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Fuimos creados para triunfar

Por: Osvaldo Carnival

¿Cuántas veces nos preguntamos cuál es el secreto del éxito? Yo creo no equivocarme en resumirlo en la siguiente palabra: PERSEVERANCIA. La impaciencia nos lleva a abandonar la lucha antes de tiempo y, de esta forma, en reiteradas oportunidades, la inconstancia hace abortar nuestros mejores sueños; no logramos ver con claridad. La visión es nublada por la falta de persistencia.

Se cuenta que Sir Edmund Hillary intentó, varias veces, sin éxito, escalar el Monte Everest, hasta que finalmente lo logró. Pero hay un hecho interesante ocurrido en uno de esos tantos intentos fallidos: luego de no lograr su deseo, Hillary permaneció parado al pie de la gran montaña y, sacudiendo su puño hacia ella, dijo: «¡Te venceré! Porque tú no puedes ser más grande de lo que eres, pero yo todavía estoy creciendo». Continuó, siguió intentando, persistió, hasta que un día lo logró.

El mayor enemigo de lo mejor no es lo peor, sino lo bueno. Lo bueno nos lleva a conformarnos con algo que no es lo que realmente soñamos, pero que, dentro de todo, no es tan malo. Nos contentamos con lo que tenemos hoy a mano, como dice el refrán: «Más vale pájaro en mano, que cien, volando». Si bien esto generalmente se aplica a la importancia de no dejar escapar las oportunidades, también podemos aplicarlo a aquellos que se contentan con lo que tienen en mano y no se arriesgan por más.

Por lo general, cuando nos lanzamos a nuevos desafíos, lo hacemos con mucho entusiasmo y grandes expectativas, y nos trazamos objetivos lo suficientemente altos para motivarnos. Pero debemos tener en cuenta que lo importante no es sólo poseer un sueño y emprender el viaje, sino que la verdadera felicidad radica en lograr llegar a destino. Comenzar y acabar.

Esto es especialmente relevante cuando hablamos de plantar iglesias. No basta con tener el sueño de expandir el Reino de Dios, sino que debemos llevar ese sueño a la acción. Plantar una iglesia requiere visión, esfuerzo y compromiso, pero sobre todo, perseverancia. Es una obra que no sólo impacta nuestra vida, sino que transforma comunidades enteras. Cada iglesia plantada es un faro de luz, un lugar donde las almas encuentran esperanza y dirección.

Entre su sueño y el lugar donde se encuentra, siempre se presenta una tercera alternativa; funciona como una parada de descanso que se aprovecha para tomar nuevas fuerzas. Esto me recuerda al cansado caminante del desierto que, luego de largos días de intenso calor y fatigoso caminar, divisa a lo lejos un maravilloso oasis. Lo más razonable es hacer un alto y pasar un tiempo allí; sin embargo, sería una tontería tomar esta alternativa momentánea como una morada permanente. Este lugar no tiene nada que ver con el destino final. Quedarse allí sería rebajar el nivel de los sueños, y a esto se lo denomina conformismo.

Cuando se trata de plantar iglesias, esta verdad es aún más evidente. El cansancio, los obstáculos, o incluso la aparente falta de recursos pueden tentarnos a detenernos y conformarnos con menos. Pero debemos recordar que nuestro llamado es alto, y nuestra misión es urgente. No hay lugar para conformarse; ¡el Evangelio debe ser proclamado y nuevas iglesias deben surgir para que más personas sean alcanzadas!

Su destino se relaciona con cosas grandes; no, con menudencias, con pequeñeces. El sentirnos satisfechos con menos de lo deseado contribuye a empequeñecernos.

Deténgase por un momento y haga el siguiente ejercicio: piense dónde anhelaba llegar con su vida y compárelo con el sitio donde se encuentra en este mismo momento. ¿Cuál es el resultado? Si no se encuentra en el lugar correcto, es el momento de tomar una decisión. Nada cambiará si no inicia una acción para que así suceda. «Para alcanzar los lugares que nunca antes ha alcanzado deberá hacer lo que jamás antes había hecho».

No acepte de manera resignada su presente, no se sienta satisfecho con lo hasta aquí ha logrado, no se acostumbre a vivir por debajo de su nivel, con el mínimo de sus infinitos recursos. No permita que sus sueños se hagan trizas, mantenga viva la llama del entusiasmo.

Comenzó bien, continúe bien. Apunte alto. No se justifique pensando que «al menos lo intentó»; los premios no son para los que participan de la carrera, sino para los que la acaban. ¡Levántese, todavía puede lograrlo! ¡No se quede a mitad de camino!

 

Agentes de Paz y la Misión de Plantar Iglesias

Por: Osvaldo Carnival

Queridos pastores y líderes:

El llamado de Dios en nuestras vidas nos invita a ser portadores de su paz, agentes de transformación en un mundo que necesita reconciliación y restauración. Lucas 10:6 nos enseña que la paz es una bendición espiritual que se imparte:
«Si hay allí alguien digno de paz, gozará de ella; y si no, la bendición no se cumplirá.»

Como pastores, tenemos el privilegio y la responsabilidad de vivir y compartir esta paz, pero también debemos multiplicarla en nuestras comunidades. Una forma poderosa de hacerlo es a través de la misión de plantar iglesias.

La paz como estilo de vida pastoral

En nuestro ministerio, la paz debe ser evidente en cada relación, desde nuestras familias hasta las comunidades que lideramos. Sin embargo, esta misión no puede limitarse a nuestras iglesias locales. Plantar iglesias nos permite extender la paz más allá de nuestras fronteras inmediatas, llevando el mensaje de reconciliación a nuevos territorios.

En Romanos 12:18:
«Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos.»

Plantar iglesias es un acto de obediencia a este llamado. Es establecer comunidades donde las personas encuentren refugio, unidad y sanidad en Cristo, convirtiéndonos en verdaderos hacedores de paz en un mundo dividido.

Christian Hadfield, desde la Estación Espacial Internacional, compartió una reflexión impactante:
«No se distinguen las fronteras desde aquí arriba.»

Así también, nuestras iglesias deben reflejar esta visión celestial, derribando barreras humanas y proclamando la reconciliación en Cristo. 

El apóstol Pablo lamentaba los conflictos entre hermanos en 1 Corintios 6:5-6, porque estas divisiones no solo afectan nuestra comunión, sino que debilitan nuestro testimonio ante el mundo. Al plantar iglesias, estamos construyendo espacios donde las relaciones pueden fortalecerse y donde las personas experimenten la unidad que sólo Cristo puede dar.

Queridos pastores, seamos agentes de paz no solo en nuestras vidas y ministerios, sino también a través del compromiso de plantar iglesias. Cada nueva iglesia es un faro de esperanza, unidad y restauración para nuestras comunidades.

Que el Dios de paz obre a través de nosotros, llevando su mensaje de reconciliación a cada rincón de nuestra nación. Argentina necesita iglesias vivas y transformadoras que reflejen la gloria de Dios.

Una economía estable

 

 Por: Por Daniel González

“Los siete años de abundancia en Egipto llegaron a su fin, y tal como José lo había anunciado, comenzaron los siete años de hambre, la cual se extendió por todos los países. Pero a lo largo y a lo ancho del territorio de Egipto había alimento. Cuando también en Egipto comenzó a sentirse el hambre, el pueblo clamó al faraón pidiéndole comida. Entonces el faraón le dijo a todo el pueblo de Egipto: Vayan a ver a José y hagan lo que él les diga”. Génesis 41:53-55

 Frente a la situación que se vive a nivel mundial y también como nación, necesitamos buscar consejos sabios en La Palabra de Dios para saber cómo conducirnos.

No debemos tener temor sino actuar como la Biblia nos enseña. En el Salmo 112:5b-6a leemos: «Gobierna sus asuntos con juicio, por lo cual de esta forma no resbalará jamás». Esto significa que aquel que maneja sus asuntos con sabiduría, al actuar de esta forma nunca caerá. No importa qué tan inestable sea la situación, no resbalará jamás. Aquí la palabra «juicio» tiene dos acepciones. La primera tiene que ver con ser juicioso, inteligente. Quien gobierne sus asuntos de manera inteligente jamás resbalará.

Podemos llevar esto a nuestra economía personal y familiar de una manera muy sencilla siguiendo algunas pautas: hacer un presupuesto mensual de gastos, es decir calcular antes de comenzar a edificar la torre, como nos enseñó Jesús; utilizar la tarjeta de crédito como un instrumento de pago y no como un medio de vida lo cual nos permitirá desarrollar contentamiento como enseña el apóstol Pablo; y hacer del ahorro un ejercicio, una gimnasia para poder aprovechar los buenos momentos al igual que la hormiga y así poder tener recursos en todo tiempo, sean épocas de bonanza o de crisis.

José es un buen ejemplo bíblico de esto. Cuando llegaron los siete años buenos, José supo administrar esa abundancia de granos, por eso tuvo alimento también en los 7 años malos y no solamente en los años de abundancia.

Deseamos que de una vez y para siempre el Pueblo de Dios entienda estos principios y los pueda poner por obra. Porque fue durante la peor crisis de Egipto cuando más prosperó José. Y no porque tuvo suerte, sino porque había guardado alimento. La provisión guardada no era una casualidad del destino, sino porque José gobernaba sus asuntos de manera juiciosa.

La segunda acepción de «juicio» tiene que ver con la justicia, el que se encarga de sus asuntos de manera justa, al actuar de esta forma, tampoco resbalará jamás.

Primero, justicia para con Dios lo cual significa honrarlo con nuestros diezmos y ofrendas, es decir, con la parte que le pertenece y le corresponde al Señor. Porque toda injusticia acarrea desgracia para nuestra economía y nuestra vida; La Palabra de Dios enseña que quienes retienen más de lo que es justo vienen a pobreza, por eso necesitamos en primer lugar ser justos para con Dios, el proveedor de todas las cosas que tenemos.

Segundo, justicia para con el prójimo lo que significa ser justos con los demás, por ejemplo los patrones con sus empleados. Aquí se refiere a pagar a cada persona lo que corresponde, y el trabajador brindar el servicio acorde al pago que recibe. Para crecer económicamente necesitamos también crecer en justicia, expresando de forma concreta el amor los unos por los otros.

Si como individuos actuamos de esta manera, por más dura que sea la situación, la promesa de La Palabra nos dice que no resbalaremos jamás porque hemos manejado nuestros asuntos con juicio, con justicia para con Dios y para con los hombres.

Si te preocupa el futuro, no tengas temor, ten esperanza en Dios. No una esperanza ficticia sino basada en La Palabra de Dios y en el hecho de que si hacemos nuestra parte, si obedecemos sus mandamientos, Dios es fiel y siempre cumple la suya haciendo que su Palabra no vuelva vacía.

Que en este tiempo también podamos ser sal y luz a los demás, y que el mundo pueda ver que el Pueblo de Dios gobierna sus asuntos con juicio, y que a causa de esto no resbala jamás

 

Recuperado de: Argentina Oramos por Vos https://www.oramos.com.ar/blog/la-personal-del-pastor/una-economia-estable

Discipulado: Navegando el camino para la próxima generación

Por: Rob Hoskins

En un mundo que cambia rápidamente, la tarea de discipular a la próxima generación adquiere nuevas dimensiones y desafíos. La generación más joven de hoy está creciendo en una era de posverdad, donde los absolutos parecen escasear y la tendencia de la generación anterior es a lanzarse de cabeza a tratar de convencerlos de lo contrario. Este enfoque a menudo nace del miedo, miedo que surge tanto de los líderes mayores como de los más jóvenes.

Durante una reciente reunión de líderes de la iglesia, se hizo evidente que tanto los líderes mayores como los más jóvenes albergaban temor. Los líderes más jóvenes temían que sus voces no fueran escuchadas y que no se les diera la oportunidad de abordar cuestiones culturales de una manera que resonara con su generación. Por otro lado, la generación mayor estaba ansiosa de que los líderes más jóvenes se desviaran demasiado del camino de la ortodoxia bíblica, haciendo concesiones teológicas y doctrinales. Ambas generaciones están operando con este espíritu de temor en lugar de hacerlo con amor, poder y sanidad mental. 

Aunque entiendo ambos lados de esta división generacional, tal vez lo que hemos estado pasando por alto es cómo Dios mismo adopta un enfoque diferente. El libro de Génesis, por ejemplo, no comienza con la caída en Génesis 3; comienza en Génesis 1 con el acto majestuoso de la creación. La transformación de Isaías no comienza con su reconocimiento de sus labios impuros; comienza con la presencia abrumadora de la gloria de Dios. Por lo tanto, nuestro enfoque para discipular a la próxima generación debe emular cómo Dios siempre nos ha guiado: mostrando primero su naturaleza y gloria imponentes. 

En tiempos de grandes trastornos y convulsiones sociales, las generaciones mayores tienden a preservar la verdad confrontando a las generaciones más jóvenes con una doctrina firme, pero nunca les muestran el asombro, la gloria y la maravilla de Dios. La ruina de la cultura actual es la creencia de que cada persona puede determinar por sí misma quién es y que nadie puede decirle lo contrario. Ese individualismo expresivo solo puede desmoronarse una vez que comprendan lo pequeños que son con respecto a la gloria de Dios. 

Es en el resplandor del amor y la majestad de Dios donde se arraiga la convicción. Esta generación debe reconocer primero la grandeza de Dios, lo que luego los lleva a reconocer su propia pequeñez y necesidad de Su gracia. En otras palabras, el discipulado eficaz hoy comienza con la comprensión del asombro y la gloria de Dios.

El segundo componente de un discipulado eficaz implica presentar la verdad de manera dinámica, abordando las preguntas propias de esta generación en lugar de regurgitar respuestas a preguntas planteadas por generaciones anteriores. Si bien es fundamental abordar cuestiones como el pluralismo y el relativismo en un mundo posmoderno, tenemos que ser intencionales al responder a sus preguntas actuales de una manera relevante y dinámica. 

El tercer aspecto gira en torno a una perspectiva misional. La próxima generación está intensamente orientada a las causas y desea marcar una diferencia tangible en el mundo. Se plantean preguntas como: “¿Cómo transformamos la sociedad? ¿Cómo resolvemos problemas globales como la pobreza y la trata de personas?”. El discipulado bíblico debería guiarlos a comprender que nuestra misión en el mundo debe surgir de nuestra relación con Dios. No se trata de nuestros propios esfuerzos, sino de nuestra proximidad a Él, lo que informa nuestra respuesta a los problemas del mundo.

La juventud de hoy debe experimentar en la Iglesia la siguiente secuencia: “Comprendo la gloria y el temor de Dios, me deshago ante su presencia y me arrepiento ante él, reconociendo que todos mis derechos vienen de Él. Señor, envíame, no con mis propias fuerzas, sino con el poder de tu Espíritu”. Dios es el único que puede confrontar, convertir y transformar a cualquier individuo, familia o comunidad.

Por último, el Cuerpo de Cristo debe promover el discipulado intrageneracional. Esto significa correr la carrera juntos, no pasar el testigo de una generación a la siguiente. Así no es como debería funcionar el Cuerpo de Cristo; no deberíamos esperar a que la generación mayor termine la carrera para permitir que corra la generación más joven. En lugar de eso, corramos juntos, ofreciendo apoyo, sabiduría y guía. Es una carrera escalonada y de larga distancia en la que funcionamos como una comunidad, asegurando la continuidad, el amor y el servicio a través de las generaciones.

En mi propio camino, mi padre no me pasó la posta y me dejó sola para que corriera la carrera de liderar OneHope. Continuó amándome, guiándome y sirviéndome. Todavía aporta sabiduría a mi conocimiento. Espero hacer lo mismo con el próximo líder de OneHope, encarnando el liderazgo y el discipulado intrageneracional, donde los roles evolucionan pero el compromiso con la misión permanece firme.

El discipulado en el mundo de hoy puede parecer diferente de lo que solía ser, pero como Iglesia tenemos que correr la carrera juntos, como una familia unida, asegurando que la próxima generación esté equipada para continuar el viaje.

Recuperado de: https://robhoskins.onehope.net/discipleship-for-the-next-generation/

Centralidad del compromiso por las misiones

POR:RAFAEL PEDACE

 

En mi adolescencia, un libro encendió mi corazón: “Pasión por las Almas”, de Oswald J. Smith. El evangelista señalaba:

 

“Cuando consideramos el evangelismo mundial y la gran comisión, debemos

pensar en términos de millones y cientos de millones, de otra manera no hay posibilidad de obedecer el último mandamiento de Cristo”

 

  1. Misiones, es obediencia a un mandamiento

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. Mar-

cos 16:15

 

Esto no es una parábola, una alegoría, una hipérbole, una opción. Es una orden, un mandamiento. Así como los pasos que hemos dado al creer, bautizarnos, servir al Señor, ser fieles, congregarnos. Son mandamientos, no opciones.

 

  1. Compasión por los perdidos.

Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. Hechos 16:9
Hay un clamor en el mundo, en China, en la India, en los países del tercer mundo, en los países desarrollados, hay ovejas y hay camellos, que están esperando oír por primera vez el mensaje esperanzador del Evangelio de Jesucristo.

 

  1. Camellos y ovejas

Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico (joven rico).

 

Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Y los que oyeron esto dijeron: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Él les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. Lucas 18:23-27

 

El mensaje de redención tiene un vasto poder. No solo es efectivo para rescatar ovejas

extraviadas, sino también para ganar camellos para el Reino de los Cielos. Personas influyentes, adineradas, de encumbrada posición, también están necesitando el mensaje de poder que les ofrece el Señor. Todas las almas tienen el mismo valor a los ojos del Señor, pero la influencia que logran las conversiones de camellos tiene un alcance diferente. Rogamos a Dios que nos de estrategias para ganar millones de ovejas pero también camellos que producirán gran impacto en la sociedad. Ganemos Saulos, que están esperando un mensaje que de propósito a sus vidas.

  1. Las misiones apresuran la venida del Señor

Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin. Mateo 24:14

 

La descomposición social, el aumento de la maldad y el apremio del diablo al presentir

que su tiempo es breve, nos deben movilizar a poner toda nuestra energía para que la venida del Señor sea lo más pronta posible. Esta sólo se cumplirá cuando completemos su mandato de llevar el mensaje del evangelio hasta lo último de la tierra. La tarea es grande, pero más grande aún es quien nos ayuda y empodera.

 

  1. Apoyar las misiones es la mejor inversión

Como individuos racionales invertimos en lo que creemos y confiamos que nos dará

una renta o un buen retorno o dividendo.

No conozco mejor inversión que la que se hace en los valores eternos. Pedro le preguntó al Señor:

 

Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado nuestras posesiones y te hemos seguido. Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna. Lucas 18:28-30

 

Hermanos que van, hermanos que oran y amigos que ofrendan, están llevando adelan-

te la mejor y más rentable inversión en este espacio temporal que se nos ha concedido.

 

Hay retribución sobreabundante, no sólo en la eternidad, sino también en el paso presente por esta tierra.

 

Recuperado de: Boletín del Departamento Nacional de Misiones.

Rogad al Señor de la Mies

por Carlos Sokoluk 

Cuando Jesús concluye la obra redentora en la tierra, se la confía a sus discípulos. Justo antes de ascender al cielo se asegura de recordarles cuál es la tarea de la que se tienen que ocupar: Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado. Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.» Amén. En el mandato de Jesús encontramos que a la tarea evangelizadora se le agrega la de conformar un cuerpo espiritual a partir del bautismo y en tercer término se encomienda un proceso de enseñanza de los mandatos de Jesús. Esos son los tres principios esenciales de una iglesia. Luego podemos concluir que Jesús ordena que planten iglesias en todas las naciones y que Él personalmente estaría involucrado a través de todos los tiempos. Efectivamente desde la ascensión de Jesús, en mayor o menor medida siempre se plantaron nuevas iglesias o congregaciones cristianas. Pero en nuestros días lo que está ocurriendo es algo sobrenatural, ya que hay un inusual auge en la plantación de iglesias en muchos países de diferentes continentes. Quiere decir que si nos involucramos personalmente en esta tarea establecida por el Señor mismo, vamos a ser los protagonistas de un importante capítulo de la historia de la iglesia. En la historia sagrada vemos que cada vez que Dios manifestó su gracia y poder a favor del pueblo lo hizo a través de una persona a la que Él “llamó”: Abraham, Moisés, Gedeón, Eliseo, Pedro, Pablo y así muchos otros en la historia reciente también. Vamos a necesitar que el Señor convoque a los “llamados” para plantar cientos de nuevas iglesias aquí y ahora, en nuestro país. En Lucas 10.2 Jesús mismo considera que: “La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos” y luego propone la solución: “por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies”. Es el momento oportuno para que pastores y congregaciones vayamos a la presencia del Padre y le digamos que su Hijo nos mandó a rogarle que con urgencia envíe a los iniciadores de iglesias que necesitamos para que se cumpla su mandato. Teniendo en cuenta la parábola de la viuda y el juez injusto, si disponemos de programas de oración, que pueden ser diarias o semanales, individuales, o en grupos especiales o con toda la congregación, con toda seguridad surgirán los llamados ¿pues acaso Dios se tardará en responderles a sus escogidos, que claman a él día y noche?

 

Debemos prepararnos para el crecimiento

Pr. Daniel González

“Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar”. Marcos 2.22

Para crecer y entrar en etapas nuevas debemos estar preparados, ya que muchas crisis se producen, no por lo nuevo, sino por la falta de preparación para recibirlo.

El vino nuevo:

En lo emocional, estar preparados para comenzar una relación sentimental.

En lo familiar, estar preparados para recibir a los hijos.

En lo económico, estar preparados para administrar mayores recursos.

En lo profesional, estar preparados para responsabilidades mayores.

Este vino requerirá de un odre nuevo para que pueda ser aprovechado y, además, para que no rompa el odre viejo.

El odre nuevo:

Sanidad emocional y amplitud para compartir.

Matrimonio bien consolidado.

Dominio propio y establecimiento de prioridades.

Disciplina en la organización y excelencia en la ejecución.

Este odre debe ser preparado antes de que llegue el vino nuevo, para alejar toda crisis de tu vida y no entrar en conflicto a causa de las bendiciones.

Necesitamos entender que el odre de hoy sirvió para el vino actual, y que el vino nuevo requerirá de un odre nuevo.

Yo bendigo tu vida con preparación para recibir lo nuevo de Dios, y que esto sea para bendición y no haya crisis por falta de preparación.

Recuperado de:https://renacer.ar/blog/prepararnos-crecimiento/