GUARDIANAS DE LA PRÓXIMA GENERACIÓN

Guardianas de la próxima generación

Por Lidia Lewczuk de Masalyka

En este último tiempo se habla mucho de no dejar brechas generacionales. Se repite hasta el cansancio acerca de la importancia de tener mentores; gente que guíe a los jóvenes a la plenitud de vida y propósitos en una cultura como la nuestra en la cual hay una verdadera ausencia de buenos referentes.

El apóstol Pablo llevó a Tito, su colaborador, a Creta, estableció varias iglesias, y por su carta descubrimos la preocupación de dejar bien establecidas las congregaciones. Comienza por las verdades eternas y luego pasa a lo terrenal, dando consejos del trato a los ancianos, líderes, jóvenes, familias pastorales, gente mayor, y aún para con los esclavos. Tito como varón, también debía conducir a las mujeres de las iglesias en la instrucción del Señor.

En sus escritos se pone en evidencia el anhelo del apóstol de fusionar al Cuerpo de Cristo a la sana doctrina, y a la vida testimonial de los creyentes de todas las edades. Es interesante el detalle en esta carta respecto al comportamiento esperado de las mujeres ancianas, abuelas, o mayores en edad. Tengamos en cuenta que debido a la expectativa de vida de esos tiempos, a los cincuenta años las personas eran ya consideradas ancianas.

Tito 2:3-5 “Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.”

Mentoras de una nueva generación: Las ancianas

Debían ser reverentes en su porte. Esto se refiere a su aspecto, su presencia. Cómo una mujer luce ante los demás habla de su nobleza o lustre desde sus posturas físicas como también su conducta y acciones.

En días recientes en Argentina hubo un revuelo periodístico y social, porque un sacerdote puso un cartel a la entrada de su capilla, estableciendo que las mujeres debían entrar a misa vestidas decentemente. Fue censurado por los medios, por los propios fieles, y tristemente por una autoridad de la Iglesia que lo desautorizó para que no hubiera más problemas.

Este mismo pasaje dice que las mujeres deben ser castas. La castidad, modestia, decencia, son virtudes cristianas que embellecen a la persona. Tengamos en cuenta este consejo como contrastaba con él un espíritu lujurioso como el que reinaba en aquellos días en las ciudades donde ministraba Tito, con costumbres sensuales y llenas de erotismo aún en los cultos paganos. Por esto las jóvenes necesitaban mentoras, maestras del bien. Aquí están, las mujeres mayores enseñando el camino de la pureza, excelencia y la santidad como estilo de vida.

Debían controlar su forma de hablar: Siempre que enseñamos somos observadas y de ahí surge una identificación positiva o negativa según lo que vean nuestros alumnos. Prudencia, control, dominio sobre las emociones. son necesarios. Con los años las personas realzan las virtudes o refuerzan las áreas oscuras de su carácter. Aunque nos duela, la palabra usada por el apóstol, es diábolos para “calumniadoras”, salta a la vista, que ese atributo de Satanás, se manifiesta en la forma que él usa la mentira, infamia, envidia, para destruir vínculos. No puede haber insolencias, insultos, griterías. Las maestras del bien, no podemos llevar esa etiqueta de diábolos, más bien debemos ser ejemplos de prudencia y sabiduría pacificadora, ejemplos de sensatez y sentido común.

Debían controlar sus apetitos y malos hábitos. El vino solo puede significar una parte del problema de aquellos tiempos, cualquier exceso es nocivo para el cuerpo y el alma. Los vicios como alcoholismo, tabaquismo, drogadicción, glotonería, etc. comienzan muchas veces en la casa.  El descontrol, “el placer falso” ha llevado a millones a la muerte. Nosotras guiamos a los niños, jóvenes, y madres a ser buenas administradoras para que estén sanos, bien nutridos, y apartados de las adicciones. Mostremos que se puede gozar de una buena vida en contacto con la naturaleza, amistades con fortalezas, y disfrutar de cada amanecer, tomando la vida como un regalo de Dios, sin necesidad de tapar los sentimientos con tóxicos o comidas.

Debían ser guardianas de su casa, de su familia, cuidadosas de lo más importante que hay sobre la tierra, en lo que atañe a la responsabilidad dada por Dios a la mujer. Un comentario dice “que hagan las faenas de la casa con agrado”.

Muchas mujeres hoy salen a trabajar por necesidad, pero muchas lo hacen porque no les gusta estar en su casa y cuidar de los niños, hacer las compras, cocinar, por lo que los despachos a domicilio están a la orden del día. La comida chatarra, o lo que aparenta haber sido un beneficio el comedor escolar en Argentina, (PAICOR) se transformó en una buena manera de evitar cocinar sano en casa.  Tristemente la escuela se va transformando en un lugar para comer, en lugar de ir a estudiar y abrir las mentes.

Otro comentario dice “activas en los quehaceres domésticos”. Gracias a Dios por el confort que disfrutamos hoy, muchas tareas que nuestras madres y abuelas las hacían a mano, hoy es suficiente apretar un botón, para tener listo lo que a ellas les llevaba dos días. Por tal razón, agradecidas al Señor, la casa debe ser un lugar de luz, prolijidad, orden y limpieza. Deberíamos tener un cartel con la frase “Y TODO LO QUE HACÉIS SEA DE PALABRA O DE HECHO, HACEDLO COMO PARA EL SEÑOR Y NO A LOS HOMBRES”.

PABLO BESSON, PRIMER DEFENSOR DE LOS DERECHOS EVANGÉLICOS EN ARGENTINA

Pablo Besson nació en Nod, cantón de Berna, cerca de Neuchatel, Suiza, en el año 1848. Hijo de un predicador de la Iglesia Reformada y madre de origen valdense, que iba a ejercer mucha influencia sobre él, mediante el relato de la historia de sus antepasados, los valdenses, describiéndole las escenas de fe, de heroísmo y de fidelidad de aquellos creyentes. “Piedad, estudio, ejercicio y trabajo se unieron en su primera educación para dar como resultante un carácter enérgico y un espíritu libre” (S. Canclini).

Se encaminó por la senda que sus padres le marcaron, de tal manera que entrado en la adultez, el propio Basson se convirtió en un bien capacitado Pastor Bautista. Estudió en la Facultad de Teología de la Universidad de Neuchatel (1868), con profesores como Federico Godet (1812-1900), entre otros. En Alemania estudió con el sabio Lobegott Friedrich Constantin Tischendorf (1815-74) de Leipzig. De él recibió su pasión por la crítica bíblica. Sin embargo el gran acontecimiento en su vida espiritual vino mediante Christoph Ernst Luthardt (1823-1902), que le mostró directamente el camino de la salvación por pura gracia mediante la fe.

Arrepentido, aceptó a Cristo en su corazón y por primera vez en su vida se sintió realmente cristiano, regenerado por el Espíritu de Dios, confiado sólo en los méritos de Cristo. De regreso de Leipzig volvió a estudiar en la Universidad de Basilea, para terminar su licenciatura en teología.

El 12 de octubre de 1870 fue ordenado al ministerio de la Iglesia Reformada. Fue pastor suplente en varios lugares, hasta que en 1871, junto a otros 22 pastores, cinco asistentes ministeriales y tres profesores de teología, renunciaron a la Iglesia oficial y fundaron una Iglesia independiente de las injerencias del Estado.

Invitado por los pastores franceses A. Duchemin y Leopoldo Monod, marchó a Francia como evangelista, en la ciudad de Lyon. Allí entró en contacto con una pequeña congregación bautista, que le llevó a confrontar y estudiar las diferencias sobre el tema del bautismo de niños, como creía su Iglesia, o de adultos sobre la base de la fe personal. Convencido de este último punto, renunció al Consejo de su Iglesia y fue bautizado por inmersión, para gran sorpresa de sus conocidos, amigos y familiares.

Un tiempo después la Misión Bautista de Boston (USA), aceptó sus servicios en calidad de evangelista en la región norte de Francia, a la que dedicó seis años de duro trabajo.

En 1881 un grupo de creyentes bautistas suizo-franceses le solicitó ayuda para la Obra en una lejana tierra al Sur de América. Pablo Besson llegó a Argentina en 1881 invitado por una pequeña colonia agrícola de bautistas franceses en Esperanza, provincia de Santa Fe.

Un lingüista competente y un bautista ferviente cuyas convicciones nacieron del estudio de las Sagradas Escrituras, Besson se trasladó a Buenos Aires. Allí organizó la primera iglesia bautista argentina de habla hispana. Esto fue un cambio radical con la tradición, dado que las pocas congregaciones evangélicas hasta entonces eran disponibles solamente para grupos de lengua extranjera.

Besson comenzó una lucha por la libertad religiosa (culto, matrimonio civil, entierro oficial para los no católicos, educación, etc.) y su fluida pluma y su mente aguda pronto encontraron eco en el espíritu liberal de la nueva Argentina.

A los 57 años de edad, en octubre de 1905, contrajo matrimonio con Margarita Mealley, viuda del pastor bautista inglés Jorge Graham. En marzo de 1927, a los 79 años de edad, renunció a su cargo pastoral, por causa de su salud. Bien amado por todo el movimiento protestante argentino murió el 30 de diciembre de 1932.

Erudito, amante de los libros, escribió importantes ensayos de historia y apologética. Pero es más conocido por su perdurable traducción del Nuevo Testamento, la primera de toda Latinoamérica, hecha del griego al castellano.

 

Referencia: http://www.oramos.com.ar/noticias/info/pablo-besson-primer-defensor-de-los-derechos-evangelicos-en-argentina

LOS AVIVAMIENTOS

Por Edgardo Muñoz

Una pregunta interrumpió la quietud de esa fría y húmeda mañana de clases en el instituto bíblico residente. El profesor, que casi se resignaba al torturante silencio de sus alumnos, cansados y somnolientos cobró aliento. ¡Por fin había muestras de vida en aquel grupo caracterizado por el entusiasmo! Aquella mano levantada prometía el inicio de un juego digno de las expectativas y excelencia del docente. Era hora que el fervor del maestro se contagiara. La pregunta, sin embargo, revelaba que la llama tenía más de pábilo humeante que de fuego: “¿Qué respaldo bíblico tiene la palabra ‘avivamiento’?”

Claro está que ningún seminarista ingresa con una teología del avivamiento desarrollada. Solamente sabe que el término se repite una y otra vez en las iglesias, en las campañas evangelísticas y, en especial, en los predicadores promotores del mover de Dios. Pero la pregunta sonaba más a desafío que a ignorancia. De no tratarse de un profesor experimentado en el tema, la materia no hubiese sobrevivido al incidente.

La definición castellana de “avivamiento” es: “Incremento de la intensidad, la fuerza o la vivacidad de algo”. Etimológicamente lo compone el verbo “avivar” que inspira la idea de animar, dar viveza y hacer que se encienda el fuego. Es dar vida. En relación con la iglesia, apela a la necesidad de que no se apague la llama o fervor. También se puede referir a darle vida y revertir todo proceso de extinción.

La historia de la iglesia cita diferentes eventos que sacudieron al mundo, después de los cuales el pueblo de Dios no fue el mismo. Algunas veces como respuesta a un intelectualismo devastador. Otras, luego de un letargo o apatía. A todos estos fenómenos se les llamó avivamiento, porque algún nombre había que ponerle y… ¿Qué mejor que un sustantivo metafórico que se relacionara con el fuego?

Pero la Biblia cita la expresión de manera literal o evidencial reiteradas veces. La segunda carta de Pablo a Timoteo, capítulo 2 versículo 6 aconseja al joven pastor que “avive” el fuego del don de Dios puesto en él por la imposición de manos del apóstol. En este caso, el vocablo griego anazoopyrein se traduce como “dar vida al fuego” y charisma, que se traduce como don, está relacionado con la comisión al ministerio que Pablo oficializó en Timoteo mediante la imposición de sus manos. En otras palabras, el apóstol recomendaba a su discípulo que ejerciera con fervor el ministerio encomendado por la pura gracia de Dios.

En el Antiguo Testamento, Habacuc llega al final de su profecía pidiendo que Dios avive su obra en medio de los tiempos. Al principio reprochaba al Señor su permisividad ante la injusticia. Cuando Dios le dice que había un tiempo para el castigo, y también un instrumento, que serían los malvados caldeos, Habacuc vuelve a quejarse. Entonces el Altísimo revela con mayor amplitud su plan, aludiendo a sus obras pasadas. En consecuencia el profeta, al comprender que los planes del Señor son siempre sabios, clama para que el Rey del universo resurja (avive) las obras pasadas, y así se dé a conocer su perfecta justicia.

La palabra hebrea hayah, traducida como “aviva”, se emplea innumerable cantidad de veces en el Antiguo Testamento en el sentido de revivir, dar vida, sanar,     resucitar, recuperar y restaurar.

Definitivamente válido es el uso de la palabra avivamiento para la iglesia y para el ministerio. Podemos definir, entonces, al avivamiento como el estado del pueblo de Dios en el que se revitaliza y adquiere mayor fervor. Los creyentes se encienden y predican con denuedo el  evangelio, salen de su timidez, superan sus temores y se sobreponen a la inercia del egoísmo.

Algo semejante a lo descripto podemos observar en Hechos 4, cuando luego de la primera persecución y aprehensión de Pedro y Juan la llama del Pentecostés parecía apagarse. Pero el oportuno clamor de los creyentes abrió las puertas a la intervención de Dios con su poder. Un avivamiento irrumpió en la incipiente iglesia, y el pueblo de Dios cobró ánimo. Pero sin lugar a dudas, el principal protagonista de este avivamiento, y de los demás, ES EL ESPÍRITU SANTO. ¡No existe avivamiento sin la intervención de la tercera persona de la Trinidad!

Por lo general advertimos que el revivir de la iglesia suele acompañarse de una serie de características.

La primera de ellas es el gozo, el entusiasmo y la vehemencia en la práctica de la fe. Los creyentes se identifican mutuamente con fuertes lazos y abundante amor. Como consecuencia de tal estado, se observa un mayor compromiso con la gran comisión. ¡Sería un absurdo arder en el Espíritu y no ser testigos de Cristo!

Cada vez que la gran comisión adquiere relevancia llegan los milagros y señales. Por algo Jesús, luego de enviar a sus discípulos a todo el mundo, les habló de las señales que seguirían a los que creen.

Frente a la actitud más agresiva de los creyentes, ocurre lo que debe ocurrir: las conversiones dramáticas aumentan. A su vez, esos nuevos convertidos ramifican el mensaje entre los suyos, y se multiplica. Esto da lugar a la segunda característica que consiste en un fuerte impacto en la comunidad.

No existe un avivamiento silencioso. Tampoco un avivamiento de puertas para adentro. El avivamiento se propaga, se extiende, quema a su alrededor, deja influencia. Lo ocurrido en Pentecostés hizo que los transeúntes se preguntasen qué quería decir todo aquello. Los primeros creyentes tenían todas las cosas en común pero no vivían en un gueto. Cada uno regresaba a sus casas y allí desperdigaban las virtudes recibidas. La sociedad no puede permanecer indiferente cuando un sector hace ruido. Los milagros, las sanidades, las vidas transformadas, los cambios en los hábitos y en la moral  y tantos otros efectos de la irrupción espiritual hallan sus reacciones. A veces, las conversiones masivas amenazan ciertos negocios, como ocurrió con las tabernas durante el avivamiento de Gales. El perjuicio de algunos intereses conlleva a oposiciones de diversas índoles que no hacen otra cosa que divulgar más el mensaje y sumar exponencialmente la cantidad de creyentes.

Pero la tercera característica que identifica un revivir espiritual, tal vez sea la que da origen a lo demás: La intensa convicción de pecado. En la Corea de los años 50´s un diácono se puso en pie ante la congragación y, compelido por el Espíritu Santo, confesó públicamente sus faltas. Uno a uno le siguieron hasta que la iglesia entera se halló inmersa en la penitencia y búsqueda del Señor. El fuego no tardó en propagarse.

El Espíritu Santo da convicción de pecado. Los creyentes de muchos años, suelen estancarse y sumirse en una rutina de mera subsistencia espiritual. Pierden su contacto cotidiano con la fuente de santidad que es Cristo, y desvían su camino sutilmente. Un encuentro con Dios les confronta con su estado y les hace ver con gravedad lo que consideraban una insignificancia. La tibieza en la que andaban los volvía insensibles, pero ahora perciben su abominación y se abrazan a la gracia, porque, donde abundó el pecado sobreabundó la gracia. Al que mucho se le perdona, mucho ama, y en agradecimiento y amor a Cristo se lanzan a servirle y a proclamarlo como nunca antes. A veces, la sensación del pecado agobiante contrasta tanto con el alivio del perdón que el cristiano renovado manifiesta todo tipo de estallidos emotivos que no hacen otra cosa que aumentar la curiosidad y el deseo de otros por recibir lo mismo.

Los avivamientos también incluyen agentes que cumplen determinadas funciones.

Hallamos a los promotores de avivamientos. Son verdaderos profetas de Dios que llaman al pueblo a dejar la complacencia y sumergirse en la búsqueda del Señor. A veces parecen excesivos y absolutistas, pero si deseamos calentar un recipiente de agua a determinada temperatura, la fuente de calor debe ofrecer una temperatura mayor a la que se pretende. Lo mismo ocurre si tenemos que empujar un carro de una tonelada. Necesitamos una fuerza mayor a una tonelada para moverlo. Difícilmente los prudentes y cuidadosos muevan a la iglesia de su inercia.

Los opositores del avivamiento pueden no ser enemigos, sino agentes reguladores que con sus argumentos ayudan a pensar. También polarizan al pueblo, ayudando a que, los buscadores de Dios se enfervoricen más aún, y también alentando a que los verdaderos enemigos se definan y tomen distancia. Los opositores sinceros suelen adherirse a la causa más tarde, mientras que los defensores de sus intereses egoístas quedan olvidados en el camino.

Los administradores del avivamiento sacan un buen provecho a favor del Reino, poniendo orden y dirección a lo que pasa. Nadie puede ser un buen administrador del avivamiento al menos que se meta adentro. Desde allí bendice y ayuda a hallar un sentido teológico a cuanta señal aparezca. Los pastores debemos ser buenos administradores de las visitaciones de Dios para que nada caiga en saco roto.

Nunca faltan los mercaderes del avivamiento. Desde los tiempos de la Didache se empleaba la figura de mercaderes del evangelio. Aquellas personas que se valen de lo que ocurre para obtener algún beneficio. Algunos de ellos emergen como maestros y enseñan dogmas enredados, otros escriben libros con puras vanidades que distraen del verdadero objetivo de un avivamiento. Pero cualquiera de ellos intentará sacar algún provecho personal, sea económico o de notoriedad.

Aquellos idealistas viscerales, cuando se hallan frente a un mover extraordinario, quisieran que se instale definitivamente y que aún vaya in crescendo. Los que nunca vivieron aquellos tiempos de gloria incorporan a su creencia de que un avivamiento jamás debería irse, y que si lo hace, es porque la iglesia fue negligente.

Pero los avivamientos se comportan como las olas de la playa. Vienen por tandas y se retiran… la superficie de la costa nunca es igual cuando el agua retrocede. Se llevan cosas y dejan otras cosas, algunas de ellas van y vienen, pero las rocas permanecen inamovibles.

Casi todo motor funciona por impulsos discontínuos, sea eléctrico o a combustión. El sonido es posible gracias a las ondas que forma en el aire. De la misma manera una pared sólo se horada con golpes o erosión con una superficie irregular. De la misma forma, un avivamiento irrumpe, desequilibra, purifica, enriquece y se retira. Llega el momento de preguntarnos qué hacer con lo ocurrido y cómo aprovecharlo.

Los avivamientos vienen y se van. Pero si fueron legítimos nos dejarán la siguiente riqueza:

Habrá más convertidos, iglesias más llenas, pero también más iglesias. Seguramente habrá más llamados al ministerio, y de entre ellos más misioneros que saldrán al campo. Hallaremos institutos bíblicos con más asistentes.

También veremos a más cristianos practicar el evangelismo personal. Otros, ya no serán los mismos de antes. Aumentará el grupo de santos íntegros que no se contaminan con este mundo.

Finalmente aparecerán más testigos de la gloria de Dios, que con sus relatos arrojarán sed en sus oyentes. Esta sed se transformará en la mejor predisposición y clamor a Dios para que llegue otro avivamiento en la nueva generación.

Necesitamos un avivamiento en cada generación, en cada continente, en cada cultura y comunidad. Como Habacuc clamamos: “aviva tu obra, oh Señor, en medio de los tiempos”.

 

Referencia: http://conozca.org/?p=3679