Nuestro rol en medio de una sociedad perdida en la sobreinformación espiritual.
Por:Adriana Ocampo
La cotidianidad nos encuentra inmersos en una realidad distinta a la de hace unas décadas. Hoy día la gente que viene a nuestras congregaciones, y aquellos a los cuales queremos alcanzar, están sobreinformados. Esto ha ocasionado que las personas se pierdan en la oscuridad de creer que pueden saberlo todo a un click de distancia, incluso el evangelio.
Por otro lado, las redes sociales son caldo de cultivo para las falsas doctrinas y los pseudo predicadores de la Palabra de Dios. Es imperativo que nos preparemos para dar batalla. Estamos frente a un tiempo de gran “oscurantismo bíblico”. Hoy día hay gente que prefiere palabras de éxito o afirmación personal antes que escuchar el mensaje completo de la Palabra de Dios.
La sociedad actual va tras los influencers de turno. Vivimos una época en la que todo debe ser rápido, y de utilidad a nivel personal sobre todas las cosas. Se observa gran consumismo, hedonismo, antropocentrismo…y esto atraviesa la realidad de nuestras congregaciones semana a semana.
Estamos frente a una época de “Evangelio a la carta”. La gente busca saciarse a sí misma sin dejarse pastorear. Las redes sociales son el espacio para deambular a gusto buscando un “mensaje que valga la pena” y sacie ya y ahora todas las demandas personales.
¡Pero esta época es también una oportunidad! Porque es innegable la búsqueda de Dios que la humanidad sigue evidenciando. Por eso nuestro rol es tan necesario; la Palabra de Dios sigue siendo la respuesta.
Hoy día es urgente una vuelta a lo fundamental. En medio de tanta sobreinformación, nuestras congregaciones tienen que ir desarrollándose sobre las verdades bíblicas y transformadoras de forma persistente e intencional.
Ese es nuestro rol. Los que enseñamos y predicamos necesitamos leer, estudiar, vivir y transmitir de forma precisa los principios espirituales que la Palabra de Dios tiene para esta generación.
Lo que el Apóstol Pablo le aconsejó a Timoteo, sigue vigente para nosotros hoy. En su segunda carta (en lo que conocemos como capítulos 3 y 4), Pablo primeramente define a los hombres “de los postreros tiempos”. Bien podría ser la definición de la sociedad actual (te invito a leer todo el capítulo 3). Luego, reconoce que Timoteo aprendió bien, “Pero tú has seguido mi doctrina” (3:10).
Y para concluir el apóstol alienta a Timoteo a cumplir con su rol en medio de la comunidad. Ese “pero tú” marca la posición de contraste que debía manifestar. Es también la tarea que tenemos por delante en medio de una generación apurada, sobreinformada, que se deja influenciar por las falsas doctrinas y los falsos maestros y predicadores.
Veamos:
-Pero persiste tú en lo que has aprendido (3:14)
Necesitamos persistir como nunca en las verdades expresadas en la Palabra sin abandonar un ápice la doctrina de Cristo. Persistir sin negociar con el consumismo imperante.
Persistir cada reunión predicando la verdad del evangelio que exhorta, edifica, alienta, confronta el pecado, sana el corazón y cambia el destino eterno.
Necesitamos persistir en medio de la inundación de falsas enseñanzas que la gente consume en la red. Con amor y misericordia verlas como necesitadas de Dios, en búsqueda espiritual. Veamoslas como Cristo lo haría (Mateo 9:36).
-Pero tú sé sobrio en todo…cumple tu ministerio 4: 1-5
Somos modelos. En medio de esta generación en la que algunos “venden” un evangelio diferente (Gálatas 1:6) podemos y debemos mantenernos firmes como hijos de Dios en todo. Hay crisis de modelos (por la sobreinformación), esto puede ser una gran oportunidad… nuestras vidas fundamentadas en la Palabra como reflejo del amor de Dios para las personas.
Y necesitamos cumplir nuestro ministerio; tenemos una tarea por delante. Dar alimento sólido para que los que tienen “comezón de oír” (2 Timoteo 4:3) vayan a la cruz para ser transformados por la Palabra de Dios.
Cumplir nuestro ministerio significa seguir predicando la Palabra que es como una espada que atraviesa hasta lo más profundo (Hebreos 4:12) sin medias tintas, sin alardes, sin adornos. Una palabra pura, sin licuar con artilugios que agraden a los oídos sino que atraviesen el corazón en amor.
Sí, la Palabra de Dios sigue siendo relevante para esta época. Las verdades bíblicas no tienen fecha de vencimiento y esta generación está hambrienta y sedienta. En medio de la sobreinformación espiritual, podemos levantarnos para predicar la verdad del evangelio sabiendo que la obra del Espíritu Santo hará el resto. Tenemos la respuesta, hagámosla oír.