de Marleen necesitamos afirmar en nuestra consejería bíblica que conforme a Efesios 5:25-32 un marido abusivo está desobedeciendo a Cristo, ya que expresamente manda que los esposos “amen a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa, se ama a sí mismo. Porque nadie odió su propia carne, sino que la nutre y la cuida”. Es decir, el marido tiene la vocación de amar a su esposa como Cristo ama a la iglesia, protegiéndola y ejerciendo un liderazgo de servicio por ella y sus hijos. La posición que se le da a él no es para la manipulación, el abuso, la violencia, el control y la destrucción, sino que es para la edificación y florecimiento de la esposa y familia.

Asimismo, el texto indica que como la iglesia se sujeta a Cristo, así la esposa lo hace. Ella le debe respeto a su esposo como a su igual, ya que ambos han sido hechos a la imagen de Dios. Sin embargo, sumisión no significa anular la mente y soportar golpizas. Marleen como esposa maltratada necesitaba de un pastor, y aún otros hombres de la iglesia, que confrontaran a su esposo con su pecado y una iglesia que la protegiera y asistiera concretamente frente a este esposo abusivo, que la acompañara en el proceso de informar a las autoridades correspondientes y que colaborara, junto a otros agentes de la comunidad, en su proceso de sanidad integral.

¿Qué puede hacer la iglesia por las mujeres en riesgo?  

Vemos entonces que es una necesidad en este tiempo tener un programa de entrenamiento para los líderes de la iglesia, porque muchos de ellos no tienen educación sobre los problemas asociados con la violencia de pareja. A menudo no son conscientes de las diferentes formas que puede tomar la violencia y, por lo tanto, pueden aconsejar a estas mujeres en la dirección equivocada. Llevar capacitación al liderazgo eclesiástico y a la iglesia sobre la violencia de pareja íntima, aumentará la conciencia sobre estas problemáticas y promoverá la idea de que no debe aceptarse. Para hacer posible que los líderes de nuestras iglesias mencionen estos temas en su congregación y rompan los muchos tabúes, prejuicios y falsos fundamentos de la violencia de pareja, primero ellos deben tener conocimientos sobre el tema. Por lo tanto a continuación detallamos algunos consejos pastorales del doctor Martin L. Grant (autor del libro Counseling for Family Violence and Abuse) para considerar al encontrarnos con mujeres víctimas de violencia:

  • Dios llama a su pueblo a resistir a aquellos que utilizan su poder para oprimir y dañar a otros. No seamos indiferentes (Jeremías 22:3, Proverbios 31:8).
  • Creer a las mujeres, no culparlas. La investigación ha demostrado que creerles y escucharlas, son ingredientes cruciales para la sanidad.
  • Ofrecer apoyo espiritual y emocional que debe ser acompañado por acciones concretas. Para esto es necesario un trabajo multidisciplinario, colaborativo y en red.
  • Obtener entrenamiento, información y consejería profesional sobre los efectos de la violencia doméstica y de género.
  • Tratar el tema en la Escuela Bíblica y en grupos de discipulado, orando al respecto en la oración corporativa, y trabajar hacia la prevención de toda forma de abuso en conjunto con la comunidad y las organizaciones nacionales.

 

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DON COLIHUINCA NAVARRO – 1970

Domingo Colihuinca Navarro fue un evangelista de origen mapuche, oriundo del sur de Chile. No sabía leer ni escribir y su mensaje era de lo más elemental que se pudiera oír, sin embargo era continuamente respaldado por la manifestación sobrenatural del poder de Dios a través de sanidades e incluso resurrecciones.

El Espíritu Santo había puesto sobre él dones maravillosos que dejaban atónitas a las personas que estaban presentes. Paralíticos caminaban, ciegos veían, muertos resucitaban… ¡Sin duda el Señor estaba con él! En algunos de los pueblos por los cuales el tren en el que iba pasaba, multitudes de personas bloqueaban las vías pidiéndole que se quede y ministre en su comunidad.

Antes de empezar sus campañas solía preguntar: “¿Cuántos hermanos bautistas hay en esta noche?”, quienes levantaban la mano y él entonces les daba una palabra de bienvenida. Luego preguntaba “¿Y cuántos hermanos metodistas hay aquí?” y nuevamente la salutación, y así con las otras denominaciones. Pero en un momento preguntaba “¿Y cuántos espiritistas hay aquí en esta noche?”, quienes también levantaban la mano esperando la salutación, sin embargo Don Colihuinca, con toda autoridad espiritual decía: “así te quería agarrar Satanás. Tráiganme a todos esos que levantaron la mano”. La batalla espiritual que se generaba era impresionante y Dios liberaba personas endemoniadas en cantidades, tras lo cual, una vez generado ese ambiente de libertad espiritual y señorío de Cristo, continuaba con el culto.

Allí no había preparación previa en cuanto a la alabanza ni programación de actividades especiales. Simplemente el poder de la Sangre de Cristo se manifestaba de una manera real.

En una ocasión, estando predicando en Ciudadela, Buenos Aires, había en la iglesia cinco paralíticos a quienes el Señor había sanado durante la reunión, corriendo dando vueltas por esos pasillos mientras él intentaba predicar. La gente saludaba a quienes habían dejado la silla de ruedas, entre risas y llantos de alegría, mientras Colihuinca los paraba cuando pasaban por delante de la plataforma para saludarlos.

Solía ser acompañado por un misionero sueco apellidado Johnson. El leía La Biblia para que Colihuinca pudiera explicarla; mientras lo hacía, solía quitarse su poncho indio, hacía un bollo con él y se lo tiraba a alguna persona, quien sea que recibiera el golpe del predicador mapuche, a quien no le faltaba una buena puntería por cierto, quedaba sano instantáneamente de la enfermedad que tuviera.

Había un hombre a quien llamaban “tío Beto”, quien tenía toda su piel enferma y llena de llagas, Colihuinca le tiró con el poncho, él fue al baño, se sacó la ropa y tenía la piel perfecta, completamente sana.

Hubo un caso impactante que demostró como el poder de Dios se manifestaba a través de Colihuinca Navarro. Viajaba en tren por la Patagonia y un joven, que tenía a su madre enferma de cáncer y en un estado casi terminal, cruzó troncos en las vías del tren para detenerlo. Lo logró, como en las viejas películas del lejano oeste. El muchacho subió al tren y habló con el predicador insistiéndole en que bajara y fuera a orar por su madre, a lo que el evangelista se negó porque tenía un destino donde lo esperaban en una campaña. El muchacho, impotente, forcejeó con él para llevarlo por la fuerza y, en ese tira y afloje, le arrancó un botón. Fue a su casa y lo puso sobre su madre, cuando ella hubo tocado ese botón quedó sana instantáneamente.

En otra ocasión un muchacho falleció y después de varias horas en la morgue del hospital la mamá del muchacho llamó a Don Colihuinca para que fuera orar por el cuerpo sin vida, y él fue, oró y el que estaba muerto resucitó, para testimonio del poder de Dios a los que estaban presentes.

Fue conocido también el caso cuando teniendo más de 90 años y viviendo temporalmente en la ciudad de Dolores, un pastor de Buenos Aires envió unos jóvenes de su Iglesia para invitarlo a venir, cuando llegaron y encontraron la casa trataron de explicarle el motivo de su visita y la invitación, Colihuinca les dijo: “esperen un poco”, entró en la casa y de atrás de la puerta sacó una valija ya preparada, se dirigió al auto diciendo: “Dios me había dicho que hoy me vendrían a buscar”.

No fue mucho lo que pudo enseñar en palabras, no era un instruido para eso, ya que no sabía leer ni escribir. Sin embargo dejó una enseñanza que hoy cobra una importancia notable: a pesar que su ministerio recibió muchísimas donaciones de todo tipo y valor, él nunca tomó nada para sí, hubo etapas en que no tenía donde estar y muchas veces lograba saciar su hambre orando para que Dios le proveyera comida de manera milagrosa, cosa que inevitablemente sucedía.

Colihuinca Navarro fue un evangelista de fe, a través de la misma Dios hizo incontables milagros, pero el aplicó a su vida esa fe, aprendiendo a vivir a diario dependiendo de la provisión de Dios. Todo un ejemplo y desafío para nosotros.

A los 105 años seguía firme en su ministerio de evangelista. Plantó alrededor de 100 iglesias en toda su vida. Partió con el Señor a los 110 años de edad no sin dejar una huella imborrable en la historia de los avivamientos de nuestra amada Argentina.

Personas como Don Colihuinca son los que han sembrado la «preciosa semilla» en nuestro país con lágrimas y mucho esfuerzo, para que nuestra generación hoy pueda recoger las gavillas con gran regocijo.

Es mi deseo que esta breve biografía les desafíe a procurar un avivamiento para su vida, iglesia y ciudad, tal como lo hizo conmigo.

Procuramos un avivamiento a través de la oración intercesora, santidad, unidad, pasión evangelística y llenura del Espíritu Santo.

* Recopilado y adaptado por Billy Saint

DE LÍDERES A MULTIPLICADORES

Por Juan Carlos Melo

El desarrollo y crecimiento del ministerio de un pastor, o de un líder, debería dar como resultado el que se convierta en un multiplicador de nuevos obreros. Esto en la práctica debe ser intencional para evitar lo que ahora las nuevas generaciones viven al sentir que los líderes actuales no quieren empoderarles dentro de la estructura de la iglesia y de la denominación.

“Muchos pueden llegar a mirar a su liderazgo como un corcho que no permite su crecimiento y esto produce una tensión generacional entre los líderes de hoy y los del futuro.”

La mejor manera de no generar esta ruptura o conflicto intergeneracional, que puede incluso dividir y producir profundos daños en las relaciones y en las estructuras de la iglesia, es desarrollando líderes y pastores que multipliquen iglesias con un liderazgo intencional y que comprende que parte vital de su función es dejar que otros hagan los mismo y hasta mejor que ellos, como preparación para cuando ellos ya no estén.

“Es fundamental alentar la transformación del pastor de una iglesia local a convertirse en pastor de pastores, cambiando no solo su función sino su influencia a través del mentoreo.”

Una cosa es pastorear una congregación de 100 a 200 personas y otra cosa es mentorear, empoderar y multiplicarse en otros, y no para tener una congregación de 200 ó 300 miembros, sino con el fin de ser una iglesia descentralizada y que empodera más líderes bajo el mentoreo de un pastor experimentado y así multiplicar congregaciones bajo modelos de iglesias satélites o hijas, de esta manera la multiplicación da como fruto la transformación.

 

Recuperado de https://coachingdeplantacion.wordpress.com/2017/05/11/de-lideres-a-multiplicadores-dr-juan-carlos-melo/