El Milagro está en tus Manos

Por: Osvaldo Carnival.

Que valor maravilloso tienen los milagros y más maravilloso lo hace cuando comenzamos a darnos cuenta de que Jesús nos quiere usar. ¿Pero somos conscientes de lo que portamos? 

En 2 Reyes, versículo 4 nos habla acerca de una mujer que se queda viuda, desamparada y con deudas que afrontar, los acreedores venían para llevarse como esclavos a sus hijos y está mujer desesperada corre a buscar ayuda y habla con Eliseo.

Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.  Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas.  Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte.” 2 Reyes 4:2-4 

Quiero reflexionar junto a ustedes sobre la respuesta que le da la viuda Tu sierva ninguna cosa tiene en casa

Dios quiere sorprendernos y usarnos como instrumentos para ver milagros en nuestras vidas, pero para que esto ocurra tenemos que descubrir a Dios. El profeta le dijo a la mujer: “enciérrate”

El profeta guía a la mujer para que busque en Dios su milagro. Nosotros debemos ser como Eliseo debemos guiar a nuestra congregación para que pueda encontrar en Dios su milagro. 

Los milagros van a ocurrir con líderes fuertes que aprenden a depender del Espíritu Santo, la mujer subestimó el aceite, le dijo al profeta “NO TENGO NADA”, pero tenía aceite.

Como ministros tenemos la responsabilidad de ser nosotros los primeros que nos encerremos y busquemos a Dios. Debemos tener nuestra vida devocional diaria y comenzar a examinarnos y ver en qué cosas debo comenzar a depender de Dios que hasta el momento lo estabas realizando con tus propias fuerzas. 

Muchas veces corremos el riesgo de creer que todo lo debemos resolver nosotros o que lo podemos lograr solos pero no es así debemos depender del Espíritu Santo. 

Juntos tenemos que comenzar a tener MÁS IGLESIAS y que sean marcadas no por el predicador, la cantidad de gente, ni por su estructura sino que comiencen a plantar MÁS IGLESIAS que dependen del Espíritu Santo y es de esa manera como habrá más milagros porque ya no dependerá de nosotros sino del Espíritu Santo. 

Pero para que eso ocurra el cambio debe comenzar en nosotros el reconocer que dependemos de Dios, lo que Él depositó en nosotros, debemos entregárselo para que en sus manos comience a tener valor y ser instrumentos suyos para continuar trabajando en su obra. 

¿Qué es lo que Dios puso en tu vida? ¿Qué es lo que Dios quiere hacer en tu congregación?  No depende de nosotros, sino que nosotros dependemos del Espíritu Santo. 

Dios pone sueños en nuestras vidas y a veces nos olvidamos que 

El aceite es sinónimo del Espíritu Santo, y toda solución viene por el Espíritu Santo, por eso no lo subestimes, Él es tu ayudador. 

Generar una dependencia del Espíritu Santo hace que no hagamos las cosas por nuestras fuerzas o por nuestras propias capacidades sino que dependamos de Él para realizar cualquier tarea o cosa que hagamos.

Quizás recordamos el avivamiento pasado y queremos que ocurra lo mismo y tratamos de hacer lo mismo y realizar las mismas actividades para que eso ocurra como si tuviera una fórmula.

Pero queridos hermanos la viuda al buscar en Dios el milagro hubo un nuevo aceite, si hay un nuevo avivamiento tenemos que preparar nuestras vasijas para que el Espíritu Santo las llene del nuevo aceite. 

Si queremos más iglesias debemos preparar a nuestra congregación y nuestros pares para recibir lo que viene, la viuda tenía vasijas y de esa manera apareció el aceite y a medida que tenía más vasijas, más aceite ella tenía. 

Debemos preparar a nuestra congregación para recibir lo nuevo del Espíritu Santo y para eso debemos enseñarles que todo lo que tenemos debe ser compartido y dado a los demás.

manos en la iglesia

La formación integral del adulto cristiano

…hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. (Efesios 4:13)

Para nadie es un secreto que el genuino discipulado cristiano no es un mero curso de algunos meses, en que enseñamos el “ABC” del Evangelio, a los nuevos convertidos. Tampoco es un programa especial de entrenamiento de cierto tiempo de duración, preparatorio para la formación de líderes. El discipulado bíblico es para toda la vida. Somos hechos discípulos del Señor inmediatamente que, en el orden espiritual, pasamos a ser parte del Cuerpo de Cristo, de la Familia de la Fe. Ahora bien, cuando hablamos de discipulado, hablamos de enseñanza-aprendizaje… hablamos, por tanto, de educación… de educación cristiana. Entonces, si el discipulado es para toda la vida, la educación cristiana lo es. En otras palabras, el proceso educativo (léase formativo) espiritual cristiano integral debe abarcar todas las edades. La educación cristiana se extiende desde la cuna hasta el cielo, hasta que el creyente parte de esta tierra para estar con el Señor. Y decimos de la cuna, refiriéndonos ya sea al nacimiento biológico como al nuevo nacimiento, aunque se debe señalar que, como señalan expertos educativos cristianos, aun en el vientre de la madre, una criatura puede comenzar a ser ministrada espiritualmente. 

No obstante a lo dicho anteriormente, hace aproximadamente unos cincuenta años, comenzó a producirse un fenómeno eclesiástico que fue extendiéndose, ya lenta ya rápidamente, por un sector de la cristiandad evangélica, particularmente la pentecostal. Partió del mundo anglosajón, y llegó a Hispanoamérica de la mano de nuevos movimientos que traían un viento refrescante para la nueva  época, pero que también fueron barriendo con conceptos y prácticas establecidas de mucho tiempo, algunas de las cuales habían jugado un papel importante en la formación de los creyentes. Como producto de esos cambios, por ejemplo, la escuela bíblica para adultos tendió a desaparecer. Mientras que proseguía entre los niños y, a veces, los adolescentes, la educación sistemática y permanente, dirigida a los adultos, se fue borrando en el seno de muchas iglesias locales. Las antiguas clases de escuela bíblica, para edades superiores, desaparecieron. Fueron sustituidas por programas de discipulado, cortos y veloces, generalmente para nuevos convertidos. Tanto los ya no muy nuevos creyentes que emergían de esos programas, como los niños y adolescentes que terminaban la escuela bíblica, fueron quedando atrapados en un vacío de formación educativa posterior, solo llenado de manera asistemática por eventuales talleres y seminarios, y alguna que otra esporádica prédica bíblico-doctrinal. El resultado ha sido lamentable: la presencia de un creciente y cada vez más generalizado analfabetismo bíblico y doctrinal, que ha desembocado en la falta de firmeza e, inclusive, de compromiso en los creyentes adultos. 

Como producto de lo dicho anteriormente, se hace imperioso revertir este ominoso proceso, con la ayuda y guía del Espíritu de Verdad. ¿Cómo lograrlo? A continuación, se expondrán una serie de principios fundamentales, ideas-fuerza cuya aplicación responsable podría imprimir un giro de 180 grados al rumbo descrito. Estos principios pueden ser formulados de la siguiente manera.

La formación integral del adulto cristiano debe:

  1. Ser encarada de manera responsable. Su consecución debe partir de la firme voluntad de los líderes en las iglesias locales, para obedecer lo que, de manera amplia e incuestionable, ha sido establecido en las Escrituras, y contra lo cual no hay argumento humano que pueda levantarse, por muy “espiritual”, “piadoso” y “pentecostalmente poderoso” que pudiera parecer: la letra mata pero el espíritu vivifica, el conocimiento envanece, la unción del Santo nos enseña, son “clichés” emanados de la interpretación defectuosa de la Palabra de Dios, que deben ser eliminados, para dar lugar a un proceso educativo, formativo, integral y dinámico en los creyentes.
  2. Ser sistemática. Debe ser un proceso ordenado que lleve al adulto cristiano desde lo simple a lo complejo, de lo superficial a lo profundo, en el conocimiento conceptual y experimental de Dios y su obra. Debe ser organizada con objetivos  claros, estrategias bien definidas, y contenidos coherentes y pertinentes, que permitan tanto al creyente nuevo como al de años, seguir creciendo dinámicamente en su vida cristiana.
  3. Tener como objetivo la formación integral en todas las áreas de conocimiento espiritual: bíblica, doctrinal o teológica, de vida cristiana y de servicio cristiano. Es imprescindible transmitir el conocimiento del contenido de la Biblia, y de las doctrinas cristianas bíblicas, ya que el mismo constituye el cimiento y las columnas del edificio de la vida espiritual. Y entonces, el conocimiento práctico de vida y servicio cristianos se constituirá en las paredes sólidas, los  nuevos pisos proyectados hacia alturas inimaginables, donde el “límite” es “la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.
  4. Integrar el conocimiento teórico conceptual con el conocimiento experimental práctico. Se trata de conocer no solo intelectualmente el contenido de la revelación, sino llevar al creyente a una experiencia genuina y profunda con el Dios de la revelación. Un ejemplo: el creyente adulto debe conocer qué dice la Biblia acerca de los atributos morales de Dios, debe compenetrarse con los pasajes bíblicos que, de muchas formas, nos muestran el amor, la bondad, la misericordia, la justicia y la santidad de nuestro Señor. Entendamos bien: si ese creyente no conoce lo que la Escritura dice al respecto, ¿cómo lo experimentará? ¡Se le debe enseñar, por tanto, lo que ella dice, y llevarlo consecuentemente a experimentarla en carne propia, a vivir ese conocimiento adquirido, que lo transformará y formará!
  5. Preparar al creyente adulto, como miembro del Cuerpo de Cristo, para cumplir la misión de Dios a través de la iglesia, en toda la dimensión que esto representa: proclamar el Evangelio por todo el mundo; hacer discípulos a todas las naciones; ser testigos hasta lo último de la tierra; ser la voz profética en medio de la maldad y la desesperanza del mundo; manifestar el amor de Cristo a través de la comunión y el servicio; rendir la absoluta adoración, la gloria y la honra al único y soberano Dios, nuestro Señor.

No importa si se le llama escuela bíblica, discipulado, o si se le da cualquier otro nombre, ¡volvamos al modelo original!: el poderoso modelo de la iglesia primitiva, en el que los creyentes todos no importa de qué edad “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42), en un proceso de formación y transformación hacia la plenitud de Cristo.

Alba Llanes.

jesus enseñando

La plantación de Iglesias en el Nuevo Testamento Parte I

Introducción

Si busca la expresión “plantación de iglesias” en la Biblia, no la encontrará; no obstante, se ven iglesias plantadas durante toda la historia de la iglesia primitiva, tal como se muestra en el Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento no es un manual de plantación de iglesias, sin embargo, se aprecian estrategias y metodologías puestas en acción en las páginas de la Escritura a medida que los primeros cristianos evangelizaban el mundo. En el Nuevo Testamento, la evangelización incluye la plantación de iglesias y esta no puede existir sin la evangelización.

  1. Jesús prepara a sus seguidores para la labor evangelizadora

Nuestro estudio sobre plantación de iglesias en el Nuevo Testamento empieza con el ministerio de Jesús, la forma en que eligió, formó y envió a sus discípulos. Aunque la plantación de iglesias en sí no empezó hasta después de la resurrección y ascensión de Jesús, Él estableció el trabajo preliminar y el fundamento teológico para la labor evangelizadora cuando preparó a sus discípulos para el ministerio

  1. El llamamiento y la instrucción de los discípulos de Jesús

Cuando inicialmente Jesús llamó a sus discípulos les indicó que los enviaría como mensajeros de las buenas nuevas. Designó a doce discípulos “para enviarlos a predicar” (Mr. 3:14). Este llamamiento significaba no solo dejar que Jesús fuese su maestro, sino también seguir su ejemplo y su obra, convertirse en aprendices y llevar a cabo la misma obra que Él hacía.

Cuando Jesús instruyó a sus discípulos no tardó en incluirlos en su obra misionera.

Cuando preparó para el envío a los Doce (Mt. 10:1) y a los setenta (Lc. 10:1), los instruyó utilizando una metáfora sobre la cosecha. Jesús les dijo: “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de
la mies, que envíe obreros a su mies” (Mt. 9:37-38; Lc. 10:2). La actividad de plantar iglesias, que iba a desarrollarse después de su ascensión, era parte de la cosecha espiritual de quienes respondiesen a las buenas nuevas.

  1. La comisión de los discípulos de Jesús

Los cuatro evangelios y el libro de Hechos registran declaraciones de Jesús en las que explícitamente los comisiona y los envía como misioneros (Mt. 28:18-20; Mr. 16:15; Lc. 24:46-49; Jn. 20:21; Hch. 1:8). El fundamento de la obra de plantar iglesias descansa en esta Gran Comisión de Jesús a sus discípulos.

Juan 20:21

Juan registra una declaración semejante. Aquí Jesús compara su propio ministerio con el de los discípulos: “Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Jn. 20:21; cf. 17:18)3. El ministerio de los discípulos iba a ser una continuación del ministerio de Jesús, ya que Él mismo había sido enviado por el Padre Jesús no envió simplemente a los discípulos en una misión. Los envió para que cumplieran con su misión y esa misión tiene que ver con llevar a la gente a creer en Él.

Cuando los discípulos decían las palabras de Jesús, como Él, hablaban las palabras que conducían a la vida eterna (5:24; 6:63; 12:50). Cuando Jesús envió a los discípulos, fueron enviados a recoger una cosecha para la vida eterna (4:36, 39a; cf. 6:39-40) por uno cuya voluntad es salvar (3:17). Cuando Jesús entregó su vida (10:18; 3:16), los discípulos
fueron enviados con el mensaje de la vida eterna. Por lo tanto, la plantación de iglesias de estos discípulos era parte de la actividad ordenada por Dios.

Lucas 24:46-49

Fred Craddock observa: “Decir que ‘está escrito’ es equivalente a decir: ‘Ha sido el plan de Dios desde el principio’ (…). La misión al mundo era el plan de Dios desde el principio”. Por consiguiente, las Escrituras no hablaron solo de lo que acababa de ocurrir, “fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día”, sino que declararon también lo que vendría después.

Hechos 1:8

En el primer capítulo de Hechos, Lucas registra una segunda declaración de comisión en la última aparición de Jesús después de la resurrección. Él empieza diciendo: “… recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo”. Jesús ya había prometido el Espíritu Santo (1:5) y ahora promete que con el Espíritu recibirían “poder” (d..aµ..). La palabra poder aquí se refiere a la capacitación espiritual para testificar cuando los discípulos
proclamaran el mensaje de Cristo (2:14ss; 4:31, 33; 14:3; cf. 6:10; Ro. 1:16-17)6.

En ese sentido, el papel de los Doce incluía “un testimonio definitivo e irrepetible. Así que, aunque los Doce tuvieron un papel único, el llamamiento de Jesús a ser testigos se extiende a todos los creyentes. Somos testigos cuando damos testimonio a través de nuestra experiencia con Cristo de la importancia del mensaje del evangelio.

Mateo 28:18-20

La comisión en Mateo consta de tres partes en las que les habla a sus discípulos sobre la autoridad, y les da un encargo y una promesa11. Jesús comienza estableciendo que “toda autoridad” le ha sido dada a Él.

Una vez establecida su autoridad, Jesús comisionó a sus discípulos. Ellos tenían que “ir y hacer discípulos” intencionalmente15. El verbo principal es “discipular” (µa..te.sate). Como discípulos debían hacer más discípulos. Este último encargo de Jesús fue un cambio respecto de su envío anterior de los discípulos a “predicar” (Mt. 10:7). La plantación de iglesias es el resultado natural de este ministerio de “hacer discípulos”.

Al llevar el evangelio a “todas las naciones” es de esperar que el resultado sea discípulos nuevos e iglesias nuevas. En el Nuevo Testamento la plantación de iglesias consistía sobre todo en hacer discípulos; obedecer la Gran Comisión.

La sección final de la comisión da una promesa: “… y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28:20). Esta última frase del evangelio de Mateo es enfática, incluye una cláusula introductoria, “y he
aquí”, y luego el pronombre personal “yo”. Jesús promete estar con sus discípulos “hasta el fin del mundo”. Por consiguiente, promete su presencia con los discípulos cuando hagan la obra de evangelización y plantación.

  1. El ministerio de plantación de iglesias de los Doce

El libro de Hechos revela que los discípulos tomaron en serio el encargo de Jesús. Como resultado de su obediencia, los Doce establecieron sólidamente la iglesia en Jerusalén y muchas congregaciones en los hogares.

  1. Los Doce como misioneros sembradores de iglesias

El propósito de Lucas es mostrar el avance del evangelio mientras se extiende desde Jerusalén hasta lo último de la tierra y de los judíos a los gentiles. Por ello, en lugar de dar un recuento completo de las actividades de plantación de los Doce, y mucho menos una explicación de una estrategia específica, Lucas simplemente sigue a Pedro y Juan con un enfoque mayor en Pedro. Pese a esta pequeña cantidad de datos bíblicos, no obstante, vemos evidencia de que los Doce fueron obedientes a la Gran Comisión y que su práctica evangelizadora fue
intencional cuando intentaban establecer iglesias en Jerusalén y luego “hasta lo último de la tierra” (Hch. 1:8).

Lucas se centra en los inicios de la misión en Jerusalén y destaca el enorme éxito allí (Hch. 2:41, 47; 4:4; 5:14; 6:7), tanto en la evangelización como en el establecimiento de la iglesia. Hasta el martirio de Esteban y la persecución de Saulo, Lucas registra: “Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén…” (Hch. 6:7). Jerusalén se convierte en el centro desde el cual las zonas de los alrededores son
alcanzadas con el evangelio.

Fuera de Hechos vemos otras indicaciones de un ministerio de plantación de los discípulos más allá de Judea. En la extensa conclusión de Marcos, los discípulos recibieron la comisión de Jesús: “Y ellos, saliendo, predicaron en
todas partes…” (Mr. 16:20)25. La primera actividad de plantación ocurrió cuando los Doce plantaron la iglesia de Jerusalén y luego comenzaron a llevar el evangelio a las regiones gentiles.

  1. La estrategia y metodología de los Doce

No existe suficiente evidencia para decir con seguridad que los apóstoles tenían una estrategia para llevar a cabo la Gran Comisión hasta “lo último de la tierra” (Hch. 1:8). El Nuevo Testamento sí provee suficiente evidencia al menos para mostrar que dicha estrategia era posible, si no probable.

“La proclamación de las buenas nuevas de la acción redentora de Dios en Jesucristo a la mayor cantidad de personas posible, a judíos y gentiles, en todas las regiones y entre todos los pueblos, en cada oportunidad”

Predicaron el evangelio profusamente

En Hechos, los apóstoles practicaban de forma continua la enseñanza y la predicación de las buenas nuevas (Hch. 2:42, 46; 5:42). Además, los discípulos aprovechaban cada oportunidad que tenían para extender el mensaje del evangelio. Cuando los apóstoles viajaron para respaldar la misión samaritana aprovecharon la ocasión para predicar en las poblaciones de los alrededores (8:25). Predicaron en el templo (Hch. 2:46; 3:11; 5:20-21, 42; cf. 5:12), en las casas (Hch. 2:46; 5:42; 10:27) y ante el concilio judío (5:27-32) en Jerusalén, en las poblaciones de alrededor y en las ciudades de Judea, Galilea y Samaria (8:25; 9:31-32)30.

El resultado de esta abundante siembra fue que la zona se saturó con el mensaje del evangelio. El número de discípulos de Cristo continuó creciendo. La persecución de Hch. 8:1-4 es una evidencia mayor de que el evangelio se había extendido por Jerusalén y se asentaba de forma efectiva.

Otra evidencia de la amplia predicación del evangelio y del éxito que le siguió es el establecimiento de la iglesia en la región. El ministerio de enseñanza constante en la iglesia (Hch. 2:42-47; 5:42; cf. 9:31-32) es evidencia de que los apóstoles estaban comprometidos con el discipulado de estos nuevos creyentes y el establecimiento de la
iglesia. Los que hoy en día se involucren en la tarea de plantar iglesias no deben perder de vista que el principal medio utilizado por ese primer movimiento de plantación fue la predicación abundante del mensaje del evangelio en cada oportunidad. La plantación de iglesias en el Nuevo Testamento empieza y depende de la predicación abundante del mensaje del Cristo resucitado.

Ellos respondieron a la receptividad.

Otro factor clave de la actividad de plantación de iglesias de los apóstoles es su patrón de respuesta a las personas receptivas. Cuando los samaritanos fueron receptivos a la predicación de Felipe, los apóstoles les enviaron a Pedro y a Juan (Hch. 8:14)33. Allí los discípulos respondieron a la receptividad de los samaritanos y se dedicaron al ministerio de la predicación y la enseñanza (8:25). El texto no revela cuánto tiempo duró ese ministerio. La plantación de iglesias entre los samaritanos fue el resultado del apasionado trabajo de evangelización entre las personas que estaban receptivas al mensaje del evangelio.

Recuperado de https://mejoresiglesias.org/la-plantacion-de-iglesias-en-el-nuevo-testamento-parte-i/

Misiones

Primer semana del 2023 y una vez más podemos enviarles estas líneas desde MEDIO ORIENTE, agradeciendo a Dios por su fidelidad y a ustedes queridos amigos, hermanos y pastores argentinos que en el 2022 estuvieron con nosotros en oración y apoyo económico y que sabemos que van a seguir en este nuevo año que comenzó. Para este tiempo pedimos mas rodillas y manos que nos sostengan, que los pies de El Alemán y Latika van a seguir caminando llevando la PAZ.

 

Compartir el Evangelio en Medio Oriente no es tan sencillo como cuando lo hacíamos en nuestras  amadas pampas, mas en el grupo étnico en el cual estamos trabajando en el campo de refugiados, donde hay leyes que prohíben predicar o hablar abiertamente de Jesús, pasamos meses orando  para tener la oportunidad de llevar la verdadera Paz a los YAZIDI, y ese día llego. Una de las  mañanas que llegamos al Centro de niños en el campo de refugiados lo encontramos cerrado, nadie  nos había avisado que ese día era feriado, llamamos a la directora y ella envió a una de las maestras  a abrir el lugar, casi siempre nos acompaña una hermana local que ministra a las niñas  secuestradas por el ISIS, ella había arreglado esperarlas en el Centro para niños pero no llegaron,  esa fue la oportunidad para poder hablarle más sobre Jesús a la maestra que estaba con nosotros  en el lugar, cerramos las ventanas y pusimos llave a la puerta para que nadie nos molestara o  llegara justo cuando estábamos dando el Evangelio. Vasima hacia varias semanas que venia  preguntado sobre quien era Jesús, eso lo hacia en secreto, esa mañana nos sentamos a tomar un  Cha(te típico), ella abrió su corazón y nos dijo que quería olvidar su infancia, la cual había sido muy  triste, el Señor nos guio y le pudimos compartir 2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno esta en  Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas”. Ella creyó en esa  Palabra y oramos con ella, en su oración muy sincera y simple logro ser tocada por el Espíritu Santo  y las lagrimas brotaron en su rostro, al terminar la oración nos compartió que cuando oraba sintió  que su corazón había sido sanado y que ya no sentía tristeza sino una inmensa alegría. Junto con la  hermana local nos gozamos al poder ver como se había SEMBRADO LA PAZ una vez más.

bilbia en una mesa

Tiempos de refrigerio

Por: Por Claudio Freidzon

Hay un refrigerio para el alma que viene del Cielo.

“Ahora pues, arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios para que sus pecados sean borrados. Entonces, de la presencia del Señor vendrán tiempos de refrigerio (…)” Hechos 3:19-20

Para que hayan tiempos de refrigerio primero hay que tener arrepentimiento. Arrepentimiento es un cambio de actitud, volver a Dios.

“Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. 2 Pedro 3:8-9

El Señor puede llevar a la Iglesia, puede arrebatarla; pero la deja todavía tiempo en esta generación para que ninguno se pierda, para que todos tengan posibilidad de escuchar que en la presencia del Señor vienen tiempos de refrigerio.

Más que nunca la Iglesia del Señor va a ser levantada en este pentecostés, en el poder del Espíritu Santo, globalmente.

¿Cómo se espera un pentecostés hoy?

  1. Con expectativa de ver y de vivir lo que Jesús prometió para nosotros. Esperar con expectativa, según Hechos 1:14 significa perseverar unánimes en oración y ruego. “Todos se reunían y estaban constantemente unidos en oración”. Hechos 1:14
  2. Debían esperar en el lugar indicado. “Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí”. Hechos 1:4. El derramamiento del Espíritu Santo no viene en el lugar de desobediencia, viene donde hay una actitud de obediencia. Desciende como consecuencia de una decisión de obedecer al Señor.
  3. Lo que antecede un mover del Espíritu Santo, es ese tiempo de búsqueda; ese tiempo de “insatisfacción”; el querer más del Señor.
  4. Esperar es la clave en el tiempo de preparación, anticipando el corazón en oración; lectura bíblica y clamando al Señor por su derramamiento en cada tiempo devocional. “Siempre tener una barca”.

 

Cuando una persona recibe a Jesús en su corazón y entiende que en Él está el refrigerio del alma, y conoce después el camino hacia un encuentro personal con el Espíritu Santo, entonces allí viene un tiempo de renovación; un tiempo de derramamiento del Espíritu Santo. Las claves para esperar el poder de Dios y ser revestido del fuego del Pentecostés son:

  1. Saber que Dios lo va a hacer. El fuego va a descender sobre el corazón sediento. No hay manera de que nada se interponga. Es algo que el Señor prometió.
  2. Los años de sequía y necesidad cesan, porque el Señor no retarda sus promesas.”… ve, muéstrate a Acab y Yo haré llover sobre la faz de la tierra”. 1 Reyes 18:1

 

Ese mismo poder del Espíritu Santo, va a venir sobre todos aquellos que declaren al Señor su deseo de caminar a partir de este día, de una manera más cercana a Su voluntad. “Decido obedecer; decido caminar detrás de tus pasos; decido que me des las fuerzas para poder ser obedientes a tus palabras”.

Cuando tomamos esas decisiones, de repente viene desde el cielo ese fuego; ese poder y autoridad. No debemos permitir que la vida cristiana se apague; que se haga rutinaria o religiosa.

El Señor no quiere religiosidad; quiere pasión. Viviendo la realidad de ser un testimonio de la iglesia en esta generación será el momento cuando el Espíritu Santo comienza a descender.

Recuperado de: https://oramos.com.ar/blog/mensaje-al-corazon/tiempos-de-refrigerio

padre abraza su hija

Cómo se si soy buen padre

Por: Sixto Porra

La influencia de los padres se manifestará en la forma en que van a asumir responsabilidades, a socializar y a establecer relaciones interpersonales en el transcurso de sus vidas.

Esta influencia puede impactar y determinar generaciones posteriores como un juego de dominó. La influencia que tengamos en la vida de nuestros hijos puede ser positiva o negativa, dependiendo de la relación que construyamos.

Un padre ejerce una influencia positiva en la vida de sus hijos al inspirar seguridad y confianza. Sabemos que somos buenos padres cuando otorgamos un alto sentido de pertenencia y les ayudamos a construir una fuerte identidad. Nuestra influencia como padres es fuerte, en tanto desarrollemos relaciones significativas con nuestros hijos.

De hecho, uno de los tesoros más valiosos que todos tenemos, son los recuerdos positivos que se acumularon en la mente mientras crecíamos cuando éramos niños y nuestros padres interactuaban con nosotros. Al crear intimidad y vínculos fuertes, desarrollamos relaciones sólidas y construimos memorias de por vida. Como lo expresó Sydney Harris: “El mejor regalo que puede dar a sus hijos después de los buenos hábitos, son los buenos recuerdos”. Al crecer, ellos llevan estos recuerdos como la principal fuente de energía e influencia sobre sus vidas.

Una influencia negativa, en cambio, está delineada por otros factores, como una figura paterna o materna ausente, distante, agresiva o que asume una simple posición de autoridad sin una relación significativa ni íntima.

Hábitos que caracterizan a un buen padre o una buena madre:

Exprese amor. Jamás suponga que ellos saben que usted los ama.

Inspire dignidad y respeto. La forma en la que usted trata a su hijo determina la manera en la que él espera ser tratado por otros. Por eso, trátelo con dignidad y respeto, esto le mostrará la manera saludable de relacionarse con otros.

Provea seguridad en las relaciones familiares. Esto permite que puedan confiar en nosotros como padres. Si mostramos amor incondicional, tendrán la seguridad de seguir siendo amados a pesar de los errores o las circunstancias que enfrentarán al crecer.

Brinde ánimo y reconocimiento; les ayuda a sobreponerse a la adversidad con valentía. Todos necesitamos afirmación; sobre todo de las personas que más admiramos y amamos.

Escuche activamente. Trate de enfocarse en lo que dicen, conéctese con los sentimientos que expresan y valide lo que sienten y piensan; esto les inspira confianza y fortalece su amor propio.

Enseñe sobre el respeto que merecen recibir y que deben dar a otros. Esto permite que expresen sus sentimientos, pensamientos y opiniones libremente, entendiendo que merecen respeto, tolerancia y buen trato de otros; así como ellos deben tenerlo con los demás.

Enseñe normas de sana convivencia. Aprenderán sobre el valor personal y el valor que tienen las demás personas. Como padres estamos invirtiendo en el futuro de nuestros hijos, pues un comportamiento educado y gentil siempre es apreciado y valorado.

Programen vacaciones y días de descanso. Esto genera gratos recuerdos y momentos memorables para todos.

Establezcan tradiciones familiares. Estas son fuente de identidad y fortaleza contra agentes externos dañinos.

Otorgue sentido de pertenencia. Las personas sufren cuando se sienten aisladas, excluidas o sienten que no pertenecen a un grupo de apoyo que los proteja o con el que se identifiquen.

Somos el resultado de la influencia que tuvieron en nuestras vidas las personas más importantes para nosotros y, en la vida de los niños, nadie tiene más influencia que nosotros sus padres. 

 

Recuperado de: https://oramos.com.ar/blog/la-familia-pastoral/como-se-si-soy-buen-padre

¿Por qué plantar Iglesias saludables? Parte II

III. Porque el Espíritu Santo ha sido enviado a todos los seres humanos y crea la iglesia

La tercera razón fundamental para multiplicar iglesias saludables es porque esta acción es obra del Espíritu Santo hacemos crecer la iglesia. La iglesia existe solo por la obra del Espíritu Santo. Hay tres aspectos de esta verdad.

  1. El Espíritu Santo fue dado para todos los pueblos

Dios el Padre y su Hijo, Jesucristo, enviaron al Espíritu Santo por su deseo de que ninguno se pierda sino que todos puedan ser salvos.

La “Tabla de las naciones” en Hechos

¿Por qué plantar iglesias saludables? Porque por medio de ellas el Espíritu Santo quiere seguir transformando la vida de todas las personas. El Espíritu Santo quiere plantar congregaciones saludables compuestas de mujeres y hombres que representen a “todos los pueblos”. Y queda claro en el desarrollo de la historia de Hechos que para lograr esa meta el Espíritu Santo utiliza a los seguidores de Cristo de las iglesias locales. Este proceso es la norma del Nuevo Testamento.

  1. El Espíritu Santo crea nuevas congregaciones saludables

A fin de cuentas necesitamos reconocer que, como humanos, no somos nosotros los que edificamos la iglesia. Esa labor comienza con el Espíritu Santo. El libro de Hechos enseña claramente que el Espíritu Santo es responsable por el crecimiento, la salud y el desarrollo de la iglesia. En Hechos vemos que el Espíritu Santo hace todas estas cosas y más:

El Espíritu Santo…
Crea la iglesia
Reforma y transforma la iglesia
Da poder a la iglesia
Unifica la iglesia
Da nueva sabiduría e iluminación a las palabras de Jesús
Envía a la iglesia
Crea en la iglesia el deseo de crecer
Acompaña la iglesia en su misión
Guía a la iglesia
Ora por medio de la iglesia e intercede por ella
Da a la iglesia las palabras de testimonio y proclamación
Facilita la comunicación
Desarrolla y facilita la receptividad en los oyentes
Convence de pecado, de justicia y de juicio
Convierte a las personas a la fe en Jesucristo
Reúne y unifica a los cristianos para que juntos sean la iglesia
Construye la comunidad de fe, la edifica y la hace crecer
Recibe a los nuevos creyentes
De nuevo envía a la iglesia a un mundo que Dios ama tanto

Al Espíritu Santo le encanta utilizar instrumentos humanos, le gusta obrar por medio de los discípulos de Jesús para lograr la creación de iglesias saludables. Todas las iglesias saludables deben plantar nuevas congregaciones en el poder del Espíritu Santo.

  1. El Espíritu Santo da dones y envía a los miembros de la iglesia a plantar nuevas congregaciones

El Espíritu Santo da dones de una gracia especial a los creyentes en Cristo para llevar a cabo la plantación de nuevas congregaciones. Se podría decir que el Espíritu Santo es como el sistema nervioso del cuerpo. Así como un cable conduce la electricidad, como un nervio conduce el impulso eléctrico del cerebro, así el Espíritu Santo conduce los mandatos de la cabeza de la iglesia (Cristo) hacia los miembros del cuerpo y mueve los músculos a la acción. El Espíritu Santo moviliza los miembros del cuerpo de Cristo en su misión en el mundo. No es posible plantar iglesias saludables sin el ejercicio cuidadoso y eficient de los dones del Espíritu Santo.

Los dones del Espíritu son dones misioneros que el Espíritu Santo quiere utilizar para tocar la vida de los que aún no son discípulos de Cristo, para transformarlos y unirlos a la iglesia de Cristo, formando nuevas congregaciones saludables.

Dado que esos dones son precisamente del Espíritu Santo, se deben ejercer únicamente en un ambiente empapado por el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gá. 5:22-23; Ef. 4:1-6).

  1. Porque la congregación local es la sucursal principal del reino de Dios

La reproducción es un aspecto natural y esencial de la naturaleza misma de la iglesia. Es algo de esperarse de toda congregación saludable. O pudiéramos decirlo en forma negativa: Algo anda mal con una congregación que no se reproduce. Pensemos en este asunto desde tres perspectivas.

  1. La descripción de congregaciones saludables en Hechos 2 y 1 Tesalonicenses 1

Cuando se multiplican iglesias nuevas y saludables, ¿qué es lo que se está multiplicando? La respuesta se puede encontrar en Hechos 2 y 1 Tesalonicenses 1. En ambos casos tenemos la descripción de una nueva congregación que tiene menos de un año de haberse fundado. Lucas nos explica las características de la nueva congregación en Hechos 2:43-47 con el propósito de comprobar que estos son auténticos judíos mesiánicos que cumplen fielmente el Antiguo Testamento y a la vez son fieles seguidores del Mesías, Jesús de Nazaret.

nuestras congregaciones y las nuevas iglesias saludables deben tener las siguientes características:

Características de una congregación saludable expuestas en Hechos 2:43-47

  • Hay maravillas y señales extraordinarias.
  • La congregación hace un impacto en su contexto.
  • Los miembros de la congregación tienen todo en común, se cuidan unos a otros.
  • Comen juntos y celebran una comunión y unidad especial.
  • Adoran y alaban a Dios.
  • El Señor añade cada día a la iglesia el número de los que habían de ser salvos.

Características de una congregación saludable expuestas en 1 Tesalonicenses 1:2-10

  • Confiesan a Jesús como Señor.
  • El evangelio llega “con poder”. Hay maravillas y señales especiales.
  • Se predica la Palabra.
  • Experimentan una comunión de amor.
  • Viven una forma de vida ejemplar.
  • Sufren por el evangelio.
  • Demuestran un nuevo gozo espiritual.
  • Demuestran una conversión radical.
  • Su testimonio es conocido en todo el mundo.
  • Muestran una nueva esperanza.
  1. La relación entre la iglesia y el reino de Dios

La congregación local, como pueblo misionero, es un instrumento del reino de Dios, el agente principal, una señal, y el ámbito principal en el cual el reino se da a conocer.

Cualquiera que capte la importancia de la congregación local en la misión divina también debe considerar cuidadosamente la naturaleza especial de la iglesia y su propósito en el mundo como comunidad del pacto de seguidores de Jesucristo. Ser el cuerpo de Cristo, entonces, significa ser los canales a través de los cuales la obra de Cristo continúa haciéndose.

El reino de Dios y la iglesia se relacionan en la persona de Jesucristo, el rey del reino y la cabeza de la iglesia. El creyente llega a ser parte del reino de Dios en el tiempo y en el espacio a través de la redención en Jesucristo, “la cabeza del cuerpo, la iglesia”.

Las congregaciones misioneras existen porque son una comunidad del pacto del rey, llamadas a ser instrumentos en las manos de Dios para la transformación de su entorno y para bendición de las naciones. En palabras
de René Padilla:

Todas las iglesias están llamadas a colaborar con Dios en la transformación del mundo a partir del evangelio centrado en Jesucristo como Señor del universo, cuyo señorío provee la base para una eclesiología integral y una misión integral.

El reino ya se ha acercado pero todavía no se ha manifestado completamente. Incluso aunque la iglesia no sea lo que debería ser, es el lugar principal de la manifestación del reino entre la ascensión y la segunda venida. El reino se acerca y las iglesias locales son señales que dirigen la atención del mundo hacia el Rey que viene.

La iglesia es la comunidad regida por el Rey

La iglesia es el lugar primordial donde el Rey lleva a cabo su reinado

La iglesia es la señal en la que el Rey anticipa su reinado

La misión de la iglesia es esparcir el conocimiento del Rey y su reinado

La iglesia no puede crear, traer o edificar el reino, solo puede y debe ser testigo de él

La iglesia no puede traer el reino; solo el rey puede hacer eso. Lo que la iglesia puede hacer es proclamar, congregar y crecer en la expectativa del día cuando todos los pueblos se postrarán de rodillas y confesarán con sus labios que Jesús es el Señor (Fil. 2:10)

  1. Plantar nuevas iglesias es la meta penúltima de la misión de Dios

Como cuerpo de Cristo, la Iglesia es la presencia física de Jesús en este mundo, para bendición y transformación de él mismo (Ro. 12; 1 Co. 12; Ef. 4; 1 P. 2; 4).

Plantar, hacer crecer y vigilar por el desarrollo de la iglesia local es solo la meta penúltima de nuestra misión, como Orlando Costas nos hizo ver. La meta final de nuestra labor misionera es la gloria de Dios, como lo veremos en la última parte de este capítulo.

Pero como meta penúltima plantar congregaciones saludables es una labor esencial. Dios ha elegido la congregación local como el instrumento principal de su misión en el mundo. Así que para alcanzar la meta final, es imprescindible crear millares de congregaciones misioneras alrededor del mundo.

  1. Porque plantar iglesias es para alabanza de la gloria de Dios

Plantar iglesias glorifica a Dios. A fin de cuentas, crear congregaciones saludables no es para la gloria de la denominación o la organización misionera. No es para gloria del pastor o el evangelista. No es para gloria de la
iglesia madre. Nuestra motivación primordial debe ser siempre nuestro deseo profundo de dar la gloria a Dios.

  1. Las diez bendiciones de Efesios 1

Todo lo dicho en este capítulo se puede resumir en las palabras de Pablo en el primer capítulo de Efesios. Pablo utiliza las palabras de uno de los himnos más antiguos de la iglesia primitiva. El himno contiene diez palabras que gramaticalmente son verbos: diez palabras de acción. Esas diez acciones se reparten en tres estrofas, una para cada una de las tres personas de la Trinidad. Por eso he titulado el pasaje: “Las diez bendiciones”. Cada estrofa enfatiza la labor y el papel especial de una persona de la Trinidad. Este resumen de lo que Dios ha hecho por nosotros es hermoso, profundo y conmovedor. Sin embargo, considero que lo más sobresaliente del himno es una frase que se repite tres veces y actúa como un coro entretejido a través del himno. Y la frase es esta: “Para alabanza de su gloria”. Véase la letra del himno abajo.

Efesios 1:1-14: “Las diez bendiciones”

Por el Padre:

  1. Escogidos
  2. Hechos santos
  3. Predestinados
  4. Adoptados
    Coro: Para alabanza de su gloria

Por el Hijo

  1. Redimidos
  2. Perdonados
  3. Hechos partícipes del misterio
  4. Unidos con Cristo
  5. Herederos con Él
    Coro: Para alabanza de su gloria

    Por el Espíritu Santo
  6. Sellados por el Espíritu Santo de la promesa quien es las arras (el
    primer pago) de nuestra herencia hasta la redención de la posesión
    Coro: Para alabanza de su gloria
  1. La visión de Apocalipsis

La iglesia saludable más sobresaliente de toda la Biblia es la congregación que se reúne alrededor del trono de Jesucristo, el Cordero de Dios en la Nueva Jerusalén. ¡Qué visión tan impresionante es la que Juan expone en los últimos dos capítulos de Apocalipsis! El ángel le dice a Juan que le mostrará “la desposada, la esposa del Cordero” (Ap. 21:9).

Unidos todos los pueblos, las familias, las lenguas, las tribus del mundo alaban a Dios con el himno de la eternidad:

Señor, digno eres de recibir la
gloria y la honra y el poder;
porque tú creaste todas las cosas,
y por tu voluntad existen y fueron creadas.

Al que está sentado en el trono,
y al Cordero, sea la alabanza,
la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.
La salvación pertenece a nuestro Dios
que está sentado en el trono, y al Cordero.

Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de
gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios
por los siglos de los siglos.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor Dios Todopoderoso;
justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos.
Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria;
porque han llegado las bodas del Cordero,
y su esposa se ha preparado
(Ap. 4:11; 5:13b; 7:10b, 12; 15:3b; 19:7)

Plantar iglesias saludables es participar en esta visión, es ser conducidos en el poder del Espíritu Santo hacia la nueva realidad, el nuevo cielo y la nueva tierra, para la alabanza de la gloria de nuestro Dios.

  1. La meta final: Para alabanza de su gloria

Su amor constituye la fuente de la que brotan las cinco razones que hemos examinado en cuanto a por qué debemos plantar iglesias:

  • Porque Dios es el Padre que busca y halla lo perdido.
  • Porque el amor de Cristo nos constriñe.
  • Porque el Espíritu Santo ha sido enviado a todo ser humano (toda carne).
  • Porque la congregación local es la sucursal principal del reino de Dios.
  • Porque plantar iglesias es para alabanza de la gloria de Dios.

Podríamos expresar la misión de la iglesia de esta manera:

Es la voluntad de Dios que hombres y mujeres de todos los pueblos de la tierra sean invitados a convertirse en seguidores de Jesucristo, miembros responsables de su iglesia, y se reúnan en comunidades de fe en el poder del Espíritu Santo. Estos grupos de creyentes, como agentes del reino de Dios, buscan transformar la realidad de su contexto para la gloria de Dios.

La iglesia de Jesucristo está llamada a la acción misionera en el mundo mientras busca proclamar las buenas nuevas del reino de Dios en formas que sean bíblicamente fieles, contextualmente apropiadas y globalmente transformadoras. La cabeza de la iglesia es Jesucristo, el Señor. Desde este punto de vista, la existencia de la iglesia tiene un solo propósito: la alabanza de la gloria de Dios.

Conclusión

La esperanza del mundo y la posibilidad de transformar la realidad que enfrentamos hoy radica en multiplicar millares de iglesias saludables en cada ciudad, pueblo y aldea en todo el mundo. Estas han de ser congregaciones de hijos e hijas de Dios, seguidores de Jesucristo, bendecidos con la presencia y los dones del Espíritu Santo, que intencionalmente busquen ser señales de la venida del reino de Dios, para alabanza de su gloria.

Recuperado de https://mejoresiglesias.org/que-es-la-plantacion-de-iglesias-parte-ii/