Paz en el matrimonio

 Por: Humberto y Eve Jiménez

 La familia pastoral

“Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos” Romanos 12:18

Los mayores motivos de conflicto que pueden llevar a la falta de paz matrimonial son las finanzas, la falta de diálogo y afecto, las relaciones con los amigos y parientes, el tiempo de recreación y esparcimiento, temas espirituales y/o religiosos, la distribución de las tareas domésticas, la disciplina respecto a los hijos.

Tener paz en el matrimonio, y por lo tanto en el hogar, no significa ausencia de conflictos o diferencias. Todos arrastramos nuestras historias personales, todos tenemos una inclinación autocéntrica. Y si sumamos los temperamentos diferentes y las complicaciones de la vida diaria, esto resulta en ¡conflictos!

Para traer paz al hogar hay que reconocer dos clases básicas de conflictos:

-En primer lugar, aquellos conflictos que nosotros creamos por inmadurez, malos hábitos, etc., que debemos ver y buscar eliminar de nuestros matrimonios para no sumarlos a los de la vida conyugal.

– En segundo lugar, los conflictos que simplemente resultan de la vida cotidiana, como el trabajo, la crianza de los hijos, etc., que son los conflictos del presente. Dichosas las parejas que ya solucionaron los conflictos del primer grupo y están abocados en buscar la paz en la vida diaria y presente.

En el conflicto deberíamos saber cómo conducirnos y qué decisiones tomar. Para lograr la paz en un conflicto es necesario que haya una confrontación amorosa y respetuosa al hablar los temas y no evadirlos.

El poeta inglés Woodsworth escribió: “Quien tiene un buen amigo no necesita espejo”. Y en el matrimonio tenemos que encontrar precisamente en nuestro cónyuge nuestro mejor espejo, nuestro compañero, nuestro consejero confiable. Aquí entonces estamos hablando de un matrimonio que ha alcanzado un grado de madurez.

Hay que practicar el perdón a diario. Sin perdón y reconciliación, el matrimonio tambalea. Cuanto antes enfrentemos los conflictos, los conversemos y tomemos decisiones, más fácil será perdonar y realizar cambios.

Es importante:

  • Que cada cónyuge sea responsable de sus actitudes emocionales y de sus acciones.
  • Que cada cónyuge sea responsable de expresar con claridad lo que piensa y lo que le preocupa, siempre en un tono de amabilidad y respeto.
  • Tratar los conflictos en la privacidad del hogar, sin mezclar a terceras personas, a menos que un sabio consejo sea necesario.
  • Ser humildes para reconocer cuando se hayan equivocado.
  • Buscar “atacar el problema y no a la persona”, evitando la crítica innecesaria, palabras acusatorias y dramáticas.

Y esta sabiduría de resolver las diferencias dependerá enormemente de nuestra relación individual con Dios.

La meta de un hogar en paz no es vivir sin conflictos, sino aprender cómo enfrentarlos, y cómo vivirlos. y sobre todo, saber cuál es el trato de cada cónyuge dentro del conflicto.

Quizás tu matrimonio hoy esté en crisis, o quizás no, pero ten presente que tu responsabilidad es trabajar en lo que a tí te toca.. Dios podrá obrar en tu matrimonio con tus acciones y actitudes de fe (Lucas 6.42).

Comienza plantando semillas de inspiración y bendición hoy. No dejes que las semillas de amargura y rencor echen raíces que agrieten tu matrimonio.

Aporta tu madurez y recuerda que tu cónyuge no es perfecto, si no, ¡no se habría casado contigo! (1 Corintios 13.11). En cuanto dependa de ti, mantiene la paz.

Recuperado de https://www.oramos.com.ar/blog/la-familia-pastoral/paz-en-el-matrimonio

Levántese del fracaso (Parte 2)

Los fracasos no son acontecimientos terminales, que marcan el fin de algo, a menos que se lo permitamos. Todo en la vida se aprovecha, y en particular lo que se malogra o no sale como esperábamos, porque tiene el propósito de ayudarnos a crecer. Por eso, es importante que lo vivamos así y no nos desmoralicemos. Hace un tiempo, hablaba con una persona que con mucha sinceridad abrió su corazón. En ese momento, tenía una mochila a su lado, la señaló y me dijo: “Osvaldo, yo tengo una bolsa llena de sueños rotos”. Esto me impactó profundamente, porque encontró las palabras justas para describir ese momento de la vida cuando uno de repente se detiene y dice: ”¡Cuánto dolor, cuánto fracaso!”. 

Al respecto, el consagrado golfista Roberto De Vicenzo sostenía que “el golf no es apto para quienes tienen poca tolerancia al fracaso. La frustración puede ser constante e intensa. Por eso, muchos empresarios exitosos abandonan este deporte casi de inmediato”. Sepa que el fracaso no es el que lo moldea, sino la manera en la que reacciona frente a una derrota. Es decir, no es determinante en la vida de nadie, lo es la forma como se reacciona ante las circunstancias adversas. En el camino hacia el triunfo, siempre va a tener que detenerse inevitablemente en estaciones de fracaso. 

A mí me gusta mucho leer biografías, me he sorprendido al enterarme que infinidad de personas exitosas, que triunfaron en la vida, han estado marcadas por profundos momentos de fracasos. Usted preguntará: “¿Cuál fue la virtud que les permitió triunfar?”. Quizás se lo atribuya a su inteligencia, algún  talento innato o su capacidad. Temo decirle que no. La clave del triunfo estuvo en la actitud que tuvieron cuando todo se derrumbó a su alrededor, fueron personas que se atrevieron a levantarse en medio del fracaso. 

Muchas veces esta sociedad, que se caracteriza por su alto grado de competitividad, nos hace sentir perdedores. En estas situaciones o momentos poco importa la opinión de los demás, lo importante es que no la tomemos como una verdad absoluta, que no la creamos a pie juntillas. Lo fundamental es que consideremos la apreciación del resto como algo irrelevante. De ninguna manera debemos conformarnos con ese criterio establecido, no nos tenemos que entregar. Pues siempre es posible aprender del fracaso, para poder levantarnos y seguir adelante.

Todo cambio se genera a través de la alteración de las actitudes y de los hábitos de pensamiento. Entonces, lo correcto será comenzar a buscar las modalidades más viables para que las cosas se puedan concretar, en vez de buscar las razones para explicar por qué no se pueden hacer.

La gente no fracasa porque no puede superar los obstáculos, sino porque se da por vencida. El mensaje crucial para el día de hoy es que tenemos que ser perseverantes. La perseverancia es el hábito de seguir adelante hasta alcanzar los objetivos. Mientras más tenaz e infatigable sea usted, mayor garantía de éxito tendrá. 

Estimado ministro, perseverar en las promesas que Dios le hizo es clave para ver Su obra manifestarse en su plenitud. Cada «Sí» y cada «Amén» que damos en respuesta a Su llamado, y darán fruto en su debido tiempo. En estos tiempos de desafíos, Argentina clama por más iglesias, lugares donde la fe se fortalezca, las vidas sean transformadas, y la luz de Cristo brille con más fuerza. Sigamos avanzando con valentía, sabiendo que el Señor es fiel para cumplir lo que ha prometido. ¡Adelante, que la cosecha es grande y el tiempo es ahora!

Así que no se dé por vencido jamás. Porque mientras haya vida, habrá perspectiva de triunfo.

“La singularización”

Gordon D. Fee y Douglas Stuart en su libro “la lectura eficaz de la Biblia” dice: que debemos evitar la “singularidad”. La singularidad consiste en querer descubrir lo que nunca nadie descubrió, con fines o intereses personales. En el afán de tener una interpretación distinta y única  por la cual el auditorio quede absorto y diga: ¡cuánto sabe!

La palabra de Dios es profunda y merece un análisis esmerado, no se trata de cuartar la importancia de exegetizar los textos bíblicos pero cuando esa investigación no procede del buen espíritu, estamos ante un peligro latente. En una oportunidad predicó en mi iglesia un hermano cuyo mensaje fue referente a la oración. En un momento dado criticó la costumbre de decir: “como tu dijiste Señor” o cuando se menciona: “Señor como dice en tu palabra”, según este predicador  es innecesario mencionar textos bíblicos cuando oramos, porque Dios sabe lo que Él dijo, entonces, por qué nosotros tenemos que estar recordándole a Dios sus propias palabras. 

Se veía claramente en la actitud del predicador el deseo de mostrar a la congregación que toda la vida habíamos orado mal.  Pero ahora llegaba él con su mensaje innovador  y nos enseñaría a orar como corresponde. Inmediatamente vino a mi mente la oración que hicieron los  primeros cristianos en Hechos de los apóstoles 4:23-25 “Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas?…”. Hasta la misma Biblia muestra modelos donde se hace mención que al orar se citan las propias palabras de Dios. Por otra parte mientras escuchaba este sermón pensaba cómo se sentirían todas aquellas hermanas que estaban ese día en la congregación con el ministerio de la intercesión y años de oración y que según este predicador toda la vida habían orado mal.

Las personas que no tienen un conocimiento bíblico y nos escuchan desde nuestros púlpitos fácilmente se dejaran guiar por interpretaciones fantasiosas, el gran problema es que este tipo de predicación pone en boca de Dios cosas que Dios no dijo y estamos frente a un grave peligro. Por más rimbombante que suene la enseñanza que estamos dando si lo que decimos no estuvo en el corazón y la intencionalidad de Dios, de nada sirve.

Un ejemplo práctico de interpretaciones fantasiosas podría ser el siguiente: nos hemos preguntado por muchos años qué pasará con las mujeres embarazadas cuando el Señor venga. He escuchado diversas interpretaciones en base a Mateo 24:19 que dice: “Mas ¡ay de las que estén encintas!”…  un teólogo hablaba que cuando Cristo venga el espíritu del bebé se irá con el Señor, pero sus cuerpitos morirían en los vientres de sus madres, se generarían grandes  gangrenas y los médicos no darían abasto para sacar esos bebes en estado de putrefacción. Cualquier oyente ante una interpretación de esta naturaleza quedaría perplejo. 

Otra interpretación que escuché de este pasaje es que los bebes no morirían, sino que desaparecerían automáticamente de las panzas de sus madres. Ellas desoladas y tristes por no tener a sus bebés y los centros asistenciales colapsarían por la cantidad de ecografías.  Otra postura es que debido al impacto de su venida y el sonar de las trompetas, las mujeres embarazadas tendrían contracciones, los bebes nacerían de golpe y se irían al cielo, lo que no explica esta teoría es qué pasará con el cordón umbilical. 

Y hay quienes sencillamente piensan que las mujeres cristianas se irán al cielo con él bebe  y las no cristianas se quedaran sin que pase absolutamente nada. 

Tal vez después de esta exposición de las distintas posturas alguien se está preguntando ¿qué va a pasar entonces con las mujeres embarazadas cuando Cristo venga?, seguramente quien está escribiendo esta nota tiene la respuesta, lamento decir que mi respuesta este interrogante es: ¡no sé! , quizás pueda jerarquizar una u otra postura pero no puedo asegurar ninguna en base a una interpretación de algo que la Biblia no dice. 

Dios para mantenernos humildes no nos ha revelado todas las cosas, quien encuentra una respuesta para todo, miente. Es característico del sabio decir frente a muchos temas: “desconozco o no sé”. La humildad en el campo hermenéutico consiste en saber y conocer nuestras limitaciones, un claro ejemplo lo encontramos en el apóstol Pablo cuando escribe la epístola a los Romanos,  más precisamente en los capítulos 9,10 y 11, donde dedica estos tres capítulos para explicarles a los oyentes el misterio de la salvación, luego de toda su exposición el apóstol Pablo a pesar de haber dado una excelente explicación,  se permite el lugar a la duda de todo su conocimiento y termina diciendo en el capítulo  11: 33: “!Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! 34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor?” Hasta el mismo Pablo reconoce que aunque haya tratado de explicar este hecho no lo sabe todo.

Otro aspecto a tener en cuenta para no caer en la singularización es el consenso, doctrinarios, teólogos y estudiosos de la Palabra han marcado un camino y debemos considerarlos. Dios puede darnos luz respecto a un texto bíblico sin que necesariamente se contradiga con la opinión de tantos que han investigado con anterioridad. Toda interpretación tiene una importante carga de subjetividad, no obstante contamos con el auxilio del Espíritu Santo que unifica los criterios. Se dice que para poder interpretar una determinada obra literaria, leyes o una pieza de arte se debe identificar el espíritu del autor o creador, nosotros contamos con el espíritu de quien escribió las Sagradas Escrituras. 

La hermenéutica nos proporciona recursos para lograr la correcta interpretación de un texto, es un mundo interesante de abordar, no es un fin en sí mismo, pero es un excelente medio para descubrir la voz de Dios. Voz que trasciende las culturas y los tiempos “porque la hierba se seca, la flor se cae,  pero la palabra del Señor permanece para siempre. Isaías 40:8. 

Dr. Ernesto O. Nanni.

Director Nacional de IETE

 

La “Encerrona”

Por Gustavo Rossi

El sueño de todo ministro es ser parte del crecimiento del Reino de Dios y ver a los perdidos correr a los pies del Señor.

Intentamos implementar un sin fin de cosas para hacer crecer su obra y muchas veces nos sentimos cansados y frustrados al no ver los resultados. Viene entonces una sensación de fracaso a nuestras vidas y nos sentimos tentados a dejarlo todo.

Esta historia tan conocida nos puede dar algunas ideas para avanzar y encontrar herramientas útiles para el ministerio que Dios nos entregó.

Lucas 5:4-7 “Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían.”

¡La historia de la pesca milagrosa es apasionante! En estas vacaciones, en una tarde mientras estábamos descansando, pudimos ver un tipo de pesca muy parecida a la que realizaban en los días de Jesús, le llamaban la “encerrona” donde todos en la playa ayudaban para encerrar a la mayoría de los peces. Consiste en un barco que al entrar a aguas profundas, arrojan de punta a punta de la playa una gran red y luego todos tiran de ambos extremos encerrando a todos los peces que había por allí.

De esta historia se desprende tres herramientas para tener una pesca milagrosa:

  1. Enfocarse en los peces

Los peces, junto a la cruz, son los símbolos más utilizados por la cristiandad desde el comienzo de la iglesia del Señor. Están presentes por todas partes y muy particularmente en las lunetas de los autos como un distintivo de que somos Hijos de Dios.

Los peces simbolizan las almas de los hombres, como bien Jesús le expresó a Pedro: “te haré pescador de hombres”

Cuando comenzamos a servir al Señor nuestro enfoque está en los peces, en ganarlos para Cristo, pero con el tiempo el ministro corre el riesgo de ir perdiendo el enfoque. Comenzando a olvidarse de lo trascendente y enfocándose en lo que no lo es tanto.

Muchos terminan poniendo su enfoque en el templo, el sonido, las luces, las butacas muy cómodas y dejan de concentrarse en lo importante.

La iglesia que crece y avanza es la que nunca perdió su amor por los perdidos

Que todas las actividades que hagas en la congregación tengan como fin ganar las almas.

Que el ADN de tu congregación sea ganar a los perdidos

Tenemos que pedirle amor por los peces, amor por las almas. Nuestro corazón debe volver a palpitar por los perdidos y derramar lágrimas por ellos.

  1. Trabajar en equipo

Nada significativo podré hacer solo, pero cosas grandes lograremos si aprendemos a trabajar en equipo.

En otro tiempo el pastor era el hombre orquesta, toda la tarea la realizaba él. Llevándolo muchas veces al agotamiento o el stress por un lado, y a una cierta limitación por el otro, ya que no tenemos ni todos los dones, ni todo el conocimiento acerca de como hacer las cosas.

Nuestro desafío para trabajar en equipo es confiar en otras personas y permitir que otros aprendan la tarea y puedan crecer a nuestro lado.

El discípulado consiste en gran medida, en compartir lo aprendido a otras personas y no adueñarme del saber.

Todos nos hemos equivocado y hemos cometido errores, pero alguien confió en nosotros, nos enseñó y nos tuvo paciencia. ¡Cuántas torpezas hemos cometido en nuestro deseo de servir al Señor!

Formar equipos de trabajo es un gran desafío. Transmitir la Visión, detectar los talentos adecuados a cada área de servicio y que luego puedan a su vez ensamblarse para funcionar como un verdadero Equipo.

Todo lo que se hace en la iglesia en un efecto embudo, debe tener la finalidad de ganar a las almas y luego integrarlas a la familia de la Fe.

La pesca milagrosa, fue milagrosa porque todos tiraron en la misma dirección y trabajaron en equipo.

Alguien dijo que: “el verdadero milagro es ponerse de acuerdo”

Unos remaron, otros tendieron las redes, otros encerraron a los peces y aún cuando era tan grande la cantidad tuvieron que pedir ayuda a la otra barca y juntos encerraron una gran cantidad de peces.

Pidámosle a Dios un equipo y luego la sabiduría para formar ese equipo.

  • Utilizar una metodología de trabajo

Cuán importante es pensar en que metodología estamos utilizando para alcanzar a los perdidos, para integrarlos a la iglesia y para ayudarles a crecer.

Muchos piensan que solo teniendo un culto por semana es suficiente para lograr este objetivo, pero no lo es.

La metodología es la herramienta que vamos a utiliza solo para lograr este objetivo.

Oremos y busquemos la más adecuada para optimizar los esfuerzos.

Los grupos pequeños son una muy buena estrategia para poder organizarnos en pos de ver a los perdidos llegar a Jesus.

Llevando la iglesia a las casas, preocupándonos por cada nuevo convertido y haciendo discípulos para que ellos también en un corto plazo de tiempo, hagan por otros lo que hicieron por ellos.

Es el tiempo de oír la voz del Señor diciéndonos: “echad las redes” y que podamos alcanzar las almas para su Reino. ¡Adelante no te detengas!

 

Motivando a la iglesia hacia la misión

POR DANIEL PELOZO

 

Permítanme compartirles una parte de mi viaje misionero, una travesía marcada por la

gracia de Dios, la pasión por las misiones y el constante deseo de ver el reino de Dios ex-

pandirse en todo el mundo. Desde los primeros días en los que la semilla de las misiones

fue sembrada en mi corazón hasta el presente, cada paso ha sido guiado por la mano

del Señor y fortalecido por la comunidad de fe que me rodea.

 

Mi primer encuentro con las misiones fue en la iglesia donde mi padre pastoreaba. Re-

cuerdo vívidamente cómo, a una edad temprana, fui inspirado por el testimonio de mi-

sioneros que compartían su llamado y su pasión por llevar el evangelio a lugares remo-

tos.

 

Recuerdo muy bien al misionero Misael Nieto, que iba a abrir una iglesia en la provincia

de Catamarca, Argentina, y de cómo ese fue el inicio de mi pasión por movilizar misio-

nes. Más tarde el misionero Rocky Grams, llego a predicar a nuestra iglesia y en ese culto,

Dios me llamó al servicio misionero transcultural. Desde entonces, el fuego misionero

ardió en mi interior, y cada experiencia posterior solo sirvió para avivarlo aún más.

Cuando finalmente salimos al campo misionero transcultural, junto a mi amada esposa

Vivi y nuestros tres preciosos hijos, nos sumergimos en la aventura de obedecer el lla-

mado de Dios a las naciones. En Paraguay, decidimos impulsar la visión misionera en la

iglesia local, organizando conferencias y eventos que despertaran el corazón misionero

de la comunidad de fe. Fue emocionante ver cómo cada evento tenía un impacto pro-

fundo y cómo, en colaboración con otras iglesias, pudimos enviar una familia misionera

a la necesitada ciudad de Juan O’Leary. Tiempos maravillosos de ver avanzar la visión

misionera no solo en nuestra iglesia, sino también en otras de la zona.

 

Nuestra travesía nos llevó a Venezuela, donde tuvimos el privilegio de fundar el Depar-

tamento Nacional de Misiones. Fue una experiencia maravillosa, llena de desafíos pero

también de innumerables bendiciones. Allí, no solo nos dedicamos a dirigir las misiones

en el país, sino motivar para las misiones transculturales en todo el territorio venezolano,

también nos involucramos en la labor misionera local, siendo pastores de la iglesia :La

Gran Campaña de fe en Dios”, Fundamos lo que llamábamos “MAPA” misiones de amor

a los pueblos andinos, sirviendo a comunidades necesitadas en los Andes venezolanos.

Allí en Venezuela también nació nuestra cuarta hija, Katheryn, un regalo tan grande de

Dios, que hasta ahora continua dándonos satisfacciones por la obra de Dios en su vida.

 

Después de nuestro tiempo en Venezuela, fuimos invitados a movilizar misiones en Ar-

gentina durante seis años más, antes de regresar al campo misionero en Costa Rica.

 

Aquí, hemos tenido el privilegio de pastorear la Iglesia Central de las Asambleas de Dios

durante cinco años, convirtiéndonos en una iglesia que no solo da más para misiones

en el país, sino que también la iglesia que más misioneros activos tiene en el campo

transcultural.

 

Nuestra experiencia como misioneros y pastores de una iglesia en constante crecimien-

to ha sido un desafío apasionante. A menudo, observo que las iglesias pueden perder de

vista su llamado misionero en medio del crecimiento y la expansión. Es por eso que me

siento compelido a enfatizar la importancia de motivar a nuestra gente hacia la misión,

cumpliendo así el mandato de ir, orar y ofrendar.

 

Enseñanza, predicación, celebración, oración, participación activa, transparencia en el

uso de los recursos y modelado del compromiso misionero son algunas de las estrate-

gias clave que he encontrado efectivas para motivar a la iglesia hacia la misión. Al man-

tener un enfoque constante en el mandato misionero de ir, orar y ofrendar, podemos

movilizar efectivamente a nuestra comunidad de fe hacia una participación activa en la

obra misionera, cumpliendo así la gran comisión de hacer discípulos de todas las nacio-

nes.

 

Comprometidos a seguir adelante, estemos donde estemos, llevando el mensaje de es-

peranza y salvación a los perdidos y necesitados, nos comprometemos a motivar misio-

nes, enviar misioneros y plantar iglesias misioneras en todo el mundo. Nos regocijamos

profundamente al ver cómo Dios continúa utilizando a nuestros hijos en la misión trans-

cultural, y nuestra pasión por la obra misionera solo se aviva más con cada generación

que se une a esta gran tarea.

Queridos compañeros, que nuestras vidas y ministerios sean testimonios vivientes del

poder transformador del evangelio y del llamado irresistible de Dios a llevar su amor a

los rincones más remotos de la tierra. Que sigamos adelante con valentía y determina-

ción, sabiendo que nuestro trabajo en el Señor nunca es en vano.

 

Con gratitud y esperanza en Cristo, Daniel Pelozo, Misionero y Pastor

 

Discipulado: Navegando el camino para la próxima generación

Rob Hoskins

En un mundo que cambia rápidamente, la tarea de discipular a la próxima generación adquiere nuevas dimensiones y desafíos. La generación más joven de hoy está creciendo en una era de posverdad, donde los absolutos parecen escasos, y la inclinación de la generación mayor es a menudo lanzarse de cabeza para tratar de convencerlos de lo contrario. Este enfoque a menudo nace del miedo, miedo que surge tanto de los líderes más viejos como de los más jóvenes.

Durante una reunión reciente de líderes de la iglesia, se hizo evidente que tanto los líderes jóvenes como los mayores albergaban miedo. Los líderes más jóvenes temían que sus voces no fueran escuchadas y que no se les diera la oportunidad de abordar cuestiones culturales de una manera que resonara en su generación. Por otro lado, la generación mayor estaba ansiosa de que los líderes más jóvenes pudieran desviarse demasiado del camino de la ortodoxia bíblica, haciendo concesiones teológicas y doctrinales. Ambas generaciones operan con este espíritu de miedo más que con amor, poder y sensatez. 

Aunque entiendo ambos lados de esta división generacional, tal vez lo que nos hemos estado perdiendo es cómo Dios mismo adopta un enfoque diferente. El Libro del Génesis, por ejemplo, no comienza con la caída en Génesis 3; comienza en Génesis 1 con el acto majestuoso de la creación. La transformación de Isaías no comienza con el reconocimiento de sus labios impuros; comienza con la abrumadora presencia de la gloria de Dios. Por lo tanto, nuestro enfoque para discipular a la próxima generación debe emular cómo Dios siempre nos ha guiado: mostrando primero su naturaleza imponente y su gloria. 

En tiempos de gran perturbación y agitación social, las generaciones mayores tienden a preservar la verdad confrontando a las generaciones más jóvenes con una doctrina sólida, pero nunca les muestran el asombro, la gloria y la maravilla de Dios. La ruina de la cultura actual es la creencia de que cada persona puede autodeterminar quién es y que nadie puede decirle lo contrario. Ese individualismo expresivo sólo puede desmoronarse una vez que comprendan cuán pequeños son con respecto a la gloria de Dios. 

Es en el resplandor del amor y la majestad de Dios donde se arraiga la convicción. Esta generación debe reconocer primero la grandeza de Dios, lo que luego los lleva a reconocer su propia pequeñez y necesidad de Su gracia. En otras palabras, el discipulado eficaz hoy comienza con la comprensión del asombro y la gloria de Dios.

El segundo componente de un discipulado eficaz implica presentar la verdad de forma dinámica, abordando las preguntas exclusivas de esta generación en lugar de regurgitar respuestas a las preguntas planteadas por generaciones anteriores. Si bien es crucial abordar cuestiones como el pluralismo y el relativismo en un mundo posmoderno, debemos ser intencionales a la hora de responder a sus preguntas actuales de una manera relevante y dinámica. 

El tercer aspecto gira en torno a una perspectiva misional. La próxima generación está intensamente orientada a una causa y desea marcar una diferencia tangible en el mundo. Reflexionan sobre preguntas como: “¿Cómo transformamos la sociedad? ¿Cómo solucionamos problemas globales como la pobreza y la trata de personas? El discipulado bíblico debería guiarlos a darse cuenta de que nuestra misión en el mundo debe surgir de nuestra relación con Dios. No se trata de nuestros propios esfuerzos sino de nuestra proximidad a Él, que informa nuestra respuesta a los problemas del mundo.

Los jóvenes de hoy deberían vivir la siguiente secuencia en la Iglesia: “Comprendo la gloria y el asombro de Dios, estoy deshecho ante Su presencia, y me arrepiento ante Él, comprendiendo que todos mis derechos provienen de Él. Señor, envíame, no con mi propio poder, sino bajo el poder de tu Espíritu”. Dios es el único que puede confrontar, convertir y transformar a cualquier individuo, familia o comunidad.

Finalmente, el Cuerpo de Cristo debería defender el discipulado intrageneracional. Intrageneracional significa correr la carrera juntos, no pasar el testigo de una generación a la siguiente. No es así como debería funcionar el Cuerpo de Cristo; No deberíamos esperar hasta que la generación mayor termine la carrera para permitir que la generación más joven corra. En lugar de eso, corramos juntos, ofreciendo apoyo, sabiduría y orientación. Es una carrera escalonada de larga distancia en la que funcionamos como comunidad, asegurando continuidad, amor y servicio a través de generaciones.

En mi propio viaje, mi padre no simplemente me pasó el testigo y me dejó correr la carrera de liderar OneHope por mi cuenta. Continuó amándome, guiándome y sirviéndome. Él todavía aporta sabiduría a mi conocimiento. Espero hacer lo mismo con el próximo líder de OneHope, que encarna el liderazgo y el discipulado intrageneracional, donde los roles evolucionan pero el compromiso con la misión permanece firme.

El discipulado en el mundo de hoy puede verse diferente de lo que solía ser, pero como Iglesia tenemos que correr la carrera juntos, como una familia unida, asegurando que la próxima generación esté equipada para continuar el viaje.

 

5 Cosas que tus hijos necesitan escuchar de ti

Por: Marco Barrientos

  1. Te Amo Incondicionalmente

Nuestros hijos deben saber que no hay nada que pudieran hacer que nos causara amarlos más, y no hay nada que pudieran hacer que nos causara amarlos menos.
La manera más eficaz de ensenarle el amor de Dios a nuestros hijos es demostrándolo.

2. NO ERES PERFECTO

Vivimos en un mundo donde cada persona tiene su propia plataforma. Entre las redes sociales y la comunicación constante es fácil que nuestros hijos sean alagados o despreciados por multitudes. Debemos ser una dosis constante de realidad. La perfección humana no existe. El hecho de que tengan miles de seguidores en su cuenta de Twitter no significa que son mejor que los demás. De igual manera, el no ser popular no significa que valen menos.

3. ERES ÚNICO

Recuérdales que aunque no son perfectos, si son únicos. La presión y el deseo de ser aceptado es algo que todos sentimos. La habilidad de aceptarse a sí mismo, e ir contra la corriente cuando es necesario, es aprendida.

4. Tu Vida Tiene Propósito

Nuestros hijos necesitan ser reafirmados a cualquier edad. Cuando son pequeños comienzan a evaluar lo que quieren lograr en su vida, y cuando llegan a ser adultos los retos de la vida seguramente llegaran. Que entre la abundancia de menajes que recibe tu hijo, el tuyo sea el más fuerte.

5. ESPERO LO MEJOR DE TI

Espera lo mejor de tus hijos en cada etapa de la vida, y en toda circunstancia. Sin compararlos con los demás, y sin devaluar sus habilidades. Cuando triunfan, y cuando fracasan, que tu animo los impulse hacia adelante.