POR MEI
Jun, 2025

POR MEI
Por: Osvaldo Carnival
Por Susana Rossi
Hace ya varios años utilizamos en nuestra iglesia, el sistema de células como medio de trabajo para la integración del nuevo creyente y la formación del carácter de Cristo en la vida de los discípulos. Hemos visto resultados maravillosos, de vidas transformadas; hombres y mujeres que van creciendo y madurando en el propósito de Dios.
Y meditaba en esta idea, porque al igual que sucede con una célula, en nuestra familia debemos aspirar a lograr los mismos resultados, es decir generar un ambiente adecuado para la formación del carácter de cada uno de ellos y alcanzar la integración como familia en: amor, armonía, respeto y apoyo mutuo.
Por esta razón creo en dos conceptos fundamentales:
LA IGLESIA DEBE FUNCIONAR COMO UNA GRAN FAMILIA.
LA FAMILIA DEBE SER MI PRIMERA CELULA.
Afectando nuestras generaciones
Sin lugar a dudas, uno de los mayores anhelos que tenemos los cristianos, es afectar nuestras generaciones, es decir que nuestros hijos, nietos, bisnietos y aun los que vendrán después de ellos, no se aparten de los caminos del Señor, sino que le sirvan con todo su corazon.
«Y éste será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre.» (Isaías 59:21)
Esta promesa en verdad es un aliento para nuestras generaciones. Si bien esta hablando al pueblo de Israel en épocas de Isaías, aquellos que amamos a Dios y le servimos, podremos comprobar que tarde o temprano será una realidad, también para nuestras familias.
¡Somos llamados a afectar generaciones! Tenemos un Dios de pactos que no solo quiere bendecir nuestras vidas sino las de aquellos a quienes influenciamos, empezando por nuestro hogar.
¿Estamos levantando familias sacerdotales?
Al escudriñar la Palabra de Dios llego a la conclusión, que lo que debería ser bendición y legado espiritual, en ocasiones se termina deformando.
Entiendo que un hombre o mujer de Dios puede ser muy efectivo en su tarea pastoral, pero fallar a la hora de ser padre/ madre en su propio hogar. Basta con mirar la historia de Elí con sus hijos para entender de lo que hablamos. Me pregunto entonces ¿cómo podemos servir al Señor con autoridad, sin corregir a nuestros hijos?
El apóstol Pablo, al escribirle a Timoteo, le menciona una de las características de los obispos de la iglesia. Aquellos que sirvan al Señor tienen que, entre otras cosas, tener la siguiente característica:
«que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?) (1 Timoteo 3:4-5)
Claramente Pablo estaba sentando una de las bases para servir con autoridad en la iglesia del Señor: la sujeción de los hijos.
¿Podremos encontrar gratificación en nuestras actividades si nuestra familia está en caos? Lamentablemente observo aún a lideres de la iglesia que en una actitud de negación se refugian en sus quehaceres o aún en el servicio en el templo, para no ver lo que en verdad sucede a su alrededor.
¿De que me servirá ganar todo el mundo y ser reconocido como un gran hombre o una gran mujer de Dios, si en el camino pierdo a mi familia?
Creo no equivocarme en pensar en la idea de que muchos hombres y mujeres en la Palabra de Dios, al igual que nosotros, quisieron hacer las cosas bien, pero en el camino se equivocaron y lo que es peor no supieron corregir sus errores a tiempo.
Pensaba en ¡Cuántos errores cometemos los padres! Nos encantaría que existiera una escuela o al menos un manual para padres, ¡pero aún no lo hay! La escuela: es la vida y el manual: es la Palabra de Dios que nos enseña con fundamentos claros a formar a nuestros hijos de manera ética y con valores claros acerca de los principios de Dios.
Cuando como pades tal vez vemos a un hijo que anda por mal camino en la vida, probablemente lo primero que nos preguntamos es: «¿que hice mal?» «¿en qué me equivoqué?»
Por supuesto que no siempre es responsabilidad de los padres lo que los jóvenes hacen, sobre todo cuando ya son adultos. La ley en este sentido nos ayuda a poner un límite a nuestra obligación de padres, es decir, cuando son mayores de edad lo que hagan ya es su responsabilidad y deberán hacerse cargo de sus actos.
Espiritualmente sucede lo mismo, los primeros años, la adolescencia y la primera juventud es la época ideal para dejar huellas permanentes en sus mentes y corazones. Luego ellos aprenderán a tomar sus propias decisiones. Si contás con pequeños en estas edades, proponete dedicar tiempo a la formación sobre todo espiritual de tus hijos. Si tal vez los tuyos ya crecieron y hoy tenés la bendición de ser abuelo, una nueva oportunidad se levanta por delante, para formar a la siguiente generación. Es maravilloso ver a abuelos abocados a la educación cristiana de sus nietos y el resultado es extraordinario. Aún si sus propios hijos se han alejado del Señor, esos abuelos llegan a sembrar semillas permanentes en sus nietos.
Que la obra del Señor no nos consuma todas nuestras fuerzas, reservemos nuestros mejores momentos para sembrar en nuestras propias familias.
Una hermosa enseñanza de vida
Que maravillosa eneñanaza fue para mí y para la congregación, lo que nos sucedió. Un domingo en el que teníamos entrega de niños, vino una pareja de la iglesia con su pequeño al altar, la sorpresa fue la gran cantidad de familiares que lo acompañaban. Al preguntarles el porqué tantas personas habían asistido nos contaron que ese niño era el primero, de la quinta generación de creyentes en esa familia. ¡Fue realmente una emoción enorme para todos los presentes escuchar esa historia de vida!
¡Que maravilloso es saber que el evangelio corre de generación en generación en nuestros hogares! ¡Es Dios mismo usándonos para afectar nuestra descendencia!
Tal vez usted esta leyendo esta nota y su corazon se entristece al pensar en alguien de su familia que por algun motivo esta lejos de los caminos del Señor. Tal vez un hijo, un hermano, un nieto…Nadie esta exento de esta realidad que seguramente duele mucho. El objetivo de esta nota es alentarte en fe a que no bajes los brazos, mientras tengamos vida, podemos seguir clamando y aun sembrando en los nuestros.
Finalizo con un pasaje que seguramente alentará tu vida.
Romanos 4:18-22 dice: «Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años ), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia.»
¿Será que estamos debilitados en nuestra fe? o ¿Estamos plenamente convencidos que Dios hará la obra en nuestra familia?
Sandra Rea y Paez – Decana IBP
Hechos 2:14
El derramamiento del Espíritu Santo en pentecostés marcó un hito en la historia de la iglesia, es la piedra fundamental sobre la cual ésta sería fundada. El estruendo y el sonido de las voces proclamando las maravillas de Dios en distintas lenguas creó un ambiente de asombro y atención, los que presenciaron este evento se sentían desconcertados y necesitaban una explicación de lo que estaba sucediendo.
Los predicadores de hoy enfrentan un desafío similar, la gente quiere explicación del porqué creer, la fe se enfrenta al avance de la tecnología y la ciencia creando mayor dependencia en las explicaciones racionales y materialistas del mundo. Además, el pensamiento crítico y el escepticismo se hacen más evidentes debido a una educación más globalizada. La diversidad cultural ha expuesto a las personas a una variedad de creencias y filosofías, fomentando una visión más pluralista y menos centrada en una sola fe.
En Hechos 2:14, a través del ejemplo de Pedro encontramos cuatro claves para superar los desafíos que el predicador enfrenta en la actualidad.
“Pedro, poniéndose en pie con los once”, la primera clave es la unidad. Al presentarse juntos, Pedro y los once mostraron que el mensaje que estaban a punto de compartir no pertenecía a una sola persona, sino que representaba el consenso y la autoridad colectiva de los discípulos, quienes serían luego los líderes de la iglesia. Se ve simbolizada en este acto, la unidad y la consistencia del grupo de apóstoles.
Al igual que Pedro, los predicadores modernos deben buscar el apoyo y la unión con su fraternidad. Presentarse con el respaldo de otros líderes no solo fortalece el mensaje, sino que también muestra una imagen de un vínculo legítimo que puede inspirar confianza y respeto en la audiencia.
Además, esta escena resalta la importancia del liderazgo en equipo. Mientras Pedro asumía un rol visible, lo hacía con el respaldo y la unidad de los otros apóstoles, lo cual es un recordatorio de que la predicación efectiva a menudo se basa en el esfuerzo conjunto y la colaboración. Para los predicadores contemporáneos, esto significa que trabajar en equipo y buscar la guía colectiva puede enriquecer sus mensajes y fortalecer su ministerio
“Alzó la voz y les habló diciendo”, la segunda clave es mostrar confianza. Un volumen de voz firme y claro logra proyectar seguridad y liderazgo, lo cual puede hacer que la audiencia tenga más confianza en lo que dices.
Alzar la voz al dar un discurso sirve para enfatizar puntos clave y transmitir emociones fuertes como la pasión o el entusiasmo. Esto ayuda a captar la atención de la congregación y a destacar las partes más importantes del mensaje, asegurando que no pasen desapercibidas y que la prédica sea más convincente y envolvente. Cambiar el volumen de la voz puede mantener la atención de los hermanos, evitando que el discurso se vuelva monótono y aburrido.
“Varones judíos y todos los que habitáis en Jerusalén”, la tercera clave es conocer la congregación. Pedro basó su mensaje en las profecías del Antiguo Testamento, especialmente citando al profeta Joel y los Salmos, para conectar con su audiencia judía y mostrar el cumplimiento de las Escrituras en Jesús.
Es fundamental que un predicador conozca las necesidades de su comunidad para que su mensaje sea más efectivo y significativo. Entender los desafíos, preocupaciones y deseos de la fraternidad permite al predicador adaptar su sermón de manera que conecte personalmente con los oyentes. Este conocimiento proporciona la oportunidad de ofrecer respuestas y soluciones prácticas desde una perspectiva espiritual, haciendo que el mensaje no solo sea relevante, sino también aplicable a las situaciones diarias de las personas.
Además, al mostrar empatía y comprensión hacia los creyentes, el predicador puede establecer una conexión más profunda y genuina. Esto fomenta un ambiente de confianza y apertura, donde las personas se sienten escuchadas y valoradas. Un predicador que se preocupa por las necesidades de su congregación no solo enriquece su mensaje con relevancia y compasión, sino que también fortalece la comunidad y nutre el crecimiento espiritual colectivo
“Esto os sea notorio, y oíd mis palabras”, la cuarta clave es establecer autoridad y credibilidad. Pedro comienza su discurso con esta exhortación para asegurarse de que todos los presentes presten atención a lo que va a decir. Es una forma de preparar a la gente para el mensaje importante que va a comunicar, afirma su posición como vocero autorizado para explicar los acontecimientos que acaban de presenciar, es decir, el derramamiento del Espíritu Santo y el hablar en lenguas.
La enseñanza de Pedro es sumamente relevante para los predicadores actuales, su llamado a la atención es un recordatorio de la importancia de captar la atención de la iglesia desde el inicio del sermón. Un predicador debe comenzar con una introducción que despierte el interés y prepare a la congregación para el mensaje que va a compartir. Esto puede lograrse mediante una declaración impactante, una pregunta provocadora o una historia notable que conecte con los oyentes.
Pedro se apoyó en su conocimiento de las Escrituras y su testimonio personal para ganar la confianza de quienes le estaban escuchando. Los predicadores de hoy deben hacer lo mismo: basar su mensaje en una sólida comprensión bíblica y teológica, también en experiencias personales genuinas que demuestren la aplicación práctica de su enseñanza. Asimismo, la claridad y la convicción con la que se presenta el mensaje son cruciales para asegurar que la congregación entienda y valore lo que se está comunicando.
Cada día los desafíos para el predicador seguirán incrementándose, ya que vivimos en una sociedad que sufre cambios abruptos y constantes, aunque la necesidad de cada persona es la misma, un profundo vacío y un hambre interno que solo puede ser saciado por el amor de Dios, la gracia de Jesús y una comunión con el Espíritu Santo.
Tenemos un mensaje poderoso que transmitir, trabajemos en unidad, confiemos en nuestras capacidades dadas por Dios, seamos empáticos con nuestra gente y con autoridad, aferrados a la Palabra, haremos que nuestra predicación sea efectiva.
De Martin Castells
Decía también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos? Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra. Marcos 4:30-32
Quiero animarte con tres verdades que brotan de esta parábola
Primera verdad es saber que la semilla de mostaza se la conoce como la más pequeña, aunque no lo es, pero era la más pequeña conocida de esa época.
Aquí Jesús compara el reino de los cielos con la semilla de mostaza.
Lo que Jesús quería decirle era que algo muy pequeño podía convertirse en grande.
Lo que quiero compartir es que por más pequeño que sea tu comienzo en el ministerio puede convertirse en grande.
Quiero animarte a que tomes en tu vida una pequeña semilla, como la semilla de mostaza, pequeña al principio pero dentro de unos años será muy grande.
La semilla, debe representar para nosotros, la palabra de Dios. Aférrate a una palabra de Dios por más pequeña que sea y un día será grande en tu vida.
Me gusta este texto de la palabra de Dios en 2º Corintios 9:10
“Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia”
Hay dos detalles muy importantes en este texto por un lado la semilla y por el otro el pan. Estas dos cosas la da uno mismo, Dios.
Ahora están los que quieren pan y una vez obtenido se sacian y se quedan sin más.
Y están los que quieren semilla, que después que la siembran obtienen mucho fruto.
La diferencia está en el trabajo, el que quiere pan no necesita trabajar lo tiene, lo come y se queda sin nada.
En cambio el que quiere semilla, debe ir a sembrarla, regarla y esperar que crezca, pero después de un tiempo de trabajo y esfuerzo obtiene mucho fruto y más semillas para seguir sembrando.
¿Qué quieres pan o semilla?
El ministerio es así, Dios nos da semillas y es nuestra responsabilidad ir a sembrarla. Esto llevara trabajo, esfuerzo y perseverancia, pero al final veremos el crecimiento.
La segunda verdad es que el crecimiento no viene del granjero que planta la semilla.
El granjero no hace crecer la semilla. Ni siquiera sabe cómo crece.
Quiero decirte que tú no puedes hacer crecer la semilla de la Palabra, solo tienen que sembrarla en tu corazón y esa semilla crecerá sola.
Si tiene sembrada esa semilla en tu corazón y en tu mente y la riegas todos los días, es decir, la crees y la traes a tu memoria cada día, esa semilla por más pequeña que sea, brotara y un día se convertirá en un gran árbol.
1º Corintios 3:7 “Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento”.
Solo Dios puede hacer que la semilla crezca. Si tienes la semilla plantada en tu corazón, Dios la hará crecer.
El ministerio es así, Dios se encarga de hacerlo crecer, tú y yo debemos sembrar su palabra y tener paciencia, pues la semilla una vez que es sembrada tiende a crecer.
Te paciencia, trabaja, esfuérzate y persevera, veras el crecimiento.
Tercera verdad, la semilla no solo te hará grande sino también fuerte.
La palabra de Dios grabada en tu corazón y mente, no solo te hará grande sino también fuerte.
Cuando digo, la semilla te hará grande, no me refiero grande en el sentido que el mundo cree, sino grande en el reino de Dios.
Cuando Dios mira a alguien que siembra la semilla, a ese Dios lo hace grande y fuerte.
Así como la semilla de mostaza de pequeña se transforma en un gran árbol, así Dios nos convertirá si tenemos una semilla de su palabra en nuestro corazón.
La semilla tiene una particularidad, debe morir para crecer, sino muere no puede llevar fruto. Juan 12:24 “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”
De nada nos sirve tener semilla en las manos o guardada, porque para que produzca la semilla tiene que ser sembrada, sepultada y entonces comienza a crecer y a dar frutos.
Tienes que sembrar la semilla y esta crecerá.
Una palabra de Dios “semilla” será suficiente para que vivas en lo sobrenatural
Mateo 14:28-29
Mat 14:28 Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
Mat 14:29 Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
Una palabra de Dios “semilla” te hará grande y fuerte en la vida.
Una palabra será suficiente para que alcances los sueños y empieces a vivir en la sobrenatural.
Es importante tener semilla. Una palabra de Dios puede cambiarte la vida.
Una palabra de Dios puede ayudarte a mantenerte vivo, con esperanza y confianza.
La semilla de la palabra de Dios, siempre va a ir creciendo, hasta que de fruto.
Tienes que ir por tu semilla.
Nos habla de la impotencia humana, y del poder de la palabra de Dios.
Yusef y Agar
Este último tiempo hemos visto avances en el ministerio aquí en los Países Bajos.
En varias áreas hemos podido avanzar. Y esto por supuesto ha sido también con luchas y desafíos. Pero le estamos creyendo a nuestro Dios y hemos podido perseverar y ver progresos.
Como saben estamos trabajando en tres áreas.
1- Grupo árabes.
El grupo árabe se está consolidando. En este grupo está la familia donde comenzamos las reuniones hace tiempo atrás en un pueblo cerca de Utrech, originarios de Irak. Y también una familia nueva se sumó a las reuniones, viven a 20 minutos en auto del lugar donde nos reunimos, viven en Amsterdam oost.
En las dos últimas reuniones han participado hermanos del Norte de África. Donde estuvimos por mucho tiempo sirviendo.
2- Plantando la iglesia hispana
Estamos agradecidos a Dios por cada uno de los hermanos hispanos, estamos viéndoles crecer, estamos siendo parte de su cuidado espiritual y vidas están siendo cambiadas. Y están tomando la carga por alcanzar a los perdidos.
Tenemos nuestras reuniones cada Domingo, y una vez al mes comemos juntos. También tenemos estudios bíblicos, discipulado, evangelismo, etc.
Pero sobre todo queremos que seamos una iglesia que mire hacia afuera, mientras caminamos con Jesus.
3- Niños en el campo de refugiados.
Esta es la actividad que estamos llevando adelante en el campo de refugiados, con niños. El objetivo es que conozcan al Señor Jesús. Y hacemos meriendas, títeres, juegos y canciones. En este momento con los títeres aprovechamos a dar el Mensaje que cambia las vidas.
Por medio de estas actividades logramos transmitir la carga a los hermanos hispanos, por los que no tienen salvación, e involucrarnos. Y también nos permite también llegar a los padres de los niños del campo.
Dios nos esta concediendo algo muy bueno, que estaba en nuestro corazón.
Y era el involucrar a los hermanos de la iglesia hispana en las actividades del campo de refugiados, Y son unas 12 personas que son parte de este equipo que estamos participando de las actividades con los niños refugiados. Y a la vez estamos haciendo cultos con refugiados árabes. Estamos trabajando para que seamos conscientes de que somos una iglesia, con dos grupos. Y vamos bien. Nos anima Hechos 6:1, donde en una iglesia había mas de un grupo, no sin desafíos y oportunidades.
LA CLAVE PARA LA TRANSFORMACIÓN DE LA NACIÓN
Por Carlos Annacondia
Si miramos la Biblia vamos a ver que todo comienza a cambiar cuando hay alguien que puede llorar, alguien que puede reconocer y decir: “hemos pecado, nos equivocamos”. Las lágrimas son como semillas que caen en la tierra y luego producen fruto. Para que haya un avivamiento tiene que haber un río de lágrimas. La oración nos lleva a esa comunión con Dios para que podamos ver la necesidad y urgencia de que la gente se vuelva a Dios. En Él las personas encontrarán paz, felicidad, esperanza, trabajo, salud. ¡Todo está en las manos de Dios!
Es importante que ayunemos y oremos, que consagremos días a Dios para que Él abra los cielos y bendiga, primero nuestra vida, porque si nosotros nos volvemos a Dios Él se vuelve a nosotros, después nuestra familia, nuestra ciudad, la iglesia, y finalmente toda la Argentina. Si nosotros queremos ver un cambio en nuestra vida, familia, ciudad y país, es necesario orar, ya que la oración es la llave que Dios dejó y que nos enseñó a usarla por medio de Jesús».
¿Qué importancia tiene la oración unida?
«La oración de un justo puede mucho”, eso dice la Biblia. La oración de muchos justos puede más. Cuántos más somos, más bendición. Dios está esperando que le pidamos. Muchas veces uno se pregunta “¿Por qué Dios no me da?”. Pero el error está en que no le pedimos, porque creemos erróneamente que no es necesario pedir. La Biblia dice “pedid y se os dará, buscad y hallareis, golpead y se os abrirá”. Quiere decir que hay una enseñanza, que la oración es la que mueve la mano de Dios. Cuando oramos, lo hacemos por nuestra casa, por nuestra vida, por nuestra ciudad, vamos a orar por nuestra Argentina, entonces la bendición de Dios se agiganta.
¿Hay un cambio verdaderamente?
Las cosas comienzan a cambiar, comienzan a producirse cuando hay una iglesia que busca a Dios. La iglesia es la que tiene la llave para que Dios abra los cielos y bendiga la tierra. No debemos esperar que Dios lo haga todo por su cuenta porque Dios está esperando que nosotros hablemos. Es como cuando un niño le pide algo a su padre. Dios quiere bendecirnos, Dios quiere darnos lo que necesitamos, pero Él puso un reglamento, “pedid y se os dará, buscad y hallareis, golpead y se os abrirá”.
Dios nos está diciendo que le pidamos, que Él no tiene límites, lo más pequeño o lo más grande. No importa lo que sea, porque Dios es Dios de todo. ¿Hay algo que sea difícil o imposible para Dios? No, todo es posible para Dios, lo más pequeño o lo más grande. Dios está esperando que le pidas. A Dios le gusta que seamos hijos cariñosos. Dios es Dios y Él nos ama, y quiere que nosotros lo amemos. A veces no entendemos que Dios necesita que nosotros lo amemos, que nos acerquemos a Él.
Hay momentos de desesperación que uno pide alterado, y Dios está ahí para ayudarnos. La oración es la que mueve la mano poderosa de Dios. A través de una simple y sencilla oración, mucha gente se va a encontrar con Jesús. Nosotros tenemos que cultivar nuestra amistad con Dios, y cultivar no es más que hablar. Necesitamos tener tiempo para hablar con Dios.
Recuperado de : https://www.oramos.com.ar/blog/crecimiento-del-ministerio/la-clave-para-la-transformacion-de-la-nacion