Las herramientas están a nuestro alcance

Por: JAVIER ARRIBAS

El camino de plantar una iglesia es emocionante, las herramientas están a nuestro alcance y son múltiples, pero la clave es asegurarse de que Dios guie cada decisión. En mi trayectoria como pastor en la Ciudad de Florencio Varela desde hace veintitrés años, aprendí que es muy importante estar abierto a recalcular cuando lo indica el Señor. 
En nuestro ministerio implementamos grupos de oración en los hogares, lo llamamos CASA DE ORACIÓN, una familia abre las puertas de su hogar, se invitan vecinos, amigos, familia y se reúnen allí durante seis meses, una vez por semana, a fin de brindar un espacio para aliviar las cargas y llevarlas juntos a Jesús, se comparte una breve reflexión bíblica respetando los tiempos de todos, por eso la duración de ese espacio es máximo una hora, luego este grupo se afianza y crece, se transmite el desafío de abrir nuevas casas de oración, estas reuniones en hogares resultó una excelente estrategia de evangelización. Así también como crear grupos que sean parte del evangelismo en las plazas donde se brinda una deliciosa merienda a los niños y entre juegos y risas hablarles del amor de Dios. Para los hombres se creó un espacio de cocina, ¡sí! Puedo imaginar la sorpresa en sus rostros, consiste en ayudar al más necesitado, una vez por semana, los hombres se reúnen y cocinan, preparan viandas, y recorren las calles hablando de Jesús compartiendo una deliciosa cena al que está en situación de calle, esto ha generado corazones compasivos, la gratificación que sienten es tan grande que contagian a otros que quieren ser parte de esta noble misión. Las mujeres armaron disfraces de superhéroes, personajes infantiles para salir con música y alegría a la peatonal, los niños corren a sacarse fotos con sus personajes favoritos y es la oportunidad donde ellas hablan del amor de Dios a los padres. Los jóvenes evangelizan con carteles que transmiten esperanza, hablan del amor de Jesús cara a cara compartiendo sus propias vivencias en puntos estratégicos. ¡Es clave enseñar a la iglesia que todos fuimos llamados a predicar! 
Existe un llamado profundo que nace del corazón del Señor al que debemos prestar atención, recuerdo que una madrugada desperté y muy claro escuché: ¡llegó tu tiempo! Lo supe, así que comencé a recorrer barrios, ciudades, cuando llegué a Florencio Varela experimenté una paz sobrenatural, ¡este es el lugar oí! Considero que de la misma manera que uno responde al llamado misionero, reconociendo la tierra, aprendiendo su cultura, lengua, etc, también debe buscar, orar y recorrer, y el Señor le dará la confirmación que necesite para comenzar a hacer realidad el sueño de Dios para ese lugar. 
Plantar una iglesia es levantar un faro para ese barrio, ¡para la ciudad! Hace veintitrés años que pastoreamos junto con mi esposa Rosa esta hermosa ciudad de Florencio Varela, hubo grandes desafío y momentos donde creímos no poder seguir adelante por los ataques del enemigo, pero la palabra me sostuvo: ¡este es el lugar! ¡Hoy tenemos un espacio propio donde construimos una iglesia con capacidad para tres mil personas de una forma milagrosa!  
Mi consejo es avancen, comiencen con grupos en casas, salgan a las calles y también visualicen un espacio físico para reunir a todos, puede ser un club, una sociedad de fomento por dos horas una vez x semana, luego con la guía del Señor encontrar un espacio fijo para alquilar que funcione como iglesia. 
La formación de lideres es clave, ellos deben entender la visión y tener el corazón para apreciar cada vida, ser reservados con aquellos que le confían sus heridas, y corregir a los que lo necesitan, juntos elaboramos estrategias en oración y ayuno para ser eficaz en tan grande responsabilidad, ¡acompañar el crecimiento espiritual y formar nuevos conquistadores de almas para Jesús! 
El equipo debe tener la misma visión, un mismo sentir, alinear el corazón y la mente al Señor. Desde nuestra experiencia aprendimos que no debe darse prisa a la elección de una persona para darle un título en la iglesia, debemos conocer bien su corazón, sus intenciones, su motivación, y sobre todo la guía del Señor, ver su desenvolvimiento en las pequeñas tareas y luego darle más lugar y autoridad, porque una decisión apresurada puede perjudicar el futuro de la iglesia y lastimar vidas. 
Hay que invertir tiempo en la formación de los lideres CONTINUAMENTE, reforzar principios, ministrar sus necesidades, escucharlos, alentarlos, corregirlos, etc. Como pastores nuestro diálogo con los lideres es continuo, la confianza se construye con amor, y respeto mutuo, ellos tienen libertad para proponer ideas, temas, eventos, lo que Dios ponga en sus corazones, tenemos en claro que somos equipo, no hay lugar para los celos o la competencia, la queja y la murmuración son destructivas, no damos ordenes, caminamos juntos para hacer retroceder las tinieblas, ¡y traer el cielo a la tierra!
En el inicio sólo fuimos mi esposa y yo, he aprendido a caminar un día a la vez, disfrutar el crecimiento, ¡valorar cada vida! Dios siempre nos dio gracia y sabiduría, recompensó nuestra perseverancia y hoy nuestro ministerio impacta multitudes, hemos fundado un Hogar para niños huérfanos, un Centro de Rehabilitación de las Adicciones, aún hay muchos sueños por alcanzar. Tenemos un equipo de Teatro Internacional con un alto nivel de excelencia que ha recorrido distintos escenarios de Argentina, Brasil, España y USA, es una fuerte herramienta de evangelización que presenta historias escritas por mi esposa Rosa, quien en obediencia a un llamado se animó a superar su falta de conocimiento de esta área y creer que con Dios todo es posible, ¡los resultados fueron extraordinarios! 
Animate a responder al llamado de Dios, no se trata de tu potencial, sino de lo que él quiere y puede hacer a través de tu vida, somos colaboradores como dice 1 Corintios 3:10-11 Dios, por su bondad, me permitió actuar como si yo fuera el arquitecto de ese edificio. Y yo, como buen arquitecto, puse una base firme: les di la buena noticia de Jesucristo. Luego, otros construyeron sobre esa base. Pero cada uno debe tener cuidado de la manera en que construye 11 porque nadie puede poner una base distinta de la que ya está puesta, y esa base es Jesucristo. 
El Señor de la Obra es Jesús, tener muy claro esto nos permite mantener un corazón humilde y caminar cada día de manera responsable porque un día todos rendiremos cuentas.  

Todas las historias merecen ser contadas

POR: GUSTAVO STOLARCZUK- Misionero en los Estados Unidos.
El llamado es personal y la misión es particular. Por eso todas las historias merecen ser contadas. No hay dos llamados iguales en la Biblia. Abraham, Moisés, Esther, David, Jonas, María, Pedro o Saulo, entre otros, tuvieron algo para hacer de parte del Señor con las
personas. Fue así que Dios llegó a ellos para darles a conocer su voluntad y encomendar la misión a realizar. Y sobre todo merecen ser escuchadas aquellas historias que han pasado el proceso y han llegado a feliz término. Porque el proceso es inevitable e impres-
cindible. Aunque no siempre es amigable o predecible.
El llamado de Dios es un suceso transversal, trascendental y determinante. No nos referimos solo a un llamado misionero. Todo llamado de parte de Dios marca un antes y un después. Desde el momento que la persona lo reconoce ya no es la misma. Nada es igual. Todo pasa a un segundo plano, tanto, que uno tiene que ubicarse con las respon-
sabilidades en el aquí y el ahora. Ya todo gira en torno a lo que uno entiende que Dios
quiere. Comienza a ser nuestro norte. Realizarlo es humanamente imposible; tanto, que
requiere la intervención divina para sostenerlo como para concretarlo.
En nuestro caso ese llamado fue en 2013, once años antes de llegar como familia al país.
No fue en un culto misionero, ni en un campamento o en un devocional privado. Un mensaje llegó por Facebook a Carina para mí. Fue simplemente una pregunta: “Pregúntale a Gustavo si está dispuesto.”. No sabíamos para qué, ni a dónde, ni tampoco cuándo.
Siempre estuvimos dispuestos a lo que Dios quisiera. Ahí dijimos que sí, luego veríamos
de qué se trataba y cómo lo haríamos. A partir de ese momento todo cambió. Difícil de explicar. Pero lo puedo describir así: como una catarata dentro mío. Fue entonces que comenzamos a orar buscando confirmación y dirección. El Señor mostró el país, EE.UU.; pese a los prejuicios con respecto al lugar. Esa “catarata” seguía tan fuerte que no permitía prestar atención a los comentarios de algunos. Y el Espíritu Santo confirmó como le pedimos: que hablara Él a nuestros hijos. Aunque eran pequeños, su apoyo era igual de importante. Dios habló en sueños a
Brisa, con 8 años. Esto fue determinante para seguir avanzado.
En 2015 hice un viaje para explorar y volver con la seguridad del lugar, Michigan. Siguió
un periodo de silencio para probar nuestra obediencia y disposición. Continuamos sin embargo preparándonos. Ya en 2021, en plena pandemia el Señor nos vuelve a ubicar en
sus propósitos.
“Habiendo hecho la voluntad de Dios” significa OBEDIENCIA a su voluntad. Es básicamente entregar nuestros sueños humanos, por una voluntad divina. RENUNCIAR voluntariamente a lo que podría haber sido y tal vez nunca lo volvamos a ver. Hacer su voluntad es OBEDECER a Dios que nos llamó. Es obedecer también a quien corresponde.
Aunque no entiendan o no aprueben nuestro llamado. Detrás del “no” de un líder, un
pastor, un padre, está Dios probando nuestra fidelidad, humildad e integridad. Muchas
veces el Señor probó nuestro llamado con aquellos que no respondieron como nosotros
pensábamos que debían: apoyando, aprobando, colaborando o empatizando. Para que “obtengan la promesa” se requiere FE. Fe para creer que el que llamó es fiel. Fe
para seguir adelante cuando todo es nulo, oscuro, incierto, absurdo, contrario o cerrado.
Cuando no hay respuestas humanas, es confiar y orar por socorro al que hizo los cielos
y la tierra y está por encima y antes que cualquier persona o institución que determine
nuestro futuro. Fe para ver concretado el llamado y poder pisar esa tierra.
Como dije, cada historia es diferente pero lo que moviliza a cada hombre y mujer es el
deseo y la pasión por servir al que puede cambiar una vida, una familia, un pueblo, una
tribu o una nación. JESÚS. Que tu sentir, si lo hay, sea probado. Si tu llamado está, sea
trabajado hasta materializarse y Cristo sea glorificado.

4 Causas de plantar una nueva iglesia

Luis Padilla
En 1 Reyes 18:20-40 encontramos el enfrentamiento entre el profeta Elías y los profetas paganos de Baal. Baal era un ídolo que a menudo leemos en el antiguo testamento, considerado como el dios de las cosechas y adorado por varios pueblos cananeos. Lamentablemente también los israelitas lo adoraron, cayendo así en la apostasía e idolatría. 
Elías fue un hombre de Dios que se paró valientemente ante la sociedad pagana de su día. ¡Pero no se paró a PROTESTAR sino a PREDICAR! Elías llamó a la cultura secular de su tiempo al arrepentimiento nacional. Hizo esto en el Monte Carmelo donde levantó un altar al Señor para que Él se manifestará como el ¡único Dios verdadero! A lo cual El Señor respondió en una de las formas más espectaculares de toda la Biblia—¡POR MEDIO DE FUEGO SANTO! 
Partiendo desde la premisa bíblica de que abrir una iglesia nueva es establecer el reino de Dios en lugares no alcanzadas con el evangelio, podemos deducir que plantar iglesias es LEVANTAR ALTARES NUEVOS donde el Señor Jesús puede CAMBIAR VIDAS por medio del fuego santo de su Espíritu. (Mateo 28:18-20, Lucas 12:32, Hechos 13:1-3, Efesios 1:15-22) 
¿QUÉ CAUSA LA PLANTACIÓN DE UNA IGLESIA NUEVA? 
  1. PROVEE UNA NUEVA OPORTUNIDAD DE CAMBIO A LAS PERSONAS.
“Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado.” (1 Reyes 18:30) 
Cuando se planta una nueva iglesia, los plantadores tienen ese ímpetu extraordinario por hacer la obra de evangelista porque hay que llenar la nueva iglesia de personas no alcanzadas. Varios estudios han demostrado que más evangelismo sucede por medio de una iglesia nueva que por las iglesias ya establecidas. Así que por medio del evangelismo de una nueva iglesia, Dios le dice al mundo: “acercaos a mí.” 
  1. PROVOCA QUE NUEVOS LÍDERES SEAN FORMADOS.
“Y tomando Elías doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra de Jehová diciendo, Israel será tu nombre, edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano.” (1 Reyes 18:31-32) 
Cuando Elías tomó las doce piedras, les estaba recordando al pueblo el pacto que Dios había hecho con ellos. Y al abrir las zanjas estaba generando fé, de que Dios era incapaz de defraudarlos. Una iglesia nueva provoca exactamente esto; nos recuerda que somos deudores de la gracia de Dios y nos impulsa a la acción para transformar el barrio. 
Las “zanjas” de una nueva iglesia son aquellos ministerios necesarios para impactar el barrio. Como por ejemplo: los TNT, Club Castillo, Castillo del Rey, campañas evangelísticas
mensuales, el IETE, el IBE, MACEA, Varones, MPI, entre otros. Todas estas zanjas armadas de manera integral, convocarán a que nuevos líderes se levanten o sean enviados a asistir a la nueva iglesia. Cuando esto es realizado de forma coordinada, garantizará que el fuego de Dios descienda nuevamente en el nuevo altar que se preparó. 
  1. PROMUEVE NUEVA GENEROSIDAD.
“Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso sobre la leña…Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos.“ (1 Reyes 18:33-37) 
Es muy llamativo que Elías ofrece el holocausto durante el horario del sacrificio vespertino. De esa forma demostrando que Dios responde a las ofrendas preparadas intencionalmente. 
Cuando se abre una iglesia nueva, se despierta la generosidad en varias personas. Gente que quizás antes debatió el tema del diezmo en una iglesia ya establecida, de pronto quieren ayudar a una iglesia que no tiene nada. Personas que estuvieron sentadas en una iglesia ya formada, de pronto sienten el deseo de ofrecer su tiempo y sus talentos en la iglesia nueva. Hermanos que por años escucharon hablar de misiones, ahora cuando lo ven en vivo y en directo empiezan a colaborar hacia la gran comisión. 
¡Una iglesia nueva despierta la generosidad! 
  1. PROPORCIONA MÁS SEGUIDO EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO.
“Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!” (1 Reyes 18:33-39) 
Una nueva iglesia, apasionada por las almas perdidas, sabe que sin la ayuda del Espíritu Santo no se puede realizar la tarea. También entiende claramente que aquellos que están siendo alcanzados necesitan la plenitud de Dios para salir de los vicios, pecados y adicciones. Por ende, proporciona oportunidades para que el nuevo creyente sea expuesto al ministerio sobrenatural del Espíritu Santo. Ese bautismo es el fuego que desciende hoy y hace volver los corazones de nuevo a Dios. 
En conclusión, las iglesias nuevas son nuevos altares donde nuestro mundo perdido puede encontrar transformación y declarar como hicieron en los tiempos de Elías: ¡Jesús es Dios, Jesús es Dios!”

¿Por qué la Palabra de Dios sigue siendo relevante?

Nuestro rol en medio de una sociedad perdida en la sobreinformación espiritual.

Por:Adriana Ocampo

La cotidianidad nos encuentra inmersos en una realidad distinta a la de hace unas décadas. Hoy día la gente que viene a nuestras congregaciones,  y aquellos a los cuales queremos alcanzar, están sobreinformados. Esto ha ocasionado que las personas se pierdan en la oscuridad de creer que pueden saberlo todo a un click de distancia, incluso el evangelio. 

Por otro lado, las redes sociales son caldo de cultivo para las falsas doctrinas y los pseudo predicadores de la Palabra de Dios. Es imperativo que nos preparemos para dar batalla. Estamos frente a un tiempo de gran “oscurantismo bíblico”. Hoy día hay gente que prefiere palabras de éxito o afirmación personal antes que escuchar el mensaje completo de la Palabra de Dios.

La sociedad actual va tras los influencers de turno. Vivimos una época en la que todo debe ser rápido, y de utilidad a nivel personal sobre todas las cosas. Se observa gran consumismo, hedonismo, antropocentrismo…y esto atraviesa la realidad de nuestras congregaciones semana a semana. 

Estamos frente a una época de “Evangelio a la carta”. La gente busca saciarse a sí misma sin dejarse pastorear. Las redes sociales son el espacio para deambular a gusto buscando un “mensaje que valga la pena” y sacie ya y ahora todas las demandas personales. 

¡Pero esta época es también una oportunidad! Porque es innegable la búsqueda de Dios que la humanidad sigue evidenciando. Por eso nuestro rol es tan necesario; la Palabra de Dios sigue siendo la respuesta. 

Hoy día es urgente una vuelta a lo fundamental. En medio de tanta sobreinformación, nuestras congregaciones tienen que ir desarrollándose sobre las verdades bíblicas y transformadoras de forma persistente e intencional. 

Ese es nuestro rol. Los que enseñamos y predicamos necesitamos leer, estudiar, vivir y transmitir de forma precisa los principios espirituales que la Palabra de Dios tiene para esta generación. 

Lo que el Apóstol Pablo le aconsejó a Timoteo, sigue vigente para nosotros hoy. En su segunda carta (en lo que conocemos como capítulos 3 y 4), Pablo primeramente define a los hombres “de los postreros tiempos”. Bien podría ser la definición de la sociedad actual (te invito a leer todo el capítulo 3). Luego, reconoce que Timoteo aprendió bien, “Pero tú  has seguido mi doctrina” (3:10). 

Y para concluir el apóstol alienta a Timoteo a cumplir con su rol en medio de la comunidad. Ese “pero tú” marca la posición de contraste que debía manifestar. Es también la tarea que tenemos por delante en medio de una generación apurada, sobreinformada, que se deja influenciar por las falsas doctrinas y los falsos maestros y predicadores. 

Veamos:

-Pero persiste tú en lo que has aprendido (3:14)

Necesitamos persistir como nunca en las verdades expresadas en la Palabra sin abandonar un ápice la doctrina de Cristo. Persistir sin negociar con el consumismo imperante. 

Persistir cada reunión predicando la verdad del evangelio que exhorta, edifica, alienta, confronta el pecado, sana el corazón y cambia el destino eterno.

Necesitamos persistir en medio de la inundación de falsas enseñanzas que la gente consume en la red. Con amor y misericordia verlas como necesitadas de Dios, en búsqueda espiritual. Veamoslas como Cristo lo haría (Mateo 9:36).

-Pero tú sé sobrio en todo…cumple tu ministerio 4: 1-5 

Somos modelos. En medio de esta generación en la que algunos “venden” un evangelio diferente (Gálatas 1:6) podemos y debemos mantenernos firmes como hijos de Dios en todo. Hay crisis de modelos (por la sobreinformación), esto puede ser una gran oportunidad… nuestras vidas fundamentadas en la Palabra como reflejo del amor de Dios para las personas.

Y necesitamos cumplir nuestro ministerio; tenemos una tarea por delante. Dar alimento sólido para que los que tienen “comezón de oír” (2 Timoteo 4:3) vayan a la cruz para ser transformados por la Palabra de Dios. 

Cumplir nuestro ministerio significa seguir predicando la Palabra que es como una espada que atraviesa hasta lo más profundo (Hebreos 4:12) sin medias tintas, sin alardes, sin adornos. Una palabra pura, sin licuar con artilugios que agraden a los oídos sino que atraviesen el corazón en amor.

Sí, la Palabra de Dios sigue siendo relevante para esta época. Las verdades bíblicas no tienen fecha de vencimiento y esta generación está hambrienta y sedienta. En medio de la sobreinformación espiritual, podemos levantarnos para predicar la verdad del evangelio sabiendo que la obra del Espíritu Santo hará el resto. Tenemos la respuesta, hagámosla oír.

“¡Yo puedo… con Dios!”

Por: Osvaldo Carnival
Hay una etapa en la vida de todo ser humano en la que decimos: “Yo puedo”. ¿Quién no ha pensado alguna vez: “Puedo hacer todo”? Esa seguridad parece crecer cuando creemos tener los recursos: fuerza, capacidad, inteligencia, economía. Y así, muchas veces, terminamos pensando: “¡Puedo solo, no necesito a nadie!”
Pero la vida, con sus pruebas, contratiempos y silencios, nos muestra otra realidad. La autosuficiencia se estrella frente al dolor, al fracaso o al vacío interior. Es allí donde la ilusión del “yo puedo solo” se desvanece, y descubrimos que lo que realmente necesitamos es volver a Dios.
La historia del hijo pródigo es un espejo para muchos: habiendo tenido todo, eligió la distancia, malgastó lo que tenía y terminó mendigando lo que nunca debió faltarle. Su peor crisis fue la desconexión con la casa del Padre.
Pero cuando “volvió en sí”, tomó una decisión que cambió su historia: volver a casa. Volver a lo eterno. Volver a lo que verdaderamente da vida.
Pastor, líder, ministro del Señor: vivimos tiempos donde muchos están en esa misma condición. Gente quebrada, desilusionada,sin un propósito. En medio de este escenario, la Iglesia tiene un llamado más vigente que nunca: ser esa casa para  los que quieren volver.
Y es por eso que hoy más que ¡Debemos plantar más iglesias!
Como una respuesta de fe y obediencia al llamado de Dios. Plantamos por compasión. Plantamos porque hay más hijos volviendo.
Plantamos porque entendemos que hay ciudades esperando, familias clamando y corazones que necesitan el amor de Jesús. Plantamos porque sabemos que el mensaje de redención sigue vigente, y cada iglesia nueva es una oportunidad más para que alguien “vuelva en sí” y diga: “Volveré a la casa de mi Padre”.
Sí, tal vez muchos sientan que los recursos no alcanzan, que el tiempo es difícil o que el camino es largo. Pero recordá esta verdad: Dios tiene la capacidad de hacer lo difícil, fácil.
Filipenses 4:13″Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.»
Cuando nuestros corazones están alineados con el suyo, el “yo no puedo” se transforma en “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Y desde ese lugar de dependencia y fe, nos levantamos a sembrar, a edificar, a multiplicar.
No se trata de nosotros. Se trata de Él.
Y si Él está con nosotros… ¡Plantemos Más Iglesias!

Creo en el perdón de los pecados I

Por Ernesto Nanni

En todas las esferas teológicas se ha abordado el tema del pecado. La Biblia no lo define, pero podemos identificarlo y sumar conceptos y apreciaciones con el material que tenemos. Clasificaciones, causas y consecuencias abundan en las Sagradas Escrituras. Grandes puntos de discusión han quedado plasmados en el devenir teológico de distintos credos.

Pero hoy no pondremos el acento en ninguna de estas cuestiones que seguirán estando hasta la eternidad. Y nos detenemos allí, en ese oasis de paz que es inigualable. Nadie que se considere cristiano puede dejar de contemplar, admirar y agradecer por la doctrina del perdón de los pecados. Es la máxima expresión de misericordia. Es la gracia divina en acción directa con el hombre.

Todo el material veterotestamentario nos incita a pensar en justicia, en castigo, en la imagen de un Dios que en la búsqueda de la santidad del hombre destruye, sin perdonar, todo lo que se le cruza. Sin embargo, encontramos Palabra que reconforta y da esperanza. El profeta Isaías plasma las palabras del Redentor de su pueblo diciendo “yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mi mismo, y no me acordaré de tus pecados” (Isaías 43.25). El mismo profeta había descripto el perdón como una mutación de colores, desde el tiempo de sangre de sacrificio al blanco de la nieve, o el blanco de la lana. “Venid, luego, dice Jehová, y estemos a cuenta, si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos, si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1.18).

Tener la certeza del perdón de los pecados trae una seguridad existencial inigualable. El perdón de los pecados nos reconcilia con Dios y encontramos la paz con Él. Por eso alguien, con razón, dijo: “Tener la plena seguridad de que todos mis pecados han sido perdonados es el único fundamento de la verdadera felicidad”.

El sentimiento de culpa es nocivo para el alma. Produce una angustia moral que causa el peso del pecado. Por más que mis pecados han sido llevados por el Señor Jesucristo, si todavía los llevo sobre mi conciencia, de ninguna manera puedo ser feliz. Es un paso forzoso el entender plenamente que mis pecados pasados, presentes y futuros han sido y serán perdonados. Leemos en la Palabra de Dios: “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado” (Salmo 32.1).

El perdón de los pecados es un remedio divino. Provisión divina frente a la desobediencia del hombre. Tenemos un Dios que comprende mejor que nadie la naturaleza humana, sabe acerca de la pugna constante entre el viejo y el nuevo hombre. La guerra despiadada entre la carne y el espíritu en palabra paulinas. Es fundamental comprender el fundamento del perdón. La base es la expiación. Es una realidad que tenemos un Dios justo, es verdad que somos pecadores.

Es verdad que hay juicio y condenación eterna, pero en la expiación de nuestro Señor Jesucristo encontramos al pecado condenado, al pecador justificado, la justicia satisfecha, el adversario confundido, y el hombre en paz con Dios.

La muerte de Cristo termina el proceso y resuelve el dilema de los siglos. Este es el fundamento inquebrantable del perdón de los pecados.

Dice la Biblia en 1 de Juan 1.9: “Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. Llama poderosamente la atención que diga “fiel y justo” y no Dios es bueno y misericordioso, lleno de toda gracia. Pero antecede al perdón y la limpieza dos atributos divinos sin los cuales no hubiese sido posible.

La fidelidad, Dios lo prometió, fue una promesa suya frente a la imposibilidad de lograr el hombre por sus medios la salvación. Si el Señor no perdonaba en vano sería todo esfuerzo. Y el segundo atributo, “justicia”; Él es justo, la base del perdón de los pecados es su sacrificio. El pagó el precio. “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por sus llagas fuimos nosotros curados, todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino, más Jehová cargó en él, el pecado de todos nosotros” (Isaías 53.5, 6).

Heinrich Heine, poeta alemán, dijo “Dios me perdonará parce que c’est son metier”. Es como decir, Dios tiene la obligación de perdonarme porque es su oficio. Es su labor y su naturaleza. No merecíamos el perdón de Dios, fue por gracia y por amor. Amor y perdón un dualismo perfecto en el cual se ve reflejado el interés de Dios por su creación, o por su máxima creación: el hombre.

Creemos en el perdón de los pecados. Y es un motivo de felicidad sobrenatural. Ese estado de ánimo que se complace en la posesión de un bien que llena de dicha y de paz. Es tener una relación con Dios, sin culpa.

De ninguna manera el perdón de Dios es una ocasión para abusar de su misericordia. Es un incentivo constante para vivir en eterna gratitud y reverencia al Dios y Padre que nos amó desde antes de la fundación del mundo y a su Hijo Jesucristo, quien dio su vida por nosotros.

Recuperado: https://www.cordialmentepxg.com/2013/12/23/creo-en-el-perdon-de-los-pecados-i/

Administrando procesos de plantación de iglesias

Por: Juan Carlos Melo

Una vez que se tiene los posibles plantadores, es importante involucrar a sus pastores en una relación de mentoreo y acompañamiento. Al mismo tiempo cada plantador debe comprometerse en su  capacitación y  su práctica de plantar iglesias en el campo.
Plantar  iglesias no se aprende en un aula, en ella se recibe  información adecuada y orientación, pero es en la zona de plantación de la iglesia donde realmente se aprende a plantar  iglesias.
La metodología modular que la Red de Multiplicación sugiere para los procesos de plantación de iglesias (teoría -práctica – informes) un modelo práctico. Aquí cabe recalcar que si no se recaba informes de lo que está sucediendo en el campo como evangelismo, conversiones, bautizos, multiplicación de líderes,  grupo pequeños etc., el plantador va a concentrarse en recibir la teoría y no necesariamente en plantar iglesias.
En los  procesos de plantación, la meta es que cada hermano desarrolle habilidades prácticas para plantar una iglesia y eso solamente se hace en  el campo, plantando iglesias. Por eso se sugiere que se reconozca un plantador de iglesias como tal cuando haya terminado el año de capacitación de los módulos de plantación y cuando efectivamente tenga un grupo o grupos de discípulos en la zona donde está plantando, y a su vez sean producto del trabajo evangelístico y discipulado del plantador, y de los nuevos líderes que él esté empoderando.
En conclusión, la plantación de iglesias exitosa involucran al pastor mentor, al plantador con énfasis  en la práctica, la zona de plantación con el  análisis de  campo que se realizó previamente, la iglesia madre apoyando en oración y en estímulo al plantador, y acompañando en procesos evangelísticos, y no necesariamente con   apoyo económico ya que se busca que las nuevas obras lleven procesos de bajo costo, alto impacto y a medida que se  desarrollen sean autosustentables.
Eso no quiere decir que la iglesia madre o la denominación que quiere aportar económicamente no lo deba hacer, sólo se sugiere que este apoyo se maneje con mucha  prudencia y sabiduría para que este subsidio no cause dependencia ni en la nueva obra ni en el plantador, es decir, que lo que ahora es gracia no se convierta en una obligación  y que si en algún momento se retira este beneficio, no produzca dolor.
En los procesos de administración de la plantación de iglesias hay una etapa que es importante desarrollar  y esta es el crecimiento de la iglesia hacia un número de personas bautizadas o discípulos bautizados que le permitan ser reconocida como iglesia organizada, con todas las características que la denominación o iglesia madre requiera.
Esto tomará su tiempo, en algunos casos son 2, 3 años o más. También depende del contexto, del tiempo que el plantador tenga para invertirlo en la iglesia, la estrategia que se usa etc. Al final de cuentas debe existir una meta numérica medible en miembros bautizados, así como una meta financiera que permita el sostenimiento de la obra, y por último, pero no menos importante, que la iglesia naciente en desarrollo llegue en la brevedad posible a ser una iglesia madre y mientras crece para sí, permanezca comprometida en tener por los menos una nueva iglesia sembrándose cada cierto tiempo.
recuperado: https://coachingdeplantacion.wordpress.com/2017/05/26/administrando-procesos-de-plantacion-de-iglesias-dr-juan-carlos-melo/