El nacimiento de una iglesia

Por Carlos Sokoluk

La llegada de un bebé deseado siempre es motivo de alegría. Es innegable que con el arribo del nuevo miembro de la familia se produce una renovación y cambios que afectan a todos los miembros.

Un bebé tiene la capacidad de nuclear no solo a los familiares sino aun a los amigos y conocidos. Hasta opinan sobre la elección del nombre. Todos se involucran aportando de lo que tienen o lo que saben. La abuela teje los escarpines, el abuelo hace gala de sus habilidades en la carpintería fabricando una cuna. Cada uno hará una parte: el que sube las fotos a las redes sociales, el papá que pinta la habitación con el color apropiado, el hermanito apenas un poco mayor se encarga de darle el chupete casi como si fuera un tapón para que no salga más llanto, el adolescente (quizá aprovechando que sus amigos no lo ven) sacia su curiosidad y necesidad de brindar afecto levantando en brazos a ese pequeño familiar. Las tías y amigas de la mamá hacen lo suyo obsequiando ropitas “paquetísimas” para que el bebé luzca irresistible. Hasta el perro participa sentado en silencio al lado del “cochecito” cumpliendo con su deber de montar guardia. Y por sobre todo la mamá se encarga de alimentar, proteger y ocuparse por entero de las necesidades del exigente recién llegado.

Todos querrán tener algo que ver cuando haga falta y aportarán algún consejo y ayuda oportuna cuando surja alguna situación que demande preocupación.

La rutina de los integrantes de la familia, los horarios y hasta sus hábitos se verán modificados. De un modo semejante toda la familia de la U.A.D. hoy aguarda con muchas expectativas lo que está por suceder en su medio. Hay noticias de muchos embarazos que en algunos meses se convertirán en bebés, o sea “las iglesias nacientes”. Todos vamos a participar de la alegría, a la vez que nos amplía la visión y redirecciona nuestro ministerio. Nuevas perspectivas atraerán la atención pastoral, asumiremos nuevos desafíos, tendremos grandes expectativas.

Si la iglesia madre es saludable, todo esto ocurrirá no sólo una vez sino cada nueva iglesia que se planta. ¡Será como una inyección de vida! Los miembros de la congregación tendrán oportunidad de ministrar con sus dones. Habrá lugar para la creatividad de los jóvenes, para el aporte de la experiencia adulta, para ser parte de la intercesión y de los milagros que van a ocurrir. El emprendimiento es grande, pero sin lugar a dudas muchos están esperando que esta puerta se abra para apoyar.

Nuestra iglesia de Argentina ya está inmersa en las actividades evangelísticas en sus diversas modalidades, en organizar los departamentos, en las ofrendas para la compra de terrenos, en la construcción de los templos. Todo esto hará que pastores, obreros, hombres, mujeres, jóvenes y aún adolescentes, luego de haber dado lo mejor de sí mismos, disfruten del resultado de su trabajo al ver las almas a los pies de Cristo, vidas cambiadas, familias restauradas cumpliendo así la voluntad de Dios. Cada uno habrá sido parte de la transformación del nuevo “bebé” en una bien desarrollada y saludable iglesia.

Teología infantil

No se trata de las experiencias sino de las creencias

Edgardo Muñoz

Daniel 6.23 concluye en que el profeta salió ileso del foso de los leones debido a su confianza. Salió de aquel oscuro lugar sin raspón alguno mientras que sus acusadores cayeron para no levantarse más. El mismo foso, los mismos leones, pero distintos protagonistas. ¿Qué hace que de dos personas que enfrentan la misma pérdida, trauma o vivencia, una termine más aferrada al Señor y la otra se aparte del camino? La misma razón que marcó la diferencia entre Daniel y sus enemigos.

Cuando oímos la historia de alguien que abandona la fe, brota de nuestros labios la típica pregunta acerca de lo que le ocurrió para llegar a semejante determinación. Sin embargo, formulamos un interrogante inadecuado ya que, seguramente el apóstata experimentó lo que cualquier otra persona en el mundo debe enfrentar en la vida. No se trata de lo que se vivió, sino del significado que lo enfrentado tuvo para cada individuo, y esto a su vez, como consecuencia de lo que el damnificado creía en el momento de la experiencia.

El Dr. Daniel López Rosetti repite hasta el cansancio en sus libros que: “No se trata de lo que pasa, sino de lo que uno cree que pasa”. Esta gran verdad se alía a lo que Daniel propone en su capítulo 6. La confianza de Daniel lo mantuvo ileso en aquel foso. La palabra griega: “pistis”, se traduce como creer, tener fe, confiar y hasta ser fiel. Se podría describir la fe como una sucesión de consecuencias: Si no creemos no podemos confiar… y si no confiamos no podemos ser fieles.

De esta manera afirmamos que las experiencias desagradables de la vida poseen el mismo potencial, tanto para acercarnos al Señor como para alejarnos, todo depende de lo que creíamos cuando nos pasó lo que nos pasó.

Hebreos 11, enseña tres categorías de héroes o testigos de la fe. En primer lugar aquellos que cerraron bocas de leones, detuvieron ejércitos y apagaron fuegos impetuosos. Luego los que murieron sin recibir lo prometido para obtener la recompensa junto a nosotros. Este caso es el semejante al juego de la posta en el que un atleta corre con el testimonio en su mano, pero no le es permitido llegar a la meta porque debe pasar el legado a otro jugador, y así sucesivamente hasta que el último atraviesa la valla. Sin embargo todos los del equipo ganan a la vez el mismo premio aunque los participantes se quedan en medio de la pista y uno solo llega a la meta. 

Por último hallamos a los que, debido a la fe enfrentaron la pérdida de sus bienes, sus seres queridos, su vivienda y hasta su lugar en la sociedad al punto de vestir precariamente y experimentar las inclemencias climáticas. También les tocó morir por la fe.

En todos los casos nos percatamos que la fe no es una suerte de “créelo o confiésalo y lo tendrás”, sino la confianza ciega en el Señor aunque las cosas vayan aparentemente mal. Para decirlo en los términos de Daniel, nuestra confianza en el Señor nos permite tener una correcta y dimensionada percepción de lo que nos ocurre y a su vez nos ubica en las adecuadas expectativas que podemos desarrollar acerca del Señor.

Las malas creencias producen falsas expectativas, y las falsas expectativas exponen a la decepción… Y un cristiano decepcionado se halla herido de muerte. Por eso es necesario creer adecuadamente, es decir tener una fe genuina. Aquellos que en el presente manifiestan tibieza o resentimiento por algún desencanto, son los lesionados del alma, que no supieron confiar, sino que basaron su relación con Dios en base a un trato transaccional, donde el Señor siempre brindaba algún beneficio tangible.

En cambio, los que aprenden a creer y confiar de acuerdo a los parámetros bíblicos salen de los momentos difíciles sin lesión alguna del alma sino, más bien con una fe más desarrollada. Quizás a esto se refería Pablo cuando escribió de la fe no fingida (genuina o sin hipocresía en griego) que Timoteo tenía. Tal vez por ello Timoteo conservó la fe desde la niñez. Esta fe se basaba en las Escrituras que tempranamente había aprendido. Timoteo había desarrollado una correcta teología basada en las Escrituras, la cual lo mantuvo firme a través de los años, en medio de diversas pruebas y golpes de la vida. Timoteo no tenía una fe basada en los meros resultados esperados, sino que basaba su fe en el Dios de los resultados, más allá de que fueran agradables o desagradables, deseados o indeseados. Pero para desarrollar esta fe, que se halla en una esfera superior, necesitamos conocer mejor al Señor. Luego, para conocer mejor al Señor necesitamos estar más en contacto con las Escrituras. Por algo Pablo en la carta a los Romanos dice: que “la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”.

En consecuencia, podemos afirmar que la enseñanza de una teología adecuada, por ser bíblica, contribuye a que el creyente desarrolle una fe a toda prueba, la cual le permite perseverar.

Pero esta teología, al igual que en el caso de Timoteo, debe llegar tempranamente al creyente. La niñez es el momento clave para tallar la debida fe. Cuando se instruye al niño en su camino, de mayor perseverará. Sin embargo, la palabra teología parece tener poca afinidad con la infancia. ¿Será realmente lo que parece?

La teología no es un invento divino. Dios nos dejó su Palabra eterna, infalible e inmutable. Nunca nos tiró del cielo un libro catequístico. La definición técnica de teología es: “La ciencia que estudia a Dios y su relación con el universo”. Como toda ciencia, la teología es un recurso puramente humano. Cada grupo religioso posee su propia teología. Es más, también se halla la teología natural que consiste en constatar la evidencia de Dios a través de su naturaleza creada. Obviamente, esta teología es muy básica y toda elaboración excesiva de la misma nos llevaría a lo subjetivo y especulativo. Por esta razón, la teología debe tener una fuente confiable de la que extraiga su conjunto de enunciados.

La fuente de nuestra teología es la Biblia misma, la única regla infalible de fe y conducta. Así es que llamamos a nuestra teología: Teología Bíblica. De nuestra teología bíblica se desprende la teología sistemática, más elaborada aún que la anterior. Como sea, la teología es de elaboración humana mientras que la Biblia es creación de Dios. Asimismo la teología sufre variaciones en la medida que la arqueología y la lingüística arrojan mayor luz sobre la interpretación del texto bíblico. En consecuencia, la teología es perfectible mientras que la Palabra de Dios es perfecta.

¿Cómo se hace teología? La manera más sencilla consiste en crear un temario teológico que incluya a Dios mismo, cada una de las personas de la Deidad, el pecado, la salvación, la expiación, el hombre, los ángeles, los demonios, la iglesia, los tiempos finales, el reino y otros temas más. Una vez generado el temario se desarrolla cada tema en la medida que se va leyendo la Biblia. Cuando se repite la lectura de las Escrituras, lo leído últimamente arroja mayor luz sobre lo que se relee. De esta manera se añaden más verdades a cada tema. Podemos deducir, de acuerdo con este procedimiento que todo lector aplicado de la Biblia va desarrollando su teología.

En vistas de lo expresado, los niños tienen la capacidad de desarrollar su teología en la medida que se les exponen las Escrituras. Cada historia, cada concepto, cada acción de Dios dibuja una imagen en el pequeño que lo lleva a decir: “yo sé que Dios es así”.

En una época en la que los niños nos enseñan a utilizar correctamente la tecnología, deberíamos esforzarnos por enseñarles correctamente la Revelación Sobrenatural de Dios, que es su Palabra. Poco a poco dibujaremos en las mentes y corazones de los pequeños una imagen adecuada del Señor que los llevará a decir algún día: “Yo sé que Dios es así”. De haber cumplido satisfactoriamente con nuestra tarea tendremos la alegría de haberlos encaminado en una fe legítima, basada en la Biblia, que los mantendrá firmes, sea cual fuere la circunstancia que les toque vivir

Consejos para vivir en comunión íntima con Dios

Por: Claudio Freidzon

 Mensaje al corazón

La comunión con Dios, el fuego del Espíritu Santo ardiendo en la iglesia, y en el corazón de cada creyente, es lo que nos hace diferentes en este mundo. Así como la zarza que vio Moisés, que era un simple arbusto del desierto, y sin embargo tenía algo sobrenatural: Ardía con el fuego de Dios y no se consumía.

Hoy es el tiempo donde la iglesia tiene que marcar la diferencia. Y la diferencia no la hacen nuestros programas y estrategias, la diferencia la hace una iglesia enamorada de Jesús, en comunión íntima con Dios y que arde con el fuego del Espíritu Santo.

Moisés era un hombre apasionado por la presencia de Dios. Amaba la comunión con Dios, más que los milagros poderosos que veía a diario en su ministerio como líder espiritual del pueblo de Israel. “Jehová dijo a Moisés: Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, Isaac y Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré; Y yo enviaré delante de ti el ángel, y echaré fuera al cananeo y al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo (a la tierra que fluye leche y miel); pero yo no subiré en medio de ti porque eres pueblo de dura cerviz, no sea que te consuma en el camino”. Éxodo 33:1-3

Luego de la catástrofe del capítulo 32, donde el pueblo se hace un becerro de oro y se vuelve a la idolatría llegan estas duras palabras del Señor: “Mi ángel irá delante de ti, pero yo no iré contigo, ni con este pueblo de duro corazón”. Era como decirle, “les seguiré manifestando mi poder para la conquista, mi ángel poderoso irá delante, pero yo no iré en medio de este pueblo”. ¡Pero Moisés era un apasionado por la comunión con Dios! ¡Moisés no quería el poder del Señor, lo quería al Señor! Quería conocerlo, tener amistad y caminar con ÉL. Mientras el pueblo vivía clamando: “¡Queremos agua! ¡Queremos comida!” Moisés oraba:“Muéstrame tu gloria, quiero conocerte, te quiero a ti….”.

El Salmo 103:7 declara cómo Dios se revela. “Sus caminos notificó a Moisés. Y a los hijos de Israel sus obras”. ¿Se ha puesto a pensar por qué Moisés recibió este conocimiento y no el pueblo? Por una sencilla razón ¡Moisés lo anhelaba y se lo pedía!: “Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca y halle gracia en tus ojos…”(Éxodo 33:13). Y Dios lo hizo. Moisés se levantó como un intercesor, y le siguió clamando al Señor: “…y mira que esta gente es pueblo tuyo. Y él le dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí”. (Éxodo 33:13-14)

Moisés se levantó como intercesor y pidió que la presencia de Dios vuelva a manifestarse en medio del pueblo. Clamaba por un gran despertar espiritual.

Hoy es el tiempo en que como líderes nos levantemos en clamor por un avivamiento espiritual. Que roguemos con hambre, con pasión, para que la presencia del Espíritu Santo se manifieste con gloria en nuestras vidas, en nuestras casas, en nuestros ministerios y congregaciones.

Pero además de pedirle a Dios, debemos prestar atención a aquellas cosas que alejan la presencia del Señor de nuestras vidas. Sólo por enumerar algunas:

  • 1.La batalla en nuestra mente: Los pensamientos que nos distraen y no nos dejan concentrar en lo más importante, que es sentarnos como María a los pies de Jesús a oír su Palabra.
  • 2.La necesidad de aprobación: Vivir preocupados por lo que los demás piensan y dicen de nosotros, buscando siempre la valoración de los hombres.
  • 3.Las distracciones: Priorizar en este mundo de las comunicaciones y dispositivos, y celulares, la comunicación con los demás, antes que nuestro propio tiempo a solas con Dios. El enemigo quiere distraernos de las cosas del Señor. ¡Y muy especialmente de la vida de oración y la comunión con él!
  • 4.Las preocupaciones: los pensamientos de todo lo que tenemos que hacer en el día, la agenda, los proyectos; no nos dejan permanecer quietos sobre nuestras rodillas. Como un famoso escritor acerca de la oración dijo: “Hay cristianos que están dispuestos a hacer cualquier cosa para Dios, excepto orar”.

En definitiva, Dios nos llama a valorar la presencia de Dios, y darle honra al Espíritu Santo en nuestros corazones y llevarlo a nuestros hogares. Recordemos que el arca del pacto estuvo muchísimos años en la casa de Abinadab, luego que los filisteos por temor la devolvieron, y nada extraordinario sucedió a a Abinadab y a su casa.

Pero luego del triste episodio de Uza, bastaron apenas tres meses en la casa de Obed Edom para que sucediese algo asombroso: “Y estuvo el arca en casa de Obed Edom Geteo tres meses, y bendijo Jehová a Obed Edom y a toda su casa” (2 Sam. 6:11) ¿Dónde estuvo la diferencia? Al igual que Moisés, Obed Edom supo valorar la presencia de Dios, le dio honra y preeminencia, y fue bendecido él y toda su casa. Era un amante y un buscador de la presencia de Dios.

Dios nos llama a darle la bienvenida al espíritu Santo en nuestros corazones, a clamar con todo nuestro corazón para que nos llene de Su presencia. A caminar en comunión y amistad con Él, en el fuego de Su presencia. Bajo la unción que pudre los yugos. ¡Que nuestras vidas marquen la diferencia con el fuego del Espíritu Santo!

Familia Torres

Aquí estamos una vez más para poder compartir con ustedes nuestras noticias y hermosos testimonios que glorifican a Dios y nos muestran día a día su gran bondad. Estos dos meses que han transcurrido, marzo y abril, han sido muy desafiantes para nosotros. Tuvimos momentos en donde las fuerzas eran pocas, pero Dios nos ha renovado. Flia. Torres Misioneros en Francia Juan, Naty, Martiniano, Roma Comenzamos el mes de marzo con el cumpleaños de Juan, esta vez hicimos algo muy sencillo. Y culminamos el mes celebrando los 9 años de Martiniano, gracias a Dios y a algunas tías del corazón, pudimos hacer una pequeña fiesta con algunos de sus amigos. Marzo y Abril 2024.   En cuanto al servicio con los jóvenes, hemos comenzado a hacer hace unos meses, una actividad especial sólo para las chicas, es el primer jueves de cada mes, en donde hablamos de temas más íntimos y buscamos reforzar los lazos de amistad. Como ya lo hemos compartido en otras circulares, estamos formando un grupo de jóvenes para que ellos lleven adelante el ministerio en un futuro no muy lejano. Durante estos dos meses, cada actividad de los viernes ha sobrepasado las expectativas y los dos Fines de marzo tuvimos nuestra fiesta de pascua con los niños.  Primera vez que se hace algo así en la iglesia. Asistieron cerca de 150 niños entre 6 meses y 15 años de edad. Muchos fueron tocados por el amor de Jesús. Varios padres compartieron buenas experiencias vividas con sus hijos luego de este fin de semana. También tuvimos la oportunidad de predicar como matrimonio el viernes santo. jóvenes que están compartiendo el mensaje con nosotros, están creciendo mucho. ¡Esto nos da paz y gozo!   En lo que va de este mes de abril, tuvimos el privilegio de predicar nuevamente juntos en un culto de domingo, los dos solos sin traductor. Todo en francés !! Muchos nervios, pero Dios nos dio de su gracia y lo logramos !!! Por otra parte, hemos aprendido que a partir de abril comienza la temporada de casamientos, y en esta oportunidad una pareja de nuestro grupo de jóvenes nos pidieron si Naty podía predicar y que Juan oficie la ceremonia. Para que entiendan el contexto… aquí la mujer no tiene mucho lugar para predicar… ¡¡Y menos en un casamiento!! Preguntamos al pastor principal si esto era posible de hacer y él nos dio «el ok» para predicar. Esta fue la primera vez que una mujer predica en un casamiento en la historia de las iglesias de aquí en el norte francés. Una nueva experiencia para nosotros como familia. Dios nos llamó a escribir una nueva historia y sin lugar a dudas es Él quien lo hace y abre todos los caminos y puertas !!! Hay días en los que el cansancio nos invade, pero también Dios nos lleva a descansar en pastos delicados, Él conoce los deseos de nuestro corazón y siempre tiene cuidado tanto de ustedes como de nosotros. A mediados de marzo, El Señor movilizó el corazón de algunas personas para bendecirnos. Unos pastores nos invitaron a su casa que está cerca del mar, para que podamos descansar unos días. Más allá de ese buen descanso, lo que más valoramos es poder sentarnos y hablar por horas con pastores tan llenos de sabiduría y de amor por Francia, ellos son franceses y fundaron varias iglesias en norte de la nación. También a Naty la invitaron a un congreso de mujeres, no tuvimos que pagar nada, porque todo fue un regalo para ella. Un fin de semana más que bendecido y del cual regresó renovada

Un ministerio auténtico

Por: Osvaldo Carnival

En Hechos 1:1 Lucas le habla a Teófilo y le cuenta acerca de las cosas que Jesús hacía y enseñaba. Esto es algo sencillo, pero nos marca un orden. Jesús no enseñaba nada que antes no practicara en su propia vida. Hoy en día la ciencia ha corroborado algo que La Palabra de Dios nos ilustra: no hay otro método más excelente en la pedagogía, la enseñanza, la didáctica, que el poder del ejemplo. Hace un tiempo un padre me dijo: “Pastor, ¿qué le puedo enseñar yo a mi hijo, si no tengo ni 7° grado y él ya está avanzando y va camino a ser universitario?”. Le respondí: “No se equivoque, nosotros no enseñamos de lo que sabemos, sino de lo que somos”.

Es indispensable que nuestro mensaje surja a partir de lo que somos.

En los tiempos que nos toca vivir, necesitamos entender que el mensajero es el mensaje. Vivimos en la era de la imagen, donde constantemente se produce un desdoblamiento que podemos observar claramente en las campañas políticas, por ejemplo. Los políticos tienen asesores de imagen que aconsejan: “Hágalo de esta manera”. Las masas necesitan ver una determinada imagen, y esta es la razón por la que los pastores necesitamos enfrentar el desafío de instruirnos en nuestra imagen, para así poder pararnos de manera efectiva ante los gobernantes y las multitudes, desde una radio, o un programa de televisión o cualquier otro evento. El grave riesgo es cuando comienza a producirse un desdoblamiento. No es tan importante lo que una persona dice cuando sube a la plataforma, sino su comportamiento cuando baja de ella, su manera de caminar, su vida cotidiana, la interacción con su familia, en su hogar. ¡Ese es el verdadero mensaje que la gente necesita! Hoy en día nuestro mayor valor es nuestra propia vida. Podemos ocuparnos en ser más elocuentes, más entendidos, en estar mejor capacitados, pero nunca debemos olvidar que nuestro mensaje por excelencia es nuestro carácter.

Nuestro ministerio es la consecuencia de nuestra relación con Dios y nuestra relación con nuestra familia. Si eso no existe, no hay ministerio. Podrá haber excusas, podremos pintarlo de una manera o de la otra, pero no hay ministerio. El mundo en el que vivimos necesita modelos. El Código Civil prevé el “divorcio express”, el cual permite que los matrimonios puedan divorciarse sin causa en el término de una semana, sin mediaciones de por medio, mientras el Código anterior requería tres. Respecto a este tema, una jueza que es creyente me comentó: “Osvaldo, muchas veces en las mediaciones rescaté a parejas diciéndoles: ‘¿Por qué no lo piensan un poco?’, pero hoy eso se acabó”. Si no nos gusta el aliento de nuestra pareja o esta cocina mal, podemos poner fin al matrimonio en el término de una semana, de manera unilateral y sin causa alguna. La familia está en crisis porque esto atenta contra la dignidad del hogar, contra el muro que ella representa. Por eso, más que nunca nuestro mensaje es indudablemente nuestra vida. El ministerio polariza la vida del cristiano, es decir que hace que nuestras virtudes y nuestros defectos se potencialicen. ¿Por qué? Porque nos expone, nos pone bajo presión.

Nuestro mayor poder de convencimiento es nuestra autenticidad. En este mundo tan interesado en la imagen, todo es engañoso; nada parece ser verdadero, por eso, si perdemos la autenticidad del ministerio, ¡perdemos el ministerio! Cada vez hay más títulos entre los pastores: predicador, pastor, apóstol, obispo, patriarca; ¡parece que existe una escalada jerárquica para obtener un título y luego otro! Sin embargo, cuando el apóstol Pablo se presenta en sus cartas, generalmente lo hace con expresiones como “siervo” o “esclavo de Jesucristo”. Estos términos remiten a algunas imágenes muy interesantes de aquel tiempo; una de ellas muy particular es la de los esclavos. Estos hombres estaban en las bodegas de las grandes embarcaciones, y su única función era remar hasta morir. Cuando esto ocurría, les sacaban los grilletes y los tiraban al agua. Pero estos hombres que trabajaban en total anonimato hacían que el barco avanzara. Al presentarse como esclavo, Pablo está diciendo: “Yo soy uno de esos que no espera títulos ni nombres, que no quiere estar en la popa ni en la proa, en la cartelera, en las placas recordatorias. Soy uno de los que están abajo, y mi único cometido es que la obra del Señor avance”.

¿Estamos dispuestos a ser ese tipo de siervo que Pablo describe en la bodega, que rema y está dispuesto a entregar su vida?

Si estamos dispuestos a ser ese tipo de siervo que Pablo describe en la bodega, que rema y está dispuesto a entregar su vida, Argentina será transformada para la gloria de Dios. Y veremos Más Iglesias plantadas para que la palabra de Dios llegue a cada rincón de la Tierra y Más personas sean salvas y transformadas por medio del Espíritu Santo

 Por eso, te animamos a que seas parte e involucres a tu iglesia, a que seas uno de los remeros que hacemos avanzar la obra de Dios y llevamos la luz de Jesucristo allí donde hay oscuridad.

7 Reglas para tener un buen desacuerdo

Por: Larry Stockstill

 La vida personal del pastor

Nuestra sociedad se ha salido de control. La civilidad, la cortesía y el honor están desapareciendo. La ira, el desprecio y la falta de respeto se han convertido en la norma a la hora compartir nuestros diferentes puntos de vista sobre un tema, sea político, social o relacionado a la fe. Estas son mis 7 reglas para poder tener un buen desacuerdo:

  1. ESCUCHAR. Si dejo de escuchar, la lucha está en marcha e interpreto cada frase a través de mi filtro de malentendidos. Debemos procurar entender lo que la otra persona está queriendo explicar. Démosle a la persona con la que no estamos de acuerdo tres oraciones por cada una que nosotros hablemos. . Eso significa que usted estará concentrado en escuchar y comprender en lugar de luchar.
  2. MIRAR. Mire a la persona a los ojos. Los ojos son las ventanas del alma. Los ojos de su interlocutor comunicarán su enojo, dolor, miedo u orgullo. Pero cuando sus ojos se encuentren con los de usted, podrán ver su comportamiento tranquilo y afectuoso (¡si lo tiene!). Usted puede, literalmente, calmarlo con ojos que nunca muestran enojo o miedo.
  3. ACUERDO. ¿Hay algo en lo que pueda estar de acuerdo? ¿Incluso un pequeño punto? Empiece por ahí. Casi nunca alguien está 100% equivocado. La persona con la que mantiene su debate está tratando de comunicarle una inquietud, incluso si lo hace en la forma incorrecta. Si usted escucha con atención y oye una declaración verdadera, coméntela inmediatamente. Construya una humanidad en común antes de construir una opinión en común.
  4. VOLUMEN. Baje el volumen. Las palabras fuertes inflaman las emociones de “lucha o huye”. Cuando intencionalmente baja el volumen, el tono de su interlocutor bajará también. En algunas discusiones, intencionalmente he llegado a casi un susurro y he observado el efecto inmediato que esto tiene en el otro. ¡Inténtelo!
  5. REPETIR. Cuando repetimos las últimas palabras de una oración crítica, inmediatamente la persona que tenemos delante se da cuenta de que la estamos escuchando. Elija una oración de importancia e inserte esto: «Entonces, lo que estoy oyendo decir es ___________». Cada vez que haga eso, convencerá a la persona con quien debate que usted está realmente interesado en su punto de vista. Después de varias veces de repetir, pregúntele si ahora le permitiría a usted responder.
  6. HONOR. Muchos desacuerdos no son por cuestiones, sino por deshonra. Cuando una persona siente que está siendo «abatida», reacciona. Cuando su personalidad, raza, género, creencia religiosa, situación financiera o condición educativa son menospreciadas, la respuesta natural es la lucha. Mire más allá del exterior y vea a una persona a la imagen de Dios. Ellos merecen respeto. Ellos merecen ser escuchados. Pedro lo dijo de esta manera: «Honra a todos los hombres».
  7. DEJAR. Si nada de lo anterior funciona, váyase. Es difícil tener una discusión con uno mismo. Aléjese y no se de vuelta. No amenace con irse frunciendo el ceño o haciendo un gesto. Sólo váyase y espere un mejor momento para llevar adelante dicha discusión. Dígale a la otra persona que lo llamará más tarde. Ninguna discusión se resuelve cuando una de las partes está incoherentemente enojada.

Los problemas que tenemos en nuestra sociedad son enormes. Hay múltiples puntos de vista. Podemos ganar una discusión y perder a un prójimo. Tranquilicémonos. La violencia física, los insultos, las discrepancias en las redes sociales, el ataque a personas en restaurantes, etc, todo eso es para personas que no tienen control civil y, por lo tanto, no contribuyen. Que nuestra actitud siempre sea “Te amo”. Ahora, aprendamos a poder estar en desacuerdo.

LA FORMACIÓN INTEGRAL DEL ADULTO CRISTIANO

Alba Lys Llanes L.

 

…hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. (Efesios 4:13)

 

Para nadie es un secreto que el genuino discipulado cristiano no es un mero curso de algunos meses, en que enseñamos el “ABC” del Evangelio, a los nuevos convertidos. Tampoco es un programa especial de entrenamiento de cierto tiempo de duración, preparatorio para la formación de líderes. El discipulado bíblico es para toda la vida. Somos hechos discípulos del Señor inmediatamente que, en el orden espiritual, pasamos a ser parte del Cuerpo de Cristo, de la Familia de la Fe. Ahora bien, cuando hablamos de discipulado, hablamos de enseñanza-aprendizaje… hablamos, por tanto, de educación… de educación cristiana. Entonces, si el discipulado es para toda la vida, la educación cristiana lo es. En otras palabras, el proceso educativo (léase formativo) espiritual cristiano integral debe abarcar todas las edades. La educación cristiana se extiende desde la cuna hasta el cielo, hasta que el creyente parte de esta tierra para estar con el Señor. Y decimos de la cuna, refiriéndonos ya sea al nacimiento biológico como al nuevo nacimiento, aunque se debe señalar que, como señalan expertos educativos cristianos, aun en el vientre de la madre, una criatura puede comenzar a ser ministrada espiritualmente. 

 

No obstante a lo dicho anteriormente, hace aproximadamente unos cincuenta años, comenzó a producirse un fenómeno eclesiástico que fue extendiéndose, ya lenta ya rápidamente, por un sector de la cristiandad evangélica, particularmente la pentecostal. Partió del mundo anglosajón, y llegó a Hispanoamérica de la mano de nuevos movimientos que traían un viento refrescante para la nueva  época, pero que también fueron barriendo con conceptos y prácticas establecidas de mucho tiempo, algunas de las cuales habían jugado un papel importante en la formación de los creyentes. Como producto de esos cambios, por ejemplo, la escuela bíblica para adultos tendió a desaparecer. Mientras que proseguía entre los niños y, a veces, los adolescentes, la educación sistemática y permanente, dirigida a los adultos, se fue borrando en el seno de muchas iglesias locales. Las antiguas clases de escuela bíblica, para edades superiores, desaparecieron. Fueron sustituidas por programas de discipulado, cortos y veloces, generalmente para nuevos convertidos. Tanto los ya no muy nuevos creyentes que emergían de esos programas, como los niños y adolescentes que terminaban la escuela bíblica, fueron quedando atrapados en un vacío de formación educativa posterior, solo llenado de manera asistemática por eventuales talleres y seminarios, y alguna que otra esporádica prédica bíblico-doctrinal. El resultado ha sido lamentable: la presencia de un creciente y cada vez más generalizado analfabetismo bíblico y doctrinal, que ha desembocado en la falta de firmeza e, inclusive, de compromiso en los creyentes adultos. 

 

Como producto de lo dicho anteriormente, se hace imperioso revertir este ominoso proceso, con la ayuda y guía del Espíritu de Verdad. ¿Cómo lograrlo? A continuación, se expondrán una serie de principios fundamentales, ideas-fuerza cuya aplicación responsable podría imprimir un giro de 180 grados al rumbo descrito. Estos principios pueden ser formulados de la siguiente manera.

 

La formación integral del adulto cristiano debe:

 

  1. Ser encarada de manera responsable. Su consecución debe partir de la firme voluntad de los líderes en las iglesias locales, para obedecer lo que, de manera amplia e incuestionable, ha sido establecido en las Escrituras, y contra lo cual no hay argumento humano que pueda levantarse, por muy “espiritual”, “piadoso” y “pentecostalmente poderoso” que pudiera parecer: la letra mata pero el espíritu vivifica, el conocimiento envanece, la unción del Santo nos enseña, son “clichés” emanados de la interpretación defectuosa de la Palabra de Dios, que deben ser eliminados, para dar lugar a un proceso educativo, formativo, integral y dinámico en los creyentes.
  2. Ser sistemática. Debe ser un proceso ordenado que lleve al adulto cristiano desde lo simple a lo complejo, de lo superficial a lo profundo, en el conocimiento conceptual y experimental de Dios y su obra. Debe ser organizada con objetivos  claros, estrategias bien definidas, y contenidos coherentes y pertinentes, que permitan tanto al creyente nuevo como al de años, seguir creciendo dinámicamente en su vida cristiana.
  3. Tener como objetivo la formación integral en todas las áreas de conocimiento espiritual: bíblica, doctrinal o teológica, de vida cristiana y de servicio cristiano. Es imprescindible transmitir el conocimiento del contenido de la Biblia, y de las doctrinas cristianas bíblicas, ya que el mismo constituye el cimiento y las columnas del edificio de la vida espiritual. Y entonces, el conocimiento práctico de vida y servicio cristianos se constituirá en las paredes sólidas, los  nuevos pisos proyectados hacia alturas inimaginables, donde el “límite” es “la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.
  4. Integrar el conocimiento teórico conceptual con el conocimiento experimental práctico. Se trata de conocer no solo intelectualmente el contenido de la revelación, sino llevar al creyente a una experiencia genuina y profunda con el Dios de la revelación. Un ejemplo: el creyente adulto debe conocer qué dice la Biblia acerca de los atributos morales de Dios, debe compenetrarse con los pasajes bíblicos que, de muchas formas, nos muestran el amor, la bondad, la misericordia, la justicia y la santidad de nuestro Señor. Entendamos bien: si ese creyente no conoce lo que la Escritura dice al respecto, ¿cómo lo experimentará? ¡Se le debe enseñar, por tanto, lo que ella dice, y llevarlo consecuentemente a experimentarla en carne propia, a vivir ese conocimiento adquirido, que lo transformará y formará!
  5. Preparar al creyente adulto, como miembro del Cuerpo de Cristo, para cumplir la misión de Dios a través de la iglesia, en toda la dimensión que esto representa: proclamar el Evangelio por todo el mundo; hacer discípulos a todas las naciones; ser testigos hasta lo último de la tierra; ser la voz profética en medio de la maldad y la desesperanza del mundo; manifestar el amor de Cristo a través de la comunión y el servicio; rendir la absoluta adoración, la gloria y la honra al único y soberano Dios, nuestro Señor.

 

No importa si se le llama escuela bíblica, discipulado, o si se le da cualquier otro nombre, ¡volvamos al modelo original!: el poderoso modelo de la iglesia primitiva, en el que los creyentes todos no importa de qué edad “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42), en un proceso de formación y transformación hacia la plenitud de Cristo.

 

Alba Llanes. La formación del adulto.