CÓMO AYUDAR AL ADICTO

Por Claudio Ghiringhelli

Todo ser humano tiene una naturaleza espiritual y emocional que debe ser satisfecha para encontrar sentido en su vida y hallar fuerzas y motivación.

Lamentablemente, el camino muchas veces elegido para satisfacer la necesidad espiritual no es el correcto y en el caso específico de las adicciones, la persona eligió tratar con sus dificultades envolviéndose cada vez más profundamente en sus hábitos y estilos de vida dependiente.  Estas personas suelen emplear todo un arsenal de justificaciones para apoyar estos hábitos o actitudes pero el conocimiento sobre el que se basan sus fortalezas se opone a la verdad de Dios. Empleamos la palabra ídolo para referirnos a cualquier cosa en la que las personas buscan la solución que sólo Dios podría brindarles.

La palabra adicto hoy se ha generalizado y ya no se limita a la definición de la Organización Mundial de la Salud que sólo describe la adicción a las drogas.  La gente es adicta a cosas muy diferentes como alimento, tabaco, jugar al azar, trabajar, religión, gastar dinero, diversión, juegos de video, pornografía, internet, uso desmedido del teléfono móvil, agradar a la gente, controlar a las personas y muchas otras.

La adicción está vinculada a la falta de discurso y la imposibilidad de poner en palabras.  Como todo lo que no se habla se termina actuando, la adicción tiene que ver con la demostración de que existe una imposibilidad para vivir en el mundo.

Al adicto el mundo le resulta insoportable por eso debe evadirse a un mundo fantaseado generado por las drogas o alguna otra adicción.

A partir de la adicción, la persona se transforma en un recipiente que se llena de sentimientos negativos sin poder volcarlos hasta el punto de la saturación, lo que provocará la necesidad de salir o emerger de esa realidad a través de cosas que lo evadan o cosas que lo hagan sentir bien aunque sea por un momento y sin medir demasiado las consecuencias.  Entonces, ¿cómo se rompe la adicción? Hablando, diciendo lo que nos pasa, manteniendo canales de expresión en los ambientes en que nos movemos (hogar, escuela, iglesia, etc.)

Toda iglesia debería considerar la importancia de generar espacios de seguridad y confidencialidad donde las personas puedan ser escuchadas confiando en que no serán condenadas ni será divulgado lo expresado en ese ámbito.  Para ello se necesitan básicamente tres ingredientes: a) la aceptación incondicional de la persona, es decir respetarla por su dignidad de ser humano más allá de su conducta con la que podemos disentir.  b) la empatía, es decir tratar de captar lo que esa persona vive y experimenta entendiendo que la experiencia es sólo de ella y el que ayuda debería esforzarse por comprender sin usar ejemplos personales o de otros, ni creyendo que él entiende más que el ayudado dado que su situación es única e irrepetible y por lo tanto nadie puede saber mejor que él lo que sufrió y está experimentando; y c) la congruencia es decir la importancia de ser transparentes porque eso se percibe en la relación de ayuda y si el que quiere ayudar no es coherente primero con él mismo normalmente no será efectivo en lo que trate de hacer o decir a la otra persona.

Decimos habitualmente que estos ingredientes generan espacios saludables y hoy existe en todos lados una gran demanda de personas que sepan escuchar al que sufre y por lo expuesto es fundamental que desde la iglesia hagamos esfuerzos para no clasificar o rotular a las personas con problemas.

Aquellos que están involucrados en adicciones habitualmente demandan tiempo y atención y requieren de obreros con cierto entrenamiento y que no terminen dañados por la tarea.  Pensamos que una labor de ayuda fue efectiva cuando la persona ya no nos necesita, es decir aprendió a depender de Dios y tiene capacidad de sostenerse sabiendo pedir ayuda cuando sea necesario.

Los sentimientos dolorosos fueron dados por Dios para servirnos de alerta y aprender a reconocer que algo no está bien en nuestra vida.  Las defensas levantadas sólo sirven para encubrir el pecado y mantener el engaño, la verdad suele ser dura de enfrentar y la persona usa este recurso para protegerse del dolor de tener que reconocer lo que verdaderamente lo ha herido.  Suelen como consecuencia cumplir con el ciclo de encubrir, recaer para luego permanecer en la desesperanza y frustración.

En el trabajo con adictos hablamos de dos diagnósticos, el primero y el que habitualmente la persona afectada y su familia cree es que el problema es el consumo en sí, el problema para ellos es que la persona afectada “se droga” y debería dejar de hacerlo.  Sin embargo para poder llevar adelante una ayuda efectiva se debería llegar al segundo diagnóstico que está vinculado a la necesidad de que la persona se disponga a trabajar con sus heridas emocionales y espirituales que la llevaron a quedar atrapada en una adicción.

Es evidente que para poder hacer esta tarea la persona tendrá que dar el “permiso” y disponer su corazón para poder trabajar con la raíz del problema.  Por este motivo es habitual que muchos manifiesten en un primer momento su deseo de cambiar pero cuando alguien se acerca para establecer una relación de ayuda, la persona desiste a causa del dolor y el uso de manipulaciones y defensas que lo alejan de la posibilidad de salir adelante.  Necesitan la ayuda del Espíritu Santo para tomar las fuerzas necesarias y dejarse sanar por el Señor.

Por este motivo es muy importante prestar más atención al mensaje no verbal que al discurso de la persona, dado que sus acciones y no siempre sus palabras son las que nos indican más claramente su intención de cambio.  La inmadurez emocional y la manipulación suele ser los rasgos más marcados en la personalidad del adicto y por este motivo las personas que no están suficientemente entrenadas suelen sentirse defraudadas al verse engañadas o no valoradas por aquellos que manifiestan querer ser ayudados.

Se sabe que hay momentos en el proceso de la vida adictiva en donde el adicto no tiene ningún interés en cambiar y por este motivo es imposible hacer algo en concreto con él más que interceder por su vida.  Es triste pero habitual ver a familias desesperadas queriendo que un hijo cambie y este no estar interesado en hacer nada para recuperarse.  Hay otro momento en donde empiezan a considerar la posibilidad de hacer algo por su vida y buscan información y dicen que quieren cambiar pero finalmente no se comprometen con un tratamiento.  Finalmente suelen llegar en muchos casos a etapas en las que dejan de lado el engaño y se disponen a tratar con sus problemas y es allí donde generalmente una relación de ayuda termina siendo exitosa.

A modo de conclusión, considero que toda persona que trabaje con personas con problemas que controlan sus vidas deberá estar preparada para trabajar sus propias frustraciones, es decir reconocer nuestra propia angustia generada por la imposibilidad de cambiar a las personas, cosa que sólo Dios puede hacer, viendo la necesidad de estar preparados cuando alguien recae lo que puede ser posible, aunque no siempre es señal de que todo el esfuerzo hecho hasta el momento está perdido.  Dios puede seguir obrando en sus vidas ayudándolos a vincularse con aquellos que genuinamente les quieren ayudar.

Es necesario que toda iglesia haga el esfuerzo para extender su ministerio con el fin de recibir a personas de diferentes trasfondos.

En muchos casos habrá que derivar a ministerios específicos cuando la complejidad es mayor o cuando la persona sigue recayendo a pesar de la ayuda brindada en la iglesia.

Recordemos que el Espíritu Santo es el gran integrador habiendo permitido que la iglesia primitiva se transforme de una compuesta sólo por judíos a otra en donde los gentiles también encontraron su lugar.

Nuestra experiencia en Plantación de Iglesias

Por Andrés Avalos

La necesidad de prepararnos para servir al Señor se hacía cada vez más fuerte mientras una llama comenzó a arder en nuestro corazón, y una gran inquietud latía cada vez más fuerte “La mies es mucha, los obreros son pocos”. Esto nos impulsó en abril de 2006 a estudiar junto con mi esposa en el Instituto Bíblico Patagónico ubicado en la ciudad de Gaiman, a algunos kilómetros de Pto. Madryn, ciudad donde crecimos, nos casamos y tuvimos dos hijos, Karen y Martin. Al finalizar los estudios Teológicos nos mudamos a Comodoro Rivadavia, 470 km al sur de Madryn con la intención de colaborar con la obra del Señor. Un año después, salíamos como pioneros, con muchas expectativas a una tierra desconocida para nosotros, pero “ciudad de enfoque” según la Unión de las Asambleas de Dios, ya que era una zona con mucha necesidad de conocer a Cristo.

Así fue como en marzo de 2010  nos trasladamos hacia nuestro nuevo destino en el cual, vez tras vez pudimos ver la mano del Señor obrando en pos de este nuevo desafío. Con la gracia y la bendición de Dios comenzamos a recibir la ayuda tan esperada. Así fue como en tres camionetas llevamos las pertenencias que teníamos,  recorriendo  más de 1000 km hacia el norte, y aunque pensamos que iba a ser para siempre, Choele Choel, Rio Negro, iba a ser  nuestro hogar por más de 5 años.

Comenzamos a relacionarnos con gente maravillosa. Un matrimonio nos abrió las puertas de su hogar y fuimos hospedados por una semana hasta lograr establecernos en una vivienda definitiva. En nuestro corazón existía la convicción de que el propósito de Dios estaba en cada familia que conocíamos, en cada vecino al que nos acercábamos y sobre todo en cada milagro que sucedía día tras día en cuestiones cotidianas.

Para comenzar, alquilamos y reacondicionamos un salón prácticamente abandonado  el cual, con mucho entusiasmo fuimos embelleciendo hasta convertirlo en nuestro nuevo templo. Nacía así la Iglesia “Renuevo del Cielo”.

Compramos las primeras 20 sillas y poco a poco la gente comenzó a asistir a nuestras reuniones. Los miércoles y domingos teníamos reunión general, martes estudios bíblicos y diversas actividades. Orábamos constantemente por esas sillas con fe, creyendo que en poco tiempo se multiplicarían. Y así sucedió. Cada vez que comprábamos más, se llenaban domingo tras domingo. Empezamos a relacionarnos en diferentes ámbitos de la ciudad lo que nos permitió encontrar la manera de sustentarnos económicamente.

Nuestra primera fuente de ingreso fue desempeñarnos como docente en  escuelas secundarias, lo cual nos abrió nuevos caminos. También, integramos una mesa de trabajo multisectorial convocada por la municipalidad en la que trabajamos en conjunto por la problemática de las adicciones. Desde los comienzos de la obra, realizamos eventos en los cuales impactamos la ciudad a grandes escalas, ya que no era común que se realizaran acontecimientos de tal magnitud y sobre todo cristianos.

Comenzamos con campañas evangelísticas al aire libre, eventos para niños, alquilamos el cine de la ciudad en varias oportunidades en las que nos quedó chico y en cada evento se añadían a la iglesia los que habrían de ser salvos.

Estaba comenzando un mover del Espíritu Santo en el que todo el pueblo podía saber que algo estaba pasando en la iglesia “Renuevo del Cielo”. Desde el municipio nos convocaban para ser parte de la organización de la fiesta del día del niño en el pueblo, participando con payasos, tirolesa, con diferentes jóvenes y hermanos de la Iglesia, con la bendición de poder entregar tratados evangelísticos. En cada fiesta del pueblo allí estaba la Iglesia haciéndose escuchar y participando con diferentes stands. El evangelismo puerta a puerta, las visitas a la cárcel y al hospital, llamaban la atención de muchos que a través del testimonio genuino de los hermanos de la iglesia, y la extraordinaria fe que nos movilizaba invitaba a los habitantes de Choele Choel a sumarse de a poco a tan hermoso ministerio.

Sembramos cinco años de mucho esfuerzo, dedicación y nuestros corazones completamente entregados a la obra. Regados con la gracia del Señor, dio como resultado una hermosa congregación la cual hoy es el reflejo de nuestras oraciones: “Señor danos una Iglesia sana y fuerte”.

Años más tarde El Señor puso un nuevo sentir en nuestro corazón. Actualmente pastoreamos la iglesia de la cual salimos, en la ciudad de Puerto Madryn, fundada en el año 1982  por los pastores Julia y Horacio Balbi, quienes son los padres de mi esposa.

Aquella congregación que nos permitió vivir la experiencia de “plantar una nueva iglesia” quedaría guardada en nuestros corazones, y sigue creciendo, pero con más fuerza que nunca, ya que nuestro lugar lo ocuparon los pastores Lucia y Mariano Canosa quienes con gran entusiasmo, tomaron el desafío de construir finalmente el templo el cual está en un gran avance y  asimismo continuaron con esa maravillosa obra que un día nació en el corazón de Dios.

Estamos agradecidos a Dios por poder seguir siendo parte de la extensión de su reino, sembrando en las vidas de las personas con un verdadero valor eterno, aquellos que le dicen “si” al Señor.

El llamado Macedónico

En 1952, en la ciudad de Tallahassee, Florida, un evangelista llamado Tommy Hicks estaba dirigiendo una serie de cultos, cuando el Señor le dio una visión. Mientras estaba orando, vio con toda claridad un mapa de América del Sur que estaba cubierto por un extenso campo de trigo amarillo, con los tallos inclinados y listos para la cosecha. Mientras Hicks contemplaba aquel hermoso cuadro de trigales que se mecían bajo el sol del mediodía, los tallos de trigo comenzaron a convertirse repentinamente en cuerpos humanos, hombres y mujeres con las manos en alto, que clamaban:

¡Venga, Hno. Hicks! ¡Venga a ayudarnos!

Hicks consideró que su visión era del tipo macedónico. Desde ese momento estuvo convencido de que Dios le tenía reservada alguna tarea especial en América del Sur. ¿Por qué en América del Sur? No tenía ningún conocimiento sobre esa región del mundo; pero tampoco tenía ninguna duda respecto al mapa que había visto.

Luego, mientras seguía orando, Dios le dio una profecía que escribió en la Biblia: “Porque no caerán dos nevadas sobre la tierra antes de que vayas a ese país, porque no irás por el mar ni por tierra, sino que volarás como un pájaro”. Esa visión se confirmó tres meses después, en Red Bluff, California.

En el hogar de un pastor, después de una campaña evangelística que dio muy buenos resultados, la esposa del pastor, mientras les dirigía en oración, alargó su mano hacia Hicks y repitió las mismas palabras de su profecía.

Hicks no le había confiado a nadie su visión ni la profecía que había recibido; pero cuando le mostró a aquella señora lo que había escrito en su Biblia, los ojos de ella se llenaron de lágrimas. Tan pronto como le fue posible, Tommy Hicks pagó todas sus deudas e hizo los preparativos necesarios para viajar a una región desconocida. Tenía muy poco dinero; pero de repente comenzó a recibir una cantidad extraordinaria de correspondencia, gran parte de la cual contenía contribuciones espontáneas. En un período de diez días tuvo lo suficiente para comprar un boleto de ida a Buenos Aires, Argentina, y le quedaron 47 dólares. Demos Shakarián, empresario y fundador de Hombres de Negocios del Evangelio Completo, lo apoyó económicamente.

En la última parte del viaje, después de tener varias reuniones evangelísticas en Temuco, Chile, el nombre de Perón comenzó a acudir a la mente de Hicks. No tenía ni la menor idea de lo que significaba la palabra “Perón”; pero tenía el convencimiento profundo de que Dios le estaba hablando. Entonces llamó a la azafata y le preguntó: “¿Conoce usted a alguien por aquí que se llame Perón?”. La joven pareció sorprenderse mucho y le dijo: “Sí. El señor Perón es el presidente de Argentina”. El mandato quedó claro para Hicks. Dios quería que hablara con el Presidente de la nación.

 

*Extracto del Libro “El Legado”. Si desea adquirirlo comuníquese con las oficinas de la UAD.

Familias Sacerdotales

Por Susana Rossi

Hace ya varios años utilizamos en nuestra iglesia, el sistema de células como medio de trabajo para la integración del nuevo creyente y la formación del carácter de Cristo en la vida de los discípulos. Hemos visto resultados maravillosos, de vidas transformadas; hombres y mujeres que van creciendo y madurando en el propósito de Dios.

Y meditaba en esta idea, porque al igual que sucede con una célula, en nuestra familia debemos aspirar a lograr los mismos resultados, es decir generar un ambiente adecuado para la formación del carácter de cada uno de ellos y alcanzar la integración como familia en: amor, armonía, respeto y apoyo mutuo.

Por esta razón creo en dos conceptos fundamentales:

 

LA IGLESIA DEBE FUNCIONAR COMO UNA GRAN FAMILIA.

LA FAMILIA DEBE SER MI PRIMERA CÉLULA.

 

Afectando nuestras generaciones

 Sin lugar a dudas, uno de los mayores anhelos que tenemos los cristianos, es afectar nuestras generaciones, es decir que nuestros hijos, nietos, bisnietos y aun los que vendrán después de ellos, no se aparten de los caminos del Señor, sino que le sirvan con todo su corazón.

                       «Y éste será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre.» (Isaías 59:21)

Esta promesa en verdad es un aliento para nuestras generaciones. Si bien esta hablando al pueblo de Israel en épocas de Isaías, aquellos que amamos a Dios y le servimos, podremos comprobar que tarde o temprano será una realidad, también para nuestras familias.

¡Somos llamados a afectar generaciones! Tenemos un Dios de pactos que no solo quiere bendecir nuestras vidas sino las de aquellos a quienes influenciamos, empezando por nuestro hogar.

¿Estamos levantando familias sacerdotales?

Al escudriñar la Palabra de Dios llego a la conclusión, que lo que debería ser bendición y legado espiritual, en ocasiones se termina deformando.

Entiendo que un hombre o mujer de Dios puede ser muy efectivo en su tarea pastoral, pero fallar a la hora de ser padre/ madre en su propio hogar. Basta con mirar la historia de Elí con sus hijos para entender de lo que hablamos. Me pregunto entonces ¿cómo podemos servir al Señor con autoridad, sin corregir a nuestros hijos?

El apóstol Pablo, al escribirle a Timoteo, le menciona una de las características de los obispos de la iglesia. Aquellos que sirvan al Señor tienen que, entre otras cosas, tener la siguiente característica:

«que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?) (1 Timoteo 3:4-5)

Claramente Pablo estaba sentando una de las bases para servir con autoridad en la iglesia del Señor: la sujeción de los hijos.

¿Podremos encontrar gratificación en nuestras actividades si nuestra familia está en caos? Lamentablemente observo aún a lideres de la iglesia que en una actitud de negación se refugian en sus quehaceres o aún en el servicio en el templo, para no ver lo que en verdad sucede a su alrededor.

¿De que me servirá ganar todo el mundo y ser reconocido como un gran hombre o una gran mujer de Dios, si en el camino pierdo a mi familia?

Creo no equivocarme en pensar en la idea de que muchos hombres y mujeres en la Palabra de Dios, al igual que nosotros, quisieron hacer las cosas bien, pero en el camino se equivocaron y lo que es peor no supieron corregir sus errores a tiempo.

Pensaba en ¡Cuántos errores cometemos los padres! Nos encantaría que existiera una escuela o al menos un manual para padres, ¡pero aún no lo hay! La escuela: es la vida y el manual: es la Palabra de Dios que nos enseña con fundamentos claros a formar a nuestros hijos de manera ética y con valores claros acerca de los principios de Dios.

Cuando como pades tal vez vemos a un hijo que anda por mal camino en la vida,  probablemente lo primero que nos preguntamos es: «¿que hice mal?» «¿en qué me equivoqué?»

Por supuesto que no siempre es responsabilidad de los padres lo que los jóvenes hacen, sobre todo cuando ya son adultos. La ley en este sentido nos ayuda a poner un límite a nuestra obligación de padres, es decir, cuando son mayores de edad lo que hagan ya es su responsabilidad y deberán hacerse cargo de sus actos.

Espiritualmente sucede lo mismo, los primeros años, la adolescencia y la primera juventud es la época ideal para dejar huellas permanentes en sus mentes y corazones. Luego ellos aprenderán a tomar sus propias decisiones. Si contás con pequeños en estas edades, proponete dedicar tiempo a la formación sobre todo espiritual de tus hijos. Si tal vez los tuyos ya crecieron y hoy tenés la bendición de ser abuelo, una nueva oportunidad se levanta por delante, para formar a la siguiente generación. Es maravilloso ver a abuelos abocados a la educación cristiana de sus nietos y el resultado es extraordinario. Aún si sus propios hijos se han alejado del Señor, esos abuelos llegan a sembrar semillas permanentes en sus nietos.

Que la obra del Señor no nos consuma todas nuestras fuerzas, reservemos nuestros mejores momentos para sembrar en nuestras propias familias.

Una hermosa enseñanza de vida

Que maravillosa enseñanza fue para mí y para la congregación, lo que nos sucedió. Un domingo en el que teníamos entrega de niños, vino una pareja de la iglesia con su pequeño al altar, la sorpresa fue la gran cantidad de familiares que lo acompañaban. Al preguntarles el porqué tantas personas habían asistido nos contaron que ese niño era el primero, de la quinta generación de creyentes en esa familia. ¡Fue realmente una emoción enorme para todos los presentes escuchar esa historia de vida! ¡Que maravilloso es saber que el evangelio corre de generación en generación en nuestros hogares!

¡Es Dios mismo usándonos para afectar nuestra descendencia!

Tal vez usted esta leyendo esta nota y su corazón se entristece al pensar en alguien de su familia que por algún motivo esta lejos de los caminos del Señor. Tal vez un hijo, un hermano, un nieto…Nadie esta exento de esta realidad que seguramente duele mucho. El objetivo de esta nota es alentarte en fe a que no bajes los brazos, mientras tengamos vida, podemos seguir clamando y aun sembrando en los nuestros.

Finalizo con un pasaje que seguramente alentará tu vida.

Romanos 4:18-22 dice: «Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.  Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años ), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia.»

¿Será que estamos debilitados en nuestra fe? o ¿Estamos plenamente convencidos que Dios hará la obra en nuestra familia?

Si Abraham con casi 100 años no sólo pudo esperar, sino que además no dudó de las promesas de Dios, nosotros también tenemos la misma tarea, la de fortalecernos en fe, hasta ver a cada integrante de nuestra familia rendido a los pies del Señor.

¡Te animo y te desafió a no perder la fe, sino por el contrario a fortalecerte cada día en las promesas del Señor!

La Iglesia, unidad con propósito

Por Juan Carlos Escobar

 

Estar juntos no es sinónimo de unidad, o dicho de otra manera, no quiere decir que por estar juntos necesariamente estaremos unánimes.

 

Mateo 18:19 “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos”

 

  1. JUNTOS Y UNÁNIMES El contexto del capítulo 18 del Evangelio de Mateo nos acerca a un escenario en el que Jesús enseña sobre el ámbito de las relaciones. Nos instruye en cuanto a no caer en las grandezas; nos insta a ser humildes como niños; nos advierte para evitar ser piedra de tropiezo para otros; nos exhorta a estar dispuestos a sufrir mutilación personal antes que mutilar al cuerpo; apela a que no menospreciemos a quienes no han alcanzado la Gracia y a hacer todo lo posible por alcanzarlos; y nos invita a reconocer el valor de la reconciliación. Es dentro de este contexto que recibimos una propuesta que nos invita a visualizar el acuerdo como lo imprescindible para que Jesús esté en medio de nuestra congregación, es más, difícilmente somos congregación sin acuerdo. Estar juntos no es sinónimo de unidad, o dicho de otra manera, no quiere decir que por estar juntos necesariamente estaremos unánimes. Un ejemplo claro de este principio lo vemos en el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los ciento veinte, “estaban todos unánimes juntos” (Hechos 1:1) Y es que si ponemos como referencia este sencillo y poderoso texto, podemos llegar a la conclusión que han sido muchas las veces que nos hemos juntado como ministros o como Iglesia pero el Espíritu Santo no ha obrado no por falta de gente metida en una mesa de trabajo o reunida en un determinado acto, sino porque Dios no ha detectado una genuina unidad, o lo que es lo mismo, el Espíritu Santo no se movió porque no halló unanimidad. Abundando en esta línea de pensamiento, el versículo 20 de este capítulo 18 del Evangelio de Mateo, desborda una poderosa afirmación: “porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Quiero enfatizar dos aspectos, la congregación y quién la preside. Ya he afirmado que ser congregación no es solo estar juntos, se hace necesaria la unanimidad, pero además, la consecuencia más inmediata es que Jesús estará en medio de esa congregación. Esto es vital, necesitamos que Jesús esté en medio de nuestras convocatorias, proyectos, eventos, iniciativas, negocios, planes, campañas, cultos, vigilias, foros, debates… Jesús debe estar presente porque de lo contrario acabaremos dispersos en nuestra individualidad. Debemos ser conscientes que la primera consecuencia de la Unidad es que Jesús nos invadirá con su Gloria y, por el contrario, la primera consecuencia de nuestra falta de Unidad es la desintegración del cuerpo, por lo que Su Gloria se ausentará y vendremos a ser una alternativa religiosa más en el mundo que se verá impotente para cambiar nada porque no fuimos capaces en nosotros mismos de solucionar nuestros propios problemas.

 

  1. UNIDOS TODO ES POSIBLE La unidad es la clave para salir de la crisis y avanzar hacia un progreso sostenido. Jesús nos está dando esa clave por medio de la frase “acerca de cualquier cosa”. En esta frase encontramos un importante llamado a la unidad con propósito. Jesús nos insta a que apuntemos hacia la misma meta, que no dispersemos nuestros esfuerzos, a no despilfarrar nuestros talentos, a focalizarnos sobre algo que nos impulse a lograr un objetivo loable y que sea acorde a nuestra razón de ser. En este apartado cabría preguntarnos: ¿Tenemos claro en qué debemos ponernos de acuerdo? ¿Sabemos qué queremos o a dónde queremos ir? Qué razón tenía el sabio Salomón cuando afirma en Proverbios 29:18 que “sin visión el pueblo se desenfrena” Otra versión dice: “donde no hay dirección divina no hay orden” (BHH) Claro está, leyendo este versículo de la Biblia llego a una conclusión primaria: debo estar seguro que mi objetivo, o lo que propongo para la unidad provenga de Dios. Es vital porque de lo contrario puedo convocar una unidad basada en visión propia y provocaré división, desenfreno, desorden, desintegración. En definitiva, estamos hablando de las consecuencias de lo que emana de la imprevisión o improvisación que son actitudes aliadas del caos o de la desintegración. El apóstol Pablo, en Filipenses 3:16 declara: “Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa”. Lo que nos está proponiendo nos resulta a la Iglesia en España un verdadero desafío. En cuanto al Qué sintamos lo mismo y en cuanto al Cómo somos instados a conducirnos bajo las mismas reglas. Así que en cuanto al Qué debemos recordar que la Iglesia está para llevar a cabo la Misión. Y respecto al Cómo seguramente en forma muy diversa pero bajo el poder del Espíritu Santo que solo es posible que sea derramado cuando hay Unidad con Propósito.

 

  1. DESAFÍOS PARA LA UNIDAD CON PROPÓSITO En este apartado pretendo señalar algunos aspectos que resultan propios de un análisis crítico pero carente de acritud. Pretendo simplemente llamar la atención sobre aspectos que evidencian ciertas praxis necesarias de ser analizadas y, como consecuencia, llevar a cabo iniciativas que nos transporten a mejorar lo presente en cuanto a la acción de la Iglesia Evangélica.

 

Ejemplo de ello es España. Tengo la total certeza que estamos ante un escenario de oportunidad como nunca antes España lo ha tenido para que Dios manifieste su Gloria en medio de una sociedad abocada al quebranto fruto del fracaso de la búsqueda del llamado estado de bienestar. La gente de España está lista para una alternativa espiritual frente a lo que por tanto tiempo ha venido dominando la nación. Pero, desde luego, debemos proponernos buscar como Iglesia en oración proyectos que nos propicien la Unidad con Propósito redentor. Por consiguiente, Es decir, procuremos encontrar en la Unidad una motivación que supere nuestras expectativas personales y nos envuelva en una visión de Reino. Finalmente, cabe decir que de todo lo expuesto, solo cabe enfatizar la prioridad de una vida de oración. No hay actividad que más una que la oración en el Altar. Sin duda, buscando el rostro del Señor ahí detectaremos que si hay algo que me separa del hermano, el Espíritu Santo me impulsará a buscar la unidad y a cancelar toda deuda que pudiera obstruir el fluir del Cielo en la Tierra y es que, precisamente, si para algo buscamos unirnos es para orar y pedir que el Cielo invada la Tierra.

 

RECUPERADO: http://protestantedigital.com/blogs/4416/La_Iglesia_unidad_con_proposito

EL TRABAJO EN SANTIAGO DEL ESTERO

Por Iris Kowal.

Mi nombre es Iris Kowal, nací en Bueno Aires, y hace 35 años fuimos llamados por el Señor a la provincia de Santiago del Estero, junto a mi esposo Hugo Conde, tuvimos tres hijas y un hijo. La primera ciudad donde nos radicamos fue Añatuya, debido a la profesión de Hugo (instructor de vuelo) fuimos trasladados en dos oportunidades más, a otras localidades del interior de la pcia.

Teníamos 5 años de nuestra conversión, bajo el pastorado del hno. José Sandoval, cuando nos radicamos en Santiago. Buscamos una iglesia en donde poder congregarnos mientras estuviésemos allí, pero Dios tenía otros planes, seríamos nosotros quienes abrirían las primeras iglesias en la pequeña ciudad. Nuestro pastor, nos instruyó y oró para que tuviésemos la bendición del Señor, y aceptamos tomar ese llamado. Más tarde se consolidó la pequeña congregación en Añatuya y entre mates y tortillas (torta asada) compartíamos la palabra, los testimonios y con una vieja guitarra cantábamos chamamés cristianos, de autoría local. Así comenzó la iglesia Jesucristo Reina. Tuvimos la visita del presbítero J. León, el pastor H. Esparza, el evangelista A. Gione y otros queridos pastores, ministraron en ese lugar.

Años más tarde, de la misma congregación, Dios llamaría a la hna. Yolanda Leguisamon, como encargada de obra en la Añatuya. fue una gran emoción cuando abrimos los cimientos de esa iglesia, 20 metros x 12, se plantó una bandera de victoria, Dios ha hecho maravillas y libertó vidas. Recibimos gran ayuda de las delegaciones del IBM; el pastor Francisco Buono y otros. Iniciamos también la visita a un caserío a 15 kilómetros de la ciudad, donde luego se abrió una casa de oración. En esa zona, se establecieron grandes criaderos de cerdos, de diferentes dueños. Lugar que era aprovechado también por los “estudiantes y traviesos” termino denominado para las personas que se iniciaban en la brujería, magia negra y la realización de diversos pactos con Satanás, para obtener “gracias” tales como prosperidad de los campos, dones musicales, o buscando subir niveles de poderes, dentro del satanismo. Hemos presenciado manifestaciones demoníacas en las personas, como transformaciones zoomórficas, en otras expulsiones de gusanos en la superficie de la piel, cómo algo muy común.

La lucha era titánica, pero, tras abrir nosotros la casa de oración, venían otras denominaciones a instalar iglesias cercanas a la nuestra, con el tiempo abandonaban aquellas obras, acostumbrando así, a los nuevos creyentes a ir y venir de templo en templo. Solo unos pocos permanecían, el resto, volvían luego de tener luchas espirituales.

El impacto en la pequeña ciudad fue tal, que se acercó el intendente, directores de escuelas, de instituciones como el ANSES, a prestar ayuda material. Hoy la iglesia la Hermosa, es el centro del barrio Villa Abregú. Ya no quedan chiqueros, se delimitaron las Calles, y cuentan con agua y luz.

Nuestro siguiente destino, a la ciudad de Frías, un lugar con casi las mismas características de todas las ciudades del interior: pobreza, calles de tierra, rostros curtidos por el sol. Durante el tiempo de estadía en Frías, se inició una nueva congregación de unas 20 personas y un anexo a unos 10 km hacia el monte, llamado Choya, (debido al poco tiempo que permanecimos en esta ciudad, decidimos traspasar la congregación a la Iglesia Cuadrangular (Ptor. Terraza), donde hoy aquellos hermanos, ya son parte del cuerpo de líderes de dicha iglesia.

Finalmente, en el 87’, tuvimos el traslado definitivo a la ciudad Capital, de Santiago del Estero. En donde luego de establecernos, y recorrer la ciudad, vimos un templo cerrado y en desuso; nuevamente Dios nos sacudió el corazón emprendedor. El lugar pertenecía a una “avanzada” del Ejército de Salvación y que hacía años que ya no funcionaba como tal, los lideres tuvieron a bien prestarnos un tiempo, hasta que logramos comprar un terreno propio, donde ahora funciona nuestra iglesia central, hacia el norte de la ciudad Capital.

Ahora bien, ¿cómo es Santiago y su gente? La provincia de Santiago del Estero se encuentra al noroeste de Argentina. El territorio provincial tiene una superficie de 136,351 km² con una población de 911,506 habitantes, (2013); se caracteriza por tener un clima semiárido, su paisaje es diverso. Hay escasas inversiones industriales. En el interior, el difícil acceso a la salud, al agua potable. Se observa el abandono escolar, abusos sexuales entre familiares y el índice de suicidio de suicido juvenil, es el más alto del país, por falta de expectativas. Problemáticas con las que nos enfrentamos año a año. Pese a ello, su gente se caracteriza por ser muy hospitalaria, excelentes anfitriones y grandes conservadores de su cultura y tradiciones.

El trabajo con la ellos, requiere de mucha paciencia… paso a paso, ganando la confianza con amor. Normalmente se muestran reacios al que no es santiagueño, y muy desconfiados con las personas de Buenos Aires. Cuando visitamos una familia, generalmente buscamos un tema en común de dialogo, ya que son muy introvertidos, poco comunicativos, (pueden estar mucho tiempo callados tomando mate, sin emitir palabras), pero son muy observadores, y tienen mucha sabiduría. A través de la amistad se pueden romper las barreras del silencio, y se abren a contar sus historias, sus relatos de infancias difíciles, de pobreza, de hambre, de abandono, o de haber sido regalados o dados en adopción a familias adineradas, o a los patrones.

Una de las cosas que abre sus corazones es hablar igual que ellos, tales como “hola mi vieji”, “como ándas negri”, “hola mi hermanita”, “hola don Marcelito”, es importante el contacto y las expresiones de cariño (son extremadamente tímidos, o les cuesta expresar afecto) con el tiempo, un pequeño abrazo fugaz y un beso. En nuestras iglesias, el saludo final es con un gran abrazo, al que esperan con alegría.  Al respecto de nombrar al Señor, ellos utilizan la palabra “Diosito”, “tata Dios”, “mi papito Dios” y muchas veces se los instó modificar por esos términos por “Dios es grande” “Dios no es chiquito”, pero la expresión que a nosotros nos puede chocar, a ellos les significa hablar de un Dios personal, mi compañero, mi amigo.

No es aconsejable, evangelizar exclusivamente por medio de donaciones, la política les ha hecho expertos en clientelismo y asistencialismo, entonces relacionan estas acciones con las que han convivido toda su vida. Normalmente luego de recibir un milagro, o alguna dadiva, no toman compromiso con Dios, ni pertenencia a alguna congregación. En nuestras experiencias de muchas veces cuando finalizaban los cultos, se generaban discusiones y enemistades entre ellos, y aun contra los pastores, porque “al otro le han dao más que a mí”. Nuestro fuerte es en la escuela bíblica de niños y adolescentes, por medio de ellos, es posible ingresar a las familias, y ganarlas. El trabajo social, en cambio es efectivo entre la niñez, son muy receptivos a la palabra, son fieles, abiertos, los primeros en llegar, llueva haga frio o calor, ellos nos están esperando.

El machismo es parte cultural de la provincia. Y hemos observado que, ante un problema físico, o económico, los hombres se acercan a pedir oración, y algunos asisten a la iglesia. Con amor y perseverancia es posible ganar su confianza, entre mates, compartir la Palabra. Generalmente, no se congregan regularmente, pero en las diversas actividades de la iglesia, ellos están presentes, (en la construcción, en eventos, en la cocina, etcétera). Las mujeres son más sensibles a lo espiritual, participan de los cultos, evangelizan, visitan hospitales, ancianos, etcétera. Se puede contar en un 80% con ellas, también participan en la construcción de los templos, abren cimientos, locear, ente otras, son mujeres fuertes!

Finalmente, para levantar pastores, el discipulado es fundamental, ofrecer experiencias y participación en las distintas actividades que realice el pastor, transmitir el sentir del pastorado. Incentivando la formación teológica y las redes o consejos pastorales locales. Diferenciar el caudillismo, del liderazgo, concientizar sobre la igualdad del llamamiento, pues el nos ha prometido derramar su Espíritu sobre sus siervas y siervos, para llevar la gran comisión. Amén.

DETERMINADOS A CRECER Y EXTENDERNOS

Por Carlos Silveira.

El iglecrecimiento es un tópico que nos mantiene preocupados a todos los ministros. Invertimos nuestras vidas en llenar templos, salones, casas y todo aquello que podamos convertir en nuestra iglesia. Lo cierto es que, cuando hablamos de una iglesia creciente, no tiene la misma connotación en Ushuaia que en la Quiaca. No es lo mismo decir “tengo una iglesia grande” en Capital Federal o en la Matanza, que decir “tengo una iglesia grande” en San Carlos “Corrientes” o en “Picada Guatambú”, Misiones. Un pastor puede sentirse frustrado cuando compara la cantidad de sillas que tiene en su iglesia con la gente parada que quedan paradas en lugares donde la densidad de población supera ampliamente su realidad.

Hace veinte años conocimos con mi esposa, al pastor Alberto Weiss. Estábamos en nuestra luna de miel, pero el “Tio Weiss”, se ofreció de una manera tan cordial a atendernos y mostrarnos su trabajo que no pudimos negarnos. Llegamos a un pueblo de las altas cumbres llamado Yacanto. Con mucha satisfacción nos mostró el templo que había levantado, pero tuvimos que hacer la pregunta de rigor: “Cuánta gente asiste acá”. Con un poco de vergüenza nos dijo: “unos 20 adultos y 50 niños”. Lo cierto es que el pueblo no superaba las 700 personas. Ese varón de Dios nos podía dar cátedra de cómo tener una iglesia creciente. ¡Cuántos de nosotros quisiéramos alcanzar el diez por ciento de nuestra ciudad!

Después de varios años de ministerios y haber compartido con muchos ministros de distintas realidades podemos concluir, como todos lo sabemos, que el crecimiento de nuestra iglesia no son sólo números. Depende del lugar, las circunstancias, los momentos de nuestros ministerios y del obrar maravilloso del Espíritu Santo. No obstante quiero compartir algunas determinaciones que tenemos que tomar para poder extendernos y multiplicarnos conforme a la voluntad de Dios.

Lo primero que tenemos que hacer es determinarnos a dejar atrás el pasado de éxitos y fracasos. Isaías 54.1, le dice a una mujer estéril que se regocije. Sabemos que lo peor que le podía pasar a una mujer en ese tiempo de la historia era no tener hijos. Es como abrir la iglesia y tener a la esposa, a los hijos y al borracho que se convierte todas las noches y grita amén desde la puerta, pero su vida no cambia.

Si nos enfocamos en el fracaso, no vamos a poder salir adelante. Lo mismo ocurre si los éxitos del pasado bajo nuestro mentor es la vara que se alza para hacernos sombras. Dejemos de lado la falta de realización, el tiempo de no multiplicarnos, la frustración y el fracaso y regocijé monos en poder servir a Dios en el lugar donde nos puso. Si hay mil, prediquemos para mil, pero sí sólo son diez, también prediquemos como para mil. Seamos fieles con los pocos y Dios nos va a poner sobre muchos.

Otra determinación es cambiar la actitud de nuestro corazón y nuestra mente. La mujer estéril a la que habla Isaías debía levantar canción y dar voces de júbilo, porque todos se iban a asombrar de la cantidad de hijos que iba a tener.

Es increíble como el ánimo de un pastor descontento se transmite a la congregación, puede intentar sonreír y ser amable, pero lo que sale de su boca va a delatar la condición de su corazón. La frustración y la falta de visión del obrar invisible del Espíritu Santo tarde o temprano va contagiarse en su familia y en su congregación.

Tenemos que tener una transformación interior como la que predicamos en nuestras iglesias: ¡Dios cambia tu tristeza en alegría;  tu amargura es cambiada en esperanza; la duda por fe y la esterilidad por fertilidad! Cuando este mensaje es real en nosotros se va a hacer real en la gente que lo escucha. Luchamos contra diferentes frustraciones, pero la Palabra opera igual en cualquiera de ellas.

Otra determinación que tenemos que tomar es, reforzar las áreas débiles de nuestras vidas y fortalecernos para poder crecer. Ensanchar la tienda, modificar las habitaciones,  alargar las cuerdas y reforzar las estacas, requiere análisis, planificación y esfuerzo. No es sencillo analizar en qué áreas estoy teniendo debilidades, qué estrategias tengo que cambiar y cómo lo voy a hacer. Podemos estar convencidos que lo que hacemos va a dar resultados, pero no siempre ocurre así. Por experiencia puedo decir que no en todos los barrios se pueden hacer células. Las distancias lo impiden, las relaciones sociales de la comunidad, la inseguridad puede ser otro obstáculo. Lo mismo que cuando rediseñamos una casa, nos sentamos y pensamos qué necesito, que tengo que tirar abajo, qué materiales van a ser más apropiados y cuáles no. De ese modo nuestra auto crítica nos tiene que permitir ver qué tenemos que ensanchar: nuestro corazón, nuestra fe, nuestra mente, nuestra generosidad, nuestra visión. ¿Qué estaca tendríamos que reforzar: el compromiso, la oración, la Palabra, la entrega?

No es fácil este punto porque puede desmoronar todo lo que pensamos que estaba correcto en nuestro ministerio y nos puede hacer volver a empezar, pero vale la pena.

Una visión renovada nos determina a extendernos y multiplicarnos a “la mano derecha y a la mano izquierda y también a que nuestros obreros lleguen más lejos, heredando la tierra”.

La extensión es una promesa que puedo hacer que se cumpla o no. Los ministerios monopólicos no pueden extenderse a todo lo que Dios quiere. Tenemos que ser enviadores de obreros y no padres sobreprotectores. Se pueden equivocar y caer, pero van a poder levantarse y seguir si eso estuvo en nuestro ADN.

Las nuevas conquistas requieren un impulso corporativo. El temor a quedarnos sin obreros nos va a detener el crecimiento, pero darle alas va permitirnos llegar a las “ciudades asoladas” y darle vida. No importa quién llegó porque la obra pertenece a Dios.

 La última determinación que tenemos que tomar es ser restaurados para cosas mayores. Después de muchos fracasos Dios llamó “a la mujer” en Isaías. Le recordó todo lo que había pasado, quizás porque en momentos de éxitos nos olvidamos quiénes fuimos un día y cómo el Señor nos restauró, pero le renovó sus promesas y su pacto.

Dios restaurará los errores y vergüenzas del pasado. Él va a afirmar nuestra identidad como hombres y mujeres llamados al servicio y nos va a dar continuamente nuevas oportunidades.

Cuando nos encontremos cómodos y realizados van a aparecer nuevos desafíos, a Dios le encanta movilizarnos, incomodarnos y ponernos otra vez en la situación en que no sabemos qué hacer si El no interviene. Eso forja en nosotros un carácter de siervos dependientes de Dios, nos anima a mantener nuestro espíritu conectado con el de Él, pero nuestra voluntad rendida a su presencia.

Para concluir, quisiera realzar la importancia de ser determinado, la determinación me hará tener un rumbo, me ayudará a perseverar y a tener esperanzas.

Job. 22:8 Determinaras asimismo una cosa, y te será firme, Y sobre tus caminos resplandecerá luz.                

Nuestro Dios siempre nos brindará oportunidades para crecer.