“¡Yo puedo… con Dios!”

Por: Osvaldo Carnival
Hay una etapa en la vida de todo ser humano en la que decimos: “Yo puedo”. ¿Quién no ha pensado alguna vez: “Puedo hacer todo”? Esa seguridad parece crecer cuando creemos tener los recursos: fuerza, capacidad, inteligencia, economía. Y así, muchas veces, terminamos pensando: “¡Puedo solo, no necesito a nadie!”
Pero la vida, con sus pruebas, contratiempos y silencios, nos muestra otra realidad. La autosuficiencia se estrella frente al dolor, al fracaso o al vacío interior. Es allí donde la ilusión del “yo puedo solo” se desvanece, y descubrimos que lo que realmente necesitamos es volver a Dios.
La historia del hijo pródigo es un espejo para muchos: habiendo tenido todo, eligió la distancia, malgastó lo que tenía y terminó mendigando lo que nunca debió faltarle. Su peor crisis fue la desconexión con la casa del Padre.
Pero cuando “volvió en sí”, tomó una decisión que cambió su historia: volver a casa. Volver a lo eterno. Volver a lo que verdaderamente da vida.
Pastor, líder, ministro del Señor: vivimos tiempos donde muchos están en esa misma condición. Gente quebrada, desilusionada,sin un propósito. En medio de este escenario, la Iglesia tiene un llamado más vigente que nunca: ser esa casa para  los que quieren volver.
Y es por eso que hoy más que ¡Debemos plantar más iglesias!
Como una respuesta de fe y obediencia al llamado de Dios. Plantamos por compasión. Plantamos porque hay más hijos volviendo.
Plantamos porque entendemos que hay ciudades esperando, familias clamando y corazones que necesitan el amor de Jesús. Plantamos porque sabemos que el mensaje de redención sigue vigente, y cada iglesia nueva es una oportunidad más para que alguien “vuelva en sí” y diga: “Volveré a la casa de mi Padre”.
Sí, tal vez muchos sientan que los recursos no alcanzan, que el tiempo es difícil o que el camino es largo. Pero recordá esta verdad: Dios tiene la capacidad de hacer lo difícil, fácil.
Filipenses 4:13″Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.»
Cuando nuestros corazones están alineados con el suyo, el “yo no puedo” se transforma en “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Y desde ese lugar de dependencia y fe, nos levantamos a sembrar, a edificar, a multiplicar.
No se trata de nosotros. Se trata de Él.
Y si Él está con nosotros… ¡Plantemos Más Iglesias!