GUARDIANAS DE LA PRÓXIMA GENERACIÓN

Guardianas de la próxima generación

Por Lidia Lewczuk de Masalyka

En este último tiempo se habla mucho de no dejar brechas generacionales. Se repite hasta el cansancio acerca de la importancia de tener mentores; gente que guíe a los jóvenes a la plenitud de vida y propósitos en una cultura como la nuestra en la cual hay una verdadera ausencia de buenos referentes.

El apóstol Pablo llevó a Tito, su colaborador, a Creta, estableció varias iglesias, y por su carta descubrimos la preocupación de dejar bien establecidas las congregaciones. Comienza por las verdades eternas y luego pasa a lo terrenal, dando consejos del trato a los ancianos, líderes, jóvenes, familias pastorales, gente mayor, y aún para con los esclavos. Tito como varón, también debía conducir a las mujeres de las iglesias en la instrucción del Señor.

En sus escritos se pone en evidencia el anhelo del apóstol de fusionar al Cuerpo de Cristo a la sana doctrina, y a la vida testimonial de los creyentes de todas las edades. Es interesante el detalle en esta carta respecto al comportamiento esperado de las mujeres ancianas, abuelas, o mayores en edad. Tengamos en cuenta que debido a la expectativa de vida de esos tiempos, a los cincuenta años las personas eran ya consideradas ancianas.

Tito 2:3-5 “Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.”

Mentoras de una nueva generación: Las ancianas

Debían ser reverentes en su porte. Esto se refiere a su aspecto, su presencia. Cómo una mujer luce ante los demás habla de su nobleza o lustre desde sus posturas físicas como también su conducta y acciones.

En días recientes en Argentina hubo un revuelo periodístico y social, porque un sacerdote puso un cartel a la entrada de su capilla, estableciendo que las mujeres debían entrar a misa vestidas decentemente. Fue censurado por los medios, por los propios fieles, y tristemente por una autoridad de la Iglesia que lo desautorizó para que no hubiera más problemas.

Este mismo pasaje dice que las mujeres deben ser castas. La castidad, modestia, decencia, son virtudes cristianas que embellecen a la persona. Tengamos en cuenta este consejo como contrastaba con él un espíritu lujurioso como el que reinaba en aquellos días en las ciudades donde ministraba Tito, con costumbres sensuales y llenas de erotismo aún en los cultos paganos. Por esto las jóvenes necesitaban mentoras, maestras del bien. Aquí están, las mujeres mayores enseñando el camino de la pureza, excelencia y la santidad como estilo de vida.

Debían controlar su forma de hablar: Siempre que enseñamos somos observadas y de ahí surge una identificación positiva o negativa según lo que vean nuestros alumnos. Prudencia, control, dominio sobre las emociones. son necesarios. Con los años las personas realzan las virtudes o refuerzan las áreas oscuras de su carácter. Aunque nos duela, la palabra usada por el apóstol, es diábolos para “calumniadoras”, salta a la vista, que ese atributo de Satanás, se manifiesta en la forma que él usa la mentira, infamia, envidia, para destruir vínculos. No puede haber insolencias, insultos, griterías. Las maestras del bien, no podemos llevar esa etiqueta de diábolos, más bien debemos ser ejemplos de prudencia y sabiduría pacificadora, ejemplos de sensatez y sentido común.

Debían controlar sus apetitos y malos hábitos. El vino solo puede significar una parte del problema de aquellos tiempos, cualquier exceso es nocivo para el cuerpo y el alma. Los vicios como alcoholismo, tabaquismo, drogadicción, glotonería, etc. comienzan muchas veces en la casa.  El descontrol, “el placer falso” ha llevado a millones a la muerte. Nosotras guiamos a los niños, jóvenes, y madres a ser buenas administradoras para que estén sanos, bien nutridos, y apartados de las adicciones. Mostremos que se puede gozar de una buena vida en contacto con la naturaleza, amistades con fortalezas, y disfrutar de cada amanecer, tomando la vida como un regalo de Dios, sin necesidad de tapar los sentimientos con tóxicos o comidas.

Debían ser guardianas de su casa, de su familia, cuidadosas de lo más importante que hay sobre la tierra, en lo que atañe a la responsabilidad dada por Dios a la mujer. Un comentario dice “que hagan las faenas de la casa con agrado”.

Muchas mujeres hoy salen a trabajar por necesidad, pero muchas lo hacen porque no les gusta estar en su casa y cuidar de los niños, hacer las compras, cocinar, por lo que los despachos a domicilio están a la orden del día. La comida chatarra, o lo que aparenta haber sido un beneficio el comedor escolar en Argentina, (PAICOR) se transformó en una buena manera de evitar cocinar sano en casa.  Tristemente la escuela se va transformando en un lugar para comer, en lugar de ir a estudiar y abrir las mentes.

Otro comentario dice “activas en los quehaceres domésticos”. Gracias a Dios por el confort que disfrutamos hoy, muchas tareas que nuestras madres y abuelas las hacían a mano, hoy es suficiente apretar un botón, para tener listo lo que a ellas les llevaba dos días. Por tal razón, agradecidas al Señor, la casa debe ser un lugar de luz, prolijidad, orden y limpieza. Deberíamos tener un cartel con la frase “Y TODO LO QUE HACÉIS SEA DE PALABRA O DE HECHO, HACEDLO COMO PARA EL SEÑOR Y NO A LOS HOMBRES”.

LOS FRACASOS SON OPORTUNIDADES PARA CRECER

Por Osvaldo Carnival

La manera que enfrentemos el fracaso será determinante para alcanzar el destino que tenemos en esta vida.
Cuenta la historia que Sir Edmund Hillary, un alpinista y explorador neozelandés, que nació en 1919, varias veces trató de escalar el monte Everest y falló en todos sus intentos. Pero, en uno de esos ascensos en que no logró llegar a la cima, le sucedió algo muy interesante, se rebeló. Según ciertas versiones, luego de su intento fallido, Hillary parado al pie de la gran montaña, sacudió su puño cerrado y exclamó: “¡Te venceré! Porque tú no puedes ser más grande de lo que eres, pero yo todavía estoy creciendo”. De este modo y con esta idea, continuó su carrera de alpinista. No se desalentó, insistió, lo intentó nuevamente, y logró su cometido. El 29 de mayo de 1953, marcó un hito en la historia, se convirtió en el primer hombre que llegó a la cima del monte Everest.
Como en este relato, los problemas tienen un propósito en la vida. El hecho de no alcanzar una meta, de equivocarnos, de cometer errores, de haber sido protagonistas de una discusión, de haber sufrido algún desencuentro; todo esto tiene un propósito y es que logremos crecer por medio de ellos. Cuando no lo comprendemos de esta manera y nos instalamos en la queja o bajamos los brazos, se genera un propósito totalmente contrario. Los problemas, entonces, tienen la capacidad de matar nuestro entusiasmo y toda posibilidad de crecimiento, nos sentimos morir. Su efecto es negativo y devastador.
Pero, ellos, además de producirle amargura, resentimiento, odio, sentimientos de inferioridad, o de que nadie lo tiene en cuenta, también pueden ser generadores de crecimiento, de aprendizaje. Sin embargo, las contrariedades, las cosas negativas que le suceden en la vida pueden convertirse en positivas. Esto dependerá exclusivamente de la decisión que tome frente a los problemas: darse por vencido o bien seguir adelante al tratar de superarlos.
Levántese del fracaso
Los fracasos no son acontecimientos terminales, que marcan el fin de algo, a menos que se lo permitamos. Todo en la vida se aprovecha, y en particular lo que se malogra o no sale como esperábamos, porque tiene el propósito de ayudarnos a crecer. Por eso, es importante que lo vivamos así y no nos desmoralicemos. Hace un tiempo, hablaba con una persona que con mucha sinceridad abrió su corazón. En ese momento, tenía una mochila a su lado, la señaló y me dijo: “Osvaldo, yo tengo una bolsa llena de sueños rotos”. Esto me impactó profundamente, porque encontró las palabras justas para describir ese momento de la vida cuando uno de repente se detiene y dice: ”¡Cuánto dolor, cuánto fracaso!”.
Al respecto, el consagrado golfista Roberto De Vicenzo sostenía que “el golf no es apto para quienes tienen poca tolerancia al fracaso. La frustración puede ser constante e intensa. Por eso, muchos empresarios exitosos abandonan este deporte casi de inmediato”. Sepa que el fracaso no es el que lo moldea, sino la manera en la que reacciona frente a una derrota. Es decir, no es determinante en la vida de nadie, lo es la forma como se reacciona ante las circunstancias adversas. En el camino hacia el triunfo, siempre va a tener que detenerse inevitablemente en estaciones de fracaso.
A mí me gusta mucho leer biografías, me he sorprendido al enterarme que infinidad de personas exitosas, que triunfaron en la vida, han estado marcadas por profundos momentos de fracasos. Usted preguntará: “¿Cuál fue la virtud que les permitió triunfar?”. Quizás se lo atribuya a su inteligencia, algún talento innato o su capacidad. Temo decirle que no. La clave del triunfo estuvo en la actitud que tuvieron cuando todo se derrumbó a su alrededor, fueron personas que se atrevieron a levantarse en medio del fracaso.
Muchas veces esta sociedad, que se caracteriza por su alto grado de competitividad, nos hace sentir perdedores. En estas situaciones o momentos poco importa la opinión de los demás, lo importante es que no la tomemos como una verdad absoluta, que no la creamos a pie juntillas. Lo fundamental es que consideremos la apreciación del resto como algo irrelevante. De ninguna manera debemos conformarnos con ese criterio establecido, no nos tenemos que entregar. Pues siempre es posible aprender del fracaso, para poder levantarnos y seguir adelante.
Todo cambio se genera a través de la alteración de las actitudes y de los hábitos de pensamiento. Entonces, lo correcto será comenzar a buscar las modalidades más viables para que las cosas se puedan concretar, en vez de buscar las razones para explicar por qué no se pueden hacer.
La gente no fracasa porque no puede superar los obstáculos, sino porque se da por vencida. El mensaje crucial para el día de hoy es que tenemos que ser perseverantes. La perseverancia es el hábito de seguir adelante hasta alcanzar los objetivos. Mientras más tenaz e infatigable sea usted, mayor garantía de éxito tendrá. Así que no se dé por vencido jamás. Porque mientras haya vida, habrá perspectiva de triunfo.

 

PABLO BESSON, PRIMER DEFENSOR DE LOS DERECHOS EVANGÉLICOS EN ARGENTINA

Pablo Besson nació en Nod, cantón de Berna, cerca de Neuchatel, Suiza, en el año 1848. Hijo de un predicador de la Iglesia Reformada y madre de origen valdense, que iba a ejercer mucha influencia sobre él, mediante el relato de la historia de sus antepasados, los valdenses, describiéndole las escenas de fe, de heroísmo y de fidelidad de aquellos creyentes. “Piedad, estudio, ejercicio y trabajo se unieron en su primera educación para dar como resultante un carácter enérgico y un espíritu libre” (S. Canclini).

Se encaminó por la senda que sus padres le marcaron, de tal manera que entrado en la adultez, el propio Basson se convirtió en un bien capacitado Pastor Bautista. Estudió en la Facultad de Teología de la Universidad de Neuchatel (1868), con profesores como Federico Godet (1812-1900), entre otros. En Alemania estudió con el sabio Lobegott Friedrich Constantin Tischendorf (1815-74) de Leipzig. De él recibió su pasión por la crítica bíblica. Sin embargo el gran acontecimiento en su vida espiritual vino mediante Christoph Ernst Luthardt (1823-1902), que le mostró directamente el camino de la salvación por pura gracia mediante la fe.

Arrepentido, aceptó a Cristo en su corazón y por primera vez en su vida se sintió realmente cristiano, regenerado por el Espíritu de Dios, confiado sólo en los méritos de Cristo. De regreso de Leipzig volvió a estudiar en la Universidad de Basilea, para terminar su licenciatura en teología.

El 12 de octubre de 1870 fue ordenado al ministerio de la Iglesia Reformada. Fue pastor suplente en varios lugares, hasta que en 1871, junto a otros 22 pastores, cinco asistentes ministeriales y tres profesores de teología, renunciaron a la Iglesia oficial y fundaron una Iglesia independiente de las injerencias del Estado.

Invitado por los pastores franceses A. Duchemin y Leopoldo Monod, marchó a Francia como evangelista, en la ciudad de Lyon. Allí entró en contacto con una pequeña congregación bautista, que le llevó a confrontar y estudiar las diferencias sobre el tema del bautismo de niños, como creía su Iglesia, o de adultos sobre la base de la fe personal. Convencido de este último punto, renunció al Consejo de su Iglesia y fue bautizado por inmersión, para gran sorpresa de sus conocidos, amigos y familiares.

Un tiempo después la Misión Bautista de Boston (USA), aceptó sus servicios en calidad de evangelista en la región norte de Francia, a la que dedicó seis años de duro trabajo.

En 1881 un grupo de creyentes bautistas suizo-franceses le solicitó ayuda para la Obra en una lejana tierra al Sur de América. Pablo Besson llegó a Argentina en 1881 invitado por una pequeña colonia agrícola de bautistas franceses en Esperanza, provincia de Santa Fe.

Un lingüista competente y un bautista ferviente cuyas convicciones nacieron del estudio de las Sagradas Escrituras, Besson se trasladó a Buenos Aires. Allí organizó la primera iglesia bautista argentina de habla hispana. Esto fue un cambio radical con la tradición, dado que las pocas congregaciones evangélicas hasta entonces eran disponibles solamente para grupos de lengua extranjera.

Besson comenzó una lucha por la libertad religiosa (culto, matrimonio civil, entierro oficial para los no católicos, educación, etc.) y su fluida pluma y su mente aguda pronto encontraron eco en el espíritu liberal de la nueva Argentina.

A los 57 años de edad, en octubre de 1905, contrajo matrimonio con Margarita Mealley, viuda del pastor bautista inglés Jorge Graham. En marzo de 1927, a los 79 años de edad, renunció a su cargo pastoral, por causa de su salud. Bien amado por todo el movimiento protestante argentino murió el 30 de diciembre de 1932.

Erudito, amante de los libros, escribió importantes ensayos de historia y apologética. Pero es más conocido por su perdurable traducción del Nuevo Testamento, la primera de toda Latinoamérica, hecha del griego al castellano.

 

Referencia: http://www.oramos.com.ar/noticias/info/pablo-besson-primer-defensor-de-los-derechos-evangelicos-en-argentina

LOS AVIVAMIENTOS

Por Edgardo Muñoz

Una pregunta interrumpió la quietud de esa fría y húmeda mañana de clases en el instituto bíblico residente. El profesor, que casi se resignaba al torturante silencio de sus alumnos, cansados y somnolientos cobró aliento. ¡Por fin había muestras de vida en aquel grupo caracterizado por el entusiasmo! Aquella mano levantada prometía el inicio de un juego digno de las expectativas y excelencia del docente. Era hora que el fervor del maestro se contagiara. La pregunta, sin embargo, revelaba que la llama tenía más de pábilo humeante que de fuego: “¿Qué respaldo bíblico tiene la palabra ‘avivamiento’?”

Claro está que ningún seminarista ingresa con una teología del avivamiento desarrollada. Solamente sabe que el término se repite una y otra vez en las iglesias, en las campañas evangelísticas y, en especial, en los predicadores promotores del mover de Dios. Pero la pregunta sonaba más a desafío que a ignorancia. De no tratarse de un profesor experimentado en el tema, la materia no hubiese sobrevivido al incidente.

La definición castellana de “avivamiento” es: “Incremento de la intensidad, la fuerza o la vivacidad de algo”. Etimológicamente lo compone el verbo “avivar” que inspira la idea de animar, dar viveza y hacer que se encienda el fuego. Es dar vida. En relación con la iglesia, apela a la necesidad de que no se apague la llama o fervor. También se puede referir a darle vida y revertir todo proceso de extinción.

La historia de la iglesia cita diferentes eventos que sacudieron al mundo, después de los cuales el pueblo de Dios no fue el mismo. Algunas veces como respuesta a un intelectualismo devastador. Otras, luego de un letargo o apatía. A todos estos fenómenos se les llamó avivamiento, porque algún nombre había que ponerle y… ¿Qué mejor que un sustantivo metafórico que se relacionara con el fuego?

Pero la Biblia cita la expresión de manera literal o evidencial reiteradas veces. La segunda carta de Pablo a Timoteo, capítulo 2 versículo 6 aconseja al joven pastor que “avive” el fuego del don de Dios puesto en él por la imposición de manos del apóstol. En este caso, el vocablo griego anazoopyrein se traduce como “dar vida al fuego” y charisma, que se traduce como don, está relacionado con la comisión al ministerio que Pablo oficializó en Timoteo mediante la imposición de sus manos. En otras palabras, el apóstol recomendaba a su discípulo que ejerciera con fervor el ministerio encomendado por la pura gracia de Dios.

En el Antiguo Testamento, Habacuc llega al final de su profecía pidiendo que Dios avive su obra en medio de los tiempos. Al principio reprochaba al Señor su permisividad ante la injusticia. Cuando Dios le dice que había un tiempo para el castigo, y también un instrumento, que serían los malvados caldeos, Habacuc vuelve a quejarse. Entonces el Altísimo revela con mayor amplitud su plan, aludiendo a sus obras pasadas. En consecuencia el profeta, al comprender que los planes del Señor son siempre sabios, clama para que el Rey del universo resurja (avive) las obras pasadas, y así se dé a conocer su perfecta justicia.

La palabra hebrea hayah, traducida como “aviva”, se emplea innumerable cantidad de veces en el Antiguo Testamento en el sentido de revivir, dar vida, sanar,     resucitar, recuperar y restaurar.

Definitivamente válido es el uso de la palabra avivamiento para la iglesia y para el ministerio. Podemos definir, entonces, al avivamiento como el estado del pueblo de Dios en el que se revitaliza y adquiere mayor fervor. Los creyentes se encienden y predican con denuedo el  evangelio, salen de su timidez, superan sus temores y se sobreponen a la inercia del egoísmo.

Algo semejante a lo descripto podemos observar en Hechos 4, cuando luego de la primera persecución y aprehensión de Pedro y Juan la llama del Pentecostés parecía apagarse. Pero el oportuno clamor de los creyentes abrió las puertas a la intervención de Dios con su poder. Un avivamiento irrumpió en la incipiente iglesia, y el pueblo de Dios cobró ánimo. Pero sin lugar a dudas, el principal protagonista de este avivamiento, y de los demás, ES EL ESPÍRITU SANTO. ¡No existe avivamiento sin la intervención de la tercera persona de la Trinidad!

Por lo general advertimos que el revivir de la iglesia suele acompañarse de una serie de características.

La primera de ellas es el gozo, el entusiasmo y la vehemencia en la práctica de la fe. Los creyentes se identifican mutuamente con fuertes lazos y abundante amor. Como consecuencia de tal estado, se observa un mayor compromiso con la gran comisión. ¡Sería un absurdo arder en el Espíritu y no ser testigos de Cristo!

Cada vez que la gran comisión adquiere relevancia llegan los milagros y señales. Por algo Jesús, luego de enviar a sus discípulos a todo el mundo, les habló de las señales que seguirían a los que creen.

Frente a la actitud más agresiva de los creyentes, ocurre lo que debe ocurrir: las conversiones dramáticas aumentan. A su vez, esos nuevos convertidos ramifican el mensaje entre los suyos, y se multiplica. Esto da lugar a la segunda característica que consiste en un fuerte impacto en la comunidad.

No existe un avivamiento silencioso. Tampoco un avivamiento de puertas para adentro. El avivamiento se propaga, se extiende, quema a su alrededor, deja influencia. Lo ocurrido en Pentecostés hizo que los transeúntes se preguntasen qué quería decir todo aquello. Los primeros creyentes tenían todas las cosas en común pero no vivían en un gueto. Cada uno regresaba a sus casas y allí desperdigaban las virtudes recibidas. La sociedad no puede permanecer indiferente cuando un sector hace ruido. Los milagros, las sanidades, las vidas transformadas, los cambios en los hábitos y en la moral  y tantos otros efectos de la irrupción espiritual hallan sus reacciones. A veces, las conversiones masivas amenazan ciertos negocios, como ocurrió con las tabernas durante el avivamiento de Gales. El perjuicio de algunos intereses conlleva a oposiciones de diversas índoles que no hacen otra cosa que divulgar más el mensaje y sumar exponencialmente la cantidad de creyentes.

Pero la tercera característica que identifica un revivir espiritual, tal vez sea la que da origen a lo demás: La intensa convicción de pecado. En la Corea de los años 50´s un diácono se puso en pie ante la congragación y, compelido por el Espíritu Santo, confesó públicamente sus faltas. Uno a uno le siguieron hasta que la iglesia entera se halló inmersa en la penitencia y búsqueda del Señor. El fuego no tardó en propagarse.

El Espíritu Santo da convicción de pecado. Los creyentes de muchos años, suelen estancarse y sumirse en una rutina de mera subsistencia espiritual. Pierden su contacto cotidiano con la fuente de santidad que es Cristo, y desvían su camino sutilmente. Un encuentro con Dios les confronta con su estado y les hace ver con gravedad lo que consideraban una insignificancia. La tibieza en la que andaban los volvía insensibles, pero ahora perciben su abominación y se abrazan a la gracia, porque, donde abundó el pecado sobreabundó la gracia. Al que mucho se le perdona, mucho ama, y en agradecimiento y amor a Cristo se lanzan a servirle y a proclamarlo como nunca antes. A veces, la sensación del pecado agobiante contrasta tanto con el alivio del perdón que el cristiano renovado manifiesta todo tipo de estallidos emotivos que no hacen otra cosa que aumentar la curiosidad y el deseo de otros por recibir lo mismo.

Los avivamientos también incluyen agentes que cumplen determinadas funciones.

Hallamos a los promotores de avivamientos. Son verdaderos profetas de Dios que llaman al pueblo a dejar la complacencia y sumergirse en la búsqueda del Señor. A veces parecen excesivos y absolutistas, pero si deseamos calentar un recipiente de agua a determinada temperatura, la fuente de calor debe ofrecer una temperatura mayor a la que se pretende. Lo mismo ocurre si tenemos que empujar un carro de una tonelada. Necesitamos una fuerza mayor a una tonelada para moverlo. Difícilmente los prudentes y cuidadosos muevan a la iglesia de su inercia.

Los opositores del avivamiento pueden no ser enemigos, sino agentes reguladores que con sus argumentos ayudan a pensar. También polarizan al pueblo, ayudando a que, los buscadores de Dios se enfervoricen más aún, y también alentando a que los verdaderos enemigos se definan y tomen distancia. Los opositores sinceros suelen adherirse a la causa más tarde, mientras que los defensores de sus intereses egoístas quedan olvidados en el camino.

Los administradores del avivamiento sacan un buen provecho a favor del Reino, poniendo orden y dirección a lo que pasa. Nadie puede ser un buen administrador del avivamiento al menos que se meta adentro. Desde allí bendice y ayuda a hallar un sentido teológico a cuanta señal aparezca. Los pastores debemos ser buenos administradores de las visitaciones de Dios para que nada caiga en saco roto.

Nunca faltan los mercaderes del avivamiento. Desde los tiempos de la Didache se empleaba la figura de mercaderes del evangelio. Aquellas personas que se valen de lo que ocurre para obtener algún beneficio. Algunos de ellos emergen como maestros y enseñan dogmas enredados, otros escriben libros con puras vanidades que distraen del verdadero objetivo de un avivamiento. Pero cualquiera de ellos intentará sacar algún provecho personal, sea económico o de notoriedad.

Aquellos idealistas viscerales, cuando se hallan frente a un mover extraordinario, quisieran que se instale definitivamente y que aún vaya in crescendo. Los que nunca vivieron aquellos tiempos de gloria incorporan a su creencia de que un avivamiento jamás debería irse, y que si lo hace, es porque la iglesia fue negligente.

Pero los avivamientos se comportan como las olas de la playa. Vienen por tandas y se retiran… la superficie de la costa nunca es igual cuando el agua retrocede. Se llevan cosas y dejan otras cosas, algunas de ellas van y vienen, pero las rocas permanecen inamovibles.

Casi todo motor funciona por impulsos discontínuos, sea eléctrico o a combustión. El sonido es posible gracias a las ondas que forma en el aire. De la misma manera una pared sólo se horada con golpes o erosión con una superficie irregular. De la misma forma, un avivamiento irrumpe, desequilibra, purifica, enriquece y se retira. Llega el momento de preguntarnos qué hacer con lo ocurrido y cómo aprovecharlo.

Los avivamientos vienen y se van. Pero si fueron legítimos nos dejarán la siguiente riqueza:

Habrá más convertidos, iglesias más llenas, pero también más iglesias. Seguramente habrá más llamados al ministerio, y de entre ellos más misioneros que saldrán al campo. Hallaremos institutos bíblicos con más asistentes.

También veremos a más cristianos practicar el evangelismo personal. Otros, ya no serán los mismos de antes. Aumentará el grupo de santos íntegros que no se contaminan con este mundo.

Finalmente aparecerán más testigos de la gloria de Dios, que con sus relatos arrojarán sed en sus oyentes. Esta sed se transformará en la mejor predisposición y clamor a Dios para que llegue otro avivamiento en la nueva generación.

Necesitamos un avivamiento en cada generación, en cada continente, en cada cultura y comunidad. Como Habacuc clamamos: “aviva tu obra, oh Señor, en medio de los tiempos”.

 

Referencia: http://conozca.org/?p=3679

Fraternidad de Varones

La Fraternidad De Varones nace como un departamento de la Unión de las Asambleas de Dios con el fin de trabajar exclusivamente con los hombres de la denominación.

La Visión que posee la Fraternidad de Varones de la UAD es que cada Iglesia tenga un ministerio de varones sólidos, capaces de afrontar las responsabilidades del tiempo presente y ser ejemplo para la generación que viene.

Logrando hombres firmes y edificados en la Palabra de Dios capaces de trasmitir las verdades de Jesucristo a los que los rodean; que sean sensibles a la voz del Espíritu Santo para hacer la voluntad de Dios siempre; ocupando el lugar de sacerdotes de su hogar, buenos esposos y padres; siendo prósperos para que sepan invertir en la obra de Dios; cumpliendo su rol como colaboradores, compañeros, fieles discípulos en la Iglesia local; y dispuestos a ser enviados.

Para poder obtener cada uno de los aspectos anteriores en la vida de cada hombre, se ha iniciado el trabajo con el programa llamado “Hombría al Máximo”. El mismo consta de un material que busca discipular al hombre, mediante charlas y cursos que se potencian con actividades como convenciones, conferencias, campamentos y viajes de trabajo a todo el país. La intención es realizar el programa en cada iglesia con la ayuda de cada pastor.

LIDERAZGO Y MULTIPLICACIÓN DE IGLESIAS

Por Juan Carlos Melo

¿Cuál es la importancia del liderazgo en la multiplicación de iglesias?

El liderazgo es vital para iniciar procesos de multiplicación de iglesias, de hecho diría que es la clave de la multiplicación. Si los responsables directos de la iglesia local, y también denominacional, no tienen un compromiso claro  con la plantación de iglesias el efecto inmediato será  la NO multiplicación; de allí que siempre  se sugiere que  todo proceso para crear movimientos de  plantación de iglesia empiece con la sensibilización y concienciación de los pastores de la iglesia local dentro de un contexto de la  denominación,  o de la ciudad, o de cualquier estructura macro.

Crear movimientos de plantación sin el compromiso de los pastores de la iglesia local es prácticamente imposible, pero si se puede crear programas de plantación ignorando los pastores de las iglesias, de hecho existen más de un programa de plantación de iglesias que no incluye ni involucra intencionalmente a los pastores excepto porque en algún momento dieron su autorización para que algunos de sus líderes de la congregación participen en algún proceso de plantar iglesias.

Es poco saludable que los plantadores que están cubiertos por su denominación o fraternidad se queden desconectados de quienes fueron sus disipuladores o mentores en la vida cristiana. El mentor natural de un plantador de iglesias es el pastor de su iglesia madre y esto no debe ser ignorado.

Cuando se  pasa por alto a los pastores de las iglesias locales para atraer líderes  de esas congregaciones sin el mentoreo de sus pastores, se produce un conflicto ministerial entre el pastor y ese plantador a tal punto que los pastores en muchas ocasiones han etiquetado a sus siervos, ahora plantadores, como traidores o divisionista y han hecho del proceso de la plantación de la nueva obra un proceso abortivo cuando lo natural y saludable es que la iglesia madre sea amorosa dentro del contexto adecuado para que una nueva obra surja de manera saludable, junto con el mentoreo de un ministro con más experiencia que ayude y guíe a aquel que está plantando la nueva obra; así que el involucramiento de los pastores es fundamental.

También el involucramiento y el compromiso de los líderes de fraternidades o denominaciones es prioritario, de hecho no existe mejor posición dentro de la estructura de la iglesia evangélica como la conocemos actualmente en América Latina que ser parte del liderazgo de una macro estructura o estructura denominacional que tiene  influencia y supervisión sobre un conjunto de iglesias en una región, ciudad, país o en el continente, ya que su posición de liderazgo les permite empoderar procesos de manera saludable que multipliquen iglesias conscientemente, sostenidamente y de una manera permanente dentro de su contexto de influencia.

Por ejemplo el líder regional de una denominación con influencia sobre 100 congregaciones y decide establece un proceso intencional de plantación de iglesias tiene un grado de influenza superior al que posee el pastor de una iglesia local,  y si este líder denominacional tiene mayor influencia, entonces mayor será la posibilidad de impacto tanto en volumen  de iglesias multiplicadas  como en el convertir a una IGLESIA EXISTENTE en IGLESIA MADRE que multiplica generaciones de nuevas obras tanto local como regional.

Debe existir paternidad en los procesos del nacimiento de nuevas obras así como en los procesos del nacimiento de nuevos obreros, y ahí es clave la denominación, la pastoral y son clave las iglesias madres.

Sobre la agresión en la familia

Por Sixto Porras

 

Es triste saber que, a pesar de todos los adelantos, la humanidad sigue agrediéndose; y la agresión que más duele es la que se produce en el hogar. Es una concepción equivocada de lo que significa la familia, y no poner límites es lo que hace que el abuso y la agresión crezcan.

La violencia no se puede dejar pasar, no importa cómo se presente. Nadie debería sufrir humillaciones, agresiones físicas, ser forzado a mantener relaciones sexuales, recibir críticas constantes, silencios que manipulan o palabras que culpabilizan y denigran.

La especialista en violencia intrafamiliar Leonor Walker fue quien propuso el llamado ciclo de la violencia, que inicia con una primera fase de tensión, donde la persona agresora tiene pequeños estallidos de furia y peleas que son justificadas por la persona agredida; una segunda fase, donde hay un estallido fuerte de violencia en la cual la víctima suele pedir ayuda; y una tercera fase, en la cual la persona agresora pide perdón a la víctima y se torna dulce y atenta, haciendo que esta última crea que estas actitudes agradables son el verdadero “yo” de la persona agresora, y que necesita de su ayuda para lograr cambiar.

 

¿Quién es la persona agresora?

Normalmente, un agresor es una persona con complejos de inferioridad que busca compensar su falta de valor imponiéndose a los más débiles y abusando de ellos. O bien, la agresión es resultado de un enojo no canalizado y la forma de mitigar el dolor que lleva internamente es descargar su ira sobre los demás.

La violencia lo único que manifiesta es que hay una persona afectada emocionalmente. Pero normalmente, el agresor no reconoce que necesita ayuda, sino después de haber dañado a muchos en su caminar por la vida.

 

¿Quién es la persona agredida?

El problema más serio que enfrenta una persona abusada es que se siente desorientada, asustada, temerosa y dominada, y cree que la otra persona actúa así porque ella lo provoca. En algunos casos, la persona agredida ya ha sufrido violencia en su familia de origen, depende económicamente de la persona agresora o sufre de baja autoestima; esto puede contribuir a que la víctima continúe dentro del ciclo de violencia.

Sin embargo, con la intervención adecuada, las personas víctimas de agresión pueden salir adelante, y fortalecer sus habilidades personales para afrontar este tipo de situaciones. El primer paso es reconocer las señales de agresión en la familia y aceptar que se necesita la ayuda:

 

Señales de agresión en las relaciones familiares

 

Desconfianza y celos: La persona agresora tiene dudas irracionales sobre la fidelidad se su pareja. Actúa con celos descontrolados porque “le ama demasiado”.

Control y sobreprotección desmedida: Debido a los celos irracionales, la persona agresora tiende a llamar excesivamente a su pareja, y le indica que debe contestar las llamadas inmediatamente con la excusa  de que, si no lo hace, “se preocupa”. Le dice cómo vestir y le obliga a cambiarse de ropa, y controla sus correos y mensajes de texto.

Relaciones sociales limitadas: La persona agresora supervisa quiénes son los amigos y las amigas de su pareja, y decide a quiénes de su familia puede o no frecuentar. La persona abusada corta vínculos con su familia y amigos para evitar que le digan algo negativo sobre la relación que vive con su cónyuge.

Culpabilidad y justificación: La persona agresora tiende a culpabilizar a la víctima de sus actos, palabras o comportamientos violentos. La persona agredida cree en estas palabras, y justifica a quien le agrede. Utiliza frases como: “Si yo fuera una mejor persona, mi cónyuge no se descontrolaría”.

 

Crítica constante: La persona agresora tiende a menospreciar y a humillar en público. Señala todos los defectos que ve en su cónyuge cada vez que tiene oportunidad de hacerlo, y habla mal a sus espaldas, magnificando cualquier error que haya competido.

Ambiente tenso: Existe una contante necesidad, por parte de la víctima y de los otros miembros de la familia, de actuar con cautela y prudencia para no estimular el enojo o la agresión. Posiblemente presente síntomas de ansiedad, nerviosismo o inseguridad.

Silencios e indiferencia: La persona agresora no acepta o es indiferente a las muestras de afecto que le expresa su pareja. Una forma de violencia es ignorar a la otra persona a través del silencio, este es un modo de expresar rechazo e indiferencia. Hay familias que utilizan el silencio como una forma de castigo y pueden pasar días sin dirigirse la palabra. Este silencio los va distanciando.

Maltrato físico: La persona agresora maltrata, empuja y golpea, aunque “no fuera su intención”. Amenaza con hacerle daño o suicidarse si la relación se termina.

 

La violencia dentro de la familia es un mal que daña a todos los involucrados y deja huellas negativas. El hogar es un refugio; no una fuente de maltrato. Nada justifica la agresión. Abramos los ojos ante las señales de advertencia y salgamos de este tipo de relaciones destructivas. Nacimos para amar y ser amados, no para lastimar.

Referencia: https://www.enfoquealafamilia.com/single-post/Sobre-la-agresi%C3%B3n-en-la-famila