Cómo cambiar el mundo

Osvaldo Carnival

Cada vez vemos cómo el mundo va cambiando, y a veces parece que fuera imposible cambiarlo. Sin embargo, algo me llamó la atención cuando leí las siguientes palabras, escritas en la tumba de un obispo anglicano:

«Cuando era joven y libre, soñaba con cambiar el mundo. Al volverme más viejo y sabio, descubrí que el mundo no cambiaría, entonces, acorté un poco mis objetivos y decidí cambiar sólo mi país. Pero también esto parecía imposible. Al ingresar en mis años de ocaso, me propuse cambiar sólo a mi familia. Aunque, por desgracia, no me quedaba ninguno. Y ahora que estoy en mi lecho de muerte, de pronto me doy cuenta que, si me hubiera cambiado primero a mí mismo, con el ejemplo habría cambiado a mi familia; a partir de su inspiración y estímulo, podría haber hecho un bien a mi país y, quién sabe, tal vez incluso habría cambiado el mundo.»

Qué importante es la transformación que Cristo hace en nuestras vidas. Puedo recordar cuando me convertí al evangelio, cómo mi vida fue cambiada. ¿Usted recuerda cómo Dios lo cambió a usted? Dios quiere usarnos para ser agentes de cambio, para que ese mismo amor que sentimos de parte de Dios pueda ser compartido.

En Mateo 22:37-39 dice:
«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el primero y gran mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.»

Como ministros, entendemos y amamos estar en contacto con las personas, pero a veces nos preguntamos: ¿cómo se puede cambiar el mundo? ¿Habrá posibilidad de cambio?

Todos los cambios genuinos deben comenzar desde el corazón del ser humano. Sólo desde allí se podrá empezar a cambiar el mundo entero. Hoy tenemos la oportunidad para comenzar el cambio.

Por eso es tan importante plantar iglesias, porque no solo las plantamos para extender el Reino de los Cielos y cumplir con la Gran Comisión, sino que hay un fuego en nuestro corazón que arde por aquellas personas que aún no conocen a Jesús y necesitan recibir un amor verdadero.

Es momento de cambiar el mundo. Podemos lograrlo juntos, con amor, plantando más iglesias.

Recuperada: https://docs.google.com/document/d/1DYzuKEzXNLY_35jPkd3Q7-vhk5sFeqPI/edit

LA BIBLIA… ALLÁ Y ENTONCES, AQUÍ Y AHORA

De Javo Romero

El estudio de la Biblia es una de las experiencias más enriquecedoras y transformadoras de la vida. Nos lleva a conocer a Dios, a reencontrarnos con el sentido de nuestra existencia, y restaurar relación con nuestro próximo.

En la actualidad gozamos de múltiples programas de educación bíblica para todas las edades y con frutos evidentes. Pero, inicialmente y por mucho tiempo el acceso a las Sagradas Escrituras fue privilegio de unos pocos.

La historia de la iglesia da cuenta de relatos oscuros, en los que aquellos que la administraban profesaban un elitismo clerical, es decir, por un lado, sostenían un sistema en el que prevalecía un grupo de sanctus elegidos por sobre el pueblo y, por otro lado, intervenían en la sociedad en nombre de la religión pero con fines prioritariamente políticos y económicos. Entendían que “las cosas de Dios” no debían estar al alcance de todos y mediante su interpretación particular abusaron del poder conferido perjudicando a muchas generaciones.

Luego, gracias a las transformaciones sociopolíticas, al progreso con la invención de la imprenta y a la reforma protestante comenzó una etapa que poco a poco derivaría en una iglesia adyacente al modelo de Jesús: Dios en medio del pueblo, cercano al ser humano,  sin importar su status. La educación también avanzó y se hizo popular, facilitando que la Biblia sea leída en los hogares.

Adyacente no es sinónimo de igual, aún estamos en camino. También a los reformadores como Lutero, Zwinglio, Mélanchton y Calvino les costó en principio convivir con la idea de que la Biblia podía ser leída por todos.  Pero la puerta que abrieron posibilitó una fe sin (tanta) burocracia y hoy, siglos más tarde, podemos afirmar que la Biblia está al alcance de todos y de todas.

Ahora bien, lo “popular” en cuanto a la Biblia merece una reflexión.  Que se editen, impriman y vendan muchas Biblias, que se ofrezcan en múltiples idiomas y formatos,  que esté al alcance en términos “materiales”… ¿implica que la Palabra de Dios lo está?  Responder este interrogante requiere no solo de un análisis desde el balcón sino de un compromiso como iglesia, como pastores, como mayordomos de una verdad revelada que se vehiculiza a través de nuestra gestión ministerial.

Al observar (nos) en el amplio abanico de comunidades de fe que conformamos las iglesias cristianas protestantes, una cuestión nos convoca: el grave perjuicio que los fieles han sufrido y padecen aun hoy como consecuencia de una lectura despojada de recursos para el análisis hermenéutico  de la Biblia. Lectura que se refleja en la praxis ministerial, en la vida cotidiana y oficia de obstáculo en el cumplimiento de nuestra misión.

Aquella libertad que nos bendijo hace siglos está siendo resquebrajada desde adentro de nuestros movimientos. Fuimos libres de una verdad parcial contaminada por tradiciones humanas, coartada por un poder unilateral e incuestionable, que daba las espaldas al pueblo y ofrecía-escondía  al credo en un lenguaje ajeno.  Hoy en día esa independencia se ve afectada por quienes apoyados en “su” popularidad propagan enseñanzas que vuelven a  ubicar a los elegidos por sobre los feligreses, condicionando la vida en abundancia ganada en la Cruz. Lamentablemente, algunos creyentes –entrenados por el mercado- consumen estos artefactos ideológicos sin discernimiento y en la búsqueda de ese mismo “éxito” incorporan a sus vidas creencias ajenas al Reino de Dios.

Un colega me dijo hace unas semanas  “antes el pueblo estaba preso de un Papa infalible, hoy está preso de pequeños papas indoctos”. Cuando lo escuché hice silencio, me dolió y hasta me enojó un poco su expresión. Luego, meditándolo a solas, comprendí tristemente que algo de verdad contenía esa sentencia.

En un contexto posmoderno se habla de verdades parciales y coincido en que es irrefutable la riqueza que nos ofrece la manifestación de la multiforme gracia de Dios. Me considero un promotor de la diversidad del Cuerpo de Cristo. Pero a su vez sostengo que no es posible hablar de iglesia si se pierde de vista al único que se proclamó Verdad, Camino y Vida. Él es el único modelo terminado, su persona es nuestra luz en este mundo cambiante, es decir, Jesús es el límite de nuestra interpretación.

Desconocer la idiosincrasia de los libros bíblicos nos puede llevar a un abordaje incompleto de lo que el pasaje relata. Asimismo, cada lector se encuentra atravesado por varios factores que influyen en su manera de significar el texto; la cultura en la cual creció, su formación en la fe, las creencias y valores fruto de sus experiencias, sus referentes, etc.  Muchas veces padecemos de una jergafasia teológica, promoviendo principios  de la cultura judía o de nuestra cultura particular en lugar de predicar y enseñar los principios bíblicos con los que el texto nos confronta.

Las verdades bíblicas son contemporáneas a todas las generaciones y son universales, es decir, de aplicación en todas las épocas y a todas las culturas.

Al estudiar la Biblia podremos, por ejemplo, descubrir el principio de la salud e higiene en la normativa de apartar a la mujer menstruosa; preguntarnos si acaso el hecho de que las mujeres del templo pagano de Afrodita, en Corinto, se rapaban requería que en esa época las cristianas se diferencien con cabelleras largas; afirmar que el Espíritu Santo ya no desciende únicamente sobre los profetas como en el Antiguo Pacto, sino que habita cada creyente y este servicio se manifiesta en el ejercicio corporativo de los dones etc. Así, se amplía nuestra imagen de Dios, desligándolo de la literalidad con la que lo amarramos a postulados y tradiciones falaces.

La humildad ante la Biblia, ante un maestro, ante nuestras limitaciones, nos protege de la humana tendencia a adueñarnos de la verdad y nos mantiene a los pies del Maestro más allá de nuestros títulos, logros o trayectorias.

Miremos la historia para aprender de ella. Estimulemos a las nuevas generaciones a enamorarse de la Biblia, a dedicar tiempo de sus vidas para estudiarla en profundidad, a cuestionar los discursos y aferrarse a Su inmarcesible Palabra.

Aquí y ahora, la Biblia está al alcance. No desperdiciemos esta extraordinaria oportunidad.

Que la palabra de nuestro Señor corra y sea glorificada. II Tesalonicenses 3.1

 

Desafíos que enfrenta un predicador y cómo superarlos – Claves 

Sandra Rea y Paez – Decana IBP 

Hechos 2:14 

El derramamiento del Espíritu Santo en pentecostés marcó un hito en la historia  de la iglesia, es la piedra fundamental sobre la cual ésta sería fundada. El estruendo y el  sonido de las voces proclamando las maravillas de Dios en distintas lenguas creó un  ambiente de asombro y atención, los que presenciaron este evento se sentían  desconcertados y necesitaban una explicación de lo que estaba sucediendo. 

Los predicadores de hoy enfrentan un desafío similar, la gente quiere explicación  del porqué creer, la fe se enfrenta al avance de la tecnología y la ciencia creando mayor  dependencia en las explicaciones racionales y materialistas del mundo. Además, el pensamiento crítico y el escepticismo se hacen más evidentes debido a una educación más globalizada. La diversidad cultural ha expuesto a las personas a una variedad de  creencias y filosofías, fomentando una visión más pluralista y menos centrada en una  sola fe. 

En Hechos 2:14, a través del ejemplo de Pedro encontramos cuatro claves para  superar los desafíos que el predicador enfrenta en la actualidad. 

“Pedro, poniéndose en pie con los once”, la primera clave es la unidad. Al  presentarse juntos, Pedro y los once mostraron que el mensaje que estaban a punto de  compartir no pertenecía a una sola persona, sino que representaba el consenso y la  autoridad colectiva de los discípulos, quienes serían luego los líderes de la iglesia. Se ve  simbolizada en este acto, la unidad y la consistencia del grupo de apóstoles.  

Al igual que Pedro, los predicadores modernos deben buscar el apoyo y la unión con su fraternidad. Presentarse con el respaldo de otros líderes no solo fortalece el  mensaje, sino que también muestra una imagen de un vínculo legítimo que puede inspirar  confianza y respeto en la audiencia. 

Además, esta escena resalta la importancia del liderazgo en equipo. Mientras  Pedro asumía un rol visible, lo hacía con el respaldo y la unidad de los otros apóstoles, lo  cual es un recordatorio de que la predicación efectiva a menudo se basa en el esfuerzo  conjunto y la colaboración. Para los predicadores contemporáneos, esto significa que  trabajar en equipo y buscar la guía colectiva puede enriquecer sus mensajes y fortalecer  su ministerio 

“Alzó la voz y les habló diciendo”, la segunda clave es mostrar confianza. Un  volumen de voz firme y claro logra proyectar seguridad y liderazgo, lo cual puede hacer  que la audiencia tenga más confianza en lo que dices. 

Alzar la voz al dar un discurso sirve para enfatizar puntos clave y transmitir  emociones fuertes como la pasión o el entusiasmo. Esto ayuda a captar la atención de la congregación y a destacar las partes más importantes del mensaje, asegurando que no  pasen desapercibidas y que la prédica sea más convincente y envolvente. Cambiar el  volumen de la voz puede mantener la atención de los hermanos, evitando que el discurso  se vuelva monótono y aburrido.

“Varones judíos y todos los que habitáis en Jerusalén”, la tercera clave es conocer  la congregación. Pedro basó su mensaje en las profecías del Antiguo Testamento,  especialmente citando al profeta Joel y los Salmos, para conectar con su audiencia judía y  mostrar el cumplimiento de las Escrituras en Jesús. 

Es fundamental que un predicador conozca las necesidades de su comunidad para que su mensaje sea más efectivo y significativo. Entender los desafíos,  preocupaciones y deseos de la fraternidad permite al predicador adaptar su sermón de  manera que conecte personalmente con los oyentes. Este conocimiento proporciona la  oportunidad de ofrecer respuestas y soluciones prácticas desde una perspectiva  espiritual, haciendo que el mensaje no solo sea relevante, sino también aplicable a las  situaciones diarias de las personas. 

Además, al mostrar empatía y comprensión hacia los creyentes, el predicador  puede establecer una conexión más profunda y genuina. Esto fomenta un ambiente de  confianza y apertura, donde las personas se sienten escuchadas y valoradas. Un  predicador que se preocupa por las necesidades de su congregación no solo enriquece  su mensaje con relevancia y compasión, sino que también fortalece la comunidad y nutre  el crecimiento espiritual colectivo 

“Esto os sea notorio, y oíd mis palabras”, la cuarta clave es establecer autoridad y  credibilidad. Pedro comienza su discurso con esta exhortación para asegurarse de que  todos los presentes presten atención a lo que va a decir. Es una forma de preparar a la  gente para el mensaje importante que va a comunicar, afirma su posición como vocero  autorizado para explicar los acontecimientos que acaban de presenciar, es decir, el  derramamiento del Espíritu Santo y el hablar en lenguas. 

La enseñanza de Pedro es sumamente relevante para los predicadores actuales,  su llamado a la atención es un recordatorio de la importancia de captar la atención de la  iglesia desde el inicio del sermón. Un predicador debe comenzar con una introducción  que despierte el interés y prepare a la congregación para el mensaje que va a compartir.  Esto puede lograrse mediante una declaración impactante, una pregunta provocadora o  una historia notable que conecte con los oyentes. 

Pedro se apoyó en su conocimiento de las Escrituras y su testimonio personal para  ganar la confianza de quienes le estaban escuchando. Los predicadores de hoy deben  hacer lo mismo: basar su mensaje en una sólida comprensión bíblica y teológica, también en experiencias personales genuinas que demuestren la aplicación práctica de su  enseñanza. Asimismo, la claridad y la convicción con la que se presenta el mensaje son  cruciales para asegurar que la congregación entienda y valore lo que se está  comunicando. 

Cada día los desafíos para el predicador seguirán incrementándose, ya que  vivimos en una sociedad que sufre cambios abruptos y constantes, aunque la necesidad  de cada persona es la misma, un profundo vacío y un hambre interno que solo puede ser  saciado por el amor de Dios, la gracia de Jesús y una comunión con el Espíritu Santo. 

Tenemos un mensaje poderoso que transmitir, trabajemos en unidad, confiemos  en nuestras capacidades dadas por Dios, seamos empáticos con nuestra gente y con  autoridad, aferrados a la Palabra, haremos que nuestra predicación sea efectiva.

 

El secreto de la semilla

De Martin Castells

Decía también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos? Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra.  Marcos 4:30-32

Quiero animarte con tres verdades que brotan de esta parábola

Primera verdad es saber que la semilla de mostaza se la conoce como la más pequeña, aunque no lo es, pero era la más pequeña conocida de esa época.

Aquí Jesús compara el reino de los cielos con la semilla de mostaza.

Lo que Jesús quería decirle era que algo muy pequeño podía convertirse en grande.

Lo que quiero compartir es que por más pequeño que sea tu comienzo en el ministerio puede convertirse en grande.

  1. Las grandes empresas empezaron siendo pequeñas empresas.
  2. Las grandes iglesias empezaron siendo pequeñas iglesias.
  3. Los grandes hombres empezaron siendo pequeños niños.
  4. Todo lo grande comenzó siendo pequeño.

Quiero animarte a que tomes en tu vida una pequeña semilla, como la semilla de mostaza, pequeña al principio pero dentro de unos años será muy grande.

La semilla, debe representar para nosotros, la palabra de Dios. Aférrate a una palabra de Dios por más pequeña que sea y un día será grande en tu vida.

Me gusta este texto de la palabra de Dios en 2º Corintios 9:10

“Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia”

Hay dos detalles muy importantes en este texto por un lado la semilla y por el otro el pan. Estas dos cosas la da uno mismo, Dios.

Ahora están los que quieren pan y una vez obtenido se sacian y se quedan sin más.

Y están los que quieren semilla, que después que la siembran obtienen mucho fruto.

La diferencia está en el trabajo, el que quiere pan no necesita trabajar lo tiene, lo come y se queda sin nada.

En cambio el que quiere semilla, debe ir a sembrarla, regarla y esperar que crezca, pero después de un tiempo de trabajo y esfuerzo obtiene mucho fruto y más semillas para seguir sembrando.

¿Qué quieres pan o semilla?

El ministerio es así, Dios nos da semillas y es nuestra responsabilidad ir a sembrarla. Esto llevara trabajo, esfuerzo y perseverancia, pero al final veremos el crecimiento.

 

La segunda verdad es que el crecimiento no viene del granjero que planta la semilla.

El granjero no hace crecer la semilla. Ni siquiera sabe cómo crece.

Quiero decirte que tú no puedes hacer crecer la semilla de la Palabra, solo tienen que sembrarla en tu corazón y esa semilla crecerá sola.

Si tiene sembrada esa semilla en tu corazón y en tu mente y la riegas todos los días, es decir, la crees y la traes a tu memoria cada día, esa semilla por más pequeña que sea, brotara y un día se convertirá en un gran árbol.

1º Corintios 3:7 “Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento”.

Solo Dios puede hacer que la semilla crezca. Si tienes la semilla plantada en tu corazón, Dios la hará crecer.

El ministerio es así, Dios se encarga de hacerlo crecer, tú y yo debemos sembrar su palabra y tener paciencia, pues la semilla una vez que es sembrada tiende a crecer.

Te paciencia, trabaja, esfuérzate y persevera, veras el crecimiento.

 

Tercera verdad, la semilla no solo te hará grande sino también fuerte.

La palabra de Dios grabada en tu corazón y mente, no solo te hará grande sino también fuerte.

Cuando digo, la semilla te hará grande, no me refiero grande en el sentido que el mundo cree, sino grande en el reino de Dios.

Cuando Dios mira a alguien que siembra la semilla, a ese Dios lo hace grande y fuerte.

Así como la semilla de mostaza de pequeña se transforma en un gran árbol, así Dios nos convertirá si tenemos una semilla de su palabra en nuestro corazón.

 

La semilla tiene una particularidad, debe morir para crecer, sino muere no puede llevar fruto. Juan 12:24 “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”

De nada nos sirve tener semilla en las manos o guardada, porque para que produzca la semilla tiene que ser sembrada, sepultada y entonces comienza a crecer y a dar frutos.

Tienes que sembrar la semilla y esta crecerá.

Una palabra de Dios “semilla” será suficiente para que vivas en lo sobrenatural

Mateo 14:28-29

Mat 14:28  Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.

Mat 14:29  Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.

Una palabra de Dios “semilla” te hará grande y fuerte en la vida.

Una palabra será suficiente para que alcances los sueños y empieces a vivir en la sobrenatural.

Es importante tener semilla. Una palabra de Dios puede cambiarte la vida.

Una palabra de Dios puede ayudarte a mantenerte vivo, con esperanza y confianza.

La semilla de la palabra de Dios, siempre va a ir creciendo, hasta que de fruto.

Tienes que ir por tu semilla.

  1. El granjero no hace crecer la semilla. Ni siquiera sabe cómo crece.
  2. El crecimiento no viene del granjero. Sino del que llamo al granjero a trabajar.
  3. La semilla no solo te hará grande sino también fuerte.

Nos habla de la impotencia humana, y del poder de la palabra de Dios.

En Países Bajos

Yusef y Agar

Este último tiempo hemos visto avances en el ministerio aquí en los Países Bajos.

En varias áreas hemos podido avanzar. Y esto por supuesto ha sido también con luchas y desafíos. Pero le estamos creyendo a nuestro Dios y hemos podido perseverar y ver progresos.

 

Como saben estamos trabajando en tres áreas.

 

1- Grupo árabes.

El grupo árabe se está consolidando. En este grupo está la familia donde comenzamos las reuniones hace tiempo atrás en un pueblo cerca de Utrech, originarios de Irak. Y también una familia nueva se sumó a las reuniones, viven a 20 minutos en auto del lugar donde nos reunimos, viven en Amsterdam oost.

En las dos últimas reuniones han participado hermanos del Norte de África. Donde estuvimos por mucho tiempo sirviendo.

 

2- Plantando la iglesia hispana

Estamos agradecidos a Dios por cada uno de los hermanos hispanos, estamos viéndoles crecer, estamos siendo parte de su cuidado espiritual y vidas están siendo cambiadas. Y están tomando la carga por alcanzar a los perdidos.

 

Tenemos nuestras reuniones cada Domingo, y una vez al mes comemos juntos. También tenemos estudios bíblicos, discipulado, evangelismo, etc.

 

Pero sobre todo queremos que seamos una iglesia que mire hacia afuera, mientras caminamos con Jesus.

 

3- Niños en el campo de refugiados.

 

Esta es la actividad que estamos llevando adelante en el campo de refugiados, con niños. El objetivo es que conozcan al Señor Jesús. Y hacemos meriendas, títeres, juegos y canciones. En este momento con los títeres aprovechamos a dar el Mensaje que cambia las vidas.

 

Por medio de estas actividades logramos transmitir la carga a los hermanos hispanos, por los que no tienen salvación, e involucrarnos. Y también nos permite también llegar a los padres de los niños del campo.

 

Dios nos esta concediendo algo muy bueno, que estaba en nuestro corazón.

 

Y era el involucrar a los hermanos de la iglesia hispana en las actividades del campo de refugiados, Y son unas 12 personas que son parte de este equipo que estamos participando de las actividades con los niños refugiados. Y a la vez estamos haciendo cultos con refugiados árabes. Estamos trabajando para que seamos conscientes de que somos una iglesia, con dos grupos. Y vamos bien. Nos anima Hechos 6:1, donde en una iglesia había mas de un grupo, no sin desafíos y oportunidades.

 

La clave para la transformación de la nación

LA CLAVE PARA LA TRANSFORMACIÓN DE LA NACIÓN

Por Carlos Annacondia

Si miramos la Biblia vamos a ver que todo comienza a cambiar cuando hay alguien que puede llorar, alguien que puede reconocer y decir: “hemos pecado, nos equivocamos”. Las lágrimas son como semillas que caen en la tierra y luego producen fruto. Para que haya un avivamiento tiene que haber un río de lágrimas. La oración nos lleva a esa comunión con Dios para que podamos ver la necesidad y urgencia de que la gente se vuelva a Dios. En Él las personas encontrarán paz, felicidad, esperanza, trabajo, salud. ¡Todo está en las manos de Dios!

Es importante que ayunemos y oremos, que consagremos días a Dios para que Él abra los cielos y bendiga, primero nuestra vida, porque si nosotros nos volvemos a Dios Él se vuelve a nosotros, después nuestra familia, nuestra ciudad, la iglesia, y finalmente toda la Argentina. Si nosotros queremos ver un cambio en nuestra vida, familia, ciudad y país, es necesario orar, ya que la oración es la llave que Dios dejó y que nos enseñó a usarla por medio de Jesús».

¿Qué importancia tiene la oración unida?

«La oración de un justo puede mucho”, eso dice la Biblia. La oración de muchos justos puede más. Cuántos más somos, más bendición. Dios está esperando que le pidamos. Muchas veces uno se pregunta “¿Por qué Dios no me da?”. Pero el error está en que no le pedimos, porque creemos erróneamente que no es necesario pedir. La Biblia dice “pedid y se os dará, buscad y hallareis, golpead y se os abrirá”. Quiere decir que hay una enseñanza, que la oración es la que mueve la mano de Dios. Cuando oramos, lo hacemos por nuestra casa, por nuestra vida, por nuestra ciudad, vamos a orar por nuestra Argentina, entonces la bendición de Dios se agiganta.

¿Hay un cambio verdaderamente?

Las cosas comienzan a cambiar, comienzan a producirse cuando hay una iglesia que busca a Dios. La iglesia es la que tiene la llave para que Dios abra los cielos y bendiga la tierra. No debemos esperar que Dios lo haga todo por su cuenta porque Dios está esperando que nosotros hablemos. Es como cuando un niño le pide algo a su padre. Dios quiere bendecirnos, Dios quiere darnos lo que necesitamos, pero Él puso un reglamento, “pedid y se os dará, buscad y hallareis, golpead y se os abrirá”.

Dios nos está diciendo que le pidamos, que Él no tiene límites, lo más pequeño o lo más grande. No importa lo que sea, porque Dios es Dios de todo. ¿Hay algo que sea difícil o imposible para Dios? No, todo es posible para Dios, lo más pequeño o lo más grande. Dios está esperando que le pidas. A Dios le gusta que seamos hijos cariñosos. Dios es Dios y Él nos ama, y quiere que nosotros lo amemos. A veces no entendemos que Dios necesita que nosotros lo amemos, que nos acerquemos a Él.

Hay momentos de desesperación que uno pide alterado, y Dios está ahí para ayudarnos. La oración es la que mueve la mano poderosa de Dios. A través de una simple y sencilla oración, mucha gente se va a encontrar con Jesús. Nosotros tenemos que cultivar nuestra amistad con Dios, y cultivar no es más que hablar. Necesitamos tener tiempo para hablar con Dios.

Recuperado de : https://www.oramos.com.ar/blog/crecimiento-del-ministerio/la-clave-para-la-transformacion-de-la-nacion

 

pies en orilla del lago

En Dios Confiamos

Por: CLAUDIO FREIDZON

Nuestra confianza en Dios es el alimento de nuestra fe. Creemos en su poder sobrenatural y su fidelidad que se manifiesta siempre a tiempo.

El propósito de las maravillas de Dios, es que el mundo crea. Que cada persona pueda tener la oportunidad de ser tocada por su poder.

En Hechos 19:11 [RV 60] dice la Palabra de Dios. “Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que aún se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.”

¡Qué importante considerar que los milagros se produjeron a través de un hombre transformado por el amor de Dios, con una nueva vida; un nuevo corazón!

Pero los milagros son de Dios, las maravillas le pertenecen…los milagros no son del hombre.

Nosotros simplemente, somos los que clamamos y esperamos.

El Señor hacía milagros en Éfeso; un lugar de absoluta idolatría, allí el nombre de Jesús era predicado y exaltado, porque las manifestaciones de su poder se daban de una forma extraordinaria.

Pablo fue llevado a esa ciudad para vivir una experiencia superadora del poder de Dios.

Estos acontecimientos nos llevan a la reflexión que debemos “enfocar” nuestro tiempo de adoración. Muchas veces la excesiva “familiaridad” con la religión nos aparta del foco en que debemos concentrar nuestros corazones…Cristo.

Nuestra plena confianza debe estar arraigada en el Dios extraordinario que tenemos.

La condición humana que debemos adoptar es la de concentrar nuestra atención en el tiempo que dedicamos a la oración, la iglesia, la alabanza y la adoración, esperando edificarnos en la fe, anhelando que suceda lo que tantas veces aconteció en la Biblia.

En Juan 21:3 [RV 60] la Palabra de Dios nos relata un hecho que impactó a los discípulos de Jesús.

“Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada.”

Este episodio, narra la condición en la que se encontraban esos hombres que habían escuchado rumores sobre la resurrección del Señor, pero que sus corazones estaban dispuestos a la incredulidad y cerrados a la esperanza; pero, a partir del siguiente versículo, todo cambiaría en sus vidas…”Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús.” [Jn. 21:4 RV60]

Luego de ello el Señor toma contacto con ellos y acto seguido se produce un milagro extraordinario: “Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.” [Jn. 21:5-6 RV60]

Todo milagro contiene dos componentes: Dios y Su Palabra por un lado y por el otro, la fe.

El Señor propuso la solución a una noche de pesca infructuosa y los pescadores aceptaron.

El Dios Todopoderoso en el que confiamos se revela una vez más en este capítulo con un hecho sobrenatural contundente.

En medio del fracaso; en medio de la escasez, aún en medio de las “redes vacías”, el Señor está siempre presente cuando nuestra fe acciona nuestra relación con Él.

Ese Cristo resucitado es el mismo Dios en quien confiamos y no ha cambiado. Sigamos depositando nuestra esperanza en Él.

El Señor aparece en los momentos más difíciles; su fidelidad nos lleva a reforzar nuestra fe.

“Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: !!Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar.” [Jn. 21:7 RV 60]

Recuperado de: https://reydereyes.com.ar/en-dios-confiamos-dr-claudio-freidzon/