En Países Bajos

Yusef y Agar

Este último tiempo hemos visto avances en el ministerio aquí en los Países Bajos.

En varias áreas hemos podido avanzar. Y esto por supuesto ha sido también con luchas y desafíos. Pero le estamos creyendo a nuestro Dios y hemos podido perseverar y ver progresos.

 

Como saben estamos trabajando en tres áreas.

 

1- Grupo árabes.

El grupo árabe se está consolidando. En este grupo está la familia donde comenzamos las reuniones hace tiempo atrás en un pueblo cerca de Utrech, originarios de Irak. Y también una familia nueva se sumó a las reuniones, viven a 20 minutos en auto del lugar donde nos reunimos, viven en Amsterdam oost.

En las dos últimas reuniones han participado hermanos del Norte de África. Donde estuvimos por mucho tiempo sirviendo.

 

2- Plantando la iglesia hispana

Estamos agradecidos a Dios por cada uno de los hermanos hispanos, estamos viéndoles crecer, estamos siendo parte de su cuidado espiritual y vidas están siendo cambiadas. Y están tomando la carga por alcanzar a los perdidos.

 

Tenemos nuestras reuniones cada Domingo, y una vez al mes comemos juntos. También tenemos estudios bíblicos, discipulado, evangelismo, etc.

 

Pero sobre todo queremos que seamos una iglesia que mire hacia afuera, mientras caminamos con Jesus.

 

3- Niños en el campo de refugiados.

 

Esta es la actividad que estamos llevando adelante en el campo de refugiados, con niños. El objetivo es que conozcan al Señor Jesús. Y hacemos meriendas, títeres, juegos y canciones. En este momento con los títeres aprovechamos a dar el Mensaje que cambia las vidas.

 

Por medio de estas actividades logramos transmitir la carga a los hermanos hispanos, por los que no tienen salvación, e involucrarnos. Y también nos permite también llegar a los padres de los niños del campo.

 

Dios nos esta concediendo algo muy bueno, que estaba en nuestro corazón.

 

Y era el involucrar a los hermanos de la iglesia hispana en las actividades del campo de refugiados, Y son unas 12 personas que son parte de este equipo que estamos participando de las actividades con los niños refugiados. Y a la vez estamos haciendo cultos con refugiados árabes. Estamos trabajando para que seamos conscientes de que somos una iglesia, con dos grupos. Y vamos bien. Nos anima Hechos 6:1, donde en una iglesia había mas de un grupo, no sin desafíos y oportunidades.

 

La clave para la transformación de la nación

LA CLAVE PARA LA TRANSFORMACIÓN DE LA NACIÓN

Por Carlos Annacondia

Si miramos la Biblia vamos a ver que todo comienza a cambiar cuando hay alguien que puede llorar, alguien que puede reconocer y decir: “hemos pecado, nos equivocamos”. Las lágrimas son como semillas que caen en la tierra y luego producen fruto. Para que haya un avivamiento tiene que haber un río de lágrimas. La oración nos lleva a esa comunión con Dios para que podamos ver la necesidad y urgencia de que la gente se vuelva a Dios. En Él las personas encontrarán paz, felicidad, esperanza, trabajo, salud. ¡Todo está en las manos de Dios!

Es importante que ayunemos y oremos, que consagremos días a Dios para que Él abra los cielos y bendiga, primero nuestra vida, porque si nosotros nos volvemos a Dios Él se vuelve a nosotros, después nuestra familia, nuestra ciudad, la iglesia, y finalmente toda la Argentina. Si nosotros queremos ver un cambio en nuestra vida, familia, ciudad y país, es necesario orar, ya que la oración es la llave que Dios dejó y que nos enseñó a usarla por medio de Jesús».

¿Qué importancia tiene la oración unida?

«La oración de un justo puede mucho”, eso dice la Biblia. La oración de muchos justos puede más. Cuántos más somos, más bendición. Dios está esperando que le pidamos. Muchas veces uno se pregunta “¿Por qué Dios no me da?”. Pero el error está en que no le pedimos, porque creemos erróneamente que no es necesario pedir. La Biblia dice “pedid y se os dará, buscad y hallareis, golpead y se os abrirá”. Quiere decir que hay una enseñanza, que la oración es la que mueve la mano de Dios. Cuando oramos, lo hacemos por nuestra casa, por nuestra vida, por nuestra ciudad, vamos a orar por nuestra Argentina, entonces la bendición de Dios se agiganta.

¿Hay un cambio verdaderamente?

Las cosas comienzan a cambiar, comienzan a producirse cuando hay una iglesia que busca a Dios. La iglesia es la que tiene la llave para que Dios abra los cielos y bendiga la tierra. No debemos esperar que Dios lo haga todo por su cuenta porque Dios está esperando que nosotros hablemos. Es como cuando un niño le pide algo a su padre. Dios quiere bendecirnos, Dios quiere darnos lo que necesitamos, pero Él puso un reglamento, “pedid y se os dará, buscad y hallareis, golpead y se os abrirá”.

Dios nos está diciendo que le pidamos, que Él no tiene límites, lo más pequeño o lo más grande. No importa lo que sea, porque Dios es Dios de todo. ¿Hay algo que sea difícil o imposible para Dios? No, todo es posible para Dios, lo más pequeño o lo más grande. Dios está esperando que le pidas. A Dios le gusta que seamos hijos cariñosos. Dios es Dios y Él nos ama, y quiere que nosotros lo amemos. A veces no entendemos que Dios necesita que nosotros lo amemos, que nos acerquemos a Él.

Hay momentos de desesperación que uno pide alterado, y Dios está ahí para ayudarnos. La oración es la que mueve la mano poderosa de Dios. A través de una simple y sencilla oración, mucha gente se va a encontrar con Jesús. Nosotros tenemos que cultivar nuestra amistad con Dios, y cultivar no es más que hablar. Necesitamos tener tiempo para hablar con Dios.

Recuperado de : https://www.oramos.com.ar/blog/crecimiento-del-ministerio/la-clave-para-la-transformacion-de-la-nacion

 

pies en orilla del lago

En Dios Confiamos

Por: CLAUDIO FREIDZON

Nuestra confianza en Dios es el alimento de nuestra fe. Creemos en su poder sobrenatural y su fidelidad que se manifiesta siempre a tiempo.

El propósito de las maravillas de Dios, es que el mundo crea. Que cada persona pueda tener la oportunidad de ser tocada por su poder.

En Hechos 19:11 [RV 60] dice la Palabra de Dios. “Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que aún se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.”

¡Qué importante considerar que los milagros se produjeron a través de un hombre transformado por el amor de Dios, con una nueva vida; un nuevo corazón!

Pero los milagros son de Dios, las maravillas le pertenecen…los milagros no son del hombre.

Nosotros simplemente, somos los que clamamos y esperamos.

El Señor hacía milagros en Éfeso; un lugar de absoluta idolatría, allí el nombre de Jesús era predicado y exaltado, porque las manifestaciones de su poder se daban de una forma extraordinaria.

Pablo fue llevado a esa ciudad para vivir una experiencia superadora del poder de Dios.

Estos acontecimientos nos llevan a la reflexión que debemos “enfocar” nuestro tiempo de adoración. Muchas veces la excesiva “familiaridad” con la religión nos aparta del foco en que debemos concentrar nuestros corazones…Cristo.

Nuestra plena confianza debe estar arraigada en el Dios extraordinario que tenemos.

La condición humana que debemos adoptar es la de concentrar nuestra atención en el tiempo que dedicamos a la oración, la iglesia, la alabanza y la adoración, esperando edificarnos en la fe, anhelando que suceda lo que tantas veces aconteció en la Biblia.

En Juan 21:3 [RV 60] la Palabra de Dios nos relata un hecho que impactó a los discípulos de Jesús.

“Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada.”

Este episodio, narra la condición en la que se encontraban esos hombres que habían escuchado rumores sobre la resurrección del Señor, pero que sus corazones estaban dispuestos a la incredulidad y cerrados a la esperanza; pero, a partir del siguiente versículo, todo cambiaría en sus vidas…”Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús.” [Jn. 21:4 RV60]

Luego de ello el Señor toma contacto con ellos y acto seguido se produce un milagro extraordinario: “Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.” [Jn. 21:5-6 RV60]

Todo milagro contiene dos componentes: Dios y Su Palabra por un lado y por el otro, la fe.

El Señor propuso la solución a una noche de pesca infructuosa y los pescadores aceptaron.

El Dios Todopoderoso en el que confiamos se revela una vez más en este capítulo con un hecho sobrenatural contundente.

En medio del fracaso; en medio de la escasez, aún en medio de las “redes vacías”, el Señor está siempre presente cuando nuestra fe acciona nuestra relación con Él.

Ese Cristo resucitado es el mismo Dios en quien confiamos y no ha cambiado. Sigamos depositando nuestra esperanza en Él.

El Señor aparece en los momentos más difíciles; su fidelidad nos lleva a reforzar nuestra fe.

“Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: !!Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar.” [Jn. 21:7 RV 60]

Recuperado de: https://reydereyes.com.ar/en-dios-confiamos-dr-claudio-freidzon/

trofeo

Fuimos creados para triunfar

Por: Osvaldo Carnival

¿Cuántas veces nos preguntamos cuál es el secreto del éxito? Yo creo no equivocarme en resumirlo en la siguiente palabra: PERSEVERANCIA. La impaciencia nos lleva a abandonar la lucha antes de tiempo y, de esta forma, en reiteradas oportunidades, la inconstancia hace abortar nuestros mejores sueños; no logramos ver con claridad. La visión es nublada por la falta de persistencia.

Se cuenta que Sir Edmund Hillary intentó, varias veces, sin éxito, escalar el Monte Everest, hasta que finalmente lo logró. Pero hay un hecho interesante ocurrido en uno de esos tantos intentos fallidos: luego de no lograr su deseo, Hillary permaneció parado al pie de la gran montaña y, sacudiendo su puño hacia ella, dijo: «¡Te venceré! Porque tú no puedes ser más grande de lo que eres, pero yo todavía estoy creciendo». Continuó, siguió intentando, persistió, hasta que un día lo logró.

El mayor enemigo de lo mejor no es lo peor, sino lo bueno. Lo bueno nos lleva a conformarnos con algo que no es lo que realmente soñamos, pero que, dentro de todo, no es tan malo. Nos contentamos con lo que tenemos hoy a mano, como dice el refrán: «Más vale pájaro en mano, que cien, volando». Si bien esto generalmente se aplica a la importancia de no dejar escapar las oportunidades, también podemos aplicarlo a aquellos que se contentan con lo que tienen en mano y no se arriesgan por más.

Por lo general, cuando nos lanzamos a nuevos desafíos, lo hacemos con mucho entusiasmo y grandes expectativas, y nos trazamos objetivos lo suficientemente altos para motivarnos. Pero debemos tener en cuenta que lo importante no es sólo poseer un sueño y emprender el viaje, sino que la verdadera felicidad radica en lograr llegar a destino. Comenzar y acabar.

Esto es especialmente relevante cuando hablamos de plantar iglesias. No basta con tener el sueño de expandir el Reino de Dios, sino que debemos llevar ese sueño a la acción. Plantar una iglesia requiere visión, esfuerzo y compromiso, pero sobre todo, perseverancia. Es una obra que no sólo impacta nuestra vida, sino que transforma comunidades enteras. Cada iglesia plantada es un faro de luz, un lugar donde las almas encuentran esperanza y dirección.

Entre su sueño y el lugar donde se encuentra, siempre se presenta una tercera alternativa; funciona como una parada de descanso que se aprovecha para tomar nuevas fuerzas. Esto me recuerda al cansado caminante del desierto que, luego de largos días de intenso calor y fatigoso caminar, divisa a lo lejos un maravilloso oasis. Lo más razonable es hacer un alto y pasar un tiempo allí; sin embargo, sería una tontería tomar esta alternativa momentánea como una morada permanente. Este lugar no tiene nada que ver con el destino final. Quedarse allí sería rebajar el nivel de los sueños, y a esto se lo denomina conformismo.

Cuando se trata de plantar iglesias, esta verdad es aún más evidente. El cansancio, los obstáculos, o incluso la aparente falta de recursos pueden tentarnos a detenernos y conformarnos con menos. Pero debemos recordar que nuestro llamado es alto, y nuestra misión es urgente. No hay lugar para conformarse; ¡el Evangelio debe ser proclamado y nuevas iglesias deben surgir para que más personas sean alcanzadas!

Su destino se relaciona con cosas grandes; no, con menudencias, con pequeñeces. El sentirnos satisfechos con menos de lo deseado contribuye a empequeñecernos.

Deténgase por un momento y haga el siguiente ejercicio: piense dónde anhelaba llegar con su vida y compárelo con el sitio donde se encuentra en este mismo momento. ¿Cuál es el resultado? Si no se encuentra en el lugar correcto, es el momento de tomar una decisión. Nada cambiará si no inicia una acción para que así suceda. «Para alcanzar los lugares que nunca antes ha alcanzado deberá hacer lo que jamás antes había hecho».

No acepte de manera resignada su presente, no se sienta satisfecho con lo hasta aquí ha logrado, no se acostumbre a vivir por debajo de su nivel, con el mínimo de sus infinitos recursos. No permita que sus sueños se hagan trizas, mantenga viva la llama del entusiasmo.

Comenzó bien, continúe bien. Apunte alto. No se justifique pensando que «al menos lo intentó»; los premios no son para los que participan de la carrera, sino para los que la acaban. ¡Levántese, todavía puede lograrlo! ¡No se quede a mitad de camino!

 

Agentes de Paz y la Misión de Plantar Iglesias

Por: Osvaldo Carnival

Queridos pastores y líderes:

El llamado de Dios en nuestras vidas nos invita a ser portadores de su paz, agentes de transformación en un mundo que necesita reconciliación y restauración. Lucas 10:6 nos enseña que la paz es una bendición espiritual que se imparte:
«Si hay allí alguien digno de paz, gozará de ella; y si no, la bendición no se cumplirá.»

Como pastores, tenemos el privilegio y la responsabilidad de vivir y compartir esta paz, pero también debemos multiplicarla en nuestras comunidades. Una forma poderosa de hacerlo es a través de la misión de plantar iglesias.

La paz como estilo de vida pastoral

En nuestro ministerio, la paz debe ser evidente en cada relación, desde nuestras familias hasta las comunidades que lideramos. Sin embargo, esta misión no puede limitarse a nuestras iglesias locales. Plantar iglesias nos permite extender la paz más allá de nuestras fronteras inmediatas, llevando el mensaje de reconciliación a nuevos territorios.

En Romanos 12:18:
«Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos.»

Plantar iglesias es un acto de obediencia a este llamado. Es establecer comunidades donde las personas encuentren refugio, unidad y sanidad en Cristo, convirtiéndonos en verdaderos hacedores de paz en un mundo dividido.

Christian Hadfield, desde la Estación Espacial Internacional, compartió una reflexión impactante:
«No se distinguen las fronteras desde aquí arriba.»

Así también, nuestras iglesias deben reflejar esta visión celestial, derribando barreras humanas y proclamando la reconciliación en Cristo. 

El apóstol Pablo lamentaba los conflictos entre hermanos en 1 Corintios 6:5-6, porque estas divisiones no solo afectan nuestra comunión, sino que debilitan nuestro testimonio ante el mundo. Al plantar iglesias, estamos construyendo espacios donde las relaciones pueden fortalecerse y donde las personas experimenten la unidad que sólo Cristo puede dar.

Queridos pastores, seamos agentes de paz no solo en nuestras vidas y ministerios, sino también a través del compromiso de plantar iglesias. Cada nueva iglesia es un faro de esperanza, unidad y restauración para nuestras comunidades.

Que el Dios de paz obre a través de nosotros, llevando su mensaje de reconciliación a cada rincón de nuestra nación. Argentina necesita iglesias vivas y transformadoras que reflejen la gloria de Dios.

Una economía estable

 

 Por: Por Daniel González

“Los siete años de abundancia en Egipto llegaron a su fin, y tal como José lo había anunciado, comenzaron los siete años de hambre, la cual se extendió por todos los países. Pero a lo largo y a lo ancho del territorio de Egipto había alimento. Cuando también en Egipto comenzó a sentirse el hambre, el pueblo clamó al faraón pidiéndole comida. Entonces el faraón le dijo a todo el pueblo de Egipto: Vayan a ver a José y hagan lo que él les diga”. Génesis 41:53-55

 Frente a la situación que se vive a nivel mundial y también como nación, necesitamos buscar consejos sabios en La Palabra de Dios para saber cómo conducirnos.

No debemos tener temor sino actuar como la Biblia nos enseña. En el Salmo 112:5b-6a leemos: «Gobierna sus asuntos con juicio, por lo cual de esta forma no resbalará jamás». Esto significa que aquel que maneja sus asuntos con sabiduría, al actuar de esta forma nunca caerá. No importa qué tan inestable sea la situación, no resbalará jamás. Aquí la palabra «juicio» tiene dos acepciones. La primera tiene que ver con ser juicioso, inteligente. Quien gobierne sus asuntos de manera inteligente jamás resbalará.

Podemos llevar esto a nuestra economía personal y familiar de una manera muy sencilla siguiendo algunas pautas: hacer un presupuesto mensual de gastos, es decir calcular antes de comenzar a edificar la torre, como nos enseñó Jesús; utilizar la tarjeta de crédito como un instrumento de pago y no como un medio de vida lo cual nos permitirá desarrollar contentamiento como enseña el apóstol Pablo; y hacer del ahorro un ejercicio, una gimnasia para poder aprovechar los buenos momentos al igual que la hormiga y así poder tener recursos en todo tiempo, sean épocas de bonanza o de crisis.

José es un buen ejemplo bíblico de esto. Cuando llegaron los siete años buenos, José supo administrar esa abundancia de granos, por eso tuvo alimento también en los 7 años malos y no solamente en los años de abundancia.

Deseamos que de una vez y para siempre el Pueblo de Dios entienda estos principios y los pueda poner por obra. Porque fue durante la peor crisis de Egipto cuando más prosperó José. Y no porque tuvo suerte, sino porque había guardado alimento. La provisión guardada no era una casualidad del destino, sino porque José gobernaba sus asuntos de manera juiciosa.

La segunda acepción de «juicio» tiene que ver con la justicia, el que se encarga de sus asuntos de manera justa, al actuar de esta forma, tampoco resbalará jamás.

Primero, justicia para con Dios lo cual significa honrarlo con nuestros diezmos y ofrendas, es decir, con la parte que le pertenece y le corresponde al Señor. Porque toda injusticia acarrea desgracia para nuestra economía y nuestra vida; La Palabra de Dios enseña que quienes retienen más de lo que es justo vienen a pobreza, por eso necesitamos en primer lugar ser justos para con Dios, el proveedor de todas las cosas que tenemos.

Segundo, justicia para con el prójimo lo que significa ser justos con los demás, por ejemplo los patrones con sus empleados. Aquí se refiere a pagar a cada persona lo que corresponde, y el trabajador brindar el servicio acorde al pago que recibe. Para crecer económicamente necesitamos también crecer en justicia, expresando de forma concreta el amor los unos por los otros.

Si como individuos actuamos de esta manera, por más dura que sea la situación, la promesa de La Palabra nos dice que no resbalaremos jamás porque hemos manejado nuestros asuntos con juicio, con justicia para con Dios y para con los hombres.

Si te preocupa el futuro, no tengas temor, ten esperanza en Dios. No una esperanza ficticia sino basada en La Palabra de Dios y en el hecho de que si hacemos nuestra parte, si obedecemos sus mandamientos, Dios es fiel y siempre cumple la suya haciendo que su Palabra no vuelva vacía.

Que en este tiempo también podamos ser sal y luz a los demás, y que el mundo pueda ver que el Pueblo de Dios gobierna sus asuntos con juicio, y que a causa de esto no resbala jamás

 

Recuperado de: Argentina Oramos por Vos https://www.oramos.com.ar/blog/la-personal-del-pastor/una-economia-estable

Discipulado: Navegando el camino para la próxima generación

Por: Rob Hoskins

En un mundo que cambia rápidamente, la tarea de discipular a la próxima generación adquiere nuevas dimensiones y desafíos. La generación más joven de hoy está creciendo en una era de posverdad, donde los absolutos parecen escasear y la tendencia de la generación anterior es a lanzarse de cabeza a tratar de convencerlos de lo contrario. Este enfoque a menudo nace del miedo, miedo que surge tanto de los líderes mayores como de los más jóvenes.

Durante una reciente reunión de líderes de la iglesia, se hizo evidente que tanto los líderes mayores como los más jóvenes albergaban temor. Los líderes más jóvenes temían que sus voces no fueran escuchadas y que no se les diera la oportunidad de abordar cuestiones culturales de una manera que resonara con su generación. Por otro lado, la generación mayor estaba ansiosa de que los líderes más jóvenes se desviaran demasiado del camino de la ortodoxia bíblica, haciendo concesiones teológicas y doctrinales. Ambas generaciones están operando con este espíritu de temor en lugar de hacerlo con amor, poder y sanidad mental. 

Aunque entiendo ambos lados de esta división generacional, tal vez lo que hemos estado pasando por alto es cómo Dios mismo adopta un enfoque diferente. El libro de Génesis, por ejemplo, no comienza con la caída en Génesis 3; comienza en Génesis 1 con el acto majestuoso de la creación. La transformación de Isaías no comienza con su reconocimiento de sus labios impuros; comienza con la presencia abrumadora de la gloria de Dios. Por lo tanto, nuestro enfoque para discipular a la próxima generación debe emular cómo Dios siempre nos ha guiado: mostrando primero su naturaleza y gloria imponentes. 

En tiempos de grandes trastornos y convulsiones sociales, las generaciones mayores tienden a preservar la verdad confrontando a las generaciones más jóvenes con una doctrina firme, pero nunca les muestran el asombro, la gloria y la maravilla de Dios. La ruina de la cultura actual es la creencia de que cada persona puede determinar por sí misma quién es y que nadie puede decirle lo contrario. Ese individualismo expresivo solo puede desmoronarse una vez que comprendan lo pequeños que son con respecto a la gloria de Dios. 

Es en el resplandor del amor y la majestad de Dios donde se arraiga la convicción. Esta generación debe reconocer primero la grandeza de Dios, lo que luego los lleva a reconocer su propia pequeñez y necesidad de Su gracia. En otras palabras, el discipulado eficaz hoy comienza con la comprensión del asombro y la gloria de Dios.

El segundo componente de un discipulado eficaz implica presentar la verdad de manera dinámica, abordando las preguntas propias de esta generación en lugar de regurgitar respuestas a preguntas planteadas por generaciones anteriores. Si bien es fundamental abordar cuestiones como el pluralismo y el relativismo en un mundo posmoderno, tenemos que ser intencionales al responder a sus preguntas actuales de una manera relevante y dinámica. 

El tercer aspecto gira en torno a una perspectiva misional. La próxima generación está intensamente orientada a las causas y desea marcar una diferencia tangible en el mundo. Se plantean preguntas como: “¿Cómo transformamos la sociedad? ¿Cómo resolvemos problemas globales como la pobreza y la trata de personas?”. El discipulado bíblico debería guiarlos a comprender que nuestra misión en el mundo debe surgir de nuestra relación con Dios. No se trata de nuestros propios esfuerzos, sino de nuestra proximidad a Él, lo que informa nuestra respuesta a los problemas del mundo.

La juventud de hoy debe experimentar en la Iglesia la siguiente secuencia: “Comprendo la gloria y el temor de Dios, me deshago ante su presencia y me arrepiento ante él, reconociendo que todos mis derechos vienen de Él. Señor, envíame, no con mis propias fuerzas, sino con el poder de tu Espíritu”. Dios es el único que puede confrontar, convertir y transformar a cualquier individuo, familia o comunidad.

Por último, el Cuerpo de Cristo debe promover el discipulado intrageneracional. Esto significa correr la carrera juntos, no pasar el testigo de una generación a la siguiente. Así no es como debería funcionar el Cuerpo de Cristo; no deberíamos esperar a que la generación mayor termine la carrera para permitir que corra la generación más joven. En lugar de eso, corramos juntos, ofreciendo apoyo, sabiduría y guía. Es una carrera escalonada y de larga distancia en la que funcionamos como una comunidad, asegurando la continuidad, el amor y el servicio a través de las generaciones.

En mi propio camino, mi padre no me pasó la posta y me dejó sola para que corriera la carrera de liderar OneHope. Continuó amándome, guiándome y sirviéndome. Todavía aporta sabiduría a mi conocimiento. Espero hacer lo mismo con el próximo líder de OneHope, encarnando el liderazgo y el discipulado intrageneracional, donde los roles evolucionan pero el compromiso con la misión permanece firme.

El discipulado en el mundo de hoy puede parecer diferente de lo que solía ser, pero como Iglesia tenemos que correr la carrera juntos, como una familia unida, asegurando que la próxima generación esté equipada para continuar el viaje.

Recuperado de: https://robhoskins.onehope.net/discipleship-for-the-next-generation/