Una vez que se tiene los posibles plantadores, es importante involucrar a sus pastores en una relación de mentoreo y acompañamiento. Al mismo tiempo cada plantador debe comprometerse en su capacitación y su práctica de plantar iglesias en el campo.
Plantar iglesias no se aprende en un aula, en ella se recibe información adecuada y orientación, pero es en la zona de plantación de la iglesia donde realmente se aprende a plantar iglesias.
La metodología modular que la Red de Multiplicación sugiere para los procesos de plantación de iglesias (teoría -práctica – informes) un modelo práctico. Aquí cabe recalcar que si no se recaba informes de lo que está sucediendo en el campo como evangelismo, conversiones, bautizos, multiplicación de líderes, grupo pequeños etc., el plantador va a concentrarse en recibir la teoría y no necesariamente en plantar iglesias.
En los procesos de plantación, la meta es que cada hermano desarrolle habilidades prácticas para plantar una iglesia y eso solamente se hace en el campo, plantando iglesias. Por eso se sugiere que se reconozca un plantador de iglesias como tal cuando haya terminado el año de capacitación de los módulos de plantación y cuando efectivamente tenga un grupo o grupos de discípulos en la zona donde está plantando, y a su vez sean producto del trabajo evangelístico y discipulado del plantador, y de los nuevos líderes que él esté empoderando.
En conclusión, la plantación de iglesias exitosa involucran al pastor mentor, al plantador con énfasis en la práctica, la zona de plantación con el análisis de campo que se realizó previamente, la iglesia madre apoyando en oración y en estímulo al plantador, y acompañando en procesos evangelísticos, y no necesariamente con apoyo económico ya que se busca que las nuevas obras lleven procesos de bajo costo, alto impacto y a medida que se desarrollen sean autosustentables.
Eso no quiere decir que la iglesia madre o la denominación que quiere aportar económicamente no lo deba hacer, sólo se sugiere que este apoyo se maneje con mucha prudencia y sabiduría para que este subsidio no cause dependencia ni en la nueva obra ni en el plantador, es decir, que lo que ahora es gracia no se convierta en una obligación y que si en algún momento se retira este beneficio, no produzca dolor.
En los procesos de administración de la plantación de iglesias hay una etapa que es importante desarrollar y esta es el crecimiento de la iglesia hacia un número de personas bautizadas o discípulos bautizados que le permitan ser reconocida como iglesia organizada, con todas las características que la denominación o iglesia madre requiera.
Esto tomará su tiempo, en algunos casos son 2, 3 años o más. También depende del contexto, del tiempo que el plantador tenga para invertirlo en la iglesia, la estrategia que se usa etc. Al final de cuentas debe existir una meta numérica medible en miembros bautizados, así como una meta financiera que permita el sostenimiento de la obra, y por último, pero no menos importante, que la iglesia naciente en desarrollo llegue en la brevedad posible a ser una iglesia madre y mientras crece para sí, permanezca comprometida en tener por los menos una nueva iglesia sembrándose cada cierto tiempo.