Por: Osvaldo Carnival
Queridos ministros,
Vivimos tiempos donde, al conversar con personas dentro y fuera de nuestras congregaciones, escuchamos con frecuencia la expresión: «Estoy en la lucha». La vida cristiana ciertamente implica luchas, pero no toda batalla es digna de ser peleada. Por eso, hoy más que nunca, debemos recordar el consejo del apóstol Pablo a su hijo espiritual:
“Pelea la buena batalla de la fe” (1 Timoteo 6:12).
Pablo le habla a Timoteo, un joven en la ciudad de Éfeso Su entorno estaba lleno de idolatría, confusión doctrinal y presiones culturales. Allí, en ese campo de batalla, Pablo lo anima a no retroceder… sino a avanzar.
Y ese es también nuestro llamado hoy: pelear la buena batalla. No se trata de discusiones sin fruto, ni de guerras personales que nos roban la paz, sino de una lucha santa: la batalla por la fe, por la verdad, por la expansión del Reino de Dios.
Más Iglesias es parte de esta batalla
Hoy, en Argentina, también enfrentamos contextos hostiles: indiferencia espiritual, familias quebradas, jóvenes confundidos, doctrinas erradas, necesidades sociales y profundas heridas. Y frente a todo esto, no podemos quedarnos de brazos cruzados.
Plantar iglesias es pelear la buena batalla.
Más Iglesias significa más luz, más esperanza, más oportunidades para que Cristo transforme vidas.
¿Cómo peleamos esta buena batalla?
1. Cuidando nuestra fe
Pablo exhorta a cuidar y alimentar la fe, que es el fundamento de todo ministerio. Como una semilla, la fe necesita tierra, y esa tierra muchas veces es la prueba. Si estás atravesando dificultades, no entierres tu fe, sembrala. Esa fe dará fruto en abundancia.
2. Resistiendo la tentación
La buena batalla también es contra el pecado, la deshonestidad, la doble vida. Somos llamados a ser íntegros, aunque nadie nos vea.
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” (Santiago 4:7)
La perseverancia en santidad es clave para sostener el llamado. Ministros firmes forman iglesias firmes.
3. Dando testimonio
Pablo sabía que su lucha no era solo doctrinal, era una lucha por el testimonio del Evangelio. Timoteo debía predicar, aunque el ambiente fuera adverso.
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder…” (2 Timoteo 1:7)
Más Iglesias significa más testigos.
Cada ministro, cada líder, cada creyente, es llamado a ser un testimonio viviente del amor de Jesús.