Ejerciendo la Misericordia: El Acompañamiento Pastoral como Camino de Restauración y Esperanza

Por Claudio Ghiringhelli

En tiempos de profundo sufrimiento emocional, fragmentación social y soledad espiritual, el acompañamiento pastoral se presenta como una respuesta profundamente cristiana y humana. Más que una técnica, es una vocación. Más que una conversación, es un encuentro. Acompañar a otros desde la fe es, en esencia, un acto de misericordia: escuchar, comprender, caminar al lado y reflejar la luz de Dios en medio de la oscuridad.

El acompañamiento pastoral consiste en establecer una relación de ayuda guiada por el Espíritu Santo, en el contexto comunitario de la iglesia. Esta relación tiene como propósito acompañar al otro en su proceso de comprensión personal, ayudándole a escuchar su mundo interior, identificar su contexto y encontrar en las Escrituras una guía real para la transformación.

No se trata de dar soluciones prefabricadas, sino de facilitar espacios donde la persona pueda reencontrarse con su verdad y abrirse al obrar del Espíritu. El acompañante es un instrumento y no el centro del proceso.

El ejercicio del acompañamiento pastoral está sustentado en principios teológicos claros que le dan profundidad y legitimidad:

  • La Palabra de Dios como fuente de verdad y cambio, no como una herramienta para juzgar, sino como guía viva y eficaz.
  • La compasión, que reconoce que todos somos heridos ayudando a otros heridos. Nadie acompaña desde la perfección, sino desde la humildad de saberse también necesitado.
  • La libertad de elegir, acogiendo al otro incondicionalmente, aun cuando sus decisiones no coincidan con nuestras expectativas.
  • La confianza en el poder transformador de Dios, entendiendo que el cambio genuino no se impone, sino que nace cuando el corazón se abre a la gracia.

Establecer una relación de ayuda implica crear un vínculo con un propósito definido: ayudar sin invadir. Esta relación no debe construirse desde el ego del acompañante (“la gente me necesita”), ni desde una postura de poder. Toda información compartida es confidencial y debe manejarse con profunda responsabilidad.

El acompañamiento no se define por la jerarquía, sino por el rol: uno escucha, el otro se expresa; uno acompaña, el otro camina. Ambos están en proceso y el Espíritu Santo es el verdadero guía del encuentro.

En este sentido, se hace necesario un equilibrio entre verdad y misericordia:

  • Solo verdad: puede llevar al juicio y a la desesperanza.
  • Solo misericordia: puede terminar en sobreprotección y falta de crecimiento.
  • Verdad y misericordia juntas: abren puertas al arrepentimiento, a la esperanza y al cambio.

El ministerio de Jesús está lleno de encuentros personales transformadores. Jesús ayudaba a las personas a ver su condición interior y la realidad de su vida. Invitaba al cambio sin imponerlo, usaba preguntas más que respuestas, y daba valor a cada historia personal.

Desde esta perspectiva, el acompañamiento es un espacio donde el otro puede:

  • Exteriorizar sentimientos y creencias.
  • Reflexionar sobre el sentido de lo que vive.
  • Sentirse escuchado y valorado.
  • Redescubrir el poder de decidir sobre su propia vida.

El acompañante actúa como un espejo empático, que ayuda a que el otro se escuche a sí mismo. Su rol no es ser protagonista, sino facilitar un proceso. El objetivo final del acompañamiento es que la persona pueda tomar decisiones de cambio. No se busca controlar la vida del otro, sino que descubra sus propias posibilidades, guiado por la Palabra de Dios.

Las decisiones deben nacer desde:

  • Un encuentro con las Escrituras, no desde su literalidad, sino desde el espíritu de la enseñanza.
  • Un cambio profundo en valores, actitudes y sentido de vida, no solo en la conducta externa.
  • Una contextualización sabia del mensaje bíblico a la situación concreta de cada persona.

El acompañante muestra caminos, pero nunca decide por el otro. Incluso si la elección es equivocada, la libertad debe ser respetada como parte del crecimiento personal.

Acompañar requiere más que buena voluntad. Implica formación, madurez emocional y autoconocimiento. El acompañante debe:

  • Haber generado un compromiso previo con las personas, desde relaciones reales y significativas.
  • Cultivar una formación continua, tanto bíblica como emocional y pastoral.
  • Evitar ejercer poder o actuar por necesidad narcisista de sentirse importante.
  • Aceptar que el acompañamiento pastoral tiene efectos terapéuticos, y debe ser ejercido con responsabilidad.

El acompañante necesita desarrollar herramientas prácticas que potencien su rol. Entre ellas:

  • Escucha activa: mirada atenta, expresión de interés, silencio respetuoso.
  • Intervenciones verbales congruentes con lo que expresa la persona.
  • Síntesis y recapitulación para ayudar a ordenar pensamientos.
  • Clarificación de mensajes vagos o ambiguos.
  • Reflejo emocional: devolver el contenido principal con énfasis en la emoción.
  • Preguntas abiertas que promuevan reflexión profunda.
  • Reformulación de problemas desde un nuevo marco de comprensión.
  • Neutralidad respetuosa, sin imponer consejos ni soluciones.
  • Propuesta de tareas acordadas con un propósito claro.
  • Información útil para corregir errores o mitos, y ampliar alternativas

El acompañante también debe cuidar su salud emocional. El autocuidado no es egoísmo, es responsabilidad. Conocerse, reconocer límites, pedir ayuda y sostener rutinas sanas es parte de una práctica pastoral madura.

Además, debe saber cuándo derivar a un profesional, especialmente si el problema excede su experiencia o se ve afectado emocionalmente. Acompañar también es saber cuándo hacerse a un lado por el bien del otro.

El acompañamiento pastoral es, en última instancia, un acto de fe, amor y humildad. No busca resolver la vida de los demás, sino ayudarles a encontrar su camino con Dios. Para ello, es esencial:

  • Conocernos lo suficiente para que nuestros motivos no interfieran.
  • Estar emocionalmente presentes, sin juzgar ni dirigir.
  • Ser claros y breves, permitiendo que la persona hable más que nosotros.
  • Cooperar con el Espíritu Santo, que es quien verdaderamente transforma.

El lugar del acompañante es silencioso, escondido, casi anónimo, como lo fue muchas veces el ministerio de Jesús. Pero en esa aparente invisibilidad, puede brotar la gracia, el consuelo, y el milagro del cambio.

 

Las herramientas están a nuestro alcance

Por: JAVIER ARRIBAS

El camino de plantar una iglesia es emocionante, las herramientas están a nuestro alcance y son múltiples, pero la clave es asegurarse de que Dios guie cada decisión. En mi trayectoria como pastor en la Ciudad de Florencio Varela desde hace veintitrés años, aprendí que es muy importante estar abierto a recalcular cuando lo indica el Señor. 
En nuestro ministerio implementamos grupos de oración en los hogares, lo llamamos CASA DE ORACIÓN, una familia abre las puertas de su hogar, se invitan vecinos, amigos, familia y se reúnen allí durante seis meses, una vez por semana, a fin de brindar un espacio para aliviar las cargas y llevarlas juntos a Jesús, se comparte una breve reflexión bíblica respetando los tiempos de todos, por eso la duración de ese espacio es máximo una hora, luego este grupo se afianza y crece, se transmite el desafío de abrir nuevas casas de oración, estas reuniones en hogares resultó una excelente estrategia de evangelización. Así también como crear grupos que sean parte del evangelismo en las plazas donde se brinda una deliciosa merienda a los niños y entre juegos y risas hablarles del amor de Dios. Para los hombres se creó un espacio de cocina, ¡sí! Puedo imaginar la sorpresa en sus rostros, consiste en ayudar al más necesitado, una vez por semana, los hombres se reúnen y cocinan, preparan viandas, y recorren las calles hablando de Jesús compartiendo una deliciosa cena al que está en situación de calle, esto ha generado corazones compasivos, la gratificación que sienten es tan grande que contagian a otros que quieren ser parte de esta noble misión. Las mujeres armaron disfraces de superhéroes, personajes infantiles para salir con música y alegría a la peatonal, los niños corren a sacarse fotos con sus personajes favoritos y es la oportunidad donde ellas hablan del amor de Dios a los padres. Los jóvenes evangelizan con carteles que transmiten esperanza, hablan del amor de Jesús cara a cara compartiendo sus propias vivencias en puntos estratégicos. ¡Es clave enseñar a la iglesia que todos fuimos llamados a predicar! 
Existe un llamado profundo que nace del corazón del Señor al que debemos prestar atención, recuerdo que una madrugada desperté y muy claro escuché: ¡llegó tu tiempo! Lo supe, así que comencé a recorrer barrios, ciudades, cuando llegué a Florencio Varela experimenté una paz sobrenatural, ¡este es el lugar oí! Considero que de la misma manera que uno responde al llamado misionero, reconociendo la tierra, aprendiendo su cultura, lengua, etc, también debe buscar, orar y recorrer, y el Señor le dará la confirmación que necesite para comenzar a hacer realidad el sueño de Dios para ese lugar. 
Plantar una iglesia es levantar un faro para ese barrio, ¡para la ciudad! Hace veintitrés años que pastoreamos junto con mi esposa Rosa esta hermosa ciudad de Florencio Varela, hubo grandes desafío y momentos donde creímos no poder seguir adelante por los ataques del enemigo, pero la palabra me sostuvo: ¡este es el lugar! ¡Hoy tenemos un espacio propio donde construimos una iglesia con capacidad para tres mil personas de una forma milagrosa!  
Mi consejo es avancen, comiencen con grupos en casas, salgan a las calles y también visualicen un espacio físico para reunir a todos, puede ser un club, una sociedad de fomento por dos horas una vez x semana, luego con la guía del Señor encontrar un espacio fijo para alquilar que funcione como iglesia. 
La formación de lideres es clave, ellos deben entender la visión y tener el corazón para apreciar cada vida, ser reservados con aquellos que le confían sus heridas, y corregir a los que lo necesitan, juntos elaboramos estrategias en oración y ayuno para ser eficaz en tan grande responsabilidad, ¡acompañar el crecimiento espiritual y formar nuevos conquistadores de almas para Jesús! 
El equipo debe tener la misma visión, un mismo sentir, alinear el corazón y la mente al Señor. Desde nuestra experiencia aprendimos que no debe darse prisa a la elección de una persona para darle un título en la iglesia, debemos conocer bien su corazón, sus intenciones, su motivación, y sobre todo la guía del Señor, ver su desenvolvimiento en las pequeñas tareas y luego darle más lugar y autoridad, porque una decisión apresurada puede perjudicar el futuro de la iglesia y lastimar vidas. 
Hay que invertir tiempo en la formación de los lideres CONTINUAMENTE, reforzar principios, ministrar sus necesidades, escucharlos, alentarlos, corregirlos, etc. Como pastores nuestro diálogo con los lideres es continuo, la confianza se construye con amor, y respeto mutuo, ellos tienen libertad para proponer ideas, temas, eventos, lo que Dios ponga en sus corazones, tenemos en claro que somos equipo, no hay lugar para los celos o la competencia, la queja y la murmuración son destructivas, no damos ordenes, caminamos juntos para hacer retroceder las tinieblas, ¡y traer el cielo a la tierra!
En el inicio sólo fuimos mi esposa y yo, he aprendido a caminar un día a la vez, disfrutar el crecimiento, ¡valorar cada vida! Dios siempre nos dio gracia y sabiduría, recompensó nuestra perseverancia y hoy nuestro ministerio impacta multitudes, hemos fundado un Hogar para niños huérfanos, un Centro de Rehabilitación de las Adicciones, aún hay muchos sueños por alcanzar. Tenemos un equipo de Teatro Internacional con un alto nivel de excelencia que ha recorrido distintos escenarios de Argentina, Brasil, España y USA, es una fuerte herramienta de evangelización que presenta historias escritas por mi esposa Rosa, quien en obediencia a un llamado se animó a superar su falta de conocimiento de esta área y creer que con Dios todo es posible, ¡los resultados fueron extraordinarios! 
Animate a responder al llamado de Dios, no se trata de tu potencial, sino de lo que él quiere y puede hacer a través de tu vida, somos colaboradores como dice 1 Corintios 3:10-11 Dios, por su bondad, me permitió actuar como si yo fuera el arquitecto de ese edificio. Y yo, como buen arquitecto, puse una base firme: les di la buena noticia de Jesucristo. Luego, otros construyeron sobre esa base. Pero cada uno debe tener cuidado de la manera en que construye 11 porque nadie puede poner una base distinta de la que ya está puesta, y esa base es Jesucristo. 
El Señor de la Obra es Jesús, tener muy claro esto nos permite mantener un corazón humilde y caminar cada día de manera responsable porque un día todos rendiremos cuentas.  

Creo en el perdón de los pecados I

Por Ernesto Nanni

En todas las esferas teológicas se ha abordado el tema del pecado. La Biblia no lo define, pero podemos identificarlo y sumar conceptos y apreciaciones con el material que tenemos. Clasificaciones, causas y consecuencias abundan en las Sagradas Escrituras. Grandes puntos de discusión han quedado plasmados en el devenir teológico de distintos credos.

Pero hoy no pondremos el acento en ninguna de estas cuestiones que seguirán estando hasta la eternidad. Y nos detenemos allí, en ese oasis de paz que es inigualable. Nadie que se considere cristiano puede dejar de contemplar, admirar y agradecer por la doctrina del perdón de los pecados. Es la máxima expresión de misericordia. Es la gracia divina en acción directa con el hombre.

Todo el material veterotestamentario nos incita a pensar en justicia, en castigo, en la imagen de un Dios que en la búsqueda de la santidad del hombre destruye, sin perdonar, todo lo que se le cruza. Sin embargo, encontramos Palabra que reconforta y da esperanza. El profeta Isaías plasma las palabras del Redentor de su pueblo diciendo “yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mi mismo, y no me acordaré de tus pecados” (Isaías 43.25). El mismo profeta había descripto el perdón como una mutación de colores, desde el tiempo de sangre de sacrificio al blanco de la nieve, o el blanco de la lana. “Venid, luego, dice Jehová, y estemos a cuenta, si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos, si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1.18).

Tener la certeza del perdón de los pecados trae una seguridad existencial inigualable. El perdón de los pecados nos reconcilia con Dios y encontramos la paz con Él. Por eso alguien, con razón, dijo: “Tener la plena seguridad de que todos mis pecados han sido perdonados es el único fundamento de la verdadera felicidad”.

El sentimiento de culpa es nocivo para el alma. Produce una angustia moral que causa el peso del pecado. Por más que mis pecados han sido llevados por el Señor Jesucristo, si todavía los llevo sobre mi conciencia, de ninguna manera puedo ser feliz. Es un paso forzoso el entender plenamente que mis pecados pasados, presentes y futuros han sido y serán perdonados. Leemos en la Palabra de Dios: “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado” (Salmo 32.1).

El perdón de los pecados es un remedio divino. Provisión divina frente a la desobediencia del hombre. Tenemos un Dios que comprende mejor que nadie la naturaleza humana, sabe acerca de la pugna constante entre el viejo y el nuevo hombre. La guerra despiadada entre la carne y el espíritu en palabra paulinas. Es fundamental comprender el fundamento del perdón. La base es la expiación. Es una realidad que tenemos un Dios justo, es verdad que somos pecadores.

Es verdad que hay juicio y condenación eterna, pero en la expiación de nuestro Señor Jesucristo encontramos al pecado condenado, al pecador justificado, la justicia satisfecha, el adversario confundido, y el hombre en paz con Dios.

La muerte de Cristo termina el proceso y resuelve el dilema de los siglos. Este es el fundamento inquebrantable del perdón de los pecados.

Dice la Biblia en 1 de Juan 1.9: “Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. Llama poderosamente la atención que diga “fiel y justo” y no Dios es bueno y misericordioso, lleno de toda gracia. Pero antecede al perdón y la limpieza dos atributos divinos sin los cuales no hubiese sido posible.

La fidelidad, Dios lo prometió, fue una promesa suya frente a la imposibilidad de lograr el hombre por sus medios la salvación. Si el Señor no perdonaba en vano sería todo esfuerzo. Y el segundo atributo, “justicia”; Él es justo, la base del perdón de los pecados es su sacrificio. El pagó el precio. “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por sus llagas fuimos nosotros curados, todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino, más Jehová cargó en él, el pecado de todos nosotros” (Isaías 53.5, 6).

Heinrich Heine, poeta alemán, dijo “Dios me perdonará parce que c’est son metier”. Es como decir, Dios tiene la obligación de perdonarme porque es su oficio. Es su labor y su naturaleza. No merecíamos el perdón de Dios, fue por gracia y por amor. Amor y perdón un dualismo perfecto en el cual se ve reflejado el interés de Dios por su creación, o por su máxima creación: el hombre.

Creemos en el perdón de los pecados. Y es un motivo de felicidad sobrenatural. Ese estado de ánimo que se complace en la posesión de un bien que llena de dicha y de paz. Es tener una relación con Dios, sin culpa.

De ninguna manera el perdón de Dios es una ocasión para abusar de su misericordia. Es un incentivo constante para vivir en eterna gratitud y reverencia al Dios y Padre que nos amó desde antes de la fundación del mundo y a su Hijo Jesucristo, quien dio su vida por nosotros.

Recuperado: https://www.cordialmentepxg.com/2013/12/23/creo-en-el-perdon-de-los-pecados-i/

3 maneras de ser un líder orientado a la visión

Por: Rob Hosking

OneHope nació de una visión que Dios le dio a mi papá, en la que vio a los niños del mundo siendo atacados por Satanás, y la única manera de rescatarlos era compartiendo la Palabra de Dios con cada niño. Hoy, hemos llegado a más de 2 mil millones de niños en todo el mundo con la Buena Nueva en colaboración con iglesias locales.
A través del testimonio de mi padre y mi experiencia liderando un ministerio enfocado en la próxima generación, sé la importancia de tener una visión dada por Dios y liderar eficazmente con esa misión en mente.
Aquí hay tres maneras de ser un líder impulsado por una visión:
Abraza la innovación.
Cuando Dios da una visión nueva, impulsa proféticamente a su pueblo a una nueva acción. Una visión divina es crucial, pero debe ir acompañada de innovación para mantenerse relevante y eficaz. Lograr un equilibrio entre la fidelidad a la visión y la innovación continua hacia el futuro es clave para mantenerse a la vanguardia y alcanzar el éxito. En nuestro mundo acelerado, lo único que no se puede hacer es no cambiar. He visto de primera mano lo que les sucede a las organizaciones o iglesias que no se adaptan a los nuevos tiempos: se quedan atrás.
No te quedes atrapado en una trampa de visión.
Aunque tener una visión es crucial, colocarla en una caja rígida puede llevar al estancamiento y al fracaso. Mantente abierto a nuevas formas de lograr la visión y no tengas miedo de cambiar de rumbo si es necesario. He conocido organizaciones con una visión similar a la nuestra, pero debido a que se aferraron tanto a lo que creían que significaba esa visión, tenían miedo de innovar su estrategia, lo que llevó a sus organizaciones a la quiebra. Esto también podría haberle pasado a OneHope. Podríamos haber decidido que, como la visión de mi padre incluía que diésemos físicamente la Palabra de Dios a cada niño, eso significaba que no podíamos alejarnos de la palabra impresa. Sin embargo, encontrar maneras de difundir las Escrituras digitalmente hizo crecer nuestro ministerio exponencialmente en los últimos años y nos permitió llegar a millones de niños más de los que podríamos haber alcanzado usando solo la versión impresa. Es importante mantenerse fiel al llamado que Dios te ha dado, pero ser fiel no significa permanecer estancado. La historia puede guiarnos, pero solo el Espíritu puede guiarnos.
Prueba algo pequeño
Aunque es importante responder rápidamente a nuevas ideas, también tienes que ser buen administrador de tus recursos. Tomar riesgos tendrá un impacto mayor, negativo o positivo, dependiendo del tamaño de tu ministerio. Asegúrate de tener una comprensión sólida de los recursos financieros, físicos y humanos de tu organización, y adminístralos sabiamente. Una buena manera de permanecer rápido pero ágil es establecer una cultura de experimentación dentro de tu organización en la que se realicen pequeñas pruebas antes de comprometerse con iniciativas más grandes. De esta manera, hay un espacio seguro donde el fracaso se acepta como una parte necesaria del crecimiento mientras sigues siendo buen administrador de lo que Dios te ha dado a ti y a tu organización. Me gusta hacer esto de dos maneras principales: establecer un grupo de trabajo multifuncional o empoderar a un grupo de trabajo secundario bastante aislado de tus actividades principales. 
No siempre es fácil saber cómo ser un líder con visión en cada etapa que enfrenta tu organización, pero oro para que los principios anteriores sean valiosos en ese camino. Al adoptar la innovación, evitar la trampa de la visión y experimentar a pequeña escala, puedes crear una cultura de crecimiento sin dejar de ser fiel a tu llamado. Ya sea que lideres una iglesia pequeña o un ministerio global, recuerda que cada paso que das hacia el cumplimiento de la visión que Dios te dio es un paso hacia la transformación del mundo para su gloria.

¡Jesús nunca lo sugirió sino que lo ordenó!

Por: Nathan Morris

 

Entonces Jesús se acercó a ellos y les dijo: «Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo».

 

Mateo 28:18-20

 

En Mateo 28, Jesús hizo una declaración asombrosa a todos los creyentes, junto con lo que se conoce como la «Gran Comisión». ¿Qué podría ser más emocionante que una misión celestial que nos fue encomendada por el mismo Señor Jesús, con la promesa de la autoridad y el poder necesarios para cumplirla? Desafortunadamente, hoy en día, la «Gran Comisión» a menudo se ha diluido hasta convertirse en una gran sugerencia. Lo cierto es que Jesús nunca la sugirió, sino que la ordenó , y cualquier mandato de Jesús debe tomarse en serio si deseamos cumplir su perfecta voluntad en la tierra hoy.

 

La diferencia entre un mandato y una sugerencia es verdaderamente significativa. Una sugerencia implicaría que el mandato principal de Jesús para nosotros está sujeto a una cuidadosa consideración. Pero lo cierto es que si reflexionamos, esto puede llevarnos a una vacilación, la cual tiene el poder de producir inmovilización.

 

¿Será que necesitamos recuperar la verdad de las palabras de Jesús en Mateo 28 y ver la «Gran Comisión» con una nueva perspectiva? ¿Podría ser nuestra falta de fruto espiritual el resultado de nuestra vacilación y temor? Cuando Dios llamó a Pedro en Hechos 10 para llevar el Evangelio a las naciones gentiles, este fue un momento crucial para la iglesia primitiva. En medio de sus críticas, Pedro respondió al llamado porque el Espíritu Santo le habló y le dijo: «No dudes en ir». Allí mismo, en un lugar de consuelo, Dios le ordenó a Pedro que fuera sin dudar, ¡y Jesús nos llama a hacer lo mismo hoy!

 

Jesús nos recordó toda la autoridad que tiene en el cielo y en la tierra, y nunca debemos temer responder a su llamado con entusiasmo y confianza en que Dios está verdaderamente con nosotros. Jesús nunca nos instruyó a llenar edificios de gente, sino que su deseo es que vayamos y hagamos discípulos de todas las naciones. «Ir» es dejar tu lugar de comodidad, y «hacer» es crear y desarrollar a otros que puedan hacer lo mismo eficazmente.

 

Al redescubrir el verdadero mandato del cielo, abriremos un nuevo espacio para que el Espíritu Santo reavive una pasión ardiente por los perdidos como nunca antes . Si tomamos las palabras de Jesús como un mandato directo en lugar de una consideración, podríamos ver los resultados de una cosecha de almas en las naciones del mundo.

 

Romanos 10:14-15 dice: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin que alguien les predique? ¿Y cómo predicará alguien si no es enviado? Como está escrito: “¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian buenas nuevas!”

 

Tus pies son tu vehículo principal, y por lo tanto, ¡debes decidir dar un paso de fe! Cuando el apóstol Pablo mencionó la armadura de Dios en Efesios 6, describió muchas cosas que nos protegen del enemigo. Al hablar de nuestros pies, nos instruyó a mantenernos firmes, con los pies equipados con la disposición que proviene del Evangelio. ¡No dudemos más y estemos listos para ir con un mensaje que puede cambiar el mundo para la gloria de Dios!

 

Recuperado de: https://www.shakethenations.com/post/ready-set-go

Determinados a crecer y extendernos

Por Carlos Silveira.

 

 El iglecrecimiento es un tópico que nos mantiene preocupados a todos los ministros. Invertimos nuestras vidas en llenar templos, salones, casas y todo aquello que podamos convertir en nuestra iglesia. Lo cierto es que, cuando hablamos de una iglesia creciente, no tiene la misma connotación en Ushuaia que en la Quiaca. No es lo mismo decir “tengo una iglesia grande” en Capital Federal o en la Matanza, que decir “tengo una iglesia grande” en San Carlos “Corrientes” o en “Picada Guatambú”, Misiones. Un pastor puede sentirse frustrado cuando compara la cantidad de sillas que tiene en su iglesia con la gente parada que quedan paradas en lugares donde la densidad de población supera ampliamente su realidad.

 

Después de varios años de ministerios y haber compartido con muchos ministros de distintas realidades podemos concluir, como todos lo sabemos, que el crecimiento de nuestra iglesia no son sólo números. Depende del lugar, las circunstancias, los momentos de nuestros ministerios y del obrar maravilloso del Espíritu Santo. No obstante quiero compartir algunas determinaciones que tenemos que tomar para poder extendernos y multiplicarnos conforme a la voluntad de Dios. 

 

Lo primero que tenemos que hacer es determinarnos a dejar atrás el pasado de éxitos y fracasos. Isaías 54.1, le dice a una mujer estéril que se regocije. Sabemos que lo peor que le podía pasar a una mujer en ese tiempo de la historia era no tener hijos. Es como abrir la iglesia y tener a la esposa, a los hijos y al borracho que se convierte todas las noches y grita amén desde la puerta, pero su vida no cambia.  

 

Si nos enfocamos en el fracaso, no vamos a poder salir adelante. Lo mismo ocurre si los éxitos del pasado bajo nuestro mentor es la vara que se alza para hacernos sombras. Dejemos de lado la falta de realización, el tiempo de no multiplicarnos, la frustración y el fracaso y regocijémonos en poder servir a Dios en el lugar donde nos puso. Si hay mil, prediquemos para mil, pero sí sólo son diez, también prediquemos como para mil. Seamos fieles con los pocos y Dios nos va a poner sobre muchos. 

 

Otra determinación es cambiar la actitud de nuestro corazón y nuestra mente. La mujer estéril a la que habla Isaías debía levantar canción y dar voces de júbilo, porque todos se iban a asombrar de la cantidad de hijos que iba a tener. 

 

Es increíble como el ánimo de un pastor descontento se transmite a la congregación, puede intentar sonreír y ser amable, pero lo que sale de su boca va a delatar la condición de su corazón. La frustración y la falta de visión del obrar invisible del Espíritu Santo tarde o temprano va contagiarse en su familia y en su congregación. 

 

Tenemos que tener una transformación interior como la que predicamos en nuestras iglesias: ¡Dios cambia tu tristeza en alegría;  tu amargura es cambiada en esperanza; la duda por fe y la esterilidad por fertilidad! Cuando este mensaje es real en nosotros se va a hacer real en la gente que lo escucha. Luchamos contra diferentes frustraciones, pero la Palabra opera igual en cualquiera de ellas. 

 

Otra determinación que tenemos que tomar es, reforzar las áreas débiles de nuestras vidas y fortalecernos para poder crecer. Ensanchar la tienda, modificar las habitaciones,  alargar las cuerdas y reforzar las estacas, requiere análisis, planificación y esfuerzo. No es sencillo analizar en qué áreas estoy teniendo debilidades, qué estrategias tengo que cambiar y cómo lo voy a hacer. Podemos estar convencidos que lo que hacemos va a dar resultados, pero no siempre ocurre así. Por experiencia puedo decir que no en todos los barrios se pueden hacer células. Las distancias lo impiden, las relaciones sociales de la comunidad, la inseguridad puede ser otro obstáculo. Lo mismo que cuando rediseñamos una casa, nos sentamos y pensamos qué necesito, que tengo que tirar abajo, qué materiales van a ser más apropiados y cuáles no. De ese modo nuestra autocrítica nos tiene que permitir ver qué tenemos que ensanchar: nuestro corazón, nuestra fe, nuestra mente, nuestra generosidad, nuestra visión. ¿Qué estaca tendríamos que reforzar: el compromiso, la oración, la Palabra, la entrega? 

 

No es fácil este punto porque puede desmoronar todo lo que pensamos que estaba correcto en nuestro ministerio y nos puede hacer volver a empezar, pero vale la pena. 

Una visión renovada nos determina a extendernos y multiplicarnos a “la mano derecha y a la mano izquierda y también a que nuestros obreros lleguen más lejos, heredando la tierra”. 

La extensión es una promesa que puedo hacer que se cumpla o no. Los ministerios monopólicos no pueden extenderse a todo lo que Dios quiere. Tenemos que ser enviadores de obreros y no padres sobreprotectores. Se pueden equivocar y caer, pero van a poder levantarse y seguir si eso estuvo en nuestro ADN. 

 

Las nuevas conquistas requieren un impulso corporativo. El temor a quedarnos sin obreros nos va a detener el crecimiento, pero darle alas va permitirnos llegar a las “ciudades asoladas” y darle vida. No importa quién llegó porque la obra pertenece a Dios. 

 La última determinación que tenemos que tomar es ser restaurados para cosas mayores. Después de muchos fracasos Dios llamó “a la mujer” en Isaías. Le recordó todo lo que había pasado, quizás porque en momentos de éxitos nos olvidamos quiénes fuimos un día y cómo el Señor nos restauró, pero le renovó sus promesas y su pacto. 

 

Dios restaurará los errores y vergüenzas del pasado. Él va a afirmar nuestra identidad como hombres y mujeres llamados al servicio y nos va a dar continuamente nuevas oportunidades. 

Cuando nos encontremos cómodos y realizados van a aparecer nuevos desafíos, a Dios le encanta movilizarnos, incomodarnos y ponernos otra vez en la situación en que no sabemos qué hacer si El no interviene. Eso forja en nosotros un carácter de siervos dependientes de Dios, nos anima a mantener nuestro espíritu conectado con el de Él, pero nuestra voluntad rendida a su presencia.

 

Para concluir, quisiera realzar la importancia de ser determinado, la determinación me hará tener un rumbo, me ayudará a perseverar y a tener esperanzas.

Job. 22:8 Determinaras asimismo una cosa, y te será firme, Y sobre tus caminos  resplandecerá luz.                 

Nuestro Dios siempre nos brindará oportunidades para crecer.     

 

La clave para la transformación de la nación

LA CLAVE PARA LA TRANSFORMACIÓN DE LA NACIÓN

Por Carlos Annacondia

Si miramos la Biblia vamos a ver que todo comienza a cambiar cuando hay alguien que puede llorar, alguien que puede reconocer y decir: “hemos pecado, nos equivocamos”. Las lágrimas son como semillas que caen en la tierra y luego producen fruto. Para que haya un avivamiento tiene que haber un río de lágrimas. La oración nos lleva a esa comunión con Dios para que podamos ver la necesidad y urgencia de que la gente se vuelva a Dios. En Él las personas encontrarán paz, felicidad, esperanza, trabajo, salud. ¡Todo está en las manos de Dios!

Es importante que ayunemos y oremos, que consagremos días a Dios para que Él abra los cielos y bendiga, primero nuestra vida, porque si nosotros nos volvemos a Dios Él se vuelve a nosotros, después nuestra familia, nuestra ciudad, la iglesia, y finalmente toda la Argentina. Si nosotros queremos ver un cambio en nuestra vida, familia, ciudad y país, es necesario orar, ya que la oración es la llave que Dios dejó y que nos enseñó a usarla por medio de Jesús».

¿Qué importancia tiene la oración unida?

«La oración de un justo puede mucho”, eso dice la Biblia. La oración de muchos justos puede más. Cuántos más somos, más bendición. Dios está esperando que le pidamos. Muchas veces uno se pregunta “¿Por qué Dios no me da?”. Pero el error está en que no le pedimos, porque creemos erróneamente que no es necesario pedir. La Biblia dice “pedid y se os dará, buscad y hallareis, golpead y se os abrirá”. Quiere decir que hay una enseñanza, que la oración es la que mueve la mano de Dios. Cuando oramos, lo hacemos por nuestra casa, por nuestra vida, por nuestra ciudad, vamos a orar por nuestra Argentina, entonces la bendición de Dios se agiganta.

¿Hay un cambio verdaderamente?

Las cosas comienzan a cambiar, comienzan a producirse cuando hay una iglesia que busca a Dios. La iglesia es la que tiene la llave para que Dios abra los cielos y bendiga la tierra. No debemos esperar que Dios lo haga todo por su cuenta porque Dios está esperando que nosotros hablemos. Es como cuando un niño le pide algo a su padre. Dios quiere bendecirnos, Dios quiere darnos lo que necesitamos, pero Él puso un reglamento, “pedid y se os dará, buscad y hallareis, golpead y se os abrirá”.

Dios nos está diciendo que le pidamos, que Él no tiene límites, lo más pequeño o lo más grande. No importa lo que sea, porque Dios es Dios de todo. ¿Hay algo que sea difícil o imposible para Dios? No, todo es posible para Dios, lo más pequeño o lo más grande. Dios está esperando que le pidas. A Dios le gusta que seamos hijos cariñosos. Dios es Dios y Él nos ama, y quiere que nosotros lo amemos. A veces no entendemos que Dios necesita que nosotros lo amemos, que nos acerquemos a Él.

Hay momentos de desesperación que uno pide alterado, y Dios está ahí para ayudarnos. La oración es la que mueve la mano poderosa de Dios. A través de una simple y sencilla oración, mucha gente se va a encontrar con Jesús. Nosotros tenemos que cultivar nuestra amistad con Dios, y cultivar no es más que hablar. Necesitamos tener tiempo para hablar con Dios.

Recuperado de : https://www.oramos.com.ar/blog/crecimiento-del-ministerio/la-clave-para-la-transformacion-de-la-nacion