MULTIPLICACIÓN Y TRANSFORMACIÓN DE LA IGLESIA

Por Dr. Juan Carlos Melo

¿Por qué plantar iglesias?

Una experiencia personal con una de las congregaciones que plantamos en el norte de Quito, Ecuador, en un sector altamente poblado y donde había muchas congregaciones alrededor. Algunos hermanos de otras iglesias se pusieron nerviosos por esta nueva congregación que estaba siendo plantada.

Un par de ellos hablaron conmigo y dijeron: ¿cómo va a plantar otra iglesia aquí? Si aquí hay tantas iglesias. La pregunta entonces fue ¿cuántos años tenía su iglesia en ese lugar? La iglesia de ese hermano tenía como 30 años.

¿Cuántos miembros asisten a su congregación?, le pregunté, y en ese entonces esa congregación tenía como 150, y era una de las más representativas de la zona.

Haciendo un análisis más o menos de las congregaciones que estaban en la zona, entre todas, no sumaban el 2% de la población de esos barrios. Y él estaba diciendo que no hacía falta plantar más iglesias.

Les pregunté si se habían propuesto hacer ese análisis alguna vez, el hermano  ni sabía qué población tenía esa zona ni cuantos habían sido alcanzados con el Evangelio, y llevaba 30 años de pastor.

Ahora usted, ¿conoce usted cuántas personas hay en su zona y cuantas han sido alcanzadas?

¿Sabe cuántas iglesias hay a su alrededor y cuántas necesitaría plantar para alcanzar a esa población que aún no conoce de Cristo?

Le invitó a realizar este ejercicio, ser sincero y  orar por la plantación de nuevas iglesias, y nuevos obreros para la mies.

¿Por qué es necesaria la tranformación de la Iglesia para una multiplicación?

Anteriormente habíamos hablado de la estrategia que debe plantearse la Iglesia en medio del crecimiento poblacional y la oportunidad que ésta representa. Por otro lado, la población no está siendo influenciada por el Evangelio para mostrar un carácter cristiano. Una cosa es la cantidad y otra cosa es la calidad y la cantidad se puede hablar en cifras duras o blandas, pero la calidad sólo se puede medir en el impacto a la sociedad. Si no hay transformación, entonces la calidad es un tema que hay que pensarlo.

La prioridad del buen pastor debería estar allá afuera. La Iglesia existe para hacer la misión de Dios en esta sociedad. La Iglesia debe crecer en cada país porque Cristo ama a cada nación y cada cosa que se hace en esa dirección, debe tener la inspiración del Espíritu Santo y hacerse en su poder y en los principios de la Palabra de Dios, sin negociarlos porque eso es peligroso. Empezar a tener membresía que no es del Reino, aunque es evangélica, es peligroso porque la Iglesia deja de ser efectiva, deja de ser sal y luz de la tierra.

Es muy importante mirar hacia el futuro, haciendo un ejercicio en cada país, en cada ciudad, y en cada barrio para hacer un análisis en este sentido. Pero mirar el pasado y analizar el presente sin mirar al futuro, no sirve de nada. Mirar al futuro y soñar con los sueños del Espíritu Santo sobre qué es lo que el Señor quiere en su país, en su ciudad y a través de su amada denominación.

Sensibles a lo que Dios quiere hacer

El Señor va a tomar cuentas de cada denominación que ha sido bendecida grandemente por el Espíritu Santo y que deberían ser mayordomos responsables de esto sobre la tierra en este momento. Se está viviendo un momento histórico que han vivido muy pocos líderes en tiempos pasados y hay que ser sensibles y conscientes de que el tiempo se termina.

Si la denominación y la iglesia local no empiezan a plantar iglesias, la próxima década se convertirá en un museo como le pasó a Europa con las denominaciones fuertes del avivamiento. Lean la historia. Ahora esos templos que eran simbólicos de la reforma, son casas de hombres ricos.

No se puede permitir esto en la amada Tierra. No se puede permitir que la Sangre del Cordero en esta generación pase en vano porque tendremos que darle cuentas al Señor. Tiene que doler la Tierra. Tiene que doler la gente que se va sin Cristo al infierno por la eternidad. Hay que movilizar la Iglesia para alcanzar todos y cada uno donde usted está. Hay que entrenar hasta los niños y hasta los ancianos para moverlos en el poder del Espíritu Santo.

Hay que volver a las raíces pentecostales que son de celebración de cosecha. El verdadero pentecostalismo es una celebración de los cincuenta días después de la libertad. El Espíritu Santo escogió pentecostés para derramarse sobre toda carne y para la celebración de la gran cosecha, dando libertad a la gente por la Sangre del Cordero.

Es interesante cómo el Señor Jesús, escoge la Pascua para morir, dando libertad, y cincuenta días más tarde, la gran cosecha el derramamiento del Espíritu Santo con lenguas, esto significa comunicación. La comunicación del Evangelio en el poder de Dios, un poder sobrenatural que está sobre nosotros, que está en nosotros.