Un gran proceso de aprendizaje

POR MEI

Te invito a imaginar que te vas a mudar a otro país, y que me acompañes en lo que fue mi viaje a Asia en el año 2016, piensa que te llevarías, como seleccionarías lo más importante y valioso para poner en dos valijas, en mi caso uno de mis tesoros fueron la yerba, cargue 6 kilos e hice una oración: “Papá puedo dejar todo, pero te pido que nunca me falte la yerba para el mate” (y así fue), subes luego a un avión vuelas por más de 40 horas literalmente al otro lado del mundo.
Llegas y no hay un solo cartel que puedas leer (no español, no inglés, ni siquiera letras que puedas reconocer) nadie habla tu idioma, te conectas al wifi para ver si puedes tra- ducir algo para encontrar la salida y descubres que todas tus aplicaciones en este país están bloqueadas no hay traductor de Google, ni hay Gmail, ni YouTube ni WhatsApp, finalmente llegas a lo que será tu casa por unos días, dejas las valijas y hay que comer, la comida es muy diferente ( y picante) te llevan a un lugar cerca de la casa y compras unos fideos que se ven muy bien y al lado del plato, los palitos, tienes que aprender a comer todo con palitos y olvidarte de los cubiertos, acompañar la comida con te o con agua caliente, empiezas a conocer a otros obreros parte del equipo te invitan a comer, la cena es siempre a las 6 de la tarde, nadie habla español, hay días que usas barbijo porque hay polución, tanta que no puedes ver el cielo azul por meses, después de algunas semanas vas por primera vez a una iglesia, no entiendes lo que cantan ni lo que predican pero dis-frutas de estar con tus hermanos, termina la reunión vas al baño y te encuentras con los baños (no hay inodoros, solo algunas letrinas) y un plus, no hay divisiones, no hay privacidad. Todas estas primeras experiencias (y algunas más) a las que tu mente, tu cuerpo y tus sentidos se tienen que acostumbrar se juntan y llegan a agobiarte o frustrarte y allí entonces aparece el famoso “choque cultural”. Algunos lo definen como el conjunto de emociones y pensamientos negativos que surgen por vivir en una cultura diferente a la tuya.
Reflexionando a la distancia sobre esta experiencia descubrí que, aunque me habían enseñado, había leído y había preguntado sobre el choque cultural, nada puedo evitarlo, pero sí hay manera de amortiguar el daño, a llevar al mínimo los daños que el impacto produce. Así como el cinturón de seguridad o el air bag salvan vidas en un choque de autos, los hijos de Dios contamos con recursos para enfrentar estos momentos. El cinturón de seguridad que me ayudó a permanecer firme, que me abrazó y me cobijó fueron mis hermanos en Cristo, aquellos que con sus experiencias y sabiduría me escucharon, aconsejaron y enseñaron, en especial dos mujeres una de ellas obrera en Asia y la otra en África, siempre me escucharon y fueron usadas por Dios con palabras en momentos muy específicos, dos frases puntuales que me acompañaron en medio de mi choque cultural: “Lo más importante, mantener tu corazón sano” y “Dios no nos llama a los países que nos necesitan, sino a los que nosotros necesitamos”.
Ellas me inspiraron fe, y me hicieron comprender que Dios estaba trabajando en mi vida, que no solo iba a servir y a dar, sino que iba a ser transformada en el proceso, también me abrazó y me contuvo la familia en Cristo que encontré al otro lado del mundo y tuve que aprender a amar y abrir mi corazón, pude llorar y desahogarme con una hermana que conocía hace apenas unos meses y pedirle que ore por mí. Papá me enseño lo importante y lo valioso que era ese sentimiento de fragilidad y vulnerabilidad, no había que avergonzarse ni esconderlo, como nos enseña su Palabra
“…Mi poder se muestra en la debilidad. Por eso, prefiero sentirme orgulloso de mi debi-
lidad, para que el poder de Cristo se muestre en mí. Me alegro de ser débil… y de tener necesidades y dificultades por ser fiel a Cristo. Pues lo que me hace fuerte es reconocer
que soy débil.” 2 Co. 12:9-10 (TLA)
Un gran air bag contra el que chocar, pero de manera mucho más suave y agradable fueron los amigos que puede hacer en aquel país, los locales, los que me abrieron sus casas, sus familias, sus corazones para conocer, aprender y absorber su cultura para dejar de ser una observadora, una espectadora y descubrir que además de las grandes diferencias, también había muchas cosas que teníamos en común, que éramos parecidos a pesar de estar al otro lado del mundo. 
Puedo resumir la experiencia transcultural como un gran proceso de aprendizaje, si estamos dispuestos a reconocer que no podemos solos, y que dependemos absolutamente de Dios, pero también de otros. Y que no importan cuando años pasen y si estamos en el campo o en nuestro país, somos, discípulos, aprendices, somos estudiantes caminado de la mano del maestro para que podamos algún día decir:
“…he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemen-
te, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Fil. 4:11-13
Recuperado del boletín del DNM

3 maneras de ser un líder orientado a la visión

Por: Rob Hosking

OneHope nació de una visión que Dios le dio a mi papá, en la que vio a los niños del mundo siendo atacados por Satanás, y la única manera de rescatarlos era compartiendo la Palabra de Dios con cada niño. Hoy, hemos llegado a más de 2 mil millones de niños en todo el mundo con la Buena Nueva en colaboración con iglesias locales.
A través del testimonio de mi padre y mi experiencia liderando un ministerio enfocado en la próxima generación, sé la importancia de tener una visión dada por Dios y liderar eficazmente con esa misión en mente.
Aquí hay tres maneras de ser un líder impulsado por una visión:
Abraza la innovación.
Cuando Dios da una visión nueva, impulsa proféticamente a su pueblo a una nueva acción. Una visión divina es crucial, pero debe ir acompañada de innovación para mantenerse relevante y eficaz. Lograr un equilibrio entre la fidelidad a la visión y la innovación continua hacia el futuro es clave para mantenerse a la vanguardia y alcanzar el éxito. En nuestro mundo acelerado, lo único que no se puede hacer es no cambiar. He visto de primera mano lo que les sucede a las organizaciones o iglesias que no se adaptan a los nuevos tiempos: se quedan atrás.
No te quedes atrapado en una trampa de visión.
Aunque tener una visión es crucial, colocarla en una caja rígida puede llevar al estancamiento y al fracaso. Mantente abierto a nuevas formas de lograr la visión y no tengas miedo de cambiar de rumbo si es necesario. He conocido organizaciones con una visión similar a la nuestra, pero debido a que se aferraron tanto a lo que creían que significaba esa visión, tenían miedo de innovar su estrategia, lo que llevó a sus organizaciones a la quiebra. Esto también podría haberle pasado a OneHope. Podríamos haber decidido que, como la visión de mi padre incluía que diésemos físicamente la Palabra de Dios a cada niño, eso significaba que no podíamos alejarnos de la palabra impresa. Sin embargo, encontrar maneras de difundir las Escrituras digitalmente hizo crecer nuestro ministerio exponencialmente en los últimos años y nos permitió llegar a millones de niños más de los que podríamos haber alcanzado usando solo la versión impresa. Es importante mantenerse fiel al llamado que Dios te ha dado, pero ser fiel no significa permanecer estancado. La historia puede guiarnos, pero solo el Espíritu puede guiarnos.
Prueba algo pequeño
Aunque es importante responder rápidamente a nuevas ideas, también tienes que ser buen administrador de tus recursos. Tomar riesgos tendrá un impacto mayor, negativo o positivo, dependiendo del tamaño de tu ministerio. Asegúrate de tener una comprensión sólida de los recursos financieros, físicos y humanos de tu organización, y adminístralos sabiamente. Una buena manera de permanecer rápido pero ágil es establecer una cultura de experimentación dentro de tu organización en la que se realicen pequeñas pruebas antes de comprometerse con iniciativas más grandes. De esta manera, hay un espacio seguro donde el fracaso se acepta como una parte necesaria del crecimiento mientras sigues siendo buen administrador de lo que Dios te ha dado a ti y a tu organización. Me gusta hacer esto de dos maneras principales: establecer un grupo de trabajo multifuncional o empoderar a un grupo de trabajo secundario bastante aislado de tus actividades principales. 
No siempre es fácil saber cómo ser un líder con visión en cada etapa que enfrenta tu organización, pero oro para que los principios anteriores sean valiosos en ese camino. Al adoptar la innovación, evitar la trampa de la visión y experimentar a pequeña escala, puedes crear una cultura de crecimiento sin dejar de ser fiel a tu llamado. Ya sea que lideres una iglesia pequeña o un ministerio global, recuerda que cada paso que das hacia el cumplimiento de la visión que Dios te dio es un paso hacia la transformación del mundo para su gloria.

Puedes ver una nueva realidad a través de los ojos de la fe.

Por Larry Stockstill
Liderazgo familiar
“Por fe andamos, no por vista” (2 Cor. 5:7).
Nuestros ojos son nuestras ventanas a la realidad. «Lo creeré cuando lo vea», dice la gente.
¿Alguna vez has visto a una persona usando un “casco de realidad virtual”? Es posible que esté luchando contra un megaguerrero con sus ojos naturales (mirando a través del casco de realidad virtual) aunque sepa que está solo en la habitación.
Sus ojos y su realidad son dos cosas distintas.
Después de que murió su hermano, Jesús le dijo a Marta: « ¿No te dije que si creías, verías la gloria de Dios ?» (Jn. 11:40).
Aquí hay algunas áreas en las que necesitas constantemente “caminar por fe y no por vista”:
  1. Camina por fe, no por SENTIMIENTOS.
Los sentimientos (emociones) están en tu vida mental. La depresión, la desesperanza y el arrepentimiento pueden controlar tu vida mental.
La fe (la Palabra y el Espíritu de Dios) vive en tu corazón, en tu espíritu. Es mucho más poderosa que tus sentimientos.
No puedes dejarte guiar por tus pensamientos. « Todos los que son guiados por el Espíritu son hijos de Dios » (Rom. 8:14).
Empieza a hablar con tus sentimientos y emociones. Diles que se alineen con lo que está escrito en las Escrituras. «Depresión, abandona mi mente y mis pensamientos en el nombre de Jesús».
  1. Camina por fe, no por MEMORIAS.
Los pensamientos de tu pasado te capturarán.
Un desastre, un mal matrimonio, un negocio fracasado se convertirán en tu nueva realidad, tu “visión”.
Los recuerdos son reales, como “árboles” llenos de imágenes y pensamientos en nuestro cerebro.
Habla con esos recuerdos apasionantes y ordénales que abandonen tus pensamientos en el nombre de Jesús.
Niégate a concentrarte y revivir las “imágenes y sonidos” de tus recuerdos lamentables.
  1. Camina por fe, no por MIEDOS.
Existe un peligro en escuchar constantemente informes que infunden miedo.
El ciclo de noticias está lleno de nuevos «informes» sobre cosas dañinas y peligrosas. Un informe pronto es reemplazado por otro que dice que no es peligroso e incluso podría ser beneficioso.
No dejes que el miedo se apodere de tu realidad.
Anden por fe (esto no significa necedad ni presunción). Por favor, no se dejen llevar por todas las predicciones catastróficas para el mundo y sus habitantes.
Viva libre de pensamientos atormentadores sobre su muerte y desaparición.
  1. Camina por fe, no por CIRCUNSTANCIAS.
Un amigo le preguntó a alguien: «¿Cómo estás?». «Bastante bien, dadas las circunstancias», respondió. Él respondió: «¿Qué haces ahí abajo ?».
Las circunstancias son lo que te rodea. Se trata del entorno, las personas y las condiciones en las que vives.
Tu coche y tu casa podrían averiarse. Tu familia podría ser disfuncional. Tu trabajo podría ser aburrido o estresante.
Cambia tu forma de pensar sobre tu entorno. Empieza a agradecer y alabar a Dios por tener un techo, ropa y comida en tu refrigerador.
Lo que “ves” es quizás lo mismo, ¡pero lo que cambia es cómo lo “ves”!
Camina por fe. Supera sentimientos, recuerdos, miedos y circunstancias.
Recuerda que la realidad virtual no es la realidad. ¡La Palabra, la verdad y las promesas de Dios son tu nueva realidad!
https://larrystockstill.com/blog/you-can-see-a-new-reality-through-the-eyes-of-faith

Donde comienza la verdadera alegría: plantar iglesias, levantar esperanza

Por: Osvaldo Carnival

Desde que decidí seguir a Jesús, comprendí que el evangelio no es solo un mensaje, sino una fuerza transformadora. Primero, porque cambió mi vida; segundo, porque he visto cómo ha cambiado la vida de muchos hermanos y hermanas a lo largo de estos 40 años de ministerio. Un factor determinante en esta transformación es cómo enfrentamos los problemas y las situaciones difíciles de la vida.
Recientemente, leí sobre la teoría del “punto de felicidad” del profesor emérito de la Universidad de Minnesota, David Lykken. Según él, todos tendemos a regresar, después de eventos traumáticos o de gran alegría, a un nivel emocional base. Pero los que hemos nacido de nuevo sabemos que hay una clase distinta de gozo, una fuente distinta de felicidad. La Biblia nos habla de un gozo que trasciende lo emocional y circunstancial, un gozo que proviene de la presencia de Dios.
El salmista David lo expresó con claridad cuando escribió:
«Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto» (Salmo 4:7).
David estaba diciendo que había encontrado una alegría más profunda que cualquier abundancia material. Ese es el verdadero “punto de felicidad” del cristiano: una alegría anclada en Dios mismo, en Su carácter inmutable, en Su fidelidad eterna.
Hermanos, vivimos en tiempos donde la búsqueda de la felicidad se ha convertido en una carrera frenética. Las personas se esfuerzan por alcanzar estabilidad financiera, reconocimiento social, comodidad personal… pero aún después de lograrlo todo, sus corazones siguen vacíos. ¿Por qué? Porque sólo Cristo puede llenar el alma. Sólo Cristo puede brindar un gozo que permanece cuando todo lo demás desaparece.
Y es aquí donde entra nuestra misión. Cada iglesia que se planta es un lugar donde las personas pueden descubrir esa fuente de gozo. Establecer centros de esperanza, levantar altares donde Cristo sea predicado, crear espacios donde la presencia de Dios transforme vidas. Plantar iglesias es una de las formas más directas, prácticas y eficaces de llevar el mensaje del Evangelio a quienes aún no han oído.
La gran comisión de nuestro Señor no fue: “Hagan buenas reuniones”, sino:
«Vayan y hagan discípulos a todas las naciones…» (Mateo 28:19).
Cada iglesia plantada es una lámpara encendida en medio de la oscuridad, una voz que proclama el Evangelio, un refugio para el quebrantado, un lugar de restauración para la familia, y un punto de partida para nuevos ministerios.
Anímate a no dejar que las limitaciones humanas apaguen un llamado divino. Dios no está buscando métodos perfectos, sino corazones dispuestos. No hay gozo mayor que ver el Reino de Dios expandirse. No hay alegría más duradera que la de saber que fuimos instrumentos para que otros encuentren su punto de felicidad en Cristo. No hay inversión más valiosa que la de plantar una iglesia que predique a Jesús.

La confianza construye un matrimonio inquebrantable

 Por: Sixto Porras

Uno de los pilares de una relación saludable es la confianza. Es lo que nos permite tener la seguridad de que nuestro amor es para toda la vida y que es agradable vivir cerca de la persona amada.   

Donde hay confianza, hay cercanía, amistad, amor y alegría, por eso es importante poder distinguir los elementos que nos indiquen que nuestra relación se fundamenta en la confianza. 

La confianza es el fundamento de todo matrimonio sólido que tiene una convivencia agradable. Cuando hay confianza eliminamos los celos, no competimos entre nosotros, nos respetamos mutuamente y nos ayudamos mutuamente.  

La confianza da seguridad a la relación, y nos permite reconocer que las intenciones del cónyuge son buenas. Por esta razón, no tenemos malentendidos, sino que, cuando no comprendemos algo, lo aclaramos con libertad y naturalidad, porque tenemos la seguridad de mostrarnos vulnerables.   

Existe confianza en el matrimonio, cuando ambos cónyuges tienen la seguridad de que las intenciones de su cónyuge son buenas. Por lo tanto, no hay lugar para los celos enfermizos, las dudas o la desconfianza.  

La confianza crece cuando nos sentimos libres de mostrarnos vulnerables, y para esto se requiere compartir tiempo, expresar afecto, tener identificación con nuestro cónyuge y evitar la crítica y el menosprecio.  

Nos acercamos cuando valoramos los atributos y virtudes que cada uno tiene, no acumulamos resentimiento y perdonamos pronto los errores cometidos.  

¿Qué daña la confianza? Los gritos y el maltrato. La descalificación. La burla y el menosprecio. La crítica constante. La comparación. El estar corrigiendo al cónyuge constantemente. El menosprecio. El irrespeto a sus sentimientos y opiniones. Los secretos.

Donde no hay confianza… 

Hay temor. Se ocultan las cosas. No sienten la libertad de pedir la ayuda a su cónyuge. Ocultan sus errores y debilidades. Muchas veces temen a la reacción del cónyuge. No se ayudan entre ellos. Se critican mutuamente con frecuencia. No tienen la libertad de expresar sus opiniones. Llegan a conclusiones sobre las intenciones del otro sin tratar de aclararlo. No reconocen las virtudes del cónyuge, ya que solo ven sus defectos. Acumulan resentimiento el uno con el otro. Tratan de controlar la conducta de su cónyuge. Ocultan sus temores, enojos y dolores.Buscan razones para evitar pasar tiempo juntos.

Donde hay confianza… 

Se disculpan con facilidad y no acumulan resentimiento. Pueden trabajar juntos y lo disfrutan. Se dedican tiempo el uno al otro. Aprecian las capacidades de su cónyuge. Ríen juntos. Se admiten los errores. La comunicación es fluida. Se sienten en la libertad de opinar sobre cualquier tema. Se respetan mutuamente. Disfrutan la compañía del cónyuge. Antes de juzgar las intenciones del cónyuge, preguntan para aclarar lo que pasó, ya que no pueden concebir que su cónyuge desee hacerles daño.  Se aceptan las recomendaciones del cónyuge. Nunca se actúa con la intensión de humillar o herir. Se piden consejo y se ayudan mutuamente. Admiten sus debilidades y errores sin temor al rechazo. Se perdonan mutuamente con prontitud.

¿Cómo podemos hacer crecer la confianza en nuestro matrimonio?

Fortalezca su integridad: Tener confianza en el cónyuge, significa que tenemos la plena seguridad de que es la misma persona siempre. Es alguien que no actúa diferente dependiendo de la situación en la que se encuentre. Ser de una sola pieza, significa actuar de acuerdo con nuestros valores y lo que creemos. Esto crea seguridad, y aumenta la confianza en el matrimonio, porque nos permite vivir una relación comprometida y fundamentada en el amor que nos tenemos. 

Cultive la transparencia en su matrimonio. Procure un ambiente donde es natural rendirnos cuentas mutuamente: no tengan contraseñas secretas, sea honesto sobre dónde estaba, con quién y cómo gastó el dinero. Incluso, si hay verdades incómodas o dolorosas, es mejor ser transparente. Recuerde: las personas fuertes admiten cuando se equivocan, y esto genera confianza. Las personas débiles ocultan sus errores o los justifican, y esto debilita la confianza.  

Cuide de la vulnerabilidad de su cónyuge: Para que exista intimidad y confianza, nuestro matrimonio debe ser un lugar seguro para hablar sobre nuestros errores, miedos, fracasos, esperanzas y sueños. Después de ser vulnerables, necesitamos compasión, empatía y amor incondicional; no crítica y rechazo. Del mismo modo, por favor, tenga cuidado de no compartir estos detalles tan íntimos de la vida de su cónyuge con otros. Discutan qué temas íntimos se quedarán solo entre ustedes, y cuáles pueden discutir con otros en un espacio adecuado.  

Las preguntas que surgen son:  

¿Qué cosas debo mejorar para aumentar la confianza de mi cónyuge?  

¿Debo pedir disculpas por algo que no hemos sanado? 

¿Debo perdonar algo que ocurrió hace mucho y que aún recuerdo con resentimiento? 

Si nos proponemos aumentar la confianza en nuestro matrimonio, la armonía crecerá, el ambiente será más agradable y pondremos un fundamento sólido en nuestra relación. 

Mi coche cultural en el Amazonas  

POR SARA SERVES

Dependiendo de la reacción a esta desorientación, el choque cultural puede ser un factor inhibidor a la adaptación al nuevo contexto y/o una experiencia de crecimiento personal en que la persona pasa a ser más consciente de quién es ella, pudiendo así, convertirse en una persona bicultural. 

Las reacciones emocionales típicas del choque cultural son: ansiedad, confusión, frustración, extrañar, soledad, inseguridad, miedo, sentimientos de aversión y rechazo a la  cultura receptora, estrés elevado. Nos sentimos fuera del contexto, un intruso, extranje ros. 

En mi experiencia al inicio de mi llegada a Amazonas, todas las visiones exóticas, los  olores de los alimentos, que muchas veces ya estaban descompuestos, la ansiedad por  conocer lo nuevo, al pasar los años va desapareciendo. Nos sentimos confundidos y frustrados porque no entendemos lo que sucede a nuestro alrededor. Ese estado mental  persistirá, hasta que aprendamos algunos de los hábitos de la lengua y de la cultura. 

Recuerdo una situación muy difícil que me ha tocado vivir, esto fue al inicio de mi llegada a Amazonas. Fuimos a visitar una comunidad de un grupo étnico donde nunca había  estado antes, no conocía nada sobre ellos, ni sus costumbres y tradiciones. En ese día  llevábamos muchas donaciones en cajas para los niños de la comunidad, las cajas estaban  pesadas llenas de ropa y útiles.  

Al llegar a la comunidad, donde habíamos viajado por más de 6 horas en bote y estábamos cansados, observó que había un grupo de hombres sentados mirando nuestra  llegada. Cuando nuestro bote para, nosotros comenzamos a llamar a esos hombres para  que nos ayuden a descargar el bote diciéndoles que llevábamos regalos para todos los  niños de la comunidad. En ese día había llovido y había mucho barro, teníamos que  subir un barranco que estaba muy feo el camino para llegar hasta la comunidad para  realizar nuestra actividad evangelística. 

Cada vez que llamábamos a estos hombres ninguno de ellos respondió acercándose a  ayudar. Entonces tuvimos que cargar nosotros mismos aquellas cajas tan pesadas, éramos 3 mujeres y un solo hombre en nuestro bote. Al comenzar a subir con estas cajas,  recuerdo que por causa del barro me resbalé y caí de rodillas con todo el peso de esa  caja, una mezcla de rabia se pasó por mi cabeza, y sin entender qué pasaba con esos  hombres que no venían a ayudarnos, se me cruzaron tantas cosas en la cabeza.  

Tuve que levantarme sola y lograr cargar nuevamente esa caja en mi hombro para poder continuar, mientras que los hombres solo hablaban entre ellos en un idioma que no  entendía. Cuando llegamos a la casa del cacique o jefe de la comunidad, hablamos con  él que aun faltaban muchas cajas para descargar, que habían quedado en el bote. En  ese momento el cacique pronunció unas palabras en su idioma, y rápidamente estos  hombres que solo nos observaban bajaron el barranco en busca de las cajas que restaban.  

Yo necesitaba que alguien me explique que estaba pasando, hasta que un misionero  que ya había estado trabajando con ellos por un periodo corto me dijo que los hombres  en esa etnia no recibían ninguna orden de una mujer, que no permitían que ninguna  mujer les enseñase ni tampoco les solicitó alguna cosa. Era duro esto para mí, porque  se trataba de donaciones para sus hijos, pero luego entendí que no sabía nada de esta  cultura y que debía entender y respetar sus costumbres.  

Dios me enseñó que lo más importante en ese lugar era la formación de un obrero autóctono para discipular ese pueblo. Entendí que uno debe entender las barreras culturales que se presentan en cada lugar nuevo que entramos y que primero mi trabajo es  conocer y aprender de cada grupo donde Dios me permite entrar.  

Aceptar que con cada experiencia Dios va tratando nuestro corazón y nos prepara para  trabajar con el pueblo que nos ha designado, que debemos ser pacientes para ver los  frutos, maduros para no sentirnos mal al vivir algunas injusticias dentro de la comunidad o pueblo donde trabajamos o al ser rechazados.  

Gracias a Dios hoy en ese lugar se cuenta con una iglesia y un pastor autóctono.

Recuperado de: Boletín del DNM

¡Jesús nunca lo sugirió sino que lo ordenó!

Por: Nathan Morris

 

Entonces Jesús se acercó a ellos y les dijo: «Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo».

 

Mateo 28:18-20

 

En Mateo 28, Jesús hizo una declaración asombrosa a todos los creyentes, junto con lo que se conoce como la «Gran Comisión». ¿Qué podría ser más emocionante que una misión celestial que nos fue encomendada por el mismo Señor Jesús, con la promesa de la autoridad y el poder necesarios para cumplirla? Desafortunadamente, hoy en día, la «Gran Comisión» a menudo se ha diluido hasta convertirse en una gran sugerencia. Lo cierto es que Jesús nunca la sugirió, sino que la ordenó , y cualquier mandato de Jesús debe tomarse en serio si deseamos cumplir su perfecta voluntad en la tierra hoy.

 

La diferencia entre un mandato y una sugerencia es verdaderamente significativa. Una sugerencia implicaría que el mandato principal de Jesús para nosotros está sujeto a una cuidadosa consideración. Pero lo cierto es que si reflexionamos, esto puede llevarnos a una vacilación, la cual tiene el poder de producir inmovilización.

 

¿Será que necesitamos recuperar la verdad de las palabras de Jesús en Mateo 28 y ver la «Gran Comisión» con una nueva perspectiva? ¿Podría ser nuestra falta de fruto espiritual el resultado de nuestra vacilación y temor? Cuando Dios llamó a Pedro en Hechos 10 para llevar el Evangelio a las naciones gentiles, este fue un momento crucial para la iglesia primitiva. En medio de sus críticas, Pedro respondió al llamado porque el Espíritu Santo le habló y le dijo: «No dudes en ir». Allí mismo, en un lugar de consuelo, Dios le ordenó a Pedro que fuera sin dudar, ¡y Jesús nos llama a hacer lo mismo hoy!

 

Jesús nos recordó toda la autoridad que tiene en el cielo y en la tierra, y nunca debemos temer responder a su llamado con entusiasmo y confianza en que Dios está verdaderamente con nosotros. Jesús nunca nos instruyó a llenar edificios de gente, sino que su deseo es que vayamos y hagamos discípulos de todas las naciones. «Ir» es dejar tu lugar de comodidad, y «hacer» es crear y desarrollar a otros que puedan hacer lo mismo eficazmente.

 

Al redescubrir el verdadero mandato del cielo, abriremos un nuevo espacio para que el Espíritu Santo reavive una pasión ardiente por los perdidos como nunca antes . Si tomamos las palabras de Jesús como un mandato directo en lugar de una consideración, podríamos ver los resultados de una cosecha de almas en las naciones del mundo.

 

Romanos 10:14-15 dice: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin que alguien les predique? ¿Y cómo predicará alguien si no es enviado? Como está escrito: “¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian buenas nuevas!”

 

Tus pies son tu vehículo principal, y por lo tanto, ¡debes decidir dar un paso de fe! Cuando el apóstol Pablo mencionó la armadura de Dios en Efesios 6, describió muchas cosas que nos protegen del enemigo. Al hablar de nuestros pies, nos instruyó a mantenernos firmes, con los pies equipados con la disposición que proviene del Evangelio. ¡No dudemos más y estemos listos para ir con un mensaje que puede cambiar el mundo para la gloria de Dios!

 

Recuperado de: https://www.shakethenations.com/post/ready-set-go